Viaje de
Bush: en busca del orden perdido
Repudiemos
al genocida imperialista
El 8 de
marzo, al aterrizar en Brasil, Bush inició su gira por América
Latina. En el lapso de una semana, el fracasado Emperador
del Mundo visitará Brasil, Uruguay, Colombia, Guatemala y México.
Los tres últimos destinos no son una sorpresa. El régimen
narco-paramilitar de Uribe en Colombia es el más fiel y
servil lacayo de EEUU en Sudamérica. Hoy atraviesa una
crisis política y Bush no puede hacer menos que ir a
sostenerlo. El presidente de Guatemala, por su parte, sólo
se diferencia de Uribe en que ha asesinado a menos gente que
el colombiano. Pero Guatemala afronta elecciones este año
y, con la candidatura de Rigoberta Menchú, podría ser otro
país en el que se imponga un gobierno menos incondicional
de Washington que el actual. En México, Felipe Calderón,
el nuevo presidente nacido del fraude electoral, es otro
servidor incondicional que necesita un espaldarazo.
Sin
embargo, la importancia política de la gira de Bush no va a
estar por supuesto en esos tres países. El centro
de gravedad político de su viaje se ubica en el sur; es
decir, en Brasil y, secundariamente, Uruguay.
Motivos y objetivos de una gira
Varias
causas y propósitos se entrelazan en este viaje. En primer
lugar, no se lo puede desvincular del cuadro de crisis
política y militar por la que atraviesa la administración
Bush. Necesita algo que se parezca a un “éxito” en política
exterior, ya que todo lo que llega (Iraq, Afganistán, etc.)
son malas noticias.
Además, un
amplio sector de la burguesía y los políticos yanquis
acusan a Bush de haber “descuidado” a América Latina en pos del sueño de un imperio
mundial basado en la conquista de las arenas petroleras del
Oriente Medio. Mientras ese sueño se convertía en
pesadilla, el “patio trasero” latinoamericano de EEUU se
retobaba. Es que no se trata sólo del fracaso de la
administración Bush. Este fracaso ha
debilitado las “relaciones de fuerza” geopolíticas que
el imperialismo yanqui tenía en los 90, por las que lograba
que se lo obedeciera sin chistar, en América Latina en
primer término.
El caso más
“extremo” de este proceso es el de Venezuela. Pero también
la constelación de gobiernos “progres” que salpica el
mapa latinoamericano es expresión de esa nueva realidad. El
último de ellos ha sido el del Ortega en Nicaragua. Y
asimismo, México tendría hoy un gobierno de ese tipo si el
fraude electoral no lo hubiese evitado a duras penas.
Esta
constelación de gobiernos “progres” no
es homogénea. La gira de Bush apunta precisamente al
“extremo derecho” de ese arco de gobiernos “progres”,
para establecer acuerdos económicos y políticos que los
mantengan en la redil estadounidense y, sobre todo, que presten
su ayuda para “poner en caja” a Chávez. El gran
tema político es, en el fondo, cómo
volver a “poner orden” en el “patio trasero”.
Pero ahora, vista la situación tan diferente a la de los
90, Washington no puede hacerlo golpeando sobre la mesa ni
amenazando con los “marines”, sino yendo
a negociar...
A partir de
esto, hay diferencias entre Lula y Tabaré. Para Lula, Bush
va con propuestas económicas relativamente sustanciales y,
posiblemente, a nivel político, con la antigua
“zanahoria” de Washington para Brasilia, de reconocerla
como “potencia regional”, una especie de “subimperialismo”...
que gire en la órbita de EEUU. En relación al miserable
gobierno del Frente Amplio, la cosa se presenta distinta.
Con toda razón, el gobierno estadounidense parece suponer
que los servicios de Tabaré y el FA ya están asegurados
con algunas monedas de la “caja chica” [ver “El
Frente Amplio: un cadáver hediondo”].
Sin
embargo, igual que en sus guerras, donde Bush interviene se
producen “daños colaterales”. En esta ocasión, los
“daños colaterales” ya empiezan a manifestarse en
Uruguay, donde la sumisión abyecta de Tabaré ha desatado una
crisis política muy progresiva en el Frente Amplio.
Marchamos el 9 a la Embajada yanqui
Al cierre
de esta edición ya nos han llegado informes de la importantísima
marcha de repudio al genocida Bush que reunió en San Pablo
más de 20.000 personas y fue salvajemente reprimida por la
policía de Lula y Serra. En Uruguay se espera un repudio aún
mayor.
Aunque Bush
no pisará Argentina, es necesario expresar también aquí
el categórico repudio a su visita. El MAS, junto a otras
organizaciones participa en la movilización convocada el viernes 9 en Buenos Aires, que marchará
desde Plaza Italia a la Embajada de EEUU.
Asimismo,
llamamos a no
concurrir al acto de Ferro que preparan el kirchnerismo con la presencia de Chávez,
y al cual le hacen de
comparsa de “izquierda” corrientes como la CCC, el
movimiento piquetero Aníbal Veron, el Partido Comunista y
el MST.
Apoyar este
acto oficialista implica cerrar
los ojos al doble juego que hace el gobierno. Usando a
su ala “izquierda” –Hebe de Bonafini y D’Elía– (y a su comparsa
“revolucionaria”) Kirchner organiza un acto para que Chávez
hable contra Bush (lo que significa además un buen negocio
electoral).
Pero, por
otro lado, Kirchner, con el nuevo juicio de la AMIA, alienta
la fabricación del pretexto para que Bush y/o Israel
bombardeen Irán. Y el gobierno K es también el mismo que
junto con Lula y Tabaré ha enviado tropas para ocupar Haití
por cuenta de Bush.
En este
marco, la política anti-Bush de Chávez otra vez se encauza
como una “política de estado”; es decir, no por la movilización
independiente de los trabajadores y el pueblo, sino mediante
acuerdos con los gobiernos que se asocian a los negocios
petroleros con Venezuela, como es el caso de Kirchner.
¡Viernes 9, todos desde Plaza Italia hasta la Embajada de EEUU a
repudiar a Bush!
¡Fuera Bush de Iraq y de América Latina!
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