Socialismo o Barbarie, periódico, Nº 115, 29/11/07
 

 

 

 

 

 

El 20/12 todos a Plaza de Mayo

Contra el pacto social y en apoyo a las luchas

La llamada “transición” de Néstor a Cristina Kirchner, parece navegar en estos días en aguas más o menos tranquilas. Lo que caracteriza el momento es una cierta oleada de despidos. Es que desde la actual gestión, hay una intención de aligerar la carga futura de la presidenta electa, anticipando algunos elementos que seguramente marcarán la tónica de los primeros pasos del nuevo gobierno.

Junto con los aspectos de continuidad del “modelo K”, asoman señales en el sentido de redoblar la “normalización” de la Argentina en diversos planos. Claro que para eso deberá enfrentar la respuesta de los trabajadores, sector social destinado a sostener -con su esfuerzo- esa “normalización”.

El gabinete de Cristina: continuidad menos “progre” y más al centro

El anuncio del equipo de ministros de la presidenta electa muestra, sin duda, una continuidad importante. Varios de los ministros clave –Alberto Fernández, Julio de Vido y Aníbal Fernández, si bien éste va a una cartera menos importante, la de Justicia– se mantienen en el elenco. Algunos cambios son de forma: tanto Tedesco, el nuevo ministro de Educación, como Filmus, el ministro saliente, pertenecen al mismo “palo” (FLACSO, la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales).

Otras movidas son más sutiles: el cambio de Graciela Ocaña por Ginés González García en la cartera de Salud no implica una política distinta, pero el perfil de Ginés era un poco molesto para una antiabortista rabiosa como Cristina, que siempre dijo ser “peronista, no progresista”. Ocaña viene del ARI de Carrió, otra enemiga furiosa de la legalización del aborto. El movimiento de mujeres ya sabe lo que pueden esperar del nuevo gobierno en ese sentido: nada. Y el nuevo ministro de la llamada “cartera política” (Interior) es Florencio Randazzo, cuyo casi exclusivo mérito es representar el aparato bonaerense que tan buenos servicios prestó en las pasadas elecciones.

De todos modos, la designación más esperada, el ministro de Economía, vino con cierta sorpresa: Martín Lousteau, un egresado de la exclusiva Universidad de San Andrés, deja el directorio del Banco Provincia para asumir el sillón más caliente del gabinete. ¿Quién es Lousteau? Un “joven brillante” (36 años) cuyos padrinos intelectuales son dos: Alfonso Prat Gay (el que iba a ser ministro de Economía de Carrió) y Javier González Fraga (el hombre de Lavagna para ese ministerio). Irónicamente, la candidata ganadora elige para la cartera más importante a una persona formada por los candidatos derrotados...

¿Qué se puede esperar de Lousteau? Por lo pronto, los trabajadores del Banco Provincia saben que no será precisamente un enemigo de los pagos en negro y la flexibilización laboral... Y sus escasos gestos y declaraciones confirman lo que venimos sosteniendo desde estas páginas: el rumbo económico fundamental de la gestión Cristina estará signado por una determinada combinación de elementos de “continuidad” de Nestor K, al tiempo que se vuelven a hacer valer ciertas “leyes del mercado”, como el derecho de los patrones a despedir trabajadores cuando les plazca. Volveremos sobre esto.

Continuidad, porque sostendrá los pilares de la política económica kirchnerista: dólar alto, acumulación de reservas, subsidios. Reinstalación de las “leyes del mercado”, porque los criterios señalados se mantendrán, pero a la vez se darán claras señales al establishment de que la nueva presidenta tendrá una actitud más amigable con los grandes inversores; algo así como el lema de “si hay deudas, hay que pagarlas”. Por ejemplo, tanto Lousteau como Cristina han dejado claro que uno de sus primeros objetivos es cerrar un acuerdo con el Club de París; es decir, con las grandes potencias y acreedores de la Argentina. Claro que la nueva conducción del FMI es sensible a estas buenas intenciones, y es por eso que, por primera vez en su historia, estará en la asunción de un presidente argentino el titular del organismo, el recién designado Dominique Strauss-Kahn.

No se agota ahí el perfil “pro mercado”. Las invocaciones de Cristina a la sagrada rentabilidad y las reiteradas garantías que ofreció a los inversores, empezaron a tener su correlato en las designaciones de embajadores y segunda línea de los ministerios, que están plagadas de nombres de empresarios, como el actual CEO de Peugeot.

La “normalización” de Cristina quiere llegar a las relaciones laborales

Parte importante de ese regreso al “país normal” con el que soñaba Kirchner y al que Cristina se quiere acercar, es terminar con las situaciones “de emergencia” en el plano de las relaciones obrero-patronales. El primer mensaje en ese sentido fue la eliminación de la doble indemnización por despido, apoyada técnicamente en el fraudulento porcentaje de desocupación emitido por el INDEK (y rechazado por su propio personal).

El fin de este instrumento legal que el gobierno instrumentó en momentos de caída brutal de la actividad económica, la producción y el PBI fue recibido con alborozo por los empresarios, hartos de que el Estado intervenga políticamente en las relaciones que, para ellos, deberían estar regidas por el mercado. Es ese factor “distorsionador” el que Cristina apunta a empezar a retirar de la escena.

Casualidad o no, en el marco de la “transición”, empezaron a darse casos de despidos en diversos lugares  que muestran que la patronal percibe un guiño del poder político en el sentido de que habrá más “comprensión” hacia las necesidades empresarias.

Esto es, el gobierno emite señales de “normalización” y la clase capitalista interpreta esto como el comienzo del fin de la intervención política del gobierno en los conflictos “económicos”, que empezarían a encauzarse por los carriles “habituales”.

Los recientes despidos en Alcoyana, Mafissa, Pagoda, o Pirelli, por ejemplo, se inscriben en el marco de la tendencia a la “normalización” de las relaciones laborales que implica el fin de la doble indemnización, con lo que los trabajadores quedan más expuestos a las reglas de la oferta y la demanda, a los dictados del mercado laboral, ya que el Estado que antes regulaba ahora se declara “prescindente”.

Por supuesto, a esto se agregan los intentos de despido que son parte de conflictos más amplios y con connotaciones políticas desde el comienzo, como ocurre en el Casino, en el INDEC, con el compañero Segovia del subte, con la demora en el pase al PAMI de los compañeros del Francés y otros. En estos casos, el despido no tiene un origen esencialmente “económico” sino que es utilizado por la patronal como arma política directa. Y la actitud del gobierno –de Néstor y de Cristina– es la de impulsar y/o avalar este ataque directamente político contra los sectores más combativos de la vanguardia de la clase trabajadora, como denunciáramos en la edición anterior.

Todo el apoyo al Casino y los que luchan

Por un 20 de diciembre contra el Pacto Social de Cristina

En este marco, y mientras se mantiene con mucha fuerza el conflicto de los compañeros del Casino –ver nota aparte–, la tarea número uno de la izquierda y el activismo es rodear de solidaridad la lucha ejemplar de esos aguerridos jóvenes que enfrentan a la patronal, al gobierno y a la burocracia sindical para que salga triunfal evitando que sea quebrada.

Esa misma tarea es la que hay que llevar a cabo con cada lucha, con cada conflicto. Porque en esta “transición” política, es muy importante que empiece a quedar sentado que la “normalización” capitalista que intentará el nuevo gobierno de Cristina (de la mano de la burocracia y con la “autoridad” del Pacto Social), va a encontrar la resistencia de los trabajadores.

Es precisamente bajo estas banderas que, a criterio del nuevo MAS, debe realizarse el acto del 20 de diciembre en Plaza de Mayo en conmemoración del Argentinazo. La concentración de este 20 de diciembre, sólo diez días después de asumida la nueva presidenta, debe levantar bien alto el rechazo al Pacto Social y a quienes lo integran, el apoyo incondicional al Casino y a todos los que luchan y el rechazo a cualquier intento patronal de meter miedo en la clase trabajadora con nuevos despidos. En esa batalla política comprometemos nuestros mayores esfuerzos.