Massalin Particulares
Dando pasos hacia la recomposición obrera
Por Brujo
Un trabajador de la
multinacional del tabaco cuenta un apasionante proceso de
reconstitución de las filas obreras a partir del ingreso de
nuevas generaciones, cuyo empuje entronca con la experiencia
de las camadas anteriores.
En la década del 90, el movimiento obrero sufrió duras
derrotas que hicieron retroceder a nuestra clase. Así veíamos
cómo al calor de las políticas neoliberales se expulsaba a
miles de trabajadores a la desocupación, se aplicaba la
flexibilización laboral, los contratos basura y se
tercerizaban sectores. Massalin Particulares (MP) no estuvo
ajena a esta realidad del país y en 1993 fue a fondo con
todas estas políticas. Es común escuchar a los obreros con
más antigüedad recordando a ese momento como “el de la
represión”. Fueran épocas duras; no sabías a qué
sector te iban a mandar o si al terminar el día te
comunicaban que no tenías que volver a trabajar. Al calor
de este verdadero despotismo de fábrica, la multinacional
Philip Morris fue construyendo un verdadero imperio en
nuestro país, que se logró extender a otras ramas de la
industria, como Kraft Food. Para llevar a cabo esta tarea,
este pulpo contó con los buenos oficios de la burocracia
del Sindicato de Obreros del Tabaco. Estos señores, en épocas
difíciles para los obreros, no tuvieron mejor idea que
tomarse vacaciones. Fue así como, mientras eran despedidos
cientos de obreros, la burocracia brilló por su ausencia,
dejando a los trabajadores solos y a merced de la patronal.
Durante todos estos años MP no sufrió grandes
cuestionamientos por parte de sus trabajadores, gracias al
miedo que supo sembrar durante esos meses de 1993. Pero de a
poco y progresivamente la tortilla se les empezó a dar
vuelta. Es que hoy está a la vista que de los cambios los
que se beneficiaron fueron sólo ellos. Con la automatización,
la aplicación de los círculos de calidad y la polivalencia
fueron amasando fortunas, mientras que nuestro poder
adquisitivo se fue desplomando, quedando muy relegados en
materia salarial.
La bronca fue en crecimiento y termina de saltar cuando
antes de fin de 2006 nos pusimos de acuerdo en exigir una
recomposición salarial del 40% a la patronal. Esto es algo
que el sindicato y la patronal no tenían en sus planes, y
les está dando más de un dolor de cabeza. Sobre todo al
ver cómo se empezó a resquebrajar esa estructura montada
sobre el miedo que en todos esos años habían construido.
Ante la exigencia de los trabajadores, la patronal pide un
plazo y dilata la respuesta intentando ganar tiempo y llegar
lo más cerca de marzo posible. Pero ya se comentaba que la
patronal iba a dar menos del 10%, y que el 40% lo descartaba
por completo. La indignación que generó este rumor logró
como respuesta que muchos trabajadores no hagamos horas
extras, sabiendo que son indispensables para la patronal a
esta altura del año. Esta medida se realizó sin el
consentimiento del sindicato, que claramente se puso en
contra de los trabajadores, diciendo que todavía estaban
negociando con la patronal, que todavía no había respuesta
oficial y que había que esperar. La patronal y la
burocracia no esperaban esta reacción y hacen oficial la
propuesta del 10%, pero en tres cómodas cuotas (4% en
abril, 4% en agosto y 2 % en diciembre). El sindicato
empieza a quedar mal parado ante los trabajadores y, ante la
amenaza de que se le fuera todo de las manos, rechaza la
propuesta y oficializa el quite de colaboración (que de
hecho ya estaba siendo aplicado en todos los turnos de la
planta). No les quedó otra: sabían que los ánimos no
estaban como para aceptar esa miseria y encima con el
agregado de que el “aumento” lo daban en cuotas. La
noticia corrió como reguero de pólvora y el conflicto se
extiende al gremio de los empleados del tabaco (SUETRA) y a
las plantas que MP tiene en Corrientes y Salta, que se suman
al quite de colaboración.
La recomposición en
marcha
Hoy, el motor de este reclamo son los sectores que entraron
a trabajar después de los despidos masivos y de los cambios
en la organización laboral que se inició en 1993.[1] Este
sector no tiene la pesada carga de haber sufrido en carne
propia “la época de la represión”, y eso se traduce en
que esta generación, en unidad con el contingente más
joven, es la que está a la cabeza de este conflicto y
arrastra tras de sí a los otros contingentes de
trabajadores. En las últimas semanas la patronal ha
intentado romper esta unidad hostigando a los más jóvenes
para que “hagan horas extras porque estamos al límite con
el stock y podemos perder el mercado”. La apretada a los más
nuevos fracasa y la patronal decide armar charlas grupales
para hacer entrar en “razón” a los trabajadores, donde
hablan de lo mal que se sienten por esta situación de
conflicto y de lo mal que están económicamente.[2] Después
de derramar lágrimas, la patronal invita a los trabajadores
a que hablen y dejen sus opiniones; cosa a la que no se
accede y se responde con el silencio, avivados de que la
patronal usa esas charlas para marcar a los que hablan.
Pero si en las reuniones que arma la patronal no vuela una
mosca, no pasa lo mismo en los puestos de trabajo; en toda
la fábrica no se habla de otro tema. Es importante que este
estado deliberativo que se da espontáneamente entre todos
los compañeros se traduzca en asambleas informativas por
turno para poder dar los pasos necesarios. Esto es algo que
la burocracia no va a realizar, y van a seguir con las
reuniones “secretos de estado” con la patronal. Para
romper la falta de información, es necesario que las
asambleas se hagan pasando por arriba a los delegados de la
interna y de la directiva. Es ahí donde tenemos que apuntar
nuestros esfuerzos. Es que las asambleas en estas
situaciones son mortales para la patronal, ya que de la mano
de éstas vienen los paros que afectan directamente la
producción. Esa es la herramienta por excelencia con la que
contamos hoy.
El sindicato y la patronal tienen un acuerdo con el
gobierno K que puso un techo a los reclamos salariales para
este año y no pueden superar el 20%. Nuestro reclamo es
totalmente genuino, y más allá de lo que consigamos en las
paritarias del 2007, también tenemos que alcanzar el 40% de
recomposición salarial por todo lo que hemos perdido en
estos años. Para lograrlo, tenemos que redoblar la lucha,
con el quite de colaboración solo podemos conseguir que
mejoren su propuesta, pero tenemos que imponerle la nuestra
y no bajarnos del 40%. Hay que aprovechar la desesperación
de la patronal; ellos saben que la solución está a su
alcance y pueden dar el aumento. Pero esa solución es su último
recurso, hay que pegarle donde más les duele, y eso se
logra parándole la producción.
Hay que ver cómo se sigue desarrollando el conflicto, pero
sin perder de vista que este es sólo un primer paso de
otros tantos que tenemos que dar hacia adelante. La
patronal, lo que da con una mano, mañana te lo saca con la
otra, y eso los trabajadores lo tenemos que tener presente.
Por eso es necesario que sigamos organizándonos para ayudar
a madurar cada pelea de esta nueva generación obrera y
aprender las lecciones que de ella se desprenden. Es que de
sus luchas y de sus esfuerzos denodados por superar las
condiciones cada vez más bárbaras a las que nos empuja el
capitalismo depende nuestro éxito.
Notas:
1. Hubo tres renovaciones en los planteles en estos últimos
años: en el 95, el 2000 y el 2005. El segmento generacional
con más predisposición a la lucha es el primer
contingente, el del 95. Vienen de tener una convivencia con
la burocracia y la patronal de 12 años y eso es algo que en
estas circunstancias tiene su peso.
2. Cosas muy distintas nos decía el director general del
balance del 2006, hace sólo unos días: “Fue un año de
trabajo en equipo con muy buenos resultados: récord en
volumen y récord en participación de mercado, entre otros
logros. Esto es motivo de orgullo para todos nosotros, ya
que encuentra a MP experimentando un récord de participación
y mercado que son históricos”.
Para tener una idea de las dimensiones de las ganancias que
representó el año 2006 tenemos la cantidad de tabaco que
se vendió en el año: 34.660 toneladas, que a razón de $
12 el kilo nos da la friolera de casi $ 416.000.000. En
realidad estos datos son aproximados, debido a que no
sabemos qué porcentaje total de la producción se está
exportando. Pero si se parte del 8% que se exporta sólo a
Uruguay y Colombia podemos decir que esos 416.000.000 se
quedan cortos, ya que de 12 pesos por kilo de tabaco pasamos
a 12 dólares.
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