Héctor “Chino” Heberling, a jefe de gobierno
Candidaturas
obreras y socialistas
En la ciudad
de Buenos Aires hay candidatos
K (Filmus), semi K (Telerman) y no K (Macri), pero todos
ellos, al igual que el gobierno de Kirchner, han sido, son y
serán opciones políticas defensoras de una u otra variante
capitalista. Todas ellas son enemigas de los trabajadores, de sus luchas y de los auténticos
intereses de las mayorías populares, aunque unos lo digan
abiertamente y otros se disfracen de “progresistas”.
Si Macri es el capitalismo prebendario, privatizador y
represor (aunque finja ni conocer a su ahora ex socio, el
asesino Sobisch), Telerman es el defensor de la ciudad
“cultural” para ricos y turistas, y Filmus no tiene otro
mérito que proponerse como la fotocopia de Kirchner para la
Capital (con la ayuda de Ibarra, el hombre de Cromañón).
Justamente,
el presidente
Kirchner es el fantasma que sobrevuela la elección porteña:
Telerman no lo nombra para no ganarse enemigos, y Filmus se
rodea de corrientes y personajes que se pelean por ver quién
es el oficialista más rabioso. Hasta Macri evita confrontar
con él. Las candidaturas que habían asomado en la
“centroizquierda” son todas kichneristas abiertas
(Carlos Heller, Miguel Bonasso) o vergonzantes (Claudio
Lozano). Es lógico: razonan en términos electoralistas, y
como Kirchner conserva popularidad, se pegan a su figura o
al menos no la critican. Hasta ciertas corrientes de
izquierda han entrado en ese juego.
Desde el
nuevo MAS, afirmamos que tanto
Kirchner como sus aliados porteños y el resto de las
candidaturas patronales, más allá de los discursos, están
del lado de los negocios capitalistas, de sus ganancias y de
intereses. Es decir: están contra los trabajadores.
1. Con los trabajadores y las luchas obreras y
populares, contra el gobierno “progresista” de mano dura
Lo que van a decir bien fuerte los candidatos del nuevo
MAS es que, precisamente, donde
el verdadero carácter del gobierno nacional queda más al
desnudo es frente a las luchas de los trabajadores.
Kirchner ahora critica al asesino Sobisch, pero oculta que
Santa Cruz, su provincia, está virtualmente militarizada,
con gendarmes en las escuelas y ataques al estilo
paramilitar contra las sedes sindicales de los docentes que
siguen en lucha contra el vergonzoso básico de $160. Y
tampoco dijo una palabra contra la represión de los
docentes salteños.
Y en la propia
Capital, cuando la lucha de los trabajadores aprieta, a
Kirchner no le tiembla el pulso para reprimir. Así lo
demuestra la patoteada a los trabajadores del Hospital Francés. Allí, un
interventor muy vinculado a Alberto Fernández recurrió a barra bravas
que mostraban orgullosos sus fotos con Kirchner.
No es el único caso: a los trabajadores
del subte también los reprimieron a mansalva, con la
orden del gobierno nacional y el vistobueno del gobierno de
Telerman. Ni al gobierno nacional ni a
Telerman se les movió un pelo. El
límite del progresismo son las luchas de los trabajadores y
sus condiciones de explotación, como lo demuestra la
continuidad de las leyes laborales esclavistas de Menem bajo
Kirchner.
En todos esos conflictos estuvieron nuestros compañeros,
aportando su acción y su solidaridad con los trabajadores y
su pelea. Porque Kirchner pide “moderación” en los
reclamos salariales, pero lo
que no es nada “moderada” es la inflación, que vuelve a
galopar a pesar de los ya patéticos intentos oficiales
por manipular las cifras del “INDEK”. Y cuando se desata
la lucha, los burócratas amigos del gobierno, tanto de la
CGT como de la CTA, tratan de frenar.
Kirchner ya ha demostrado de qué lado está, en las
luchas salariales duras que ya hubo y en las que vienen. Ni
Filmus ni Telerman harán nada distinto. En cambio, los
candidatos del nuevo MAS van a estar donde siempre
estuvieron: en la primera línea de combate junto a los
trabajadores, contra las mentiras y los palos del gobierno y
la burocracia sindical de todo color. Y levantarán bien alto la bandera de un salario básico de $2.400 que
compense el retraso salarial y la inflación.
2. Bajo el “gobierno de los derechos humanos”,
desaparecen compañeros, matan a otros y la justicia nunca
llega
El gobierno
actual, que se llena la boca con los derechos humanos y vive
de gestos mediáticos como descolgar retratos de militares,
no sólo fue irresponsable en su manejo del caso López
(nunca lo protegió y minimizó el secuestro hasta que fue
demasiado tarde), sino que empieza
a mostrar su cara represiva. El
asesinato de Carlos Fuentealba no vino del cielo: fue
posible en un contexto armado por el presidente Kirchner,
que calificó de “chantaje” la lucha docente y que
militarizó la provincia de Santa Cruz. Sólo con esa venia
implícita pudo haberse atrevido Sobisch a mandar a matar
compañeros. Los derechos humanos, para este gobierno,
son bandera del pasado, pero en el presente hace lo
contrario.
Si Buenos
Aires fue la ciudad donde nació el “que se vayan
todos”, Kirchner quiere que se queden todos, empezando por
el asesino Sobisch. Lo critican en los discursos,
pero los hechos
son que el ministro del Interior Aníbal
Fernández le
ofreció tropas represivas a Sobisch por si las precisaba.
Y otro que se fue a
pesar de Kirchner y ahora vuelve de
la mano de Kirchner es Aníbal
Ibarra, el hombre de Cromañón, que engalanará las
listas de Filmus.
Hasta en el
terreno donde más cacarea el gobierno, los juicios a los
represores de los 70, muestra la hilacha. Porque a pesar de
algunas condenas valiosas, como la de Etchecolatz (fruto
esencialmente de una lucha de años del movimiento de
derechos humanos, donde Kirchner nunca participó), la
impunidad sigue.
Sigue para
los del pasado, porque el gobierno no mueve un dedo para que la causa de la Triple A, organización que asesinó a miles de compañeros,
entre ellos militantes del PST –antecesor de nuestro
partido–, avance en procesar a los responsables. Y es lógico,
porque allí caerían no sólo ancianos decrépitos sino
dirigentes peronistas con relevancia presente, como Ruckauf
y Hugo Moyano. Hacer demagogia con el pasado, sí; poner en
peligro a los aliados de hoy, no.
Y sigue la
impunidad para el presente, porque nadie
está preso por el secuestro de López, sólo Chabán está
preso por las muertes de Cromañón, nadie está preso por
los muertos del 20 de diciembre de 2001, a los responsables
políticos de la masacre de Avellaneda nadie los persigue.
Para no hablar de los incontables casos de gatillo fácil
sin condena. Así es como resulta posible que un torturador
convicto e investigado por la muerte de Teresa Rodríguez en
1997 haya sido el que mató a Carlos Fuentealba. Mucho
discurso en la ESMA, pero cuando hacen falta fuerzas
represivas, se las ofrecen a Sobisch.
Ése
es el límite de esta democracia para ricos: jamás va a
meter el cuchillo hasta el hueso en las fuerzas represivas,
porque tarde o temprano las necesitará contra las luchas
obreras y populares. Es un límite que no tendrán los
candidatos del nuevo MAS, que pelearán por el fin de la
impunidad y el castigo a TODOS los represores de ayer y de
hoy, no en discursos sino en los hechos.
3. Género: detrás del “progre” Ginés se
esconde la antiabortista Cristina Fernández de Kirchner
Es irónico
que la derecha clerical critique algunas tibias
declaraciones y medidas del actual ministro de Salud y
cabeza de la lista de legisladores de Filmus, Ginés González
García. Porque detrás del reparto de preservativos y de la
pastilla del día después se oculta la
verdadera política kirchnerista hacia la mujer y la
sexualidad: compromisos con la Iglesia Católica y mano dura
contra el drama de mujeres como Romina Tejerina.
Kirchner
se pelea con la Iglesia para la tribuna, pero las leyes
educativas, incluida la de educación sexual en la Capital,
se consensuaron con los obispos, que quedaron bastante
conformes con que la educación haya dejado de ser explícitamente
laica, totalmente en línea con la Ley Federal de Educación
menemista. En cuanto a la educación sexual, se les da vía
libre a curas y padres reaccionarios para que sigan
difundiendo disparates que terminan en embarazos no deseados
(y por ende, en abortos).
Eso no tiene
nada de extraño ni hay contradicción. La casi segura
candidata presidencial Cristina
Fernández de Kirchner repitió en múltiples oportunidades
que está en contra de la legalización del aborto porque es
“peronista, no progresista”. Y en eso no sólo
continúa la tradición derechista del peronismo en el tema,
sino que se gana la simpatía de la Curia argentina y del
Vaticano. La contradicción será de quienes, pensando que
éste es un gobierno de “centroizquierda”, voten una política
que condena a las mujeres pobres a la mutilación, la muerte
o la cárcel, que es donde hoy sigue presa Romina.
Los
candidatos y candidatas del nuevo MAS se plantarán con
banderas irrenunciables y bien claras: Legalización ya del
aborto; educación laica y científica que expulse la
influencia oscurantista de la Iglesia de las mentes de niños
y jóvenes; contra toda forma de opresión de género o de
minorías sexuales; libertad ya a Romina Tejerina.
4. Ni capitalismo “nacional y productivo”, ni
“capitalismo de Estado”: contra el imperialismo, la
salida es el socialismo
Toda
propuesta para la Ciudad no puede pensarse sino como parte
de un modelo de sociedad. Así lo entienden los
kirchneristas, que en todos los distritos –y también en
la Capital– harán campaña por este “modelo” de
capitalismo “progre”, donde los empresarios ganan
fortunas y los trabajadores tienen que sudar a mares para
que les caigan unas migajas de la mesa del festín patronal.
Los
que no ponderan tanto las bondades de este modelo
“progre” basado en las multinacionales y el capitalismo
“nacional y productivo” más concentrado (el complejo
agroindustrial, las petroleras, Techint, Arcor) se
entusiasman con Evo Morales (que propone una sociedad entre
Estado capitalista y multinacionales donde éstas se lleven
un poco menos que antes) y, más frecuentemente, con la
Venezuela de Chávez. Incluso fuerzas que se dicen de la
izquierda marxista y revolucionaria no se atreven a decir en
voz alta que el “socialismo” de Chávez no es otra cosa
que capitalismo de Estado con control público de recursos
como el petróleo.
Los candidatos del nuevo MAS, en cambio, reafirmarán
las ideas del socialismo
en la mejor tradición marxista, no estalinista ni
populista: como construcción desde abajo de la clase
trabajadora, y no como disciplinamiento de la sociedad desde
el Estado capitalista, por “izquierdista” que se diga.
Defenderán a Venezuela, Bolivia, Cuba y el país que sea
ante cualquier agresión imperialista, pero no se subordinarán
a ningún comandante. Por el contrario, sostendrán la
necesidad de la absoluta independencia política por parte de la clase
trabajadora y sus organizaciones, contra todo intento de subordinación o encuadramiento como el PSUV que
impulsa Chávez.
El socialismo que defendemos significa gobierno de la
clase trabajadora y sus organizaciones, la nacionalización
sin pago y bajo control y administración de los
trabajadores de todos los recursos estratégicos, el
enfrentamiento al imperialismo –en particular el yanqui–
y los capitalistas, y el impulso a la unidad y la
solidaridad internacionalista con los pueblos y los
trabajadores de América Latina y el mundo.
|