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La pelea en el INDEC: habla un
activista
“Los trabajadores hicieron una
experiencia política con el kirchnerismo”
Socialismo
o Barbarie entrevistó a un activista del INDEC del área de
Índice de Precios al Consumidor (IPC), que cuenta no sólo
la marcha del conflicto sino también aspectos más técnicos
del escandaloso manejo de las cifras que realiza el
kirchnerismo.
Con
el acuerdo tras 45 días de paro en el INDEC, por el cual se
pagan los días caídos, no hay sanciones y el gobierno
prometió una revisión de la elaboración del IPC, entre otros
puntos, terminó una etapa del conflicto. Pero seguramente
se reanudará, porque el gobierno tuvo que retroceder ante
la fuerza del paro pero la cuestión de fondo, la manipulación
de las estadísticas, sigue sin resolverse.
A fines de enero el gobierno puso al
frente del INDEC a Beatriz Paglieri (que reporta al
secretario de Comercio Guillermo Moreno), en reemplazo de
Graciela Bevacqua. El personal del Instituto primero se puso
en guardia, luego se indignó y finalmente tomó medidas de
fuerza contra la manipulación estadística más obscena de
la historia del organismo, intervenido de hecho. A lo largo
del conflicto el gobierno removió directores de área,
designó al frente del INDEC a un ex delegado de ATE (pro
Kirchner, claro), mandó patotas, sumarió activistas y
terminó reprimiendo a mansalva.
¿Todo para qué? Para poder mostrarle
a la población un índice de precios que mostrara el éxito
de las políticas antiinflacionarias oficiales antes de las
elecciones. Por supuesto, todo salió al revés: el índice
trucho no lo cree nadie, todo el mundo se queja –desde el
trabajador en el mercado hasta el inversor en su despacho–
por la falta de cifras serias, el riesgo país y el
deterioro de la imagen en el exterior crecieron ante la poca
seriedad del asunto, y al fin de cuentas Kirchner puede
perder más votos de los que pensaba ganar tras este papelón.
Un compañero activista que trabaja en
el IPC (el foco del conflicto) explica con jugosos detalles
la “cocina” de la intervención de los “Moreno boys”
al servicio de Kirchner.
SoB:
¿Qué balance hacés del conflicto?
Cro.: Esto no terminó, eso seguro. Es
importante que paguen todos los días caídos (fueron 45 días
de paro) y que, formalmente, se diga que no habrá
represalias. Igual, hay que tener en cuenta que hasta ahora
se vinieron haciendo sumarios contra activistas, muchos de
ellos declarantes en la causa judicial que se abrió contra
la intervención. En cuanto a la cuestión de fondo, hay que
ver. Por lo pronto, hasta las elecciones nadie va a tocar
nada; qué se hará después, y cómo, no se sabe. Por
supuesto, no es ninguna derrota. De hecho, se ganó la
batalla mediática contra el gobierno, y encima la represión
caldeó los ánimos y obligó
al gobierno a retroceder y negociar. Claro que haber
ganado la opinión pública hizo creer a muchos que el
gobierno no se iba a poner tan duro.
Lo que pasa es que de todos modos el
gobierno avanza sobre la manipulación del EMI (Estimador
Mensual Industrial) y la EPH (Encuesta Permanente de
Hogares). Y aunque se hizo un paro larguísimo, muchos compañeros
no tenían conciencia de que pararle la mano al gobierno
implica a veces medidas más duras. Pasa que los sectores
que motorizaron el conflicto son en muchos casos gente de
formación técnica, profesionales, que son muy legalistas
en el sentido de que confían de que la Justicia va a
resolver todo.
SoB:
¿Cómo es la composición de la planta del INDEC?
Cro.: Somos unos 1.200, de los cuales
alrededor de un 25% están efectivos, otro tanto pertenecen
a planta transitoria
(allí se incluyen compañeros que están bajo el régimen
de la Resolución 48, con menos derechos todavía), y el
resto están bajo contrato de locación de obra. Es decir,
facturan, son monotributistas.
El activismo era bastante importante,
unos 200 compañeros, con mucha gente de formación técnica
que jamás había vivido nada ni parecido. Desgraciadamente,
parte de los sectores más plebeyos, por manejos
clientelares, fueron más bien pro intervención. Pero ellos
no podían movilizar a nadie. Por ejemplo, en la causa no
pudieron presentar ni un trabajador que atestigüe a favor
de la intervención. Entre el activismo y también en la
gente de base hay una solidaridad muy grande, muy fuerte.
SoB:
¿Cómo fue el desarrollo del conflicto y qué rol cumplió
la burocracia sindical?
Cro.: Los que primero reaccionaron fueron
los profesionales y técnicos, porque veían en riesgo la
fuente de trabajo y hasta por una cuestión de orgullo: el
nombre del INDEC quedaba por el piso. Los que venían eran
gente, totalmente incompetente
técnicamente. Por ejemplo, el que está a cargo del área
de la Encuesta Permanente de Hogares, Sampino, es un ex
inspector del Mercado Central; ésos son sus antecedentes.
Toda gente de Moreno, sin ninguna formación ni escrúpulos
para hacer cualquier cosa.
La llegada de matones
–algo jamás visto en el Instituto, donde hasta el
director andaba sin custodia– y el bochorno público de
las cifras hizo que se sumaran otras áreas. La Junta
Interna, de ATE, se dividió, dudó y finalmente se reubicó.
Barrios, que era dirigente de ATE cuando fue designado al
frente del INDEC, debe haberle vendido al gobierno que podía
arreglar todo, y así le fue. El gremio UPCN directamente
funciona como proveedor de matones. El área del IPC está
como tomada por ellos; nosotros le decimos “IPCN”.
Por otra parte, ATE actuó en general
con mucha tibieza,
sin jugarse a fondo. Te doy un ejemplo: Zanon puso 2.000
pesos para el fondo de huelga; ATE, que tiene infinitamente
más recursos, puso 5.000...
El conflicto pegó un salto con el
desplazamiento de Cinthia Pok y la designación de Fara,
cuando Pok se niega a calcular el índice de pobreza. Era lógico:
estadísticamente, “pobreza” significa que los ingresos
de un hogar no llegan a cubrir el costo de una canasta (la
de pobreza, justamente). Ahora bien: si es imposible saber
el costo real de la canasta porque los precios están todos
maquillados, no hay forma de medir la pobreza. Ahí se
potenció el conflicto: cuando quedó a la vista el carácter político de la intervención.
SoB:
En concreto, ¿cuáles son los
mecanismos para manipular los índices? Porque los medios sólo
cuentan que “los trabajadores del INDEC rechazan el índice
oficial”, pero en general no se explica dónde está la
trampa.
Cro.: Los mecanismos son varios. Algunos
son ad hoc,
creados en el momento, porque todos los meses hay algo nuevo
para que el índice dé menos que el del mismo mes del año
pasado. Pero los principales son los siguientes.
El primero es usar informantes
secundarios: en vez de tomar el precio directamente del
negocio, se toma el precio de un listado de precios
acordados. Eso se hizo con los precios de turismo y con las
prepagas, que por eso daban cifras tan ridículas. La cuestión
es que el INDEC siempre usó informantes primarios, es
decir, directos, porque ésa es la metodología
internacional. Otra truchada es que Paglieri puso precios
tope para productos. Se trata de un abuso de un
procedimiento técnico usual, que es eliminar del cálculo
los precios exageradamente altos o bajos (los
“outlayers”); la diferencia es a) que los outlayers son
un porcentaje muy pequeño, y b) que aparecen una vez
terminada la encuesta; en cambio, Paglieri definía de
antemano qué precios eran demasiado altos, y todos los
casos que superaran ese tope quedaban fuera del cálculo, así
fueran un 30% de la muestra. Tercera trampa: obligar a los
encuestadores a tomar como precios no los reales del
comercio encuestado, sino los acordados.
La metodología normal es que se toma el precio conforme al
producto más vendido y en existencia. El colmo de esto es
lo que dijo Moreno: que no hace falta medir los comercios,
ya que alcanza con las listas de precios. Un bochorno.
Algo gravísimo es que se presiona a
los encuestadores para que controlen
a los comerciantes, aclarándoles cuáles son los precios
acordados, etc. ¡Eso lo tiene que hacer la Secretaría de
Comercio, en todo caso! Los encuestadores están para medir
los precios, no para asustar a los comerciantes. Entre esto
y el desprestigio de los índices, ahora muchos
encuestadores cuentan que los
comerciantes los maltratan, o se niegan a darles
información.
SoB:
¿Es cierto que se violó el secreto estadístico de la
muestra?
Cro.: Yo no lo puedo asegurar, pero
muchos dan como un hecho que Moreno salió a apretar a
comerciantes que estaban en la muestra. Igual, hay que
aclarar algo: lo secreto es la lista
de comercios. En cambio, la metodología
y la fórmula
–es decir, cuánto se pondera cada producto y cada rubro
para hacer el cálculo– son públicas
y perfectamente sujetas a debate. Lo irónico es que
justamente esa metodología, que por ley debiera ser pública,
parece que va a cambiar o que ya cambió, pero nadie sabe cómo
ni cuándo. Eso sí se hace en el mayor de los secretos.
SoB:
¿Qué consecuencias podría tener este desquicio de los índices?
Cro.: Técnicamente, muy serias. El 2007 va a ser un agujero negro para las estadísticas, como si
hubiera habido una guerra o un terremoto. Se cortó la serie
histórica de la medición de toda una serie de índices.
Ahora se están metiendo con el IPC nacional (el que se usa
normalmente es el del GBA) para que no se note tanto la
diferencia. Así como Martínez de Hoz anunciaba el IPC
“descarnado” (sin computar la carne), esta gente ahora
sacó el Estimador Mensual Industrial (EMI)
“desacerado”, porque la crisis energética impacta
primero sobre la producción siderúrgica. En cuanto al IPC,
la muestra ya tiene productos “viciados” en su medición,
muchos comercios también... Directamente, habría que rehacer la muestra para que vuelva a ser confiable.
SoB:
¿Y en lo político?
Cro.: Todo el plan del gobierno de que el
índice “retocado” le sirviera para las elecciones y
como base para las paritarias del año que viene se fue al
tacho, fue peor el remedio que la enfermedad. Hasta los
empresarios están a las puteadas, porque les faltan parámetros
para invertir. Y en el INDEC, lo interesante es que, en
enero, te diría que Kirchner sacaba el 95% de los votos.
Hoy, si bien queda gente que dice que esto no es contra
Kirchner sino contra Paglieri, o Moreno, etc., muchos
trabajadores hicieron una experiencia política con el
gobierno. Cuando en las asambleas se hacen cantitos
contra K, todo el mundo aplaude. Eso antes del conflicto
nunca hubiera pasado.
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