Socialismo o Barbarie, periódico, Nº 115, 29/11/07
 

 

 

 

 

 

Francia

El papel y las responsabilidades del trotskismo

La traición abierta del PS y la deserción vergonzosa del PCF agravaron la crisis de la clase obrera y los estudiantes con esas organizaciones a las que décadas atrás consideraban como sus partidos... y que aún muchos vienen votando como “mal menor” contra la derecha.

La crisis de esta “izquierda” del régimen, en medio de grandes luchas obreras y estudiantiles, ha creado un relativo vacío político en el cual ha quedado resaltada lo que aquí llaman “extrema izquierda”, que es ante todo el trotskismo y, en primer lugar, la LCR (Liga Comunista Revolucionaria).

Durante las últimas semanas, Olivier Besancenot (ex candidato presidencial de la LCR) pasó a figurar en la primera fila del escenario político, mientras los dirigentes “socialistas” y “comunistas” no sabían dónde esconderse. A tal punto que un diputado de la derecha declaró en el diario “Liberation” que hoy “entre Sarkozy y Besancenot no hay nada”. Por supuesto, se trata de una exageración, pero que refleja una realidad política.

Y no se trata sólo ni principalmente de un fenómeno “mediático”. El trotskismo en general y la LCR en particular tienen presencia en esa vanguardia obrera y estudiantil que fue el factor decisivo para que el movimiento comenzara a desbordar los cauces trazados por los burócratas. Esto se percibe también en las manifestaciones, donde se destacan las columnas de la Juventud Comunista Revolucionaria (de la LCR).

Asimismo, la LCR y las demás corrientes trotskistas se distinguieron netamente del resto de organizaciones políticas de “izquierda”, porque apoyaron con todo, activamente, las huelgas y movilizaciones de los trabajadores y los estudiantes... mientras el PS, el PCF y los Verdes se oponían o se cruzaban de brazos...

Sin embargo, hay luces y sombras. Al mismo tiempo, fue un desastre la política con que intervinieron en el movimiento, tanto la LCR y Lutte Ouvrière (el otro partido trotskista que le sigue en importancia).

Esta política puede resumirse así: no advirtieron jamás a la vanguardia sobre la traición que, desde el primer momento, llevaban adelante las cúpulas sindicales burocráticas.

Podemos leer hasta la última coma de “Rouge” o de “Lutte Ouvrière”, como también de los panfletos de la LCR o LO, y las declaraciones de Besancenot o Arlette Laguillier, sin encontrar nunca una palabra de alerta sobre la puñalada por la espalda que la burocracia preparaba descaradamente.

El 20 de noviembre, los trabajadores, al grito de “¡traidor!”, expulsaron de la manifestación a uno de los más importantes burócratas de la CGT. Es lamentable que mientras los obreros en lucha hacían eso, los principales dirigentes del trotskismo se callaran la boca durante todo el movimiento, acerca del papel que ya estaban jugando esos entregadores.

Cuando en octubre comenzaron las primeras luchas, advertimos que “bajo distintas formas, tanto la LCR como LO creen que el necesario frente único obrero contra Sarko, lo van a lograr, a nivel sindical, implorando a la burocracia que una a los trabajadores para luchar, sin hacerle críticas ni denuncias; y, a nivel político, haciendo exorcismos sobre el cadáver hediondo del Partido Comunista Francés, para que resucite y además se vuelva luchador y anticapitalista.

Lamentablemente, los dirigentes de la LCR y LO desechan la principal experiencia de más de una década de lucha del proletariado francés: desde las grandes huelgas de 1995 hasta el movimiento de los estudiantes–trabajadores del 2006, ninguna gran movilización victoriosa se desarrolló por obra y gracia de la podrida burocracia, sino contra ella, desbordándola y generando organismos, acciones y direcciones independientes.” [1]

Esperamos que tanto la nueva vanguardia obrera y estudiantil, como los militantes trotskistas que tienen un lugar importante en ella, hagan un balance adecuado de esta extraordinaria lucha, con sus aciertos y errores.


Nota:

1.- Citado en artículo principal, Flor Beltrán, “Primera respuesta...”