Luis Barrionuevo, burócrata sindical del gremio gastronómico que en los 90 se definía como “recontraalcahuete de Menem” (sic), no quiso aparecer el 29 de abril en la calle pese a liderar la CGT Azul y Blanca. Ahora reconoció que las paritarias de este año “perdieron diez puntos” contra la inflación, y en cuanto a la caída de la actividad, contó que sólo en Mar del Plata “cerraron 40 negocios gastronómicos en 45 días”. Por supuesto, no movió un dedo. Si la idea es postularse como recontraalcahuete de Macri, le vemos buenas chances.
Digan lo que digan de Macri, hay que reconocer que sabe invertir. Como recordarán, en su declaración jurada admitió haberle “prestado” 22 millones de pesos a su amigacho Nicolás Caputo. Pues bien, las acciones del grupo económico de Caputo, Mirgor, son, según El Cronista Comercial, “el negocio del año”. No es para menos: mientras el índice bursátil general Merval subió en el año un 13%, la acción de Mirgor, que valía 201 puntos hace un año, cerró el año 2015 a 541, y ahora anda por los 1.200-1.300 puntos. Hoy Mirgor es un grupo constituido por empresas que hacen desde aire acondicionado para automotores hasta electrónica del hogar, pasando por telefonía celular. El dato simpático: la empresa insignia, justamente Mirgor, fue fundada en 1983 como sociedad entre Nicolás Caputo… y Mauricio Macri, que se alejó en 1994 cuando fue a presidir Boca. Es muy curioso que el grupo económico del amigo dilecto-socio-¿testaferro? del presidente sextuplique su valor de Bolsa en sólo un año, pero sólo un malpensado intentaría sacar conclusiones apresuradas. Al menos, Macri puede tener la razonable seguridad de que le devolverán su “préstamo”.
El economista Miguel Ángel Broda, gurú del ajuste de toda la vida, se queja de que Macri “no cree en una reducción rápida del déficit fiscal” y de que “no es un defensor del Estado pequeño”. Lo que peor le cayó fue atar el blanqueo al pago a jubilados. Para este neoliberal serial, eso aumentaría el gasto público de manera “demencial”, pero, comprensivo, se resignó: “Hay que ganar elecciones el año que viene”. Traducimos de Broda al castellano: “Macri debería ser mucho más garca, y pagarle aunque sea algo a algunos jubilados es populismo. Pero bueno, los garcas que hacen política tienen que hacer algunas concesiones”. Cinismo infinito.
Parece que hubieran pasado años, pero sólo fueron meses desde que Prat Gay dijera que la devaluación no se iba a trasladar a precios porque “los precios ya están calculados a un dólar a 14 pesos”. Pero el dólar llegó a 16 pesos, ahora ronda los 14, y los precios desde la devaluación de diciembre subieron casi un 30%. Alguien hizo mal las cuentas de puro inepto. O mintió de puro caradura. O las dos cosas.
El manejo del tarifazo ya es uno de los papelones más groseros del gobierno. Macri sale a decir que “no había otro camino”; Aranguren, Mr. Excel, niega las facturas impresas y asegura que “según mis datos, ninguna suba es de más del 800%”; cuando protestan gobernadores e intendentes, el gobierno, acorralado, pone un tope del 400% para particulares y 500% para pymes. El colmo es que ahora el macrismo consiguió una jueza amiga que, para frenar la ola de amparos en el interior y el GBA, recurrió a un argumento insólito: como el reclamo se origina en una medida del gobierno nacional, con sede en Buenos Aires, ¡todas las causas por el tarifazo tienen que concentrarse en los tribunales porteños! Por supuesto, aquí Angelici y sus muchachos moverán las fichas necesarias. Pensar que el PRO hizo campaña diciendo que había que recuperar el “federalismo” y la “independencia de la justicia”. Cinismo infinito II.
Las “explicaciones” de Macri sobre los Panamá Papers siempre dieron vergüenza ajena. Que no figuro, que sí figuro pero la empresa no tuvo actividad, que tuvo actividad pero no ganó plata, que sí ganó pero yo no tengo nada, que sí tengo pero está declarada, que me olvidé de declarar los 18 palos de las Bahamas pero los voy a traer… Bueno, respecto de esto último, otro verso más de Macri: dijo que la plata estaba en las Bahamas (¡vaya domicilio!) porque él la tenía en el banco Merrill Lynch en Suiza y EEUU, pero su banco fue comprado por otro. Casi más mentiras que palabras: 1) el nuevo dueño de Merrill Lynch, el banco Julius Baer, hizo la operación en 2012, mucho antes del cambio de radicación de la cuenta; 2) tanto Merrill Lynch como Julius Baer siguen teniendo sucursales en Suiza; 3) legalmente, ninguna fusión o adquisición entre bancos implica cambio en la locación de los fondos depositados en ellos; 4) esa locación sólo puede cambiar mediante autorización expresa por escrito del cliente. Abreviando: la orden de sacar la guita de plazas seguras pero vigiladas, como Suiza y EEUU, a un paraíso fiscal como las Bahamas partió del propio Macri. La frutilla del postre: Julius Baer está muy comprometido con el FIFA gate, y el ex ejecutivo argentino de ese banco, Jorge Arzuaga, ligado al procesado Alejandro Burzaco, ex CEO de T&C, está detenido en EEUU y ahora colabora con el FBI (Ámbito Financiero, 3-6-16). Qué oscuro todo, ¿no?
Pero basta de Panamá Papers, señores. La nueva onda son los Buenos Aires Papers, también conocidos como declaraciones juradas de funcionarios. Empecemos por el titular de la AFIP, Alberto Abad, que tiene 120.000 pesos invertidos en Molinos Río de la Plata, empresa que la AFIP debe investigar por evasión al fisco de 1.100 millones de pesos… justamente mientras Abad, bajo el kirchnerismo, también era titular de la AFIP. Pero este conflicto de intereses no es nada comparado con el escándalo Aranguren. El ministro de Energía, CEO de Shell Argentina por 12 años, declaró tener 16 millones de mangos en acciones de la petrolera. Y resulta que en 2016, con Aranguren como ministro, el gobierno le adjudicó a Shell siete de las ocho licitaciones para la importación de gasoil por barcos al país. Argentina es el país de las casualidades. A todo esto, incluso si el “affaire Shell” no existiera, Aranguren debería explicar cómo, entre diciembre de 2014 y diciembre de 2015, su patrimonio creció un 95%, hasta 87 millones de pesos. Y este tipo es el mismo que reta a millones de argentinos porque no ahorraban energía, y tiene el descaro de decir que “las tarifas energéticas son un disciplinador del consumo”. Cinismo infinito III.
Es conmovedora la vocación de este gobierno por proteger a los más débiles: empresarios delincuentes y funcionarios corruptos. Primero, María Eugenia Vidal tuvo que retroceder en un decreto que establecía penas de cárcel a quienes divulgaran datos sobre declaraciones juradas de funcionarios (como vimos, la intención era muy prudente). Como para que nadie crea que fue un error, el artículo 85 de la ley de blanqueo planteaba lo mismo, pero peor (multa millonaria incluida), para los periodistas que difundieran nombres y montos de quienes aprovecharan la oportunidad. Según el inefable Marcos Peña, la norma “no es contra los periodistas”. Igual, parece que no da como para aprobar esa monstruosidad. Con la monstruosidad del blanqueo el PRO se daría por satisfecho.
Frase PROtuda de la semana: una joya del sincericidio. No deja ni siquiera la esperanza del largo plazo; es honestidad brutal en estado puro. O más bien cinismo infinito IV:
“La pobreza cero es una meta obviamente inalcanzable como definición de largo plazo” (Marcos Peña, jefe de gabinete y director del Departamento de Desmentidas Alevosas de Promesas de Campaña).
M.Y.