Compartir el post "La Plata – ¡Repudiamos las agresiones ocurridas en La Plata hacia las compañeras trans*!"
El pasado viernes, un grupo de activistas del colectivo LGTB+ se dirigía a una fiesta en un lugar céntrico de la ciudad de La Plata, cuando fueron interceptadas por un grupo de varones que, impunemente, las agredió verbalmente desencadenando hechos transfóbicos de violencia. Aquí exponemos un fragmento de lo sucedido, escrito en primera persona por Tomás:
“Venía caminando con 5 amigxs más. Íbamos a la fiesta Dragqueen que organizaron unas amigas en el bar Pura vida, ubicado en diagonal 78 y 9, a media cuadra de la Facultad de Bellas Artes. Veníamos por calle 8, cuando al llegar a la esquina de la diagonal, aparece un grupo de varones que venía desde la otra esquina. Eran al menos 7. Ni bien nos vieron, empezaron a gritar. “Putos”, “Putos de mierda”, “Putos del orto, ya se las vamos a dar”. Seguí caminando rápido, lo más rápido que podía con tacos, para llegar a la puerta del bar, donde había gente, y pensé que ya no me iba a pasar nada. Tenían piedras en las manos. Como vi que se acercaban, sin dejar de caminar, me agaché y agarré una piedra también. Llegué a la puerta y los gritos seguían en mi espalda. “Putos de mierda”. En la puerta del bar hay una especie de toldo cerrado con cortinas de plástico. Llegué hasta ahí y me metí. Ni bien pasaron de largo no aguanté más y salí. Con la voz más segura que pude les grité: «¿A qué puto se la van a dar?». Me miraron fijo un segundo. «¿A qué puto se la van a dar, a ver?». Me aferré fuerte a la piedra que tenía en la mano. «¡Vengan si son tan piolas!”. Me confundí al pensar que ya habían pasado todos de largo. En ese momento, uno al que nunca llegué a ver, pasó por atrás mío y me pegó fuerte en la cabeza, no sé con qué. Sé que les llegué a gritar: «¡Hijos de Yuta!». Y ahí empezaron a volar cascotes, baldosas, y botellazos que nos explotaban al lado de los pies. La saqué re barata. La piña, o lo que sea con lo que me haya pegado, paradójicamente, la amortiguó la peluca que tenía puesta, quizá una de las causas principales por las que empezaron a bardearme.”
El hecho no es un caso aislado. Por lo contrario, es parte de la violencia continua y sistemática que recibe la comunidad LGTB+, de la que el Estado capitalista y patriarcal no habla, ni mucho menos da respuestas satisfactorias. Hoy en día, las políticas reaccionarias y anti populares de Macri agravan la situación de violencia y vulnerabilidad de las identidades disidentes.
En los seis meses que lleva de gobierno, Macri dejó bien claro cómo son las cosas: todo para los de arriba y nada para los de abajo. Esto se expresa en los miles de despidos en el sector público y privado, el tarifazo brutal que atenta contra el salario de los trabajadores, el desfinanciamiento de la educación y la salud. Esta declaración de guerra contra los explotados y oprimidos, no escapa a las mujeres y la comunidad LGTB+: vaciamiento de los programas de atención a las víctimas de violencia, recorte del programa de educación sexual, y puesta en marcha atrás del Protocolo de Abortos No Punibles conquistado en el 2012 con la lucha del movimiento de mujeres, entre otros. Las políticas reaccionarias de este gobierno, se valen de la fuerza del aparato represivo del Estado: es la policía la que garantiza el funcionamiento de las redes de trata, que ampara junto a la justicia a los violentos, violadores y femicidas mientras encarcelan mujeres por abortar, militariza la zona roja. Es que gracias a esa impunidad, la impunidad del sistema patriarcal, ocurren hechos de violencia contra los y las activistas trans e identidades disidentes.
Trans y travestis quedan fuera del sistema educativo, no acceden a la salud pública plenamente, y mucho menos a un trabajo genuino. Quedando así, desamparadas por el Estado, muchas de ellas se ven obligadas a prostituirse, con toda la violencia que de por sí eso conlleva. Todos estos tipos de violencia se cristalizan en una cifra atemorizante: su expectativa de vida no llega a los 40 años. Casos como el de Diana Sacayán, Gino Lucero, o Natalia “Pepa” Gaitán, nos demuestran hasta dónde puede llegar el odio contra la comunidad LGTB+.
Salgamos a las calles a luchar por la conquista de nuestros derechos. Tenemos que aspirar a ser miles, a construir un movimiento de mujeres fortalecido que se apoye y levante las banderas del movimiento LGTB+, que den la lucha en las calles contra el gobierno de Macri. Para redoblar la apuesta hay que unificar la lucha con los trabajadores y la juventud, y así darle revancha a este sistema que día a día nos explota y oprime hasta la muerte.
Desde Las Rojas repudiamos los hechos de violencia contra las compañeras trans ocurrido a la medianoche del viernes 1ro de julio.
¡Basta de homo-lesbo-transfobia! ¡Por una vida libre de violencia sexual!
¡Acceso a trabajo, salud y educación sin ninguna discriminación!
¡El Estado es responsable! ¡Separación inmediata de la Iglesia!
¡Justicia por Diana Sacayán y todas las activistas trans!
To Pa
[*] Al leer esta nota, Tomás me expresó que él no se siente trans. Se siente y se identifica marica. Nuevamente con sus propias palabras, adjunto aquí el por qué:
«Marica somos los putos que no nos interesa reproducir el estereotipo de hombre socialmente deseado: Ni el hombre heterosexual, ni el gay correcto. No lo elijo. Quiero ser más libre, y poder transitar mi feminidad y mi masculinidad todo lo que yo sienta y quiera.»