México
La
política de los socialistas revolucionarios
Por
Claudio Testa
Como
sucede en toda gran crisis, las diferentes políticas de las
corrientes de izquierda se ponen a prueba. En este caso, los
acontecimientos, la campaña electoral, primero, y la cuestión
del fraude después, obligaron a tomar posición. Estos son
nuestros puntos de vista.
Antes
de las elecciones
El
sistema político antidemocrático de México, sumado a la
debilidad orgánica de las corrientes socialistas
revolucionarias, hicieron que en las elecciones
presidenciales sólo participaran tres candidaturas burguesas:
la oficialista de la derecha conservadora del PAN (Partido
de Acción Nacional), con Felipe Calderón; la del arcaico
PRI (Partido Revolucionario Institucional) en liquidación;
y la de centro-izquierda, de López Obrador, sostenida por
la coalición "Por el Bien de Todos" encabezada
por el PRD.
Este
panorama desató las clásicas polémicas entre las políticas
oportunistas (votar por el “mal menor”, por la única
opción “posible”; es decir por López Obrador) y la política
independiente frente esas tres opciones igualmente
patronales.
Aunque
el voto es en última instancia un problema táctico,
creemos que fue totalmente correcto no votar por López
Obrador y su coalición. Era como votar por Kirchner en
Argentina o por Lula en Brasil.
En
el período previo al 2 de julio, el zapatismo había dado
un giro político. Un año antes, en el 2005, el
subcomandante Marcos había dado a conocer la “Sexta
declaración de la Selva Lacandona”, que significaba
un cambio en su fracasada y nefasta política de organización
de “autonomías” indígenas exclusivamente en el sur de
México, a espaldas de los movimientos obreros y sociales
urbanos.
Luego
de emitir la “Sexta”, Marcos inicia la “Otra
campaña”. Sale a recorrer México en un intento de
ligarse a un ascenso de las luchas sociales, que ya
comenzaba a notarse. Al mismo tiempo, la “Otra Campaña”
–aunque con la total confusión política del autonomismo,
que sigue sosteniendo la tontería de “cambiar al mundo
sin tomar el poder”– instalaba una opción independiente
frente la campaña electoral de los tres candidatos
burgueses.
El
hecho es que la “Otra Campaña”, por su énfasis en la
luchas, en la independencia frente a los candidatos
burgueses y en las críticas por la izquierda al limitado
programa del PRD, logró atraer a sectores significativos de
la vanguardia y luchadores sociales, así como también de
la izquierda revolucionaria.
Después
del fraude
Pero
con las elecciones vino el fraude. Este nuevo hecho cambió
la situación. Si antes era completamente equivocado
votar por López Obrador, ahora era un crimen político
no defender el voto del ciudadano que honestamente lo
había votado, y que ahora veía cómo le robaban su voto
mediante el fraude. Y con más razón cuando millones de
esos votantes (en su gran mayoría trabajadores) salieron
casi inmediatamente a la calle, protagonizando las marchas y
concentraciones más grandes de la historia de México. ¡Hasta
dos millones de manifestantes en una de esas marchas en el
Distrito Federal!
En
esta nueva situación, Marcos, el zapatismo y también
algunas de las corrientes socialistas revolucionarias que lo
venían acompañando, perdieron la brújula. Después
de explicar bien cómo se había consumado el fraude, Marcos
fijó una posición abstencionista: “No tenemos el
problema de la gente que prendió sus velas al proceso
electoral... El sistema político demuestra la mentira de
que la gente «decide» con su voto.”
¡Hay
millones en las calles, movilizados para defender su derecho
democrático a votar, y Marcos se aparta y los trata como
una manada de imbéciles, que “prendieron sus velas al
proceso electoral” y que al fin van a aprender la
lección de que la gente no decide con su voto! Pero los
verdaderos imbéciles son Marcos, el autonomismo... y los
que van a la cola de ellos.
Los
socialistas revolucionarios no creemos ni ésa ni en ninguna
otra elección burguesa. Pero, en los marcos de este régimen,
defendemos incondicionalmente el derecho democrático de
los trabajadores y el pueblo a votar... y a que no le
roben el voto mediante el fraude...
En
esa situación, le decimos a esas masas justamente
indignadas por ese fraude, que no tenemos ninguna confianza
en López Obrador y que no lo votamos, pero que estamos
incondicionalmente junto a ellas para pelear por su
derecho democrático a que su voto sea respetado.
Tanto
en sus métodos de movilización como en sus propuestas, López
Obrador se limita aprovechar la indignación y movilización
de las masas para hacer presiones y obligar a sus
adversarios políticos de la burguesía a llegar a un
acuerdo con él. Ahora ha propuesto a Calderón un pacto
para establecer “un Gobierno de transición de sólo
tres años, tras un nuevo recuento de votos”.
Pero
si algo ha quedado demostrado en esta crisis, es que todo
el régimen político y sus instituciones (presidencia,
parlamento, poder judicial...) están podridos hasta la médula.
Un pacto como el que propone López Obrador está dirigido a
salvarles la vida y volver a legitimarlas. En el
fondo, López Obrador está proponiendo que todo siga
igual... pero con él de presidente, ahora o dentro de
tres años...
¡Este
propuesta de acuerdo no tiene nada de democrática! ¡Es una
burla a los cientos de miles que se han organizado y se
movilizan contra el fraude! La única salida
consecuentemente democrática es que la movilización de las
masas trabajadoras y populares derribe a este régimen y sus
instituciones, e imponga una Asamblea Constituyente,
donde se discuta y se decida sobre los problemas y los
destinos de México.
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