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Carlos
Fuentealba, ¡presente!
Despedimos
a un compañero, a un luchador, a
un revolucionario, a un socialista
Por Alcides Christiansen
Mucho
se ha dicho de Carlos Fuentealba. Yo no era "amigo
personal", era
compañero personal de Carlitos desde hace 20 años. Aquí
quiero recordarlo como él se merece, como
un compañero luchador de la clase obrera, un revolucionario
que peleó por la revolución socialista y murió como vivió,
en la lucha junto a sus compañeros.
Era
un compañero de bajo perfil que militaba desde los 80 en el
viejo MAS en la UOCRA; ahí nos conocimos. Con él
recorrimos toda la provincia, porque él era uno de mis
colaboradores directos. Cuando iba a una asamblea opinaba, daba
pelea por elevar la organización y la conciencia de los trabajadores.
Era consciente de la necesidad de organizarse, discutía
todas las políticas, si estaba en contra de una decisión y
se tomaba, él iba y era una garantía de que la hacía
bien.
Militaba
en las obras que estaban cerca de la UOCRA. Recuerdo que había
una obra de la empresa Riva donde había delegados
corruptos; el fue quien dio el debate junto a la base y
cayeron esos delegados en manos de una nueva comisión
interna que él mismo condujo.
Cuando
vino la intervención del gremio él estuvo ahí, en el
sindicato, y fue a
buscar a los obreros para defender su sindicato, siempre
pegado a la base, más allá de que ésa era costumbre
nuestra, nuestra política.
También
estuvo en el proceso de organización de los desocupados. No
estuvo en las coordinadoras, pero estuvo en las
movilizaciones que dirigía la coordinadora de desocupados.
En los hechos de la Casa de Gobierno de octubre de 1995, él
estuvo conmigo junto a los compañeros. Durante la represión
organizamos la “autodefensa”.
Nosotros quedamos
encerrados, en el patio de atrás, y ahí apareció la cana
a reventarnos. Quedamos como 400 personas ahí adentro, había
muchos compañeros de la construcción que se quedaron con
nosotros. Agarramos lo que teníamos a mano. Cuando me
hicieron el juicio, me preguntaron: “¿Usted estaba en la
Casa de Gobierno?” Sí, yo estaba, estaba sacando a la
gente, peleando contra la cana porque no nos dejaba avanzar,
y Carlitos conmigo a mi lado. Cuando salimos, los últimos
dos fuimos Carlitos y yo. Tanto
es así que los dos le pegamos patadas a la puerta para
salir, fuimos los dos últimos que salimos con los gases
lacrimógenos en la espalda y balas de goma, sacamos a todos
los compañeros porque iba a ser una carnicería. Ahí
estábamos, a pesar de que Carlitos y yo habíamos estado en
contra.
Por
eso no tiene que extrañar a nadie que Carlos haya estado en
el corte el día que lo asesinaron, quedándose
entre los últimos, ayudando a los compañeros. La noche
anterior estuvo en mi casa preguntándome cómo la veía. Yo
pensaba que era innecesario; le dije “a mí me parece que
ustedes tienen que distraer a la policía ahí y venirse
para Neuquén y no quedarse allá”. El
tenía dudas, no quería ir, dijo: “voy por principios y
disciplina”
Tenía
muchos amigos, pero siempre que tuvo que tomar una decisión
política me visitaba a mí. Estuvo militando en el viejo
MAS hasta que empezó la crisis. Hoy estábamos tratando de
ver la posibilidad de construir el nuevo MAS en la zona.
Hace unos meses, cuando estuvimos en la campaña por la
legalidad, él estuvo con nosotros. Había
empezado a militar con la revista SoB, defendía al nuevo
MAS más que nadie. En todo este tiempo habremos tenido
unas diez reuniones, él fue a varias de ellas.
Pero
a Carlitos no se lo puede despedir sólo como un compañero,
sino como un vecino, como el padre de sus hijas, de Camila y
Ari. Como el gran compañero de Sandrita, con quien juntos
supimos pasar las peores penurias. Muchos pagamos con cárcel
la lucha y él siempre estaba solidario. Él no abrazó ayer la bandera de la lucha de la clase obrera, él la
aprendió junto a los andamios, él se estaba
construyendo la vivienda. Ahí quedaron sin terminar las
piezas para sus hijas. Seguro que se las vamos a terminar,
no sólo por el bien de la familia, sino para demostrar que
él no solamente se bajó de los andamios para luchar por
los trabajadores, sino para luchar por su familia.
El
empezó a estudiar por recomendación de Sandra; a mí me
preguntaba y yo le decía: “Claro, Negro, tenés que
estudiar”. Varias veces pasó que Sandra lo hinchó para
que estudie. Carlitos
no se cansó de la construcción, no se cansó de defender a
la clase obrera, sino que necesitaba más espacio, porque el
corazón de Carlitos era demasiado grande, abarcaba más de
la cuenta. Se dedicó a estudiar porque necesitaba
progresar, y sin embargo lo encontramos en la lucha
nuevamente. Carlitos bajó de los andamios, se puso a
estudiar y fue un gran profesor.
Era aquel profesor que enseñaba
en la UOCRA sobre dignidad, honestidad y solidaridad, y hoy
les enseñaba a los alumnos cómo pelear para ganarse el
pan, cómo no pelearse entre compañeros. Y
también enseñó cómo luchar. Vaya si enseñó cómo
luchar, que murió luchando el compañero.
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