Con la presencia de trabajadores mecánicos y metalúrgicos de la Zona Norte realizamos la proyección y posterior debate de Los Traidores de Raymundo Gleyser. Una película que a pese a tener más de 40 años y de transcurrir en una época totalmente distinta, sigue increíblemente vigente.
El film, situado en los 70, narra la burocratización de un trabajador que fue parte de la resistencia peronista, que luego fue electo delegado en la fábrica y que entra en un proceso de burocratización hasta llegar a convertirse en Secretario General de la  UOM.
Gleyser toca diversos temas con las condiciones de laburo, el rol de los sindicatos burocratizados como instituciones garantes de la propiedad privada y la ganancia capitalista y el sometimiento del país al imperialismo, entre otros. Y como contraparte de la burocracia, el clasismo. Escenas emocionantes como en la que un viejo compañero es chantajeado por la patronal para que a cambio de no ser despedido buchonee compañeros, pero él se niega. O el padre del protagonista que reniega de las traiciones de su hijo y se suma a la Tendencia Clasista.
En el debate surgió un intercambio de ideas acerca de si todos los compañeros saben que los burócratas son traidores o si hay sectores que no los ven como tales y aún tienen confianza. Efectivamente, a pesar de las mil y una entregadas, hay compañeros que todavía creen que lo hacen para defendernos de un mal peor, o que otra posibilidad no hay, como si no se pudiera más que esperar «la que te toque en suerte». Esto sobre todo sucede en las fábricas grandes, donde el monopolio de la burocracia impacta en los compañeros. Sin embargo, y como conclusiones del debate y de la película, de los que se trata es de «ir sembrando la semilla», como dijo uno de los compañeros presentes. Avanzar en la organización por abajo, clandestina, de espaldas a la burocracia, con los mejores compañeros. Transmitiendo la tradición del clasismo: la democracia obrera, la independencia política de los trabajadores, la solidaridad de clase y la pelea por una sociedad sin explotadores ni explotadores. Esa es la pelea que cotidianamente le podemos dar a la burocracia y la única que nos puede llevar al triunfo.

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