Declaración de la Corriente internacional Socialismo o Barbarie y del PST
de Costa Rica ante el triunfo del “NO” en Venezuela
¿Por qué perdió Chávez?
El triunfo del NO en Venezuela es
uno de los temas más candentes y que más se debaten en la
izquierda revolucionria a nivel regional e inclusive
mundial. Presentamos esta declaración que es parte del
relacionamiento con
los compañeros costarricenses y que muestra el grado de
acuerdos alcanzados ante uno de los hechos que más polémica
ha desatado entre los luchadores
A altas horas de la noche del
domingo 3, Chávez reconoció su derrota
en el Referéndum Constitucional. La noticia está
siendo comentada con
sorpresa no sólo entre los medios de comunicación
nacionales e internacionales, sino también entre amplios
sectores populares.
En contra de todas las
expectativas, inclusive del imperialismo, Chávez perdió
por primera vez una de las doce elecciones en las que ha
corrido. Esto es un verdadero terremoto político.
Se ha abierto, por eso, un
gran debate sobre el futuro del proceso político de
Venezuela. Esta discusión se extiende hoy en todo el
espectro político, tanto de la burguesía y la derecha,
como de las corrientes
izquierda, sean reformistas o socialistas
revolucionarias.
En el campo de las corrientes que
nos reclamamos de la clase trabajadora y el socialismo,
llevar adelante profunda y seriamente este debate es
una importancia trascendental.
Sin embargo, la primera derrota
electoral de Chávez desde que fue electo como presidente
(en el año 1998), no
debería sorprender tanto. Desde hace semanas y semanas
se venía comentando que la propuesta de reforma
constitucional no solo era rechazada por los “escuálidos”
(es decir, la recalcitrante oposición de derecha, burguesa
y pro–yanqui), sino que –por razones muy distintas–
tampoco lograba los “fervores” habituales entre
amplios sectores populares y de trabajadores que venían
apoyando desde hace una década a Chávez.
El aumento de la abstención
Perdió, precisamente por ese
cambio en los sentimientos de buena parte de su base social
popular y de trabajadores.
Lo que inclinó la balanza electoral hacia el triunfo del NO, no fue el
aumento de los votos de la oposición de derecha, sino los tres millones de votos que Chávez perdió en relación a la
elección presidencial del año pasado.
En efecto, el NO auspiciado por
la derecha escuálida obtuvo unos 4.300.000
votos, que es prácticamente
lo mismo que logró el año pasado su candidato
presidencial, Manuel Rosales. ¡La derecha casi no aumentó
un solo voto!
En cambio, Chávez, después de
lograr 7.300.000 votos el año pasado, bajó en este referéndum
a 4.300.000. ¿Adónde fueron esos tres millones de votos de
trabajadores y sectores populares que siempre habían
apoyado a Chávez? A la abstención
(y un pequeño porcentaje al voto nulo).
En síntesis: tres millones de
electores que el 2 de diciembre del 2006 habían votado por
Chávez, el día de ayer prefirieron
quedarse en sus casas. Lo que inclinó la balanza
electoral, fue esa
enorme abstención entre amplísimos sectores populares
que llegó a más del 40%.
¿Por qué sucedió esto?
A lo largo de los últimos meses,
se fueron potenciando varios hechos que llevaron a este
resultado. Por un lado, fue creciendo una polarización
desde la derecha, que en los últimos tiempos pudo
aprovechar la movilización opositora de sectores
estudiantiles de la Universidad Central de Venezuela.
Sin embargo, junto a estos
hechos, muy inflados con bombos y platillos por los medios
imperialistas, se desarrollaba un proceso menos ruidoso pero
más profundo e importante: una creciente
disconformidad, malestar y apatía entre las bases mismas
del “chavismo”, especialmente en la clase
trabajadora.
Chávez llegó al gobierno en
medio de una catástrofe social de hambre y desempleo,
producto combinado de años de neoliberalismo, precios
miserables del petróleo y de descontrolado saqueo burgués
e imperialista.
Chávez hizo frente a esa situación
con un asistencialismo a gran escala –inmensos planes de
asistencia social, llamados “misiones”–. La suba
fenomenal de los precios de petróleo (de casi diez veces en
estos años) le permitió sostener esto.
Pero, al mismo tiempo, pese a
toda la verborrea acerca del “socialismo del siglo XXI”,
el régimen de Chávez no
ha llevado adelante ningún cambio estructural, de fondo de
la economía y la sociedad venezolanas. Sigue en pié la
“Venezuela saudita” de siempre, que vive casi
exclusivamente de la renta petrolera, con una miserable
lumpen–burguesía que se sigue llenando los bolsillos, y
que tiene que importar la mayor parte de los artículos de
consumo. Así, no se han desarrollado sectores productivos
que permitan solucionar el problema social Nº 1: el
abrumador desempleo, subempleo y precarización del trabajo.
Es que, para lograr esto, habría que pasar de los discursos
sobre el “socialismo del siglo XXI” al ataque real
de la propiedad privada capitalista... que Chávez jamás pretendió cuestionar.
Durante todo un período, el
asistencialismo a gran escala pudo satisfacer a muchos,
especialmente a los sectores más pobres. Pero después de años
y años, esos paliativos empiezan a ser insuficientes porque
al mismo tiempo, visiblemente, no se solucionan los problemas fundamentales, comenzando por el
desempleo, y siguiendo por el trabajo precario, los salarios
de hambre, la esclavitud laboral, la vivienda miserable, la
desintegración social que implica una masa de población
transformada en buhoneros (vendedores callejeros), para no
hablar del fenómeno masivo de la delincuencia que afecta
especialmente a la juventud, en gran parte sin trabajo... y
sin la menor esperanza de conseguirlo.
Por supuesto, Chávez no
creó esta situación, pero tampoco
la soluciona porque no
hace ninguna transformación estructural de fondo, que
sería necesariamente anticapitalista...
y que simultáneamente también cuestionaría las bases
mismas del Estado venezolano... que sigue siendo burgués
aunque lo pinten de rojo “rojito”...
Dicho de otro modo: millones que
creyeron en Chávez y lo apoyaron, han
comenzado a chocar con los límites del asistencialismo,
que puede ser un “calmante” temporal pero no una cura
definitiva a esos gravísimos problemas sociales.
A eso se fueron añadiendo otras
cuestiones no menores, que han ido contribuyendo al malestar
y la apatía en las bases chavistas. Mencionemos dos de
ellos: los reiterados ataques a los sectores del movimiento obrero que no se someten
incondicionalmente a los dictados del gobierno y la
desmoralización que produce la
visible y generalizada corrupción.
Durante este año se
multiplicaron las agresiones del gobierno a todo un sector
de dirigentes y activistas obreros que
estuvieron a la cabeza de la defensa de Chávez cuando
el golpe de abril de 2002 y luego durante el paro patronal
de diciembre. Explícitamente, Chávez se ha pronunciado contra
la autonomía de los sindicatos frente al estado.
Pretende estatizarlos
por completo. Esto lo ha llevado a chocar con un amplio
sector de activistas obreros, que hasta hace poco eran sus más incondicionales y fervorosos partidarios. Ellos fueron los
que liquidaron a la vieja burocracia sindical venezolana e
intentaron construir una nueva central clasista –la UNT
(Unión Nacional de Trabajadores)–. El veto y sobre todo
las agresiones del gobierno a este movimiento, le enajenaron
a Chávez el apoyo de sectores fundamentales de la
vanguardia obrera.
Aunque esta orientación
antiobrera no llega directamente a las grandes masas
populares, indirectamente ha privado al gobierno del
anterior sostén de una vanguardia obrera muy combativa,
cuya actividad era un fuerte “multiplicador” de la
influencia de Chávez y de la posibilidad de movilizar
sectores de base muchos más amplios.
Asimismo, la corrupción –que
fue la enfermedad inevitable
de todos los regímenes nacional–populistas del siglo
XX– está afectando fuertemente al chavismo. Además del
enriquecimiento notorio de los llamados “boliburgueses”,
se ha estructurado todo un sistema
clientelista y prebendario. Y esto –insistimos– es
también imposible de solucionar en los marcos del
capitalismo, de un sistema social que hace de la acumulación
individual, la ley Nº 1, y que el
chavismo alienta con su concepción de los supuestos
empresarios “socialistas” (que explotan a los
trabajadores y saquean al estado–petrolero, igual que sus
pares “de derecha”).
Esto no puede menos que chocar a
millones de seguidores de Chávez, que ven que sus problemas
sociales fundamentales –empleo, salario, vivienda– siguen
sin solución, mientras los “boliburgueses” y demás
capitalistas se
siguen enriqueciendo a dos manos.
Todo esto se resume en la ausencia
de cambios de fondo, estructurales –cambios que
necesitarían, sí o sí, afectar las bases sociales del
capitalismo venezolano–. En este Referéndum, sus
consecuencias han retornado como un “boomerang” sobre el
propio Chávez, expresadas bajo la forma de apatía
y desmoralización de amplios sectores populares.
La ausencia de debate democrático
Pero esto no es todo. Hubo un agravante:
Chávez trató de impulsar una amplia reforma constitucional
sin realizar la
correspondiente Asamblea Constituyente.
La Asamblea Constituyente es una
institución democrática elemental de la propia democracia
burguesa. Aunque Chávez ha hablado mucho de “democracia
participativa”, pretendió imponer una nueva Constitución
sin siquiera ese mínimo y limitado debate y mecanismo
democrático–burgués. [1]
Así, le sirvió en bandeja un
argumento fuertísimo a la hipócrita oposición
burguesa y pro–yanqui. Estos canallas, que en abril del
2002 impulsaron un golpe militar sangriento y en diciembre
del mismo año un paro petrolero y patronal que amenazó con
matar de hambre a las masas venezolanas, pudieron ahora
presentarse como los campeones
de la democracia.
Pero lo peor de todo es la ausencia
de genuinas instancias de debate democrático entre los trabajadores y
las masas populares. Chávez apela siempre al ultimátum de
plebiscitarlo, sin
abrir debate alguno en las filas de los explotados y
oprimidos. Siempre los pone frente al “Sí o No”,
frente al apoyo incondicional.
Pero ahora este mecanismo de
chantaje también resultó ser un boomerang. El rechazo al
ultimátum del “Sí o No” se expresó en la masiva
abstención del domingo pasado.
En estas condiciones, desde la
corriente internacional Socialismo o Barbarie, creemos que
sentamos una posición correcta con nuestro llamado táctico
a la abstención
en el Referéndum del 2 de diciembre. [2] De alguna manera,
además, esta posición supo detectar ese desplazamiento
profundo que se estaba produciendo en las masas obreras
y populares venezolanas.
Los que desde la izquierda
“revolucionaria” llamaron al Sí, escribieron un nuevo y
vergonzoso capítulo de su seguidismo
y sometimiento incondicional a esta nueva versión de capitalismo de
estado del siglo XXI. Ahora también son copartícipes
de la responsabilidad por su derrota.
Y los que llamaron al No desde la
izquierda –como hizo el PSTU–LIT–, tienen el triste y ridículo privilegio de quedar “pegados” a la
recalcitrante oposición burguesa “escuálida”.
Chávez como organizador de derrotas
Está claro que las consecuencias
entre las masas obreras y populares de Venezuela, y de América
Latina muy probablemente no
dejarán de ser graves. Podría abrirse una coyuntura
(no sabemos bien con qué alcances) donde el imperialismo
intentará sacar
ventaja de este revés político sufrido por Chávez. Y
debemos estar listos
para enfrentar esto.
Pero, para hacerle frente, lo
primero es que los luchadores antiimperialistas, obreros y
socialistas tengamos absoluta
claridad de que es el propio Chávez quien tiene
la entera responsabilidad de lo que ha sucedido.
Una y mil veces en América
Latina hemos visto cómo este tipo de direcciones y
gobiernos se transforman en organizadores
de grandes y/o pequeñas derrotas. Desde el peronismo de
Argentina hasta el MNR de Bolivia, desde el Partido de la
Revolución Mexicana de Cárdenas (luego PRI) hasta los
“militares nacionalistas” de Perú, ésta ha sido la
historia de todos los “movimientos nacionales” durante
el siglo XX.
Habrá que ver cómo evolucionan
los hechos en los próximos días. Pero de lo que podemos
estar seguros, es de señalarles al imperialismo, a sus políticos
a sueldo y a sus medios de comunicación que no
se adelanten tanto a “festejar”.
En Venezuela se ha perdido un
Referéndum que no
tenía apoyo popular. Pero será otro cantar si se
envalentonan para dar nuevos zarpazos golpistas o tratar de
imponer medidas antipopulares. Las masas que no apoyaron al
incondicional “Sí” chavista, tampoco
votaron por el “No” de los escuálidos.
Además, si hay una consecuencia
positiva de la derrota chavista, ésta es que –casi
inexorablemente– abre
el debate en las filas de los explotados y oprimidos
“bolivarianos”, lo mismo que podría ayudar a relanzar la lucha por la autonomía de la UNT y por
la puesta en pie de
un partido o movimiento independiente de los trabajadores,
alternativo al proyecto estatista–burgués del PSUV.
Sean cuales fueren las formas
que pueda tomar esto, se trata de la
cuestión clave para el futuro del proceso
revolucionario en Venezuela: superar los limites del
nacionalismo burgués chavista, poniendo en pie un movimiento
o instrumento político
de los trabajadores, independiente del PSUV, el gobierno
y del estado. En última instancia, todo depende de la
capacidad y la conciencia que tenga la importante vanguardia
obrera venezolana, para constituirse,
más allá de las luchas puntuales, como una alternativa
política a la izquierda de Chavéz y su gobierno.
Las mismas reflexiones valen para
toda América Latina. Está en curso un ciclo político
originado en las grandes luchas y rebeliones que marcaron el
inicio del siglo XXI. Y esto sigue
vivo, a pesar de que continúa siendo dirigido por
conducciones nacionalistas
burguesas o frentepopulistas (como el mismo Chávez o Evo Morales en Bolivia), y
de que la mayoría de las veces no tienen aún alternativas
a su izquierda, sino que es enfrentado desde la derecha
burguesa proyanqui.
Sin embargo, este proceso político
continental no deja por eso de seguir lleno de vitalidad...
y podría ponerse al “rojo vivo” ante cualquier evento, como podría ser próximamente en Bolivia en torno a la querella por la
reforma constitucional.
En todo caso, frente a estos
graves problemas y contradicciones, es más que nunca
decisivo que, desde la izquierda revolucionaria, levantemos
las banderas del auténtico socialismo.
El socialismo que no cree que el capitalismo pueda ser
“reformado” y / o “humanizado” y que apuesta a la
clase obrera como el sujeto central de la transformación de
la sociedad.
04/12/07, Corriente internacional Socialismo o Barbarie
Partido Socialista de las y los Trabajadores (PST) de Costa Rica
Notas:
1.– Los mecanismos de plebiscito
o referéndum son mecanismos profundamente
bonapartistas y antidemocráticos. Por eso los
socialistas revolucionarios, desde
Marx, siempre los habíamos denunciado
y rechazado. Es por eso un escándalo
que hoy, especialmente en América Latina, haya marxistas
–como Marta Harnecker, algunas corrientes del PSOL de
Brasil, “Marea Socialista” de Venezuela y otras– que
revindiquen como democráticos esos dispositivos
autoritarios y bonapartistas, donde el “pueblo
(supuestamente) soberano” no
puede en verdad debatir ni decidir realmente nada. Es
colocado frente al ultimátum de votar por Sí o por No, a
preguntas amañadas que se le formulan desde arriba.
La experiencia dice que en el 99%
de los casos, los
mecanismos plebiscitarios se vuelven contra los trabajadores
y el pueblo. Así, poco antes de esta votación en
Venezuela, tuvimos otro desastre: el caso del referéndum
sobre el TLC en Costa Rica, que sirvió al imperialismo
y la burguesía para infligir una grave derrota al gran
movimiento de masas contra el Tratado de Libre de Comercio
con EEUU.
2.– Nos parece que el llamado a
votar nulo también era tácticamente correcto.
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