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Elecciones en la UTPBA
Todo un gremio por reorganizar
Cuando la directiva de la UTPBA proscribió nuestra lista,
no entendimos bien por qué. La Naranja-Violeta (lista de la
izquierda, PO-MAS) iba a sacar pocos votos, porque, aunque
ha habido conflictos en algunas empresas, no podemos decir
que el gremio esté en lucha, que es cuando los trabajadores
suelen elegir a la izquierda. En su mayoría los
trabajadores no están afiliados, y la mayoría de los
afiliados son colaboradores de pequeños medios
alternativos, terreno absoluto del oficialismo, a los que
nuestras agrupaciones, que se construyen en los medios más
grandes, no llegan. Al proscribirnos, el oficialismo se
echaba tierra encima, como comprobamos durante estos pocos días
de pelea electoral.
En medio de la pelea contra la proscripción, la patota
camañista comete un acto que, además de revelar su carácter
antiobrero sin retorno, es el colmo de la desubicación política:
la golpiza a Tomás Eliaschev. En ese momento, nos
inclinamos por la siguiente hipótesis: a estos tipos les
patina la correa.
El resultado de las elecciones, y su mismo desarrollo,
echaron luz sobre la conducta en principio inexplicable de
la dirigencia gremial. Los resultados que se ven en el
cuadro adjunto demuestran que esta directiva sabía a lo que
se enfrentaba: un largo, profundo y hasta hoy silencioso (y
silenciado) repudio de los trabajadores, que podía
encontrar un canal de expresión en una elección en la que,
por primera vez en 10 años, hay una oposición. Y esto es
lo que ocurrió, más allá incluso de nuestras
expectativas.
Qué significan los
votos a la Naranja-Violeta
La victoria de nuestra lista en las empresas donde tenemos
delegados fue aplastante. Sobre todo en Crónica,
donde además los
delegados que son miembros del MAS se ocupan de afiliar al
sindicato a todo el mundo, no sólo a nuestros simpatizantes.
El resultado de la votación en este diario expresa la
unidad que se logró a partir de la durísima lucha que
libraron los trabajadores en defensa del convenio y de sus
puestos de trabajo, lucha que fue dirigida por la comisión
interna mientras la UTPBA balconeaba desde la esquina.
Pero a estos números hay que sumarles otros: ganamos o
sacamos votos en empresas donde nadie nos conoce, y hasta
nos han votado colaboradores y jubilados.
Esto significa que, en cuanto apareció una oposición,
muchos trabajadores la votaron por rechazo a la conducción
actual. Es notable lo que sucedió en Página
12, bunker indiscutido de la Celeste y Blanca. Los 12
votos de la Naranja-Violeta más los 16 en blanco, reflejan
la abrupta ruptura de los trabajadores con la actual
conducción, a causa de la agresión contra Tomás.
Qué significan la
desafiliación y la abstención
Al recuento de votos hay que agregarle otro dato, quizá más
significativo que aquél: en Clarín,
que tiene 1.200 trabajadores de prensa, hay un padrón de
apenas 130 afiliados, de los cuales votaron solamente
36 (treinta y seis). En La
Nación, de cerca de 1.000 trabajadores, hay 100
afiliados y votaron 30.
En Editorial Perfil trabajan 600 y votaron 16,
que son todos los afiliados que hay.
Entre esas tres empresas ya hay tantos trabajadores como el
total de votantes en las elecciones, 3.000. Y en esas
tres empresas, sólo votaron 80. Este es el panorama general
del sector: la UTPBA es un gremio sin trabajadores. De los
7.000 afiliados que declara la conducción, en las empresas
reales hay unos pocos cientos.
Por supuesto, esto no sucede porque los trabajadores de
prensa están tan felices en su trabajo que no creen
necesaria la actividad sindical. La UTPBA no afilia porque
su actual conducción no quiere dirigir un sindicato de
trabajadores asalariados. La tarea sindical implica algunas
incomodidades, como tener que pelear contra grandes grupos
empresarios. La camarilla camañista prefiere organizar
seminarios donde “somos todos del palo”, para enseñar a
los jóvenes cómo ser un comunicador progre y
latinoamericano.
Mientras tanto, las condiciones de trabajo en los grandes
medios son cada vez más insoportables. Los pibes trabajando
como pasantes por la plata para el boleto. Viejos
periodistas con décadas de oficio bajo las órdenes de
“chicos UADE” que no saben escribir ni la lista de las
compras, pero sí saben de “compromiso con los objetivos
de la empresa”, es decir, hacer que la gente labure sin
horarios, sin extras, sin vacaciones y sin autorrespeto.
El Estatuto del Periodista, que regula la actividad
profesional y asegura la libertad de expresión, se ha
convertido en un poema medieval recitado por la conducción
de la UTPBA en los días de fiesta. El convenio que rige las
condiciones de trabajo volvió a imponerse sólo en las
pocas empresas donde los trabajadores, a solas, sin el
gremio, se decidieron a luchar por su cuenta y riesgo. Pero
en la mayoría, cada trabajador está solo frente a la
patronal, o sea, arrodillado.
Hay condiciones para
recomponer el gremio
Como vemos en el gráfico, en los grandes medios sacamos el
33% de los votos. Sin tiempo para hacer propaganda electoral
a causa de la proscripción, con pocos días para juntar
fiscales cuando la proscripción fue levantada, sin
publicidad en Canal 7 (como tuvo la Celeste y Blanca), sin
los 40 remises y taxis con que contó el oficialismo para ir
a buscar a su gente para votar, sin carnets de afiliado
nuevitos para repartir entre los fieles. En estas
condiciones, y en un gremio que lee y está al tanto de quién
es quién, ese porcentaje para una lista de izquierda es más
que mucho. Es expresión de una fuerte necesidad de que las
cosas cambien. Y no es de extrañarse, ya que en muchos
gremios se está dando una recomposición de fuerzas del
movimiento obrero. Y es muy necesaria, porque la marca del
gobierno de Cristina va a ser redoblar el ataque al salario
y liberar los precios y tarifas. Y con conducciones como la
Celeste y Blanca, vamos a derrotas mayores y peores.
Muchos compañeros que apoyaban al oficialismo porque no
había otra cosa hoy están buscando una alternativa para
organizarse y luchar. La Violeta comienza este trabajo desde
hoy, con los compañeros y delegados luchadores que
conocimos en esta campaña tan llena de sorpresas y en la
que los tiempos de debacle de la conducción paralizada se
aceleraron tanto. Desde abajo, en los lugares de laburo, en
forma clandestina donde la patronal es muy represora, iremos
con paciencia sacando conclusiones y armando una agrupación
que nos sirva como herramienta solidaria en la pelea diaria
en las empresas, y que pueda pelear el gremio en
perspectiva. Podemos hacer que la UTPBA sea la próxima
conquista del sindicalismo clasista antiK.
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