Hacia
las elecciones del 28 de octubre
Candidatos
de los trabajadores contra el “acuerdo social” tramposo
A
partir de esta edición y hasta las elecciones, además de
ir presentando en la contratapa de nuestra publicación los
candidatos del nuevo MAS en el Frente de Izquierda y de los
Trabajadores por el Socialismo (FITS), en este espacio se
desarrollarán algunos de los respectivos ejes de intervención
de las compañeras y compañeros.
El
“acuerdo social” es enemigo de los trabajadores
Los
últimos meses del gobierno de Kirchner se están haciendo
cada vez más difíciles de aguantar. El ya insuficiente
aumento salarial acordado por la burocracia en abril-mayo ya
fue devorado hace rato por la inflación,
que en los artículos de primera necesidad está por las
nubes, digan lo que digan los números del INDEK. El transporte
en todas sus variantes está al borde del colapso. Las
concesionarias piden a gritos que les concedan tarifazos.
A todo esto, pasado el pico de la crisis
energética del invierno, ya se viene la del verano.
Por
su parte, los empresarios y los acreedores de la deuda
piden que el gobierno gaste menos y pague más, cosa que
tanto Kirchner como Cristina ya han asegurado que harán
después de octubre. Eso significa, en criollo, ajustar las
cuentas del Estado para garantizar el superávit fiscal, que Cristina ya prometió que será más alto que
antes. Las grandes decisiones políticas están
“suspendidas”: todo lo importante, pareciera, se va a
hacer después de octubre. ¿Pero cómo piensan los Kirchner
arreglar todo esto? La respuesta “mágica” es acuerdo social.
Cataratas
de pavadas se han dicho sobre el acuerdo social: “la unidad de los argentinos”,
“tiremos todos juntos”, “ponernos de acuerdo en los
temas de Estado”, “hacer como en España” (o como en
Irlanda, o como en...), “definir políticas a largo
plazo”... Todo muy lindo. Pero es puro
verso.
La
verdad sobre el “acuerdo social” es muy sencilla. Se
trata de resolver quién va a pagar los platos rotos. Los empresarios reclaman más ganancias para decidir más
inversiones. Los pagos de la deuda se van a hacer más
importantes. El superávit del Estado no alcanza para todo.
La inflación sigue creciendo. ¿Y entonces?
Entonces,
que paguen los
trabajadores. ¿De qué manera? Simple: los salarios
crecerán menos que la inflación, y la rentabilidad del
capital será mayor. ¿Cómo se arregla eso? Todo legal: se
reúnen las patronales, el gobierno y los burócratas de la
CGT y la CTA. Arreglan un aumento
de salarios, eso sí, atado
a condiciones de trabajo a medida de los empresarios. La
inflación se lo come mucho antes de que llegue el nuevo
aumento, pero una vez firmado, alpiste. Porque el “acuerdo nacional” exigirá
de los trabajadores el compromiso de no
protestar. Una vez retirado el aumento de la ventanilla
del acuerdo social, no se admitirán reclamos.
¿Le
suena conocido? No es de extrañar: es
lo que pasó este año. Y es lo que Cristina, los
empresarios y los burócratas sindicales quieren que pase el
año que viene y todos los años, sólo que con bombos y
platillos, lágrimas de cocodrilo por “la unidad
nacional” y discursos sobre el “esfuerzo patriótico”.
Es
este despojo del
bolsillo de los trabajadores lo que nos quieren vender
como “acuerdo nacional”. No hace falta decir que todos
los partidos y candidatos del régimen (Carrió, Lavagna, López Murphy,
Sobisch, Rodríguez Saá...) están completamente
a favor de esto,
que es la definición
política más importante, aunque critiquen al
oficialismo por otros temas. Ninguno de ellos tiene nada
que ver con los trabajadores ni con sus luchas, sus
intereses, sus problemas y su vida. Viven
en otro mundo.
Cristina
gobernará para los ricos
Eso
vale en primer lugar para la candidata oficialista Cristina
Fernández de Kirchner, que está haciendo una
campaña electoral insólita: mientras los trabajadores
y los sectores populares la miran por TV, ella se muestra en
cuanto alto foro empresario nacional o internacional puede.
No pasa día sin que le dé garantías
a los poderosos de que no tienen nada que temer de su
gobierno. Y, no casualmente, por ahora jamás se dirigió a
los sectores populares, ni siquiera para hacer promesas
demagógicas.
Así,
a los dueños de la Argentina reunidos en IDEA les aseguró
que “no es pecado ganar dinero” (aunque sea con el sudor
de la frente… de otros) y que pueden invertir tranquilos,
que van a seguir, como hasta ahora, llevándose jugosas
ganancias. En Alemania juró que su futuro gobierno tendrá
toda la “vocación de pagar” una deuda que, lejos de
haber desaparecido del horizonte, se volverá una carga cada
vez más pesada. Ya está en curso una negociación con el
FMI que le permita a los Kirchner jugar el juego que más
les gusta: cumplir con los poderosos pero cacarear
“independencia” y “soberanía”.
Cristina
ya lo había adelantado antes de oficializar su candidatura:
llegó la hora de la “normalización” para que los capitalistas
aumenten sus inversiones. Con sus vestidos de Dior y sus
tacos altos, eso es lo que promete en cada encuentro con los
empresarios.
Ni
hablar del candidato oficialista a gobernador bonaerense, Daniel
Scioli, quien además de ser un saltimbanqui
ideológico (fue menemista, duhaldista y kirchnerista,
siempre en los momentos oportunos) es un perfecto
representante de los políticos salidos de la farándula
para aprovechar su popularidad al servicio de los ricos.
¿Qué
lugar tienen los trabajadores y los sectores populares en
este esquema?
Uno solo: el de carne
de explotación para que los dividendos de los
accionistas suban y se cumpla el pronóstico de Cristina de
que “Argentina va a seguir siendo un
gran lugar para hacer negocios”. Los que no harán
ningún negocio con Cristina presidenta serán los
trabajadores. ¡No hay que dejarse engañar!
Un
anuncio de lo que se viene: Gendarmería y persecuciones
para los que luchan
Justamente,
si hay algo que en estos años ha perturbado el “clima de
negocios” en la Argentina han sido las duras
peleas de los trabajadores, que se resisten a aceptar la
continuidad de las relaciones laborales heredadas de la década
de Menem. La relativa novedad es que, de la mano del
discurso de la “normalización” y la
“institucionalización”, ya está en marcha un plan de poner
en caja a las luchas de los trabajadores, si es
necesario recurriendo a la represión, la persecución
judicial y otros mecanismos nada “progres”.
La
propia Cristina lo anticipó: “el
2008 va a ser un año de conflictividad social”. Y
sabe muy bien por qué lo dice. Como ya señalamos, entre la
inflación que va a seguir al galope, el ajuste de las
cuentas fiscales y el torniquete salarial en las paritarias
(con la ayuda de los traidores de la CGT y la CTA), es
seguro que las luchas salariales duras de los últimos años
van a continuar.
Y
la actitud que tomará el futuro gobierno ya se deja ver
hoy. Kirchner mandó la Gendarmería a Santa Cruz contra los docentes y al Hospital Francés
contra los trabajadores que defienden la fuente de trabajo y
la salud de los pacientes. Antes había mandado la patota
al Francés para golpear a los luchadores. El Hospital de Clínicas
y el INDEC fueron militarizados
por el gobierno. A los trabajadores del subte les mandaron,
en sucesivas luchas, a la Guardia de Infantería y a la
Federal. El Ministerio de Trabajo actúa en total
complicidad con Metrovías (que recibe subsidios
multimillonarios para no invertir nada y que se viaje cada día
peor y con más riesgo) abriendo
causas contra los delegados elegidos democráticamente
por la mayoría de los trabajadores. ¿Por qué? Porque
denuncian falta de mantenimiento e inseguridad en el
transporte. Los directivos y técnicos del INDEC que se
negaron a avalar las manipulaciones de índices repudiados
por el país entero son desplazados
y perseguidos. ¿El motivo? Se atrevieron a declarar en
sede judicial contra las truchadas del gobierno.
El
criterio es demasiado evidente: Néstor (ahora) y Cristina
(después) buscarán abrochar la “paz social” con los capitalistas explotadores y con
burócratas que viven de cualquier cosa menos de un sueldo.
¿A beneficio de quién? De los empresarios. ¿A costa de
quién? De los trabajadores. ¿Y si alguien quiere
protestar, por encima de y contra los burócratas que firmarán
paritarias de miseria? Cristina, con el consenso de todos
los partidos del régimen, responderá con gendarmes,
palos, persecución sindical, política y judicial.
¿Qué
hay que hacer, entonces, en estas elecciones? Fortalecer
la única opción clasista, unitaria y de los trabajadores
que denuncia esta política y que llama a la clase
trabajadora y a los sectores populares a enfrentarla.
Votá
trabajadores y luchadores
Las
elecciones no son, como nos dicen los medios, el momento en
que “el pueblo decide los destinos del país”. Esta
“democracia” está armada de manera tal que muchas de
las decisiones más importantes ya
están tomadas por los que verdaderamente
mandan, los grandes capitalistas, a los que nadie elige pero
a cuyos intereses responden todos los partidos del régimen.
Pero a pesar de que ellos llevan las de ganar, es muy
importante que los sectores políticos y sociales que se
oponen a que la
Argentina sea el paraíso
para capitalistas que promete Cristina y el resto de los
partidos y candidatos patronales se hagan sentir en las
urnas.
En
ese sentido, en estas elecciones el nuevo
MAS puede decir con orgullo que ha batallado por poner
en pie una herramienta socialista, unitaria y clasista, que
se ha cristalizado en el Frente de Izquierda y de los Trabajadores por el Socialismo (FITS),
integrado por nuestro partido, el PTS e Izquierda
Socialista.
Y
también con orgullo podemos afirmar que estas listas tienen
candidatos que representan cabalmente el carácter del
frente, porque están encabezadas
por lo mejor que han dado las luchas obreras y populares
de los últimos años. No
son figuras mediáticas vacías, ni doctores, ni
charlatanes, ni “garcas” a sueldo: son trabajadores y
luchadores, algunos de toda la vida, como los compañeros
de la fórmula presidencial José
Montes-Héctor Heberling; otros de las jóvenes
generaciones de luchadores, como Daniel
Rodríguez, trabajador y activista del Hospital Francés
en defensa de la fuente de trabajo contra la Gendarmería y
la patota K; otros, figuras ya legendarias del movimiento
obrero en sus provincias, como Alcides
Christiansen, candidato a intendente de Neuquén y compañero
de militancia de toda la vida de Carlos Fuentealba.
Las
listas del FITS están rebosantes de compañeros que no
salen en la tele, pero que son queridos, respetados y
votados en sus lugares de trabajo; porque se han jugado
en las luchas, porque han enfrentado a las patronales y a la
represión estatal; porque no se vendieron por un cargo o
por una prebenda; porque tienen la honestidad del trabajador
que sale a pelearla para mantener a su familia con su
sueldo. Y junto con ellos, están los luchadores más
consecuentes del movimiento
estudiantil, de los movimientos de desocupados
independientes del gobierno, de las luchas democráticas y de género, de la intelectualidad.
Cuando
el futuro gobierno pretenda hacerles pagar la fiesta de los
empresarios a los trabajadores; cuando recurra a la represión
contra los que denuncian la trampa del “acuerdo”
gobierno-patronal-burocracia, son
estos compañeros los que estarán a la cabeza de la reacción
de la clase trabajadora. Por eso no tienen nada
que ver con los arribistas y los chantas que inundan las
listas de los partidos patronales. Por
eso son valiosos. Por eso hay que votarlos el 28 de octubre.
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