Los
negocios que propondrá Bush a Lula y Tabaré
¿Una
“OPEP del etanol”?
Por
Claudio Testa
Los yanquis buscan asegurar combustible
para sus autos, ganancias para los capitalistas
latinoamericanos y hambre para los pueblos con el aliento a
los biocombustibles. Pero el proyecto alimenta
contradicciones tremendas, como ya se empieza a ver en México
con la “crisis de la tortilla”.
El
Emperador del Mundo no llega a estas tierras con la bolsa
vacía. No sólo trae propuestas políticas a Lula y Tabaré,
con eje en “contener” a Chávez. También ofrece
negocios a los capitalistas nativos. El principal de ellos
–estrechamente ligado al enfrentamiento con Venezuela y a las
dificultades de Bush en Medio Oriente– es lo que el
diario brasileño O
Estado de São Paulo bautizó como la “OPEP
del etanol”.
La
OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo,
que agrupa a Venezuela, Arabia Saudita y otros estados de
Medio Oriente, Asia y África) regula la producción de
crudo y, relativamente, influye sobre los precios mundiales.
Bush viene con la propuesta, principalmente a Lula pero
también a Tabaré, de desarrollar vertiginosamente la producción de etanol y otros “biocombustibles”.
El
presidente yanqui –hombre de las corporaciones petroleras,
y neoconservador puro y duro– siempre
desestimó las advertencias sobre el calentamiento global. Pero,
sorpresivamente, aparece ahora como acongojado por la
contaminación. Sin embargo, esta súbita preocupación
ambientalista de Bush no va más allá del estímulo a la producción de biocombustibles
(que a su vez crean problemas ecológicos y sociales iguales o peores que el petróleo).
La
gran inquietud de Bush no es la contaminación del medio
ambiente, sino la dependencia de las importaciones de petróleo de Venezuela y Medio
Oriente, dos puntos del planeta donde las cosas no le
van muy bien.
Estados
Unidos, con sólo el
5% de la población mundial, devora uno
de cada cuatro barriles de crudo que produce el mundo, y
uno de cada dos de gasolina. Sus principales proveedores
externos son Canadá, México, Arabia Saudita y Venezuela
(que le exporta diariamente casi 1,4 millones de barriles,
cerca del 6% de su consumo total).
Por
supuesto, es absolutamente
imposible que el etanol u otros biocombustibles cubran
por completo este derroche insostenible y delirante. Pero,
con un enorme crecimiento de la producción, se podría
sustituir el aporte de Venezuela (que por otra parte ya
está buscando otros clientes para su petróleo).
Brasil,
por su parte, es ya el primer
productor mundial de etanol, aunque no lo obtiene del maíz
como EEUU sino de la caña de azúcar. El objetivo de Bush
es alentar a Lula y a los grandes capitalistas del agrobusiness brasileño a volcarse
a la producción de etanol para reemplazar el suministro de
petróleo venezolano. A esto también se prende Tabaré:
ya se ha anunciado que en Fray Bentos, al lado de la pastera
Botnia, en el predio abandonado por la española Ence, van a
instalar una planta de biocumbustibles. El pez del río
Uruguay que sobreviva al cloro de la Botnia, va terminar
envenenado por el etanol de Bush.
Tanques llenos y estómagos
vacíos
Pero
el desarrollo en gran escala de los biocombustibles acarrea problemas
ecológicos y sociales gravísimos. La extensión de
tierra cultivable no es infinita, y ningún cultivo crece
“del aire”, sino que consume agua y nutrientes. En
Brasil y otros países, la extensión de las áreas
sembradas se logra mediante la destrucción del “mato”,
del bosque natural subtropical, lo que prepara una catástrofe
ecológica gravísima. Ya la extensión de la
“frontera de la soja” implica un desastre ambiental. A
eso se le va a agregar ahora la de producción de
biocombustibles.
Las
consecuencias sociales son aún más
inmediatas: una hectárea sumada a la producción de
biocombustibles significa una hectárea que se
resta a la producción directa o indirecta de alimentos.
La
reciente “crisis de la tortilla” en México ilustra las
terribles consecuencias sociales de este gran negocio que
planea Bush con Lula, Tabaré y los miserables capitalistas
de esos países. Aunque la producción de etanol está en pañales
en EEUU, ya disparó los precios del maíz. El resultado es
que el alimento tradicional de los pobres de México se ha
vuelto inalcanzable.
Así,
el maíz no va a parar a los estómagos de los mexicanos ni
a alimentar animales que luego también se transforman en
comida. Va a llenar los tanques de los autos yanquis. Eso es
lo que va a pasar también aquí y en gran escala, si se
concreta la “OPEP del etanol” de Bush, Lula y Tabaré.
|