El
PO y la guerra en Medio Oriente
Una posición equivocada
Por
José Luis Rojo
No
hemos tenido lugar en esta edición de hacer un artículo de
fondo sobre la política de los compañeros del PO respecto
de la reciente lucha en Palestina y el Líbano. Del conjunto
de contradicciones que los compañeros históricamente
arrastran, sólo queremos destacar una errónea posición
que por su carácter publico y visible habla por sí misma:
de una cuestión objetiva y no una polémica más “entre
las sectas”.
Se
trata de la tapa de ultimo periódico del PO (Prensa Obrera
957), donde se plantea como eje política respecto de la
invasión del Estado sionista al Líbano: “Luchemos
contra la guerra”. Consideramos esta
posición un grave error, más visible aún luego de
la evidente derrota del ejército israelí en el Líbano.
Es
que en la lucha entre una nación oprimida y una opresora,
la tradición de los socialistas revolucionarios históricamente
siempre ha sido por el triunfo de los oprimidos sobre los
opresores, y no por la “paz” a secas.
No
es que no querramos que haya paz y no más guerras, como
quiere cualquier sano compañero obrero o estudiante. El
socialismo por el que luchamos tiene una cuota de humanismo
que es esencial nunca jamás perder de vista. Rosa
Luxemburgo dejo bellísimas páginas al respecto.
Pero
los marxistas revolucionarios (y la propia Rosa en primer
lugar) siempre hemos dejado claro que no somos
“humanistas” en abstracto. Tenemos la obligación de
hablar claro: no puede haber paz en el mundo mientras
sigan el imperialismo y el capitalismo. Bajo este régimen
social, esta “paz” sólo puede ser la paz de los
cementerios. Y estamos a favor de “hacerle la
guerra” a este sistema (que nos la impone) con tal de
liquidarlo. Sólo levantamos la consigna de “paz” cuando
se trata de una guerra fraticida entre dos naciones
oprimidas: entre Perú y Ecuador, por ejemplo.
Esto
es más grave aún, cuando esta consigna encabeza la tapa de
un periódico en un país semicolonial como es la Argentina.
O incluso, si los compañeros tuvieran un grupo en el Líbano,
hablar de “paz” en general, mientras las milicias
libanesas están combatiendo. Por el contrario, en ese caso,
tendríamos la obligación de ponernos a combatir codo a
codo con ellas en contra del ejército agresor.
Algo
distinto es el caso de si tenemos militantes en Israel. En
este caso, aunque limitadamente, la consigna de la paz (como
cuando se trata de una movilización en un país
imperialista que está haciendo la guerra a otra nación
oprimida, como en Vietnam) tiene el alcance “progresivo”
de que, en concreto, la paz significa parar la agresión de
su propio ejercito contra el pueblo agredido, contra el
pueblo oprimido. Se trata de la política de derrotismo
revolucionario del propio país capitalista, opresor o
de enclave.
Porque
en el propio Israel, si actuamos como socialistas
revolucionarios (y no como simples pacifistas) en la
movilización por la paz, tenemos al mismo tiempo la obligación
de explicar pacientemente que nuestra posición de fondo
es por el triunfo de los oprimidos, por el triunfo del
pueblo palestino y libanés. Es decir, que somos
derrotistas respecto del Estado y ejército de Israel,
aunque esto no les caiga bien a muchos de los compañeros
con los que compartimos la movilización.
Esto
no quiere decir que no debemos participar de marchas por la
paz. Esto sería un crimen sectario. Pero participando
obligatoriamente de manera unitaria, debemos ser claros
en nuestro derrotismo respecto de los agresores.
Volviendo
a nuestro país, la cosa agrava cuando de lo que se trata es
de la política en un país semicolonial como el
nuestro. No es casual que la demagogia de la
“paz” en general, haya presidido las movilizaciones
hechas por los sionistas. Sólo sirve para adormecer
la conciencia de los explotados y oprimidos contra los
opresores y explotadores.
El
PO deberá entonces clarificar sus posiciones respecto del
Estado de Israel en general y su “pacifismo” en
particular, que lo ha hecho quedar por detrás del
triunfo que se acaba de lograr en Medio Oriente.
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