Giro de la
política de Washington en Medio Oriente
Negociando
con el “eje del mal”
Por Claudio
Testa
Cuando el
curso hacia un ataque a Irán iba acelerándose cada vez más,
el 28 de febrero Washington dio un brusco
giro a las negociaciones con las dos principales
encarnaciones del “eje del mal”, Siria y el diablo
mayor, Irán.
En el artículo
“Amenazas contra Irán - ¿La próxima guerra de Bush?”,
en la anterior edición de Socialismo
o Barbarie, habíamos registrado la peligrosa dinámica
del imperialismo yanqui hacia una nueva guerra. Ésta iba
acompañada del rechazo
reiterado de Bush a las recomendaciones de la Comisión
Baker, constituida a fines del año pasado para examinar
la debacle de EEUU en Iraq y formular una “salida”.
Una de las
principales recomendaciones de esa comisión era negociar y
buscar un acuerdo con los gobiernos de Siria e Irán para
“estabilizar” Iraq y permitir un posterior retiro
gradual de las tropas de EEUU, sin que toda la estantería
se derrumbase. Las tajantes negativas de Bush y la aceleración
del curso hacia ataque a Irán motivaron no sólo el rechazo
de gran parte de la opinión pública mundial y de EEUU, y
las objeciones de muchos gobiernos “aliados” (hasta del
incondicional Tony Blair), sino también la profundización
de las divisiones en la burguesía estadounidense y la
crisis de su personal político y militar. El éxito de
las negociaciones con otro miembro del “eje del mal”,
Corea del Norte, aumentó en esas esferas los clamores para
que se intentase lo mismo con Irán y Siria.
Esta crisis
y oposición en la burguesía y los políticos yanquis
parece haber tenido un peso decisivo en el “giro” de la
administración Bush, lo que de
ninguna manera desvanece el peligro de una nueva guerra.
Para que la
cosa sea menos humillante para Bush, las negociaciones no
aparecerán como directas entre
EEUU, Irán y Siria. En marzo y abril se realizarán
reuniones internacionales y luego una conferencia (que
formalmente no son convocadas por EEUU sino por el gobierno
títere de Bagdad). Están invitadas varias potencias, como
EEUU, Rusia, China, Francia, Gran Bretaña, etc., y
gobiernos de la región: Arabia Saudita, Turquía, Egipto,
Jordania, etc., y entre ellos Siria e Irán... Así EEUU y
el “eje del mal” se sentarán a negociar sin que
aparezca como una capitulación del Tío Sam.
Es que, de
todos modos, tal como está planteada esta
“conferencia”, no garantiza una salida que respete el
derecho a la independencia y la autodeterminación del
pueblo de Irak y el fin de la ocupación colonial, ni menos
aún es un obstáculo para una nueva guerra. Con
negociaciones o con bombas, los objetivos del imperialismo y
sus títeres son los mismos. Y estas reuniones y
conferencias están planeadas y convocadas por los enemigos
de siempre de los pueblos de Iraq y Medio Oriente. Lo único
que cambia es que sus fracasos en el campo de batalla, los
han obligado a continuar la misma política por otros
medios, los de la diplomacia.
Formalmente,
en el temario de las reuniones y la conferencia final no
figura el tema candente del desarrollo
nuclear de Irán. Sin embargo, es inconcebible que no se
hable de eso “bajo la mesa”.
El régimen
de Irán no es por supuesto ninguna garantía de que vaya
allí a defender los derechos del pueblo de Iraq. Teherán
ha jugado un papel siniestro en relación a Iraq. Ha
hecho el juego a la ocupación estadounidense, alentando a
los sectores colaboracionistas afines y los enfrentamientos
sectarios entre las comunidades. La experiencia indica que hay
que esperar lo peor del gobierno iraní. En cuanto a
Siria, el prontuario del corrompido régimen del Baath no
permite tampoco tener la menor confianza en él. Si le
devuelven el Golán y le garantizan su salida del “eje del
mal”, el gobierno de Damasco vende hasta a su familia.
Sin
embargo, hay un problema que hace
muy difícil un arreglo “global” (además, por
supuesto, de la resistencia incansable del pueblo de Iraq).
Ahmadinejad puede firmar cualquier
entregada en relación a Iraq. Pero ceder
en la cuestión nuclear significaría no sólo una gravísima derrota geopolítica,
sino también probablemente el desencadenamiento de una
crisis del régimen.
No
afirmarse en la perspectiva de llegar a ser un país nuclear
no sólo lo dejaría a la larga a merced de cualquier nuevo
giro belicista de EEUU e Israel. También implicaría renunciar a constituirse como la principal potencia regional, una
oportunidad que le abrió la torpeza increíble de
Washington al invadir Iraq. Por su parte, al imperialismo
yanqui (y a Israel) les resulta indigerible esta perspectiva
de Irán como el gran árbitro del Medio Oriente.
Entonces,
no queda claro cómo la anunciada conferencia va a poder
conciliar todo esto en un acuerdo... y que si éste se
logra, sea algo más que un papel mojado.
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