La
crisis en Córdoba
Un
fraude esKandaloso
Por Adrián Peryam
De pronto, lo que era
calma se desvaneció para sacudir a Córdoba, que todavía
está en esa confusión de quien se despierta bruscamente y
quiere entender que pasó. Todo este escándalo desató, sin
duda, una profunda crisis institucional.
La
crisis se abrió porque la gran mayoría de los cordobeses
vive con la sensación de que hubo un escandaloso fraude
en las recientes elecciones a gobernador, y eso hace que
la provincia mediterránea –en cierta forma y tardíamente–
de alguna manera entre en el proceso más general de cuestionamiento
a las instituciones, al cual no había entrado en 2001.
Unas
elecciones que todos preveían tranquilas y con
“continuidad” gubernamental garantizada se transformaron
en un remolino de
posiciones, especulaciones y discusiones, en las que se
cuestiona todo y se salpica al gobierno y régimen de los K.
Una crisis político-institucional
Ya
el pasado año señalábamos el profundo cuestionamiento
que venía habiendo hacia la Justicia en la provincia,
basado en la pueblada
que incendió los tribunales de Corral de Bustos, como así
también con la marcha
del “perejilazo” del caso Dalmasso, o cuando un jurado popular votó en contra de los jueces ordinarios. Pero
este cuestionamiento era una muy inicial muestra del
malestar reinante en los trabajadores y el pueblo frente a
los atropellos de los sectores de poder.
Lo
del 2 de septiembre es cualitativo.
Se abrió una crisis que no queda solamente en lo electoral,
sino que se extiende hacia todo
el sistema institucional. A partir del fraude, se
empieza a poner en duda todo. Desde las formas de representación, pasando por la
independencia de la “Justicia” y el funcionamiento de
los organismos oficiales como el Correo.
El
sentimiento masivo
es que existió
fraude. La gente se movilizó en función de eso. Esto
ha generado un estado
deliberativo entre la población, cuestionando el régimen
y su legitimidad y generando una crisis
institucional que sin duda va a dejar golpeada
la gobernabilidad en la provincia.
El
columnista de La Voz
del Interior Roberto Bataglino, sostuvo el 9 de
septiembre que “la gobernabilidad parece compleja de
alcanzar, no sólo por el pronunciamiento de la Capital (75%
de la ciudadanía votó en
contra del candidato oficialista en la principal ciudad
de la provincia), sino por el peso
simbólico de la marcha del jueves 6. Tuvo la magnitud
de aquellas manifestaciones, sin aparatos partidarios, de
abril de 1995 contra Eduardo Angeloz (cayó tres meses mas
tarde), y de agosto de 1996 contra Ramón Mestre. Schiaretti
aún no asumió. La mano de los Kirchner será clave para sostener
al probable futuro gobernador de Córdoba”.
Esta crisis tiene su correlato
en las calles. Desde el momento en que se empezó a
hablar de fraude, la
gente se empezó a movilizar. Primero Juez se aprovechó
de esto y buscó presionar, pero cuando se lo empezó a desbordar,
comenzó su discurso de “ir por los canales
institucionales”. Así, si bien todo está cuestionado,
por ahora no se ha
escuchado el grito del 2001 de “que se vayan todos”.
E, igualmente, tampoco hay un clamor por que se le dé la
gobernación a Juez.
La marcha del 6 y la apuesta por la “paz social”
A
todo esto, el temor de la burguesía es a posibles desbordes. Es reiterado el pedido de “paz social” y el de que “no
se saque la población a las calles”. La Iglesia,
Carolina Scotto (rectora de la universidad) y demás
sectores de la burguesía también reclaman la “paz
social”. Ante la gran expectativa que hubo frente a la
marcha del 6, hicieron de
todo para que no haya movilización o para que resulte
lo menor posible. El gobierno provincial salió a hacer una
campaña diciendo que “venían infiltrados de otras
ciudades del país”.
Pero
el juecismo tampoco se preocupó por la
masividad de la movilización. Ninguno de los sectores
sindicales que lo apoyaban movilizó masivamente.
Fue visible su falta
de voluntad para hacerla más grande de lo que fue,
dejando en claro su intención de que esta disputa no
sea en las calles sino lo más institucional posible. El
discurso de Juez por más “incendiario” que parezca, se
reduce a una apelación a la “transparencia
institucional”.
Así
y todo, la movilización fue muy importante, llevando a 30.000 personas a las calles. Juez todo el tiempo tuvo un doble discurso: “no nos vamos a dejar robar” y “todos
tranquilos”. Intentó siempre controlar
las movilizaciones. En la marcha del 6 no
hubo oradores, fue sólo por tres cuadras y, dada la
cantidad de gente, casi
ni se caminó, por lo que fue más concentración
que marcha. No se vio a los sindicatos (muchos de los cuales
apoyaron a Juez en la campaña) movilizando gente, sino que
la marcha concentró un descontento sin banderías, casi sin
cantos, y los pocos que hubo se reducían a pequeños
grupos, en general ligados a algún partido de la izquierda.
Inmediatamente
después de la marcha empezó el operativo de silenciar el tema: los medios la mostraban como de apoyo al
juecismo, pero tampoco
se redujo a eso. Hubo muchos sectores independientes que
llegaron a las marchas indignados
por el fraude. La gente se acercaba a pedir volantes y preguntaba
mucho.
Lo
que queda bien claro es que en la marcha muchos sectores que
se acercaron no acudieron en apoyo de Juez, sino que tuvo un
componente de espontaneidad, tal como viene ocurriendo desde que se denunció el
fraude.
Elecciones, empresarios y fraude
Se
llegó a las elecciones con encuestas que marcaban un
triunfo del oficialismo por un 7 por ciento. Todas daban por
ganador a Schiaretti. Evidentemente, nadie esperaba que Juez
hiciera la elección que hizo. Nadie lo previó y ahí está
otra posible explicación del fraude, preparado desde las
encuestas mismas, que cada vez más asumen el papel de instrumentos
de manipulación político-electoral.
Una
de las claves es que la burguesía cordobesa no veía en
Juez a un posible ganador y le venía muy bien tener una continuidad.
De la Sota ya le había garantizado buenos negocios a los
Call Center de las grandes empresas telefónicas, a los
sojeros, a INTEL, a los Urquía, a la Arcor, a los Roggio y
a las automotrices
como Volkswagen, Fiat, Renault y otras.
Por
ende, la continuidad de quien gobernaba le venia como anillo
al dedo. No es lo mismo mantener negocios con quien ya
conocen que con el “excéntrico” Luis Juez. No porque éste
fuese a cambiar de fondo las políticas del gobierno, sino
porque siempre es “mejor malo conocido que bueno por
conocer”...
El
delasotismo gastó una fortuna
en la campaña electoral: mucho aviso televisivo, mucho
acto público… Y además, impulsó la campaña del
radicalismo, cosa que le venía muy bien para que le
polarizase los votos al juecismo. Por supuesto que este
dinero salió de los empresarios
ligados al delasotismo, que durante todo este gobierno
les generó ganancias
fabulosas, producto de los grandes subsidios recibidos
por la provincia y la coyuntura económica favorable.
La
elección fue irregular
por donde se la mire, con casos que llegan al ridículo:
a)
Ley de lemas
encubierta: había más de 30 boletas en el cuarto
oscuro, pero candidatos a gobernador, sólo unos diez. Otros
partidos que apoyaban a un candidato a gobernador le
anexaban esa boleta a la de sus candidatos a legisladores,
lo que explica cómo la alianza del PC con el PS y sectores
del peronismo de izquierda metería dos legisladores.
b)
Se duplicó la
cantidad de votantes por mesa en Córdoba Capital. Lo
que significó horas de cola para emitir el voto, alentando
así aún más la deserción, que ya de por si fue grande
(según el fraudulento escrutinio, votó algo menos del 70%
del padrón). Esto favorecía a Schiaretti, porque disminuía
la cantidad de votantes en un distrito desfavorable.
c)
Los punteros
dirigiendo el comicio. Faltante de boletas, presidentes
de mesas que no llegan y punteros que terminan metidos ahí…
cosas a las que estamos acostumbrados.
d)
Cortes de energía en
los barrios durante toda la tarde de la elección.
e)
Las encuestas:
durante toda la campaña los medios levantaban encuestas a
favor de Schiaretti. Cuando son las 18 en punto, los boca de
urna dan ganador a Juez. Pero a las 18:01, con la gente
haciendo cola, y en algunos casos tenían como más de 30
minutos de espera, Schiaretti se proclama ganador, dando por
finalizada la elección
f)
Irregularidades en el
recuento de votos. Fue un verdadero escándalo. Más de
16 horas de escrutinio. Primero se presentó como ganador a
Schiaretti; a las dos de la mañana, cuando pasó a ganar
Juez, se cae el sistema por un tiempo prolongado. Los periodistas son desalojados
del centro de cómputos. El escrutinio termina a las 10 de
la mañana y encima falta un porcentaje ínfimo de mesas,
que no modificaría el resultado, pero que acercaría a Juez
aún más.
g)
Las diferencias entre
la cantidad de votantes a gobernador y a legislador,
siendo ambas obligatorias. Y, por ende, si hay voto en
blanco, una de las dos tiene que figurar como votante y al
mismo tiempo aparecen con votos para gobernador los únicos
dos partidos que no llevaban boleta a gobernador.
h)
Varios partidos
hablan de sus fiscales golpeados, insultados, y todo lo
que sabemos que pasa cuando las elecciones a los burgueses
no se le presentan con el escenario que esperan.
En
fin, hicieron de todo para que gane Schiaretti. Pero el
juecismo no es “santito”: avaló
gran parte de todo esto, salvo los resultados. No dijo
nada de la Ley de Lemas, y sus punteros actuaron de igual
manera que los otros.
El fraude salpica al gobierno de K en plena campaña
presidencial
Sin
ningún lugar a dudas, el gobierno K no ha sido ajeno a este
problema. Puso sus huevos en las dos canastas... pero le
salió mal. Coqueteó tanto con Schiaretti como con Juez, pero ahora tiene
varios problemas.
La crisis institucional en la provincia generó que se ponga en discusión
la gobernabilidad en
una de las provincias más importantes (tercer distrito
electoral del país).
Bajo ninguna circunstancia el gobierno de Schiaretti, en
caso de que le den por ganada la elección y que el
kirchnerismo le dé una soga (lo que ya está ocurriendo), será un gobierno legitimado.
Por
otro lado, el fraude ha tenido un grave impacto
nacional sobre el gobierno K. El propio Luis Juez salió
a prender el ventilador quejándose de que Cristina K
“habla de calidad institucional en forma ideal, mientras a
esa institucionalidad se la están llevando puesta en Córdoba”. Fraude en el que no sólo
estaría involucrado el Ejecutivo provincial y la justicia
cordobesa, sino también el
correo oficial, en manos de la administración K y
dirigido por Di Cola, que se había precandidateado a
gobernador.
Todo
esto muestra los limites del operativo de relegitimación
institucional K, uno de los terrenos en el que peor le ha
ido Kirchner. Es que, en el fondo, su conservadora opción
(aun siendo lo que es, un
gobierno patronal tradicional) fue por los aparatos:
tanto sindicales como el del PJ. El operativo fue maquillado
por el “apoyo” a varios candidatos a la vez; maniobra
que le ha hecho ruidosa crisis en Córdoba, amén de
derrotas electorales en provincias de importancia como Santa
Fe. Para no hablar de la aberración
de que Jorge Julio López cumpla un año como desaparecido y
de cómo se ha venido incrementando el accionar represivo
gubernamental.
Todo
esto significa que en un sentido la crisis institucional
expresada en el 2001 sigue
ahí, agazapada, y en determinado momento podría volver
a estallar. Con
una Córdoba sumida en un interminable recuento de votos;
con la probabilidad de un gobierno provincial sin ninguna
legitimidad; con empresarios preocupados… Todos
ingredientes de un escenario no muy favorable para los
Kirchner a dos meses de unas elecciones presidenciales a las
que Cristina K llega con el mensaje de avanzar en la
“normalización ” de las instituciones...
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