Taller de Las Rojas
Historia de la lucha de las mujeres
Por Patricia López
En el mes de febrero,
la agrupación Las Rojas (mujeres del MAS, FTC e
independientes) realizamos un taller, dedicado a rescatar, a
través de la historia, la relación de profunda síntesis
entre la lucha de las mujeres contra la opresión de género
y la de los trabajadores y los pueblos por liberarse de la
explotación capitalista. El taller fue un éxito, con la
asistencia de más de cien compañeras
¿Por qué creemos que esta relación debe ser rescatada?
La clase dominante no sólo ha combatido al socialismo
reprimiendo por la fuerza las rebeliones obreras y
populares, sino también mintiendo, ocultando y falsificando
la verdad histórica: por muchos años llamaron
“socialismo” a un régimen contrarrevolucionario y
opresor, el estalinismo, que arrasó también las grandes
conquistas que la revolución había logrado para las
mujeres. Durante décadas, la idea del socialismo quedó
degradada a un mero pasaje de la propiedad a manos de una
burocracia antiobrera y opresora, cuyo régimen nadie podría
asociar con una elevación de la condición humana en
general ni de las mujeres en particular.
También en el campo del feminismo la burguesía tiene sus
agentes para confundir. Sobre todo en los años 80 y 90, las
seudofeministas “académicas”, pagadas por la ONU, la
Comunidad Económica Europea y demás guaridas de
saqueadores imperialistas, se han hecho expertas en disecar
la lucha feminista aislando a las mujeres pobres en ONGs de
miseria, y quieren convencernos de que, en medio de la
feminización de la pobreza y del sida, de la epidemia de
acoso sexual en los trabajos y del crecimiento descontrolado
de las redes de prostitución, las mujeres nos vamos para
arriba porque hay muchas profesoras feministas que consiguen
jugosos puestos en los organismos internacionales. El lema
de esta pandilla es: “La lucha de clases divide a las
mujeres, no hagamos política”.
Un resumen del taller
Nuestro recorrido empezó en la Revolución Francesa, con
la heroica Olimpia de Gouges, guillotinada por Robespierre
por atreverse a poner la Declaración de los Derechos de la
Mujer junto a la Declaración de los Derechos del Hombre.
Conocimos a las sufragistas, hijas de la lucha
antiesclavista en EE.UU., y a la gran Flora Tristán, la
primera en escribir “La liberación de los trabajadores
será obra de los trabajadores mismos”, y también “La
liberación de las mujeres será obra de ellas mismas”. Y
nos detuvimos especialmente en la época de las revoluciones
obreras y socialistas de principios del siglo XX.
El congreso de la Internacional Socialista nombra en 1910
al 8 de marzo como Día Internacional de la Mujer, y llama a
los trabajadores del mundo a realizar en esa fecha acciones
callejeras en reclamo del sufragio femenino, reivindicación
que también levantaban las feministas burguesas. Pero la I
Guerra Mundial divide aguas en el movimiento de mujeres: las
socialistas revolucionarias dicen “Guerra a la guerra”,
y las burguesas callan, o apoyan a sus estados en los
esfuerzos de guerra.
El 8 de marzo de 1917 (febrero en el calendario ruso), una
huelga de amas de casa y obreras textiles en Rusia es la
patada inicial de la revolución que derroca al zar. En
octubre de ese año, los soviets de obreros y campesinos
toman el poder, y con el inicio del estado obrero, las
mujeres del país más atrasado y medieval de Europa
consiguen de un plumazo todas las conquistas por las que las
mujeres venían luchando desde hacía siglos: el voto,
igualdad ante la ley, aborto legal, abolición de la figura
de “hijo ilegítimo”, y se comienzan a construir guarderías,
comedores, lavaderos comunitarios, etc.
Obligados por este peligroso ejemplo que deja muy mal
paradas a las “democracias” de Occidente, en los años
20 muchos estados conceden el voto a las mujeres.
Algo similar ocurre en la revolución española: en un país
donde el analfabetismo femenino llegaba al 90% y el marido
tenía derecho legal de cobrar el salario de la mujer si ésta
trabajaba, la revolución obrera y socialista, con sus
milicias populares llenas de jóvenes mujeres, consiguió
para ellas conquistas que las mujeres de los países más
avanzados ni siquiera habían soñado.
La contrarrevolución estalinista y fascista barrió con
estas conquistas al derrotar a la revolución, y el
feminismo oficial las barrió de la historia: según su
relato, entre las sufragistas burguesas y la década de 1960
no ocurrió nada digno de mención para el movimiento de
mujeres.
Relancemos la unidad de la lucha socialista y el movimiento
de mujeres
El siglo XXI comenzó con una ola de rebeliones populares
protagonizada por movimientos sociales en los que las
mujeres son mayoría. La tragedia de la maternidad en la
pobreza, la destrucción de la familia obrera por la
desocupación, la violencia familiar, toda la barbarie
capitalista salió a la luz cuando las mujeres pobres, sus
principales víctimas, salieron a la calle, echando por
tierra los siniestros engaños del “empoderamiento” y
demás gansadas de las “posfeministas”.
El Encuentro de Mujeres de Argentina se vio invadido por
los movimientos sociales que junto con las mujeres de la
izquierda revolucionaria patean el tablero de las académicas.
Estamos seguras de que, con la entrada en acción del
movimiento obrero que ya comienza, resurgirá también la
lucha de la mujer trabajadora y sus históricas
reivindicaciones laborales, que fueron la punta de lanza de
las luchas obreras en los tiempos de la pelea por las 8
horas.
Próximamente Las Rojas editaremos el material de este
taller como un aporte a esta pelea del socialismo y el
feminismo revolucionarios en el relanzamiento de la batalla
por el socialismo en el siglo XXI. Adelantamos estos párrafos
de Trotsky, que nos han iluminado:
“Los marxistas decimos que el valor de una estructura
social está determinado por el desarrollo de las fuerzas
productivas. Esto es indiscutible. Pero (…) el desarrollo
de las fuerzas productivas no es necesario en sí mismo. En
última instancia, es necesario para construir los cimientos
de una nueva personalidad humana, consciente, que no
obedezca a ningún amo en la tierra, que no tema a ningún
señor que esté en el cielo. Una personalidad humana que
resuma en sí lo mejor de lo creado por el pensamiento de épocas
pasadas, que avance solidariamente con todos los hombres,
que cree nuevos valores culturales, que construya nuevas
actitudes personales y familiares, superiores y más nobles
que las que se originaron en la esclavitud de clases.
“Desde ese punto de vista, podemos decir que será
posible evaluar a una sociedad por su actitud hacia la
mujer, hacia la madre y el niño; y esto no sólo se aplica
a la sociedad, sino a la personalidad individual.
“Lenin nos enseñó a evaluar a los partidos de la clase
obrera de acuerdo con su actitud hacia las naciones
oprimidas. ¿Por qué? Si tomamos por ejemplo al obrero inglés,
será relativamente fácil despertar en él la solidaridad
con el proletariado de su propio país; pero que se sienta
solidario con un coolie
chino, que lo trate como a un hermano explotado, será mucho
más difícil, ya que eso implicará romper con una caparazón
de arrogancia nacional solidificada durante siglos.
“De la misma manera, camaradas, se ha solidificado
durante milenios la caparazón de los prejuicios del jefe de
familia hacia la mujer y el niño; la mujer es el coolie
de la familia. Ustedes deben ser la topadora moral que
arrase con este conservadorismo enraizado en la esclavitud,
en los prejuicios burgueses y en los de la misma clase
obrera. Y todo revolucionario consciente se sentirá
obligado a apoyaros con todas sus fuerzas”.
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