El Maestrazo de Buenos Aires, la jornada nacional de lucha del 9 de abril y el paro general
El Maestrazo de Buenos Aires, la jornada nacional de lucha del 9 de abril y el paro general
“Es una paradoja que el destino de Cristina Kirchner (…) esté hoy en manos de los gremios. El porcentaje de aumento salarial que terminen aceptando va a ser determinante para dos variables decisivas de la economía: el déficit fiscal y el nivel de reservas monetarias. Fábrega, el presidente del Banco Central, sabe que la provisoria ‘pax cambiaria’ que consiguió para su jefa pende del hilo de un difícil entendimiento sindical” (La Nación, 26 de marzo del 2014)
La histórica huelga de la docencia en la provincia de Buenos Aires está impactando de lleno sobre la escena nacional. Cumplidas tres semanas de lucha ininterrumpidas el conflicto se está instalando en el centro del debate político. El operativo de la burocracia de CTERA para impedir la nacionalización del conflicto parece estar fracasando. Consistió en sacar de la pelea a tres de las cuatro principales provincias del país (Capital Federal, Córdoba y Santa Fe). Y, ahora, la muy traidora de Estela Maldonado, jefa de la CTERA, acaba de afirmar que va a pedir una “suma puente hasta junio” para reabrir ese mes la paritaria nacional. Lo que busca está claro: dejar aislada a la provincia Buenos Aires mientras todo el resto del país comienza las clases. Sin embargo, el tándem de Maldonado y Baradel no la tiene todas consigo: el conflicto provincial se ha instalado en el centro de la pelea contra el ajuste del gobierno y no les va a ser tan fácil levantarlo.
Por su parte, la oposición docente tiene la inmensa responsabilidad de evitar que la lucha se desgaste. Hay que encontrar la manera de radicalizar la pelea para que le duela más a Scioli y Cristina (con las marchas no alcanza) al tiempo que ir dando pasos –cosa que hasta ahora no se ha hecho- para proyectarse como alternativa de dirección estando alertas ante cualquier maniobra entreguista de Baradel.
El dólar se empieza a mover
Veamos un poco el contexto en el cual se está procesando la lucha docente. En los últimos días volvió a encenderse una luz amarilla en materia económica: luego de casi 50 días el dólar recuperó su curso ascendente, si bien de manera limitada todavía. Al mismo tiempo, llamó la atención que las reservas del Banco Central estén volviendo a caer.
Se trata, por ahora, de movimientos limitados; no de alguna nueva corrida cambiaria. Sin embargo, estos nuevos datos están allí como para llamar la atención acerca que los problemas económicos no han sido resueltos. Y, sobre todo, de cuanto depende el ajuste de que las paritarias cierren a la baja. Esto es lo que explica, también, la dureza de un Scioli que pone cara de “yo no fui” pero actúa como un provocador profesional insistiendo, reunión tras reunión, en la misma miseria que la docencia provincial ha rechazado.
Scioli no es más que un mandadero de Cristina, la que está jugada a un histórico ajuste antiobrero. Todos los analistas coinciden en que sí esto no ocurriese, es decir, si el gobierno no lograra hacerles pagar a los trabajadores el costo de la crisis, todo el mecanismo del ajuste ortodoxo saltaría por los aires. La cosa es concreta. La inflación este año se estima entre un 40 y 50%; los sueldos deben estar por debajo de esto para que no recomience la calesita de la devaluación del peso para recuperar “competitividad”. Devaluación que trasmite sus presiones a los precios y tendría la consecuencia de colocar nuevamente en la picota la continuidad de Cristina.
Una nueva generación entra en escena
La histórica lucha de la docencia provincial ha cumplido ya 20 días. La bronca que se palpaba en la base auguraba un conflicto de proporciones, pero la transformación de esta pelea en una por tiempo indeterminado es un acontecimiento histórico para la docencia provincial: un verdadero Maestrazo. La movilización realizada al Palacio Pizzurno hoy miércoles 26, y que congregó nuevamente entre 15.000 y 20.000 docentes, solamente ha venido a confirmar el carácter histórico de esta lucha.
Se trata de una huelga que se ha masificado como pocas veces en las últimas décadas y que está abarcando capas cada vez más amplias de la base docente. Una nueva generación docente está entrado a la pelea llevando adelante su primera experiencia de lucha; una experiencia que arranca con toda la “ingenuidad” e la inexperiencia inevitable, pero que dejará huellas profundas y seguirá conmoviendo el gremio por mucho tiempo. Esta nueva generación odia al gobierno de Cristina pero todavía no tiene claro el rol de Baradel, Petrocini y Cia.; de ahí que el desborde a los mismos no sea tan sencillo. Parte de esto mismo es el sinnúmero de experiencias de lucha que está llevando adelante. Por ejemplo, las Marchas de Antorchas con la comunidad educativa en las distintas localidades. O las marchas autoconvocadas llamadas por la oposición en varios distritos y que en muchos casos han sido más grandes que las convocadas por el propio oficialismo Celeste en los mismo.
En total, lo que se está viendo es que el gremio se está poniendo de pié como pocas veces en las últimas décadas y cuando la docencia se pone de pié, cuando se pone de pie el gremio más nutrido del país, es muy difícil pararlo, sobre todo si se lo quiere arreglar por “chaucha y palito”.
La disputa por la dirección del conflicto
Es ahí donde se observa la “encerrona” en la que están metidos Scioli, Baradel y Petroncini. El primero está obligado a mostrar credenciales para el 2015. Si no logra imponer sus porcentajes de ajuste, si se muestra demasiado “débil” o conciliador, si la situación se le “desmadra”, pierde puntos como candidato presidencial en dos años. Además, cuando se habla de economía no se puede fantasear: está obligado a imponer parte del brutal ajuste comandado nacionalmente por Cristina y todo el mundo sabe que si deja correr un aumento mayor al techo salarial del oficialismo, va a poner a crujir todo el ajuste económico.
Tampoco Baradel y Petrocini tienen gran margen. Por ahora se muestran fortalecidos y al frente de la lucha. Como hemos dicho, una nueva generación ha entrado en la lucha, una generación que tiene más claro su odio al gobierno que a la burocracia docente que ellos encarnan. Pero esto podría durar lo que un suspiro si pretendieran levantar por migajas. Mientras que Scioli no se mueva del 21% para el 80% de la docencia y, encima, en cuotas, les va a ser muy difícil levantar o intentar quebrar la pelea sin que haya enorme manifestaciones de desborde.
De no aparecer un monto mayor se van a jugar al desgaste; en ese escenario, especulan, podrían levantar por una cifra menor arriesgado un desborde menor. Ahí es dónde se colocar el rol de la oposición. La masividad de la lucha ya está. Se podría avanzar más por el lado de la comunidad educativa, de organizar a los padres y los alumnos y otras iniciativas por el estilo. Pero, en cualquier caso, una tarea de importancia tiene que ver con avanzar en relación al “legalismo” de la docencia. Se trata del desafío de ver cómo radicalizar la lucha, cómo pasar de las movilizaciones masivas a acciones de luchas más contundentes como cortes de calles o rutas, ocupaciones de consejos escolares, y medidas por el estilo que desborden el carácter sólo “pacífico” de la lucha, así como el lograr una gran marcha nacional a Plaza de Mayo que impacte políticamente en el corazón del oficialismo.
Parte de esto mismo es que la oposición comience a disputar, de manera efectiva, la dirección del conflicto, cosa que no está logrando hacer. Los plenarios de delegados de la misma obtienen acuerdos muy de consenso que no obligan a nada y que no logran la suficiente centralización en la pelea. Un ejemplo de esto se puedo ver en el acto de la CTERA hoy miércoles 26. El acto no duró lo que un suspiro. La base se dio cuenta de esto y estaba muy enojada. Además, todo el mundo quería ir a Plaza de Mayo. La oposición debería haber agitado y garantizado que un amplio sector marchara a la Plaza. Pero no hubo acuerdo en esto. El pequeño problema es que yendo siempre a la rastra de la burocracia, no se le puede pelear la dirección.
24 horas de paro, 36 horas de lucha
Es en el contexto de la enorme lucha docente que debe interpretarse el llamado a paro general para el 10 de abril realizado por Moyano y Barrionuevo. El mismo debería haber sido convocado ya mismo, coincidiendo con la lucha docente, para lograr su triunfo. Pero la burocracia sindical se caracteriza por administrar los conflictos de manera tal que no vayan más allá de ciertos límites: tratar de evitar que peguen en la “línea de flotación” de la gobernabilidad de Cristina y de un ajuste que es apoyado por lo más granado de la oposición patronal a la que responde esta misma burocracia.
De ahí el carácter pasivo del paro que han convocado Moyano y Barrionuevo. Una jornada “dominguera” como las que convocaba Saúl Ubaldini en los años ‘80. De ahí que hablen que el 10 de abril “no se debe mover ni un alfiler”, que todo el mundo se tiene que “quedar en sus casas” y que hayan garantizado la adhesión de la Fraternidad y la UTA para que no haya transporte.
De todas formas, el hecho que hayan convocado al paro general muestra el creciente descontento que hay entre los trabajadores contra el gobierno, y la necesidad que tiene la burocracia de “hacer algo”. Hay que llamar masivamente a parar al tiempo que discutimos cuál es la forma más adecuada para ir más allá del carácter pasivo que le quieren dar Moyano y Barrionuevo.
El Encuentro Sindical Combativo convocó por unanimidad a una jornada nacional de lucha para el 9 de abril. La mesa del mismo todavía no se ha reunido, lo que refleja un inexplicable atraso. Sin embargo, ya se ha abierto un debate que es táctico pero no deja de tener importancia alrededor de si mantener la jornada de lucha el 9 o pasarla para el 10.
A nuestro entender, en el marco de una jornada del 10 convocada con paro de transportes, sería mucho más difícil darle el carácter activo que necesitamos. Por el contrario, si tomamos la jornada del 9 como “preparatoria” del paro, con cortes de ruta y marcha por la tarde a Plaza de Mayo, se le podría dar al paro un mayor alcance haciéndolo más activo y más político. ¡Entre el paro del 10 y las actividades del 9 se trataría de 36 horas de lucha!
Insistimos: se trata de un debate táctico que debemos llevar adelante y resolver en el seno de la vanguardia y los lugares de trabajo de la manera que se crea colectivamente es mejor. Pero, además, debemos intercambiar opiniones entre las fuerzas que convocamos al Encuentro y conformamos su mesa provisoria si es que la misma sirve para algo más que como un ámbito puramente testimonial.
Si ganan los docentes, ganamos todos
Mientras preparamos las jornadas del 9 y el 10, hay una tarea inmediata de primer orden: hay que rodear de solidaridad la lucha docente; hay que establecer contactos entre ellos y el resto de los trabajadores, así como con universidades y terciarios. Hay que formar comisiones en las facultades de apoyo a la docencia, acompañarlos desde los centros de estudiantes en sus movilizaciones, hacer la realidad de “trabajadores y estudiantes, unidos y adelante”. Esta será otra contribución más a su triunfo, tarea en la cual la militancia de nuestro partido se debe comprometer con todas sus fuerzas, porque ¡si ganan los docentes, ganamos todos!