Perú
Peores
que los terremotos
Lo
sucedido al pueblo hermano de Perú es buen ejemplo de cómo
funcionan las cosas en este sistema. Veamos algunos
pantallazos.
•
Días y días desfilaron por TV las imágenes de la
tragedia. En todas se veía lo mismo: ni
una sola construcción antisísmica en una de las
regiones más convulsivas del planeta. Sólo ladrillos y más
ladrillos de pobre adobe.
Al
mismo tiempo, Ica, Pisco y demás pueblos de la costa al sur
de Lima eran uno de los centros del “milagro peruano”; es decir, del
vertiginoso “crecimiento económico” de los últimos años,
con un promedio de casi el 8% anual (que era más alto aun
en esa zona). El auge de la construcción en Perú fue
incluso mayor: del 14% anual... [1] Pero de este
“crecimiento” no se malgastó un solo dólar en algo tan
antieconómico como construir viviendas antisísmicas para
los pobres.
•
Ica
era el centro de la agroindustria exportadora, un negocio
tan floreciente como la exportación de minerales. Pero el
ser grandes exportadores agrarios no impidió que, producido
el terremoto, la gente de la región se muriera de hambre,
con quizás más víctimas que las causadas por el derrumbe de los edificios.
•
Producido el terremoto, el presidente Alan García corrió
a la televisión a informar que no tenía mayor gravedad.
Los primeros reportes eran de no más de 20 muertos. Peor
aun, el Sr. Presidente ni siquiera parecía saber con
certeza dónde había ocurrido, ni que ciudades había
afectado.
Aunque
Alan García ya viene manchado de sangre desde su primer
mandato, esta vez su desprecio por la vida humana (más aun
si se trata de pobres) fue potenciado por otro hecho increíble:
ante el terremoto, las compañías de privatizadas –con
nuestra conocida Telefónica
de España a la cabeza– cortaron
de inmediato las comunicaciones. El mismo Alan García
demoró casi dos horas en poder hablar con su primer
ministro.
Sin
embargo, la acción criminal de cesar los servicios en
semejante situación, no tuvo la menor consecuencia para sus
responsables. Desde el gobierno corrieron a justificar a las
compañías.
•
Hace dos años, el Centro de Investigaciones Sísmicas
de la Universidad Nacional de Ingeniería de Perú, había alertado
que se estaba por producir un terremoto de esta envergadura.
El estado capitalista y sus gobiernos
tenían conocimiento de eso y no tomaron la menor medida de
prevención. Y no hablemos de construcciones antisísmicas:
simplemente no había
nada de nada: ni personal, ni medios, ni organización,
ni plan alguno, ya sea de rescatistas, sanidad, alimentación,
etc. Así, los primeros días fueron de una parálisis
total del estado y del gobierno.
En cambio, el
estado peruano es eficiente en otros rubros. Poco antes
del terremoto, se había movilizado ágilmente para masacrar
las huelgas y manifestaciones obreras, campesinas y
estudiantiles del 11 y 12 de julio. Dieciocho muertos,
incontables heridos y centenares de detenidos probaron que
el gobierno de Alan García y el estado burgués peruano no
son tan inútiles como parecen... Claro que es
más difícil reprimir a un terremoto...
•
Lo más conmovedor fue la solidaridad
nacional y mundial de los capitalistas. La encabezaron
los empresarios del transporte de Lima que, enterados del sismo, se
solidarizaron aumentando tres o cuatro veces los precios de
los pasajes de buses a la zona afectada.
Siguieron el ejemplo los capitalistas de la construcción. Empresas constructoras
multimillonarias como Graña, Montero y otras, no pusieron
inicialmente ni una pala a disposición de las tareas de
rescate. Alan García debió aparecer en los medios mendigándoles
equipos... Por supuesto, aparte de esos ruegos, el gobierno
no tomó la única medida que hubiese correspondido:
requisar las maquinarias de esos desalmados...
Pero el
premio a la solidaridad lo ganó Bush: conmovido, anunció
que EEUU donaría 100.000 dólares para ayudar a las víctimas.
En esos días, su gobierno había volcado 17.000.000.000
US$ (diecisiete mil millones de dólares) a Wall Street para
cubrir las bancarrotas y estafas de los especuladores
inmobiliarios. O sea, 170.000 veces más.
•
Posiblemente,
la generosidad de Bush en relación a Perú fue cohibida
porque, después del terremoto, comenzó a funcionar un
mecanismo mucho más eficaz que el de la asistencia del
estado a las víctimas. Este mecanismo es el del robo
de las donaciones y ayudas, un clásico del capitalismo,
desde Ica y Pisco hasta Nueva Orleáns.
Hugo
Blanco, el histórico revolucionario peruano, lo describe así:
“En
el terremoto de 1950 en el Cusco colaboré como voluntario
en el sistema de ayuda. Mi tarea era empadronar a los
damnificados y sus necesidades. Al principio éramos
recibidos con cariño, pero cuanto más avanzábamos en el
trabajo iba creciendo la hostilidad, la gente reventaba:
«¡Nos han empadronado diez veces y no nos llega nada!».
“Eso era cierto, la ayuda nacional e internacional fue
devorada por los buitres de la burocracia oficial. Cuando el
terremoto de Ancash en 1977, estando preso, me enteré de
que sucedió lo mismo.
“Ahora es igual. Los buitres de la burocracia oficial
están engordando con el dolor de las víctimas...”
Evidentemente,
el capitalismo, sus estados y sus gobiernos son peores que
los terremotos.
Nota:
1.-
Jürgen Schuldt, “El
primer año del segundo Alan García”, La Insignia,
02/08/07.
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