Córdoba
Obreros mecánicos en lucha salarial
En este momento en que una vez más el gobierno
nacional de Kirchner, junto con las cúpulas sindicales
y el acuerdo de las patronales (directas
beneficiadas), quieren poner un techo salarial, los
trabajadores le dicen no.
Si bien los conflictos salariales tienen a los
docentes como centro de las luchas, hay sectores de la nueva
clase obrera industrial que están saliendo a reclamar por
sus salarios, poniéndose a prueba y haciendo sus primeras
armas en la luchas. Son conflictos duros, pero que también
muestran el método de la asamblea como forma de resolver
los pasos a dar.
En la ciudad de Córdoba se han sucedido dos
conflictos de importancia: un paro en la planta industrial
de Perkins (hoy Pertrak) y otra en Rieter, una autopartista
de capitales suizos.
En la empresa Rieter, que se dedica hacer alfombras y
paneles para vehículos de diversas marcas, los trabajadores
venían rechazando el aumento que consiguió el SMATA en
noviembre del año pasado por insuficiente, ya que la
patronal no les aumentaba el sueldo desde el 2003 aduciendo
la famosa crisis. Por lo tanto lo que conseguía el SMATA en
esta oportunidad no les permitía equiparar sus sueldos al
resto de las autopartistas. Por eso los compañeros rechazan
el aumento firmado y se ponen como objetivo la equiparación
salarial.
Todo comenzó con una negociación que se dilató
durante tres meses. Luego vino el período de vacaciones y
recién en los primeros días de febrero los compañeros, ya
cansados de tanta negociación, empiezan a realizar quite de
colaboración cortando las horas extras.
Los compañeros no realizaban medidas más profundas
porque SMATA, cuando firmó el acuerdo salarial, también
firmó un compromiso de no realizar medidas.
La burocracia sindical está muy acostumbrada a
realizar estas maniobras, firmando cláusulas de paz social,
y luego, cuando la patronal no cumple los acuerdos
salariales, la burocracia no realiza ningún tipo de medida.
De esta manera los acuerdos salariales sólo son en los
papeles. Esto sucede en muchas empresas, fábricas y
hospitales.
El compromiso de no realizar medidas era hasta el 28
de febrero, pues se abría la nueva negociación salarial
del SMATA. La bronca en la planta venía creciendo: todos
sabían que con sólo el quite no alcanzaba. Por lo tanto,
era un clamor que había que hacer algo más.
El 28 de febrero se realizan asambleas por turnos y
votan el paro para el primer día de marzo. Por la mañana,
el primer turno para. Pero el paro es más que eso, pues
toman el control de los portones principales sin dejar salir
ni entrar ningún camión, poniendo en jaque la entrega a
las terminales.
Los compañeros de los turnos siguientes se van
agregando a la medida, pero la modalidad que adoptan es: dos
turnos ocupan la fábrica y otro va a su casa, y luego van
rotando. Esta medida dura un día y medio. La respuesta de
la patronal no se hace esperar: 25 despidos.
El paro igual seguía duro, e interviene el
Ministerio decretando la conciliación obligatoria. Los 25
compañeros son reincorporados pero dejan de prestar
servicio en la planta, lo que es un despido encubierto. La
patronal se juega a desinflar el conflicto con este castigo
ejemplar. Pero no lo logra, porque la bronca adentro era
inmensa.
La patronal entiende que el horno no está para
bollos y hace lugar al reclamo salarial y al pago de dos
meses de retroactivo (obviamente los meses que menos horas
tenían los trabajadores). Se reincorporan siete compañeros
despedidos y a otros se les otorga el retiro voluntario.
La equiparación salarial significó para los
trabajadores de esta autopartista pasar de ganar $ 1150 a
ganar $ 1800 limpios, y lograron que los equiparan con el
convenio. Si bien saben que no alcanza, también saben que
luchando lograron doblarle el brazo a la patronal (y al
sindicato, que por omisión permitía que no cumplieran con
el convenio).
Esta situación no conformó a los compañeros, pues
los trabajadores querían los seis meses que se les
adeudaban y ya se estaban preparando para un nuevo paro.
Pero los dirigentes del SMATA mostraron una vez más su
rol traidor y al servicio de las patronales, diciéndoles
que no iban apoyar ninguna medida de fuerza más.
Ante esta situación los compañeros resuelven
aceptar la propuesta de la patronal, porque se veían muy
solos. Pero por supuesto que vieron que con la lucha
consiguieron la equiparación salarial y también la traición
abierta de los dirigentes del SMATA Córdoba, que sólo
juega a favor de la patronal y de sostener el famoso techo
salarial que quiere imponer Kirchner.
Desde el nuevo MAS apoyamos con todo esta justa
lucha, que va marcando camino para la formación de los jóvenes
obreros en la lucha por sus derechos.
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