Concepción
guerrillerista
Un
debate que no está cerrado
Por
Oscar Alba
Incorporar
a la memoria militante lo ocurrido el 22 de agosto de 1972
significa también profundizar el debate con la concepción
guerrillerista que cruzó durante aquellos años la
vanguardia de luchadores prohijados por el Cordobazo.
En
líneas generales, la oposición a la dictadura militar de
Onganía-Lanusse tuvo su peso efectivo en las movilizaciones
obreras y los estallidos populares. El Mendozazo, el
Tucumanazo, el Viborazo, las puebladas de Villa Ocampo en
Santa Fe o General Roca en Río Negro, así como las huelgas
combativas, colocaron a los trabajadores con sus métodos de
lucha como los actores más efectivos, golpeando la columna
vertebral del régimen capitalista, hasta obligar a los
militares a buscar una salida democrática.
Las
acciones guerrilleras, aun con la intención de atacar a la
dictadura, lejos de ayudar a cohesionar las fuerzas obreras
para luchar contra ella y elaborar, a partir de sus
experiencias, una estrategia socialista, fueron un factor
ajeno a los métodos asamblearios
y de acción directa que dificultosamente los
trabajadores llevaron adelante. La respuesta que recibieron
Santucho y Osatinsky de parte de Tosco, poco antes de la
fuga, es significativa. Tosco esperaba ser liberado por la
lucha popular y aunque luego él mismo coincidiera en los
planteos frentepopulistas de las organizaciones armadas,
estaba marcando una diferencia sustancial de método con los
compañeros que le ofrecieron fugarse con ellos.
Desde
hace un tiempo se viene escribiendo y hablando sobre la
trayectoria de las organizaciones guerrilleras de los años
70. En este sentido tratamos de aportar a este debate desde
una óptica obrera y socialista, puesto que nuestras
diferencias con la guerrilla son tanto tácticas como estratégicas.
Por supuesto, sin dejar por ello, de denunciar la represión
de la burguesía hacia honestos y valientes compañeros que
luchaban para terminar con este putrefacto sistema
capitalista.
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