Socialismo o Barbarie, periódico, Nº 98, 09/03/07
 

 

 

 

 

 

Giro de la política de Washington en Medio Oriente

Negociando con el “eje del mal”

Por Claudio Testa

Cuando el curso hacia un ataque a Irán iba acelerándose cada vez más, el 28 de febrero Washington dio un brusco giro a las negociaciones con las dos principales encarnaciones del “eje del mal”, Siria y el diablo mayor, Irán.

En el artículo “Amenazas contra Irán - ¿La próxima guerra de Bush?”, en la anterior edición de Socialismo o Barbarie, habíamos registrado la peligrosa dinámica del imperialismo yanqui hacia una nueva guerra. Ésta iba acompañada del rechazo reiterado de Bush a las recomendaciones de la Comisión Baker, constituida a fines del año pasado para examinar la debacle de EEUU en Iraq y formular una “salida”.

Una de las principales recomendaciones de esa comisión era negociar y buscar un acuerdo con los gobiernos de Siria e Irán para “estabilizar” Iraq y permitir un posterior retiro gradual de las tropas de EEUU, sin que toda la estantería se derrumbase. Las tajantes negativas de Bush y la aceleración del curso hacia ataque a Irán motivaron no sólo el rechazo de gran parte de la opinión pública mundial y de EEUU, y las objeciones de muchos gobiernos “aliados” (hasta del incondicional Tony Blair), sino también la profundización de las divisiones en la burguesía estadounidense y la crisis de su personal político y militar. El éxito de las negociaciones con otro miembro del “eje del mal”, Corea del Norte, aumentó en esas esferas los clamores para que se intentase lo mismo con Irán y Siria.

Esta crisis y oposición en la burguesía y los políticos yanquis parece haber tenido un peso decisivo en el “giro” de la administración Bush, lo que de ninguna manera desvanece el peligro de una nueva guerra.

Para que la cosa sea menos humillante para Bush, las negociaciones no aparecerán como directas entre EEUU, Irán y Siria. En marzo y abril se realizarán reuniones internacionales y luego una conferencia (que formalmente no son convocadas por EEUU sino por el gobierno títere de Bagdad). Están invitadas varias potencias, como EEUU, Rusia, China, Francia, Gran Bretaña, etc., y gobiernos de la región: Arabia Saudita, Turquía, Egipto, Jordania, etc., y entre ellos Siria e Irán... Así EEUU y el “eje del mal” se sentarán a negociar sin que aparezca como una capitulación del Tío Sam.

Es que, de todos modos, tal como está planteada esta “conferencia”, no garantiza una salida que respete el derecho a la independencia y la autodeterminación del pueblo de Irak y el fin de la ocupación colonial, ni menos aún es un obstáculo para una nueva guerra. Con negociaciones o con bombas, los objetivos del imperialismo y sus títeres son los mismos. Y estas reuniones y conferencias están planeadas y convocadas por los enemigos de siempre de los pueblos de Iraq y Medio Oriente. Lo único que cambia es que sus fracasos en el campo de batalla, los han obligado a continuar la misma política por otros medios, los de la diplomacia.

Formalmente, en el temario de las reuniones y la conferencia final no figura el tema candente del desarrollo nuclear de Irán. Sin embargo, es inconcebible que no se hable de eso “bajo la mesa”.

El régimen de Irán no es por supuesto ninguna garantía de que vaya allí a defender los derechos del pueblo de Iraq. Teherán ha jugado un papel siniestro en relación a Iraq. Ha hecho el juego a la ocupación estadounidense, alentando a los sectores colaboracionistas afines y los enfrentamientos sectarios entre las comunidades. La experiencia indica que hay que esperar lo peor del gobierno iraní. En cuanto a Siria, el prontuario del corrompido régimen del Baath no permite tampoco tener la menor confianza en él. Si le devuelven el Golán y le garantizan su salida del “eje del mal”, el gobierno de Damasco vende hasta a su familia.

Sin embargo, hay un problema que hace muy difícil un arreglo “global” (además, por supuesto, de la resistencia incansable del pueblo de Iraq). Ahmadinejad puede firmar cualquier entregada en relación a Iraq. Pero ceder en la cuestión nuclear significaría no sólo una gravísima derrota geopolítica, sino también probablemente el desencadenamiento de una crisis del régimen.

No afirmarse en la perspectiva de llegar a ser un país nuclear no sólo lo dejaría a la larga a merced de cualquier nuevo giro belicista de EEUU e Israel. También implicaría renunciar a constituirse como la principal potencia regional, una oportunidad que le abrió la torpeza increíble de Washington al invadir Iraq. Por su parte, al imperialismo yanqui (y a Israel) les resulta indigerible esta perspectiva de Irán como el gran árbitro del Medio Oriente.

Entonces, no queda claro cómo la anunciada conferencia va a poder conciliar todo esto en un acuerdo... y que si éste se logra, sea algo más que un papel mojado.