México
Fraude
y algo más...
Por
Claudio Testa
México
parece haber entrado en un período de turbulencias cuyo
epicentro es hoy el fraude electoral, pero cuyos componentes
son más variados y sus raíces más profundas
Estaba
escrito. Cada vez que un país es puesto por Washington como
“modelo” de democracia política y buena conducta económica
y social, tarde o temprano estalla. En Argentina ya sabemos
de eso: diez años atrás fuimos con Menem otro país modelo
en materia de neoliberalismo.
Una
grave crisis política se ha desatado por el fraude
particularmente escandaloso de las elecciones presidenciales
del 2 de julio. Esto es lo que está en el centro de la crisis
política y de legitimidad que golpea a todas las
instituciones del régimen: desde el Poder Ejecutivo, que
organizó el fraude, hasta los jueces corruptos que
finalmente lo avalaron.
Sin
embargo, aunque ése es el epicentro del terremoto, los componentes
de este período de turbulencias son más numerosos y
sus raíces sociales, más profundas.
Un
desastre económico-social
Las
raíces se hunden en la catástrofe económico-social
provocado por más de dos décadas de neoliberalismo y
colonización estadounidense. México, en el extremo norte
de América Latina, venía siendo presentado efectivamente
como el gran modelo...
Fue
el primer país latinoamericano en firmar un Tratado de
Libre Comercio con EEUU (el NAFTA, por sus siglas en inglés),
que entró en vigor el 1º de enero de 1994. Inicialmente el
NAFTA significó un importante crecimiento económico. México
ha llegado a ser la décima economía mundial y exporta a
Estados Unidos casi 200.000 millones de dólares. Pero de
eso sólo se beneficiaron las corporaciones norteamericanas
(que manejan todo desde ambos lados de la frontera) y los
grandes grupos económicos mexicanos asociados a ellas...
En
cambio, para millones de mexicanos, la fórmula
“neoliberalismo + NAFTA” implicó el desempleo, o los
salarios de hambre y el trabajo esclavo en las maquiladoras.
Junto con los trabajadores de las ciudades, fueron también
arrasados millones de campesinos. Gracias al “libre
comercio” con EEUU, México ha terminado importando hasta
zanahorias de California.
En
síntesis: más de la mitad de la población está hundida
bajo el nivel de pobreza y de ese sector el 20% está en la
indigencia: o sea, no tiene ni para comer. Estas con las
causas de que decenas de millones de mexicanos desesperados
arriesgan sus vidas para ingresar y vivir como
“ilegales” en EEUU.
Múltiples
frentes de tormenta
Es
sobre este terreno que se desarrolla la crisis política
provocada por el fraude. Pero en este suelo abonado por la
legítima bronca de la mayoría de los trabajadores y
campesinos, han crecido también otras expresiones de
lucha y protesta.
Un
analista mexicano advierte que “el poder que impuso a
Calderón está subestimando la reacción de importantes
sectores del pueblo mexicano y pretende que el desgaste y
las campañas mediáticas se harán cargo de la oposición
contra la Presidencia impuesta. Sin embargo, existen al
menos cuatro formas político-organizativas que plantean una
lucha frontal contra el gobierno en ciernes: 1) Un
movimiento ciudadano de corte democrático popular [de
protesta contra el fraude]... 2) La «comuna de Oaxaca»...
3) El EZLN y la Otra Campaña, que pasan por momentos de
debate y definición, pero que representan una fuerza política...
y 4) Los grupos armados...” [1]
En
el detalle, podemos disentir con esta enumeración que
parece dar a todos los factores la misma importancia. Pero
este analista tiene razón en lo esencial al advertir que el
futuro “presidente” tiene, ya antes de asumir, múltiples
“frentes de tormenta”. Y va a tener que enfrentarlos
desde una situación de ilegitimidad y debilidad política.
Entre
esos factores, además del movimiento contra el fraude (que
moviliza a millones pero con una dirección –la de López
Obrador– que no es garantía de lucha seria y
consecuente), se destaca, efectivamente, la "comuna
de Oaxaca". El escándalo internacional por el
fraude ha puesto demasiado en segundo plano a esta
trascendental experiencia de lucha independiente, con centro
en la capital de este estado del sur de México.
Efectivamente
no es exagerado hablar de “comuna”, ya que, como
reconocen todos, se ha instalado allí un “doble
poder”, basado en las organizaciones sindicales,
populares e indígenas.
El
punto de partida fue la lucha de maestros y profesores de
ese estado contra el gobernador. Esto, que comenzó como un
lucha gremial, fue derivando en enfrentamientos cada vez
violentos, con muertos, heridos y desaparecidos. La lucha
sindical se transformó así en lucha política para
derribar al gobernador. La policía y otras fuerzas
represivas han sido literalmente desalojadas y han perdido
el control de gran parte de la capital y aledaños. Se
constituyó una Asamblea Popular del Pueblo de Oaxaca (APPO),
con más de 300 organizaciones sindicales y populares, que
de hecho se ha ido haciendo cargo de funciones de gobierno.
La
“comuna de Oaxaca” es el punto más alto de una serie
luchas de trabajadores y de sectores populares (como la dura
huelga minera y la “pueblada” de Atenco) que se fueron
desarrollando antes de las elecciones... y que
previsiblemente seguirán con el nuevo “presidente”
nacido del fraude.
El
todo o nada de los discípulos mexicanos de Bush puede ser
otro tiro por la culata
De
esta forma se está agrietando uno de los pilares de la
estabilidad política de América Latina. Hasta ahora, México
ofrecía un gran contraste con lo que sucedía en el agitado
sur de América Latina.
En
Sudamérica, el siglo XXI se inició bajo el signo de las
rebeliones populares de Ecuador, Bolivia y Argentina y las
derrotas de los intentos golpistas en Venezuela. Es verdad
que este proceso sudamericano pasa ahora por las mediaciones
de los gobiernos de “centroizquierda”. Regímenes como
el de Kirchner y Lula han demostrado ser muy eficaces para
reabsorber o prevenir los estallidos sociales. La política
centro-izquierdista de “asistencialismo” a los más
pobres, pequeñas concesiones democráticas y cooptación de
los dirigentes sindicales, sociales y de derechos humanos,
ha demostrado su eficacia... por el momento... Esto ha ido
también acompañado, aunque con grandes diferencias según
los casos, de un juego más “autónomo” en relación al
Amo del Norte.
En
contraste con eso, Fox y Felipe Calderón, su continuador
fraudulento, representan el neoliberalismo puro y duro,
sin freno ni regulación alguna... y la sumisión
absoluta e incondicional a EEUU. Ni una sola concesión
hacia abajo. Y, hacia arriba, “relaciones carnales” con
Washington...
Las
propuestas de López Obrador –el candidato opositor
falsamente llamado “de izquierda”– no van más allá
de lo que hacen en el sur un Lula o un Kirchner... cosa que
tiene gran éxito para la estabilidad del sistema. Pero
hasta esas migajas y ese mínimo juego independiente
resultan intolerables para la derecha mexicana, para sus
patrocinadores empresarios y sobre todo para su amo de
Washington....
Así,
después de las elecciones del 2 de julio, cuando la mayoría
de los gobiernos miraba hacia otro lado, Bush tomó el teléfono
y felicitó por su “triunfo” a Calderón. La elección
había sido impugnada, oficialmente Calderón no era aún
“presidente electo”, pero Bush ya lo había proclamado
por su cuenta...
Con
su política de no ceder un tranco, los amigos de Bush en México
posiblemente están preparando un escenario opuesto a sus
intenciones. No sólo en Medio Oriente los tiros les pueden
salir por la culata. Es que en México hay millones que
evidentemente han decidido que esto no va más.
Nota:
1-
Gilberto López y Rivas, "Felipe Calderón:
presidente espurio", La Jornada, 08/09/06
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