Socialismo o Barbarie, periódico, Nº 118, 24/01/08
 

 

 

 

 

 

Colombia

Que las FARC y el ELN sean reconocidos como beligerantes

Después de lograr la liberación de Clara Rojas y Consuelo González –que apareció ante el mundo como un gran éxito personal– Chávez lanzó la propuesta de reconocer a las FARC y al ELN como una “fuerza beligerante” o “insurgente”.

Estamos de acuerdo con que las FARC y el ELN sean reconocidos como tales. Aunque discrepamos absolutamente con las concepciones, la política y los métodos de las FARC y el ELN, son una fuerza político-militar con base en un sector minoritario pero real de las masas colombianas. Más allá de sus transformaciones y actual decadencia, son aún la descendencia de un proceso de autodefensa y rebelión campesina que estalló en 1948 y que se continuó con altibajos, enfrentando las brutalidades de los terratenientes y los sucesivos gobiernos.

Es una falsedad completa lo de Bush y Uribe, que califican a la guerrilla colombiana de grupo terrorista, o “narco-terrorista”.

Esta acusación de “narco-terrorismo” viniendo de quien ya asesinó más de un millón de iraquíes desde la invasión de 2003, se descalifica por sí misma. El otro acusador es Uribe, un personaje que comenzó su carrera política y profesional como hombre del Cartel de Medellín, y que en 1997 fue uno de los iniciadores del paramilitarismo con la fundación de las “Cooperativas Convivir” cuando era gobernador de Antioquía.

La política de la FARC es un desastre

Pero, al mismo tiempo que defendemos a las FARC y al ELN de los ataques del gobierno colombiano, debemos dejar bien claro que sus políticas han sido desastrosas, que han sido los responsables principales de las durísimas derrotas que la burguesía y sus gobiernos infligieron a la clase obrera y los explotados de Colombia.

Hoy sigue siendo vigente lo que decíamos en Socialismo o Barbarie del 28/02/02, cuando analizábamos el final desastroso de las “negociaciones del paz” del anterior presidente Pastrana y que llevarían al poder al narco-paramilitar Uribe:

“En los papeles, las FARC plantean un programa atractivo para las masas urbanas pobres... Pero, en los hechos, las acciones de guerra que llevan adelante chocan violentamente con las clases medias y los trabajadores de las ciudades, que hoy constituyen más del 70% de la población colombiana. En vez de atraerlos, los repelen.

“Las FARC y el ELN realizan acciones y atentados que dañan a las masas urbanas, aun a las más pobres. En los últimos tres años, derribaron más de mil torres de alta tensión, dejando sin luz durante semanas a ciudades y poblaciones; sabotean acueductos y la gente queda sin agua; destruyen puentes; dinamitan oleoductos produciendo catástrofes ecológicas; ponen coches-bombas, etc. La política de secuestros no es menos contraproducente: la mayoría afecta a gente de clase media, sin grandes recursos, y que por lo tanto no puede pagar guardias ni custodios como los millonarios. Nada de esto les atrae las simpatías de los afectados. Por el contrario, los empuja al apoyo de fascistas como Álvaro Uribe.

“La cuestión central es que las FARC y el ELN conducen una guerra de aparatos —sus aparatos militares contra el del Estado—, en la cual las masas obreras, campesinas y populares sólo tienen reservado un papel pasivo, «sin voz ni voto». Las acciones de las guerrillas no se determinan en función de atraer, organizar democráticamente y movilizar a las masas urbanas, con el fin último de tomar con ellas el poder. Hay una concepción militarista y profundamente antidemocrática en su relación con las masas, principalmente de las ciudades. Para la conducción de la guerrilla, no es determinante lo que ellas opinen. De hecho, se las toma de rehenes, en acciones destinadas a presionar al Estado para negociar, aunque esas acciones (como destruir un puente o cortar el agua y la electricidad) signifiquen agravar sus ya difíciles condiciones de vida. El fin de las negociaciones, sin que las FARC hayan conseguido otra cosa que volcar a las masas urbanas a la derecha, marca el rotundo fracaso político de esa estrategia de presiones armadas para negociar en mejor relación de fuerzas con el estado.”