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Crisis
y corridas en Wall Street y las bolsas del mundo
Causas
y consecuencias del tembladeral financiero
Por
Claudio Testa
Como esos
terremotos que se anuncian días antes con temblores
menores, la semana pasada estalló finalmente una crisis
financiera global motivada por el desinfle de la “burbuja
inmobiliaria” de EEUU y la quiebra de entidades
comprometidas por una montaña de “hipotecas basura” de
difícil cobro (que en inglés se llaman “subprime”).
En esta nota analizamos sus razones y sus perspectivas.
Ya
el 26 de julio se había producido una primera corrida. Pero
el huracán llegó 15 días después, con epicentro en Wall
Street, desde donde se extendió instantáneamente a Europa,
Asia y el resto del mundo. Varias noticias desalentadoras
desataron la estampida: entre ellas, la falencia de la Bear
Stearns en EEUU (una importante entidad de préstamos
hipotecarios), quiebras de bancos en Alemania y que en
Francia uno de los principales bancos, el BNP Paribas, siguió
las enseñanzas de Cavallo, estableciendo un “corralito”
(aunque parcial) de depósitos de ahorristas.
Así,
la semana pasada estuvo planteado el peligro de un crack financiero mundial. Varios
hechos hicieron recordar el Jueves Negro (24 de octubre) y
el Martes Negro (29 del mismo mes), que precipitaron en 1929
el crash de la Bolsa de Nueva York y abrieron la Gran
Depresión, la crisis económica más grave de la historia
del capitalismo.
Sin
embargo, más allá de algunas analogías, el curso inmediato
ha sido distinto,
no sólo por las diferencias de configuración y de
regulaciones del capitalismo mundial en la actualidad, sino
sobre todo por una
violenta intervención de los principales gobiernos y bancos
centrales (como no ocurrió en 1929).
En
sólo tres días (9, 10 y 13 de agosto), el Banco Central
Europeo y los de EEUU, Canadá, Japón, Suiza, etc.,
volcaron más de 300.000 millones de dólares a los mercados
para frenar el derrumbe de las bolsas, impidiendo la quiebra
en cadena de bancos y otras entidades financieras, y la
generalización mundial del “corralito” argentino-francés.
Para darnos una idea, esta suma representa alrededor
del 150% del Producto Interno Bruto de Argentina en el
2006.
Como puede verse, el capitalismo neoliberal no le hace ascos
al “intervencionismo estatal”... cuando se trata de sus
bolsillos.
El
lunes 13, las aguas volvieron a calmarse... Pero el costoso
aceite derramado sobre las olas para sosegarlas, no logra
ocultar las turbulencias que se agitan en el fondo... y que
pueden volver a poner las cosas peor...
Aquí
veremos algunos de esos elementos y contradicciones que actúan
en las profundidades. En otro artículo, trataremos las
consecuencias para Argentina y Latinoaméricana, que pueden
mandar al diablo la economía K.
Una crisis
de las finanzas en el centro mundial del capital financiero
Desde
1997, cuando estalló la crisis financiera de Asia, se han
sucedido varias crisis de las finanzas de distinta
importancia, como las de Rusia (1998), Brasil (1998), Turquía
(2000-01), Argentina (2001-02), etc. Todas ellas tuvieron
también desiguales repercusiones en el centro de las
finanzas mundiales, EEUU, pero sus epicentros se ubicaban lejos de Wall Street.
En
marzo del 2000, el desinfle de la burbuja especulativa en
los mercados de valores estadounidenses –que marcó el fin
de los delirios sobre la “Nueva Economía” o “economía.com”–
ya no fue un problema “periférico”, sino que se produjo
en el centro y
desató además una recesión que castigó a EEUU
principalmente en el 2001. Pero esa recesión pudo ser acotada
y revertida en un plazo relativamente corto.
Desde
entonces, sobre todo desde el 2004, se sucedieron varios años
de fuerte crecimiento
mundial, con promedios muy superiores a las pobres
performances de los últimos 25 años del siglo XX. El World
Economic Outlook del FMI ya
calcula un crecimiento mundial del 5,2% para el 2007. La
bonanza K es principalmente un subproducto de esta situación
internacional.
Pero
sucede que las medidas tomadas en EEUU para superar rápidamente
la crisis y recesión de principios de siglo, y el rumbo que
adoptó la economía estadounidense y mundial a partir de
allí, echaron la
bases de la actual crisis y además agravaron
los desbalances o desequilibrios
que ya venían acarreando las relaciones
de la economía estadounidense con el resto del mundo.
Entre
esos desbalances, subrayemos que EEUU (su estado, sus
empresas y sus particulares) se ha convertido en el
mayor deudor del planeta, con déficits
fenomenales de
cuenta corriente y presupuestarios, y con tasa
de ahorro cero. O sea, sin perspectivas inmediatas de
pagar lo que deben. Hoy, para mantenerse en pie, EEUU
necesita que le ingresen diariamente un promedio de 3.000
millones de dólares, ya sea como préstamos,
inversiones directas o de cartera, etc. Si este flujo se
detuviese, la economía se vendría abajo.
Esta
situación, que haría estallar la moneda y las finanzas de
cualquier otro país, EEUU logra afrontarla, entre varios
motivos, porque en circunstancias muy diferentes (al fin de
la Segunda Guerra Mundial), se constituyó en emisor
de la moneda internacional, el dólar. Pero en ese
entonces –además de haber sido (junto con la URSS) el
gran vencedor de la guerra–, EEUU producía el 50%
de la riqueza mundial, era acreedor
de casi todos los países, su industria tenía ventajas
cualitativas de productividad y tecnología, su cuenta
corriente era ampliamente superavitaria,
y en Fort Knox tenía enterradas las mayores reservas de oro
del planeta, que respaldaban legalmente al dólar. Hoy nada de eso es así; y el dólar
es, en últimas, papel impreso.
EEUU paga
con ese papel a sus proveedores (China, Japón, Europa,
etc.) y éstos, en buena parte, lo “esterilizan” como
reserva de sus bancos centrales, convertido principalmente
en bonos de la deuda pública estadounidense... Pero estos
malabarismos generan
tensiones e incertidumbres crecientes, porque la
tendencia no es a que estos desbalances se vayan
solucionando progresivamente, sino a empapelar cada vez más
las bóvedas de los bancos centrales...
Es por eso
que, el 13 de junio del año pasado, se produjo una
monumental corrida en las bolsas, por un hecho en sí mismo
insignificante: algunos informes que hablaban de un leve
repunte inflacionario en EEUU, bastaron para sembrar el pánico.
La causa es
que muchos perciben que, si bien la economía mundial va en
crecimiento, está simultáneamente caminando sobre una
cornisa.... y que las ráfagas de estos desbalances pueden
hacerle perder el equilibrio...
De burbuja
en burbuja
Ya
dijimos que las medidas tomadas por el gobierno de EEUU y su
banco central (la Federal Reserve) para encarar la crisis
financiera del 2000 y superar la recesión del 2001, generaron y/o agravaron los factores que hoy confluyen en esta nueva
crisis.
Esto
coincidió con la llegada de Bush al gobierno, el 20 de
enero de 2001. Los neoconservadores proponían ciertos
cambios en relación a la política económica de la
anterior administración.
Clinton
había hecho votar un programa de reducción a cero del déficit
fiscal. Bush, por el contrario, además de disponer grandes
rebajas de impuestos a los ricos (so pretexto de “promover
las inversiones”), tenía como eje de su programa económico
el llamado “keynesianismo
militar”:
un colosal aumento
del gasto en armamentos y fuerzas armadas. Estas
medidas, lógicamente, volvieron
a disparar a las nubes el déficit presupuestario.
Los
atentados del 11 de septiembre del 2001 vinieron
oportunamente a santificar esta política y acallar
cuestionamientos, como los que se habían expresado un año
antes en Seattle. Asimismo, la guerra mundial declarada por
Bush para liberar de “terroristas” a las arenas
petroleras de Medio Oriente, prometía ser un gran negocio.
¡Comenzaba el “Nuevo Siglo (Norte)Americano”!
Pero
el relanzamiento de la economía estadounidense no se limitó
a estas medidas. Simultáneamente, el banco central (Federal
Reserve) dispuso una
baja a casi cero de su tasa de interés interbancaria
(en relación a la cual se regulan las tasas para las
operaciones con el público, empresas, etc.). De principios
del 2001 a mediados del 2003, redujo esos intereses del
6,25% al 1% anual, para estimular la toma de créditos y el
gasto, y así frenar la recesión.
Pero
esto abrió las puertas para inflar la nueva burbuja que
ahora estalla con consecuencias difíciles de medir: la burbuja
inmobiliaria. De la burbuja de las acciones de
empresas.com, pinchada en el 2000, se pasó a la burbuja de
la propiedad inmueble.
Con
los créditos hipotecarios basados en una tasa del 1% anual
de la Reserva Federal, se disparó la construcción de
nuevas viviendas... pero más
aun sus precios...
Este
problema –que la propiedad inmueble subía
vertiginosamente sin relación alguna con sus valores
reales, ni con las variaciones de precios de los demás
bienes y servicios– ya venía desde 1995. Desde 100 años atrás,
los precios de la propiedad inmueble en EEUU habían acompañado
las variaciones de los del resto de la economía. Pero,
desde 1995 al 2006, subieron más del 70%.
El
auge de la construcción (con precios disparatados) fue,
junto con la expansión de los gastos militares, una de las
claves de la recuperación. Según Stiglitz, “aproximadamente
el 80% de la suba del
empleo y casi las dos
terceras partes del incremento del PBI en los últimos años
se originó directa o indirectamente en el sector
inmobiliario”.
¡La
nueva burbuja de las casas y departamentos reemplazaba la de
las acciones.com, fallecida en marzo del 2000! Era la ocasión
no sólo de tener una vivienda, sino también de
enriquecerse. Usted sacaba una suculenta hipoteca en base a
la tasa de la Fed del 1%... compraba un inmueble y éste
aumentaba de valor al ritmo del 10% anual... Mientras miraba
la tele en el living, usted se iba haciendo más rico.
Barranca
abajo
Pero, como
sucede siempre en el capitalismo, estas cosas terminan mal.
Para sostener la especulación inmobiliaria (y el ritmo de
incremento de sus precios) era necesario ampliar cada vez más
la venta de viviendas nuevas.... lo que es sinónimo de ampliar
la colocación de créditos hipotecarios.
Agotados
los círculos selectos de clase media alta para arriba
–los prime
(principales) que cumplían los requisitos de solvencia para
lograr préstamos a tasa mínima (prime
rate)–, venía la legión de millones de pobres y
dudosos (subprime),
que comenzaron a suscribir hipotecas, pero a tasas más altas.
Debido a
sus mayores tasas, las hipotecas subprime
(ahora bautizadas hipotecas basura) eran a la vez un gran
negocio bancario, que se amplió con la venta de esas
hipotecas subprime
a bancos y fondos especulativos del exterior. Con eso se creó
el circuito para la reacción mundial en cadena, que ha provocado la falencia de bancos
en Alemania y el “corralito” del Pariba.
La puntada
final la dio la Federal Reserve. Después de bajar su tasa
al 1% anual en el 2003, la fue subiendo hasta alcanzar el
5,25%, lo que implicó un aumento proporcional en el servicio de las hipotecas.
Y, por el
otro lado, comenzó el descenso
vertiginoso de los precios de las viviendas, que desde
el 2006 han perdido el 10 % de su valor... En resumen, lo
que usted compró a 100, bajó ayer a 90, hoy a 80 y mañana
será a 70. Pero, a la inversa, las cuotas de su hipoteca
suben y suben.
En esta
situación, se desató una oleada
de hipotecas impagas, principalmente en las subprime que, según algunos, constituyen más de la mitad de los préstamos hipotecarios en EEUU. Un default
a esa escala sería de consecuencias incalculables.
Esto toca una cuestión política y económico-social más de fondo, en relación
al capitalismo estadounidense (y mundial). La derrota de la
clase trabajadora norteamericana se ha reflejado en que,
desde mediados de los 70, el salario real ha caído
alrededor de un 30% mientras la desigualdad social se ha
extremado.
Al mismo
tiempo, el capitalismo estadounidense necesita que sus
esclavos asalariados sean también buenos
consumidores. Pero la solución no es, por supuesto, aumentarles el
salario real (porque afectaría las ganancias), sino darles créditos. La consigna es: ¡compre, endeudándose! El esclavo
endeudado hasta las narices, no sólo mueve la economía,
sino que está doblemente sometido. Y una hipoteca en las
condiciones de las subprime
es una condena a cadena perpetua... si la puede ir pagando;
o a muerte... si finalmente entra en mora y pierde la
vivienda.
¿Qué perspectivas se abren?
No estamos
en capacidad de hacer pronósticos seguros. La catarata de dólares,
euros y yenes que volcaron los bancos centrales en los
mercados días atrás, paró la corrida (aunque no se sabe
hasta cuándo). Pero lo cierto es que eso no
solucionó el problema de fondo: el default
de las hipotecas, cuya amplitud y pérdidas han pasado a
ser casi un secreto de estado de los bancos e instituciones
comprometidas.
Como hemos
visto, el auge especulativo de la construcción fue un motor
fundamental de la suba del empleo y del incremento del PIB
estadounidense. Pero la rueda comenzó a girar en sentido contrario. Esto, a su vez, podría
golpear sobre los deudores hipotecarios. Entre los que
directa o indirectamente van a perder el empleo por la caída
de la construcción, habrá más de uno con hipotecas.
La pregunta
del millón es si esto iniciará
una recesión en EEUU que se expanda al resto del mundo,
y, sobre todo, el ritmo y la gravedad de la
caída. El informe de Perspectivas
económica mundiales para el 2007, emitido por el Banco
Mundial en diciembre pasado, analizando las perspectivas de
una caída de EEUU y sus repercusiones internacionales,
sostiene que “es probable que se produzca un aterrizaje
suave, pero la economía mundial ha alcanzado un punto de
inflexión, y muchos factores podrían generar una
desaceleración más pronunciada...”
Considerando
que tanto el Banco Mundial como el FMI siempre hacen
informes optimistas cuando se trata de EEUU, habría que
prepararse para un aterrizaje estilo Congonhas.
.- Aclaremos que esto varía
según la forma en que se exprese la medición del PIB.
.- Un reflejo de estas
tensiones son las propuestas de He Fan, miembro de la
Academia de Ciencias de China, que ante las exigencias
de Bush para que Pekín revalúe el remimbi, aconseja ir
vendiendo los 900.000 millones de dólares de reservas y
pasarse a otras monedas y valores. A esto lo llaman la
“opción nuclear”, porque provocaría el colapso de
la divisa estadounidense. Por supuesto, lo de He Fan es
sólo un chantaje (seguramente alentado desde el
gobierno de Pekín) para hacer frente a las presiones de
Bush. Si China tirase esa “bomba nuclear” monetaria,
su economía se hundiría junto con la EEUU. Pero lo
significativo del incidente es que refleja el atolladero
en que se encuentra EEUU y las tensiones
de esos desbalances en la economía mundial.
.- Ver “¿Bailando
sobre el Titanic?”, Socialismo o Barbarie, periódico,
22/06/06.
.- John Maynard Keynes
(1883-1946), economista británico, inspiró políticas
económicas basadas en la intervención del estado para
hacer frente a los ciclos recesivos.
Estas implicaban un aumento substancial del gasto
público a costa del consiguiente déficit fiscal. El
“keynesianismo militar” estilo Bush utiliza el gasto
público, pero no en obras públicas “civiles” sino
en armamentos y guerras.
.-
Dean Baker, "Midsummer Meltdown Prospects for the Stock and Housing
Markets", Center for Economic and Policy
Research, August 2007. El
aumento nominal fue aun mayor, porque es una cifra
deflactada.
.-
Joseph E. Stiglitz. “¿Se romperá la represa en 2007?”, Project-Syndicate.org,
diciembre 2006.
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