Cuestionan por su identidad transgénero a una docente de
Tierra del Fuego
Melina Gutiérrez ratificada en su cargo
Por Martín Díaz
Agrupación Carne Clasista
La semana pasada el país fue testigo del caso de una
docente transgénero (desconocemos si la compañera se
reivindica travesti o transexual ya que, correctamente se ha
negado a explicitar este aspecto de su vida que pertenece a
la esfera de la intimidad) que se negó a usar ropas
masculinas ante el requerimiento de las autoridades de la
escuela donde enseña y en la que algunos padres intentaron
hacer una denuncia por “falsedad de identidad” debido a
que en su DNI figura un nombre masculino.
Lo llamativo del caso, que finalmente se resolvió a favor
de la docente con el apoyo de la ministra de Educación de
la provincia, la secretaria de Derechos Humanos, el
Sindicato de Trabajadores de la Educación Fueguina (SUTEF)
y la gobernadora electa Fabiana Ríos, radica en el reflejo
que diferentes medios hicieron del mismo.
El diario Perfil
en su edición electrónica anuncia el artículo como “el
caso de un docente de historia (...) que nació hombre pero
se siente mujer y viste como tal...”. De esta manera
refleja el argumento del denunciante, padre de una alumna
que dice que al frente del aula “hay un hombre disfrazado
de mujer” y que le parece un “disvalor” que una
persona se presente ante los alumnos con una identidad
diferente de la que manifiesta su DNI.
AG Magazine, un periódico online dedicado a noticias de la
comunidad LGTTBI, refleja el hecho en un artículo firmado
por su director, Martín Scioli, titulado: “¿Se puede ser
mujer transexual sin ser vedette
en la Argentina?”, donde menciona que “pareciera
que en Argentina las mujeres transexuales sólo pueden
convertirse en vedettes, dejando de lado cualquier otro
oficio o profesión”.
Además se interroga sobre cuáles serán las diferencias
entre Melina Gutiérrez y Florencia de la V y entiende que,
sin desmerecer la identidad travesti, “Melina es una
mujer”.
Que el diario Perfil
se refiera a Melina como “un” docente no sería algo de
sorprenderse. En La
Nación mencionan indistintamente a Melina como “el
docente” o “la profesora”, cambiándole el género varias veces dentro de la
misma nota. La
cuestión de la identidad transgénero está muy lejos de
comprenderse en los medios de comunicación, como lo está
del padre que al tiempo que manifiesta esta actitud
discriminatoria ignora que Melina no tiene su nombre en el
DNI porque no puede,
porque las leyes de nuestro país no permiten que las
personas trans adopten su verdadera identidad sino que las
obligan a sufrir cotidianamente la humillación de tener
como nombre “legal” aquel de su nacimiento y que no
refleja su género ni su identidad verdadera.
Vaya para los defensores de los modales y las “buenas
costumbres” la aclaración: a la gente que cambia de género
se la llama por el género que decide tener. La genitalidad no
determina el género de las personas.
Lo realmente grave es que un medio de comunicación
perteneciente a la comunidad LGTTBI tenga la banal
preocupación de si las personas trans no pueden dedicarse más
que a ser vedettes.
Ojalá la opción fuera profesora o estrella de la televisión.
Aquí el problema es que la sociedad empuja y obliga a las
compañeras travestis necesariamente a la prostitución, ya
que la inmensa mayoría no puede ni siquiera terminar la
escuela primaria debido a su identidad de género, que la
inmensa mayoría se ve expulsada de sus hogares en la
adolescencia, quedando sin medios de subsistencia, sin
educación formal, y sin opciones de empleo.
Esta situación opresiva que fundamenta y sostiene el
negocio capitalista de la prostitución, está como vemos
apoyada desde los medios de comunicación masivos hasta
mismos sectores dentro de la comunidad GLTTBI, que continúan
la discusión desde el punto de partida en que sólo se
puede ser “hombre” o “mujer”, desconociendo las
particularidades y necesidades de las identidades de género
que continúan una lucha que debemos apoyar quienes deseamos
una sociedad inclusiva, justa y con real igualdad de
derechos para todos sus integrantes. Menciona también La
Nación que la presencia de Melina puede alterar las ideas
religiosas, familiares o sexuales de los alumnos. Bueno, en
eso tiene razón. Sobre este punto giran todos los ataques
contra Melina, la idea de que una travesti/transgénero,
estudie, concurse para un cargo docente, lo gane, y esté al
frente de un aula en lugar de estar haciendo la calle, cuestiona
ideas religiosas familiares y sexuales. Prueba que aún bajo
estas reglas opresivas se puede vivir de otra manera que la
establecida por la sociedad patriarcal, machista y
heteronormativa sin
que lleguen los cuatro jinetes del Apocalipsis, peor aún:
demuestra que podría existir otra sociedad.
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