Dura
derrota en el Casino
Cristina es responsable
Por Chino Heberling
El
primer paso para realizar un balance (serio) es tratar de
ser lo más objetivo posible en analizar el resultado
de la extraordinaria lucha que llevaron a cabo los jóvenes
trabajadores del Casino a lo largo de todos los meses del
verano.
Tomando
en cuenta este recaudo, lo que se ve a simple vista (y lo
que sienten hasta en los huesos los compañeros) es que la
lucha del Casino terminó duramente derrotada.
Quedaron fuera del trabajo alrededor de 400 compañeros.
Conteniendo esto, compañeros que estuvieron todos en la
huelga: entre ellos los despedidos, otros activistas y también
algunos delegados que llegaron a un arreglo económico con
la patronal cuando vieron que el conflicto no daba más. Al
mismo tiempo, un grupo reducido de compañeros sigue con la
intención de recuperar el puesto de trabajo por la vía
judicial.
Esta
primera (y dolorosa) conclusión de que prácticamente ha
sido liquidada la organización que los compañeros se
habían dado desde comienzos del 2006, no se puede
ocultar y menos diluir con la consideración, también
verdadera, de que la heroica lucha de prácticamente 4 meses
ha sido realmente excepcional por su combatividad.
Pero esto no puede servir para perder las proporciones de
las cosas con afirmaciones del estilo de un supuesto avance
general de la “conciencia de clase” en abstracto,
inaplicable en concreto en el Casino (o donde sea)
simplemente por la dispersión que provocó la derrota.
O,
peor aún, tirándole el fardo a otro, tratando de ocultar
responsabilidades, al mismo tiempo que se cae en la
autoproclamación más barata diciendo todo lo bueno que
hizo uno mismo.
¿Por qué, lucha política y conflicto testigo?
El
conflicto del Casino estalla por el ataque coordinado del
gobierno, la patronal y la burocracia contra la organización,
el cuerpo de delegados, el convenio y las asambleas de base
del Casino: es decir, una “Santa Alianza” para poner en
caja y liquidar las nuevas experiencias combativas del
movimiento obrero (Subte, Casino, Dana, Fate, Mafisa, 60)
combinando provocaciones, despidos, desafueros, la
represión “legal” de la policía y la justicia con la
“ilegal” de las patotas sindicales.
El
gobierno K aprovecha una coyuntura política que arranca con
la reelección que le da el aire suficiente -entre las
grandes masas- para ajustar cuentas con la vanguardia
abriéndose una coyuntura de luchas defensivas pero muy
duras porque la vanguardia se la banca y resiste los
ataques.
Los
K salieron a actuar así con el objetivo más general de
continuar con la política de “normalización”del país.
Por ejemplo, eliminaron la doble indemnización para que
vuelva a ser “normal” que el patrón pueda despedir a
diestra y siniestra trabajadores cuando le plazca.
Pero
además, a esto se le suma el objetivo más inmediato de
evitar desbordes en las paritarias, ante la posibilidad de
que comience el malestar por los aumentos de precios
y tarifas que tienen que ver también con el reflejo
nacional que ya comienza a hacerse sentir de la crisis económica
internacional.
Por
todas estas consideraciones, desde el comienzo de la lucha
(desde el nuevo MAS) alertamos que se estaba frente a un
conflicto de características políticas. Que así había
que encararlo y así había que armar a toda la base
trabajadora en lucha.
A
las evidencias antedichas, se agrega la decisión -desde el
riñón kirchnerista- de hacer de Cristóbal López el
zar del juego en el país. Esto ya no es un mero negocio
económico sino que, además, hace parte de un proyecto
político de apadrinar empresarios afines.
Estamos
entonces ante una doble necesidad política del gobierno K
de reventar la experiencia del Casino. Una, como parte de la
cuestión más general de reventar a la vanguardia
(necesidad compartida, claro está, con sus perros falderos
de la burocracia sindical). Y dos, como necesidad de
liquidar la piedra en el zapato que significaba esa
vanguardia luchadora y su convenio metidos dentro del
Casino, mal ejemplo para todos los trabajadores del juego
del futuro “Imperio Cristóbal K”.
Es
por eso que desde el primer momento la Santa Alianza tenía
la decisión política de ir por todo, sin medias tintas. El
gobierno lo tomó como conflicto testigo. Pero si esto fue
así, inevitablemente la orientación de la lucha debería
haber “rebalsado”, y por mucho, el estrecho marco
sindical del enfrentamiento patronal-trabajador: era
necesario elevar la pelea al terreno político haciendo eje
en la responsabilidad no sòlo de Cristóbal López sino
pricipalmente del gobierno K.
Una orientación equivocada
Teniendo
en cuenta todos estos elementos y la disposición de lucha
de los compañeros del Casino, desde el primer día el nuevo
MAS apoyó incondicionalmente la lucha y propuso hacer eje
en una política de exigencias y denuncias al gobierno K
como responsable directo de todo lo que pasaba. Esto con el
objetivo de tratar de que el costo político que tuviera
que pagar el gobierno en mantener el conflicto fuera lo
suficientemente alto para obligarlo a negociar una salida.
Después
de la represión del 4/12 para desalojar los piquetes de las
puertas del Casino, la conciliación trucha, la negativa a
dejar entrar a “los violentos” y el remate de una nueva
“clausura”, se hizo evidente la necesidad de una
respuesta política a los ataques del gobierno.
Por
eso desde el nuevo MAS y sin levantar el piquete en Puerto
Madero, propusimos llevar a cabo un acampe político en
Plaza de Mayo para hacer eje en esta política de
embrete y denuncia al gobierno de Cristina K por la patota,
por la represión de la Prefectura, por los despidos, por la
Justicia, por apañar a Cristobal López, para obligar a que
se abra una negociación política con las más altas
autoridades políticas del país, que le dé una salida al
conflicto. Es decir, desarrollar una muy fuerte lucha y
campaña política dirigida hacia los trabajadores y la
población en general para obtener el apoyo necesario
rompiendo el aislamiento para obligar al gobierno a una
negociación, aclarando que esta orientación no garantizaba
el resultado de la pelea pero que hacia más posible su
desenlace favorable.
Esta
idea se concretó parcialmente con el encadenamiento de
varios compañeros después del acto del 20/12 y fue el
momento donde comenzó una proyección más política al
disputar con el gobierno. Por ejemplo, con “las
mujeres y las madres del Casino” pidiendo audiencia a la
Presidenta; los ayunantes de la Catedral; la entrevista con
Bergoglio; la realización del Primer Encuentro que organiza
una Marcha a la Plaza de Mayo con otras luchas, etc. Se
trataba de profundizar en este camino político al tiempo
que se mantenía el piquete frente al Casino. Pero
lamentablemente, nuestro planteo se entendió y se tomó sólo
a medias, sin comprender el fondo de la cuestión: que el
conflicto era político y sólo una lucha que se elevara al
plano político poniendo en el centro al gobierno podía
abrir una brecha.
Reiteramos:
éste fue el problema central del conflicto: no se hizo eje
en el gobierno sino unilateralmente en Cristobal López y
ese fue el tono que tiño todas las actividades,
especialmente después de la reapertura en enero.
La responsabilidad de las corrientes
Es
así que todo giró alrededor “del piquete al casino”
transformando una medida de organización, importantísima,
pero que no podía resolver por sí misma toda la política
del conflicto, en toda una “estrategia”. Incluso, se
estuvo detrás de un objetivo a todas luces ridículo,
imposible de lograr (dado el sustento del gobierno K a este
empresario): “con el piquete vamos a quebrar económicamente
a la patronal”... “Estrategia” que al no obtener
resultados, fue llevando a la desmoralización y al
desgaste de energías que ha esa altura comenzaban a
mermar. Tozudamente se insistió, una y otra vez, en limitar
la política a Cristobal López y el Casino. En ocasión
del 2º Plenario y contando ya con la represión del 11 y el
14/01 la resolución fue “megapiquete en Puerto Madero y
todos los Casinos”. Y todavía más, luego de la represión
con detenidos del 30/01, cuando era un momento propicio para
pegar directamente sobre el gobierno de Cristina por la
brutal represión que había descargado, la respuesta fue
“megapiquete en Puerto Madero”, una medida en la que a
estas alturas, por las fuerzas reales que tenía la lucha,
ya nadie creía, siquiera sus fervorosos impulsores de ocasión.
Al mismo tiempo, por ejemplo, el “inofensivo” cartel
“Cristina lo hizo”, estuvo “guardado” bajo
siete llaves... durante casi 50 días, o se le sacaba
el apoyo a los ayunantes de la Catedral, hasta que
abandonaron la medida.
Así
a pesar de la gran abnegación y predisposición a la lucha
demostrada por los compañeros, es evidente que nunca se
llegó a ver del todo la necesidad de atacar al gobierno.
Inclusive los mejores activistas y el cuerpo de delegados
que entendían mejor el problema, no daban batalla a
fondo al atraso político de la base. Pero esto no fue
responsabilidad de los compañeros del cuerpo de delegados:
fue responsabilidad de las corrientes que tenían mayor
influencia en los delegados y activistas. En primer
lugar, del PO, que siempre impuso su criterio sin escuchar a
otros; ni dejar nunca que se formara un verdadero comité de
apoyo a la lucha porque “la coordinación se resumía al
PO”. Pero también del PTS, que defendió a capa y espada
la sindicalista y rebajada orientación de “hacer eje en
Cristobal López y el piquete al Casino”, postura que
siguen manteniendo en sus balances (ver PO Nº1027-1029 y
LVO Nº268).
La importancia del balance
A
comienzos de febrero y después de soportar una seguidilla
de duras represiones la situación de la lucha entró en un punto
crítico. Muchos compañeros que habían bancado la
huelga optaron por entrar a trabajar o aceptar el arreglo
que ofrecía la empresa. Estaba claro que el gobierno y la
patronal querían destruir por completo la experiencia
del casino, negando cualquier negociación. Ante esa
circunstancia el nuevo MAS propuso (aún sabiendo las
escasas fuerzas que había) ensayar una última carta:
largar una huelga de hambre en Plaza de Mayo con un discurso
que le haga pagar algún costo al gobierno, en
contraposición a las propuestas de levantar sin más o la
confianza en una mentirosa negociación que nunca se concretó
(que vino de la mano del MST y de los “contactos” que
tiene en el gobierno).
La
definición de qué hacer se dilató innecesariamente,
aumentando la confusión y llegando a un final con las
fuerzas muy deshilachadas, situación que aprovecharon la
patronal y la burocracia para dejar afuera al núcleo de
activistas y delegados que aguantaron hasta el final.
Aunque
es evidente que la derrota es muy dura, sin embargo no deja
de ser un hecho cierto que se deben sacar lecciones y enseñanzas
aun en la derrota. Porque a pesar del cansancio y el
desgaste, es importantísima la discusión y el intercambio
de ideas alrededor del balance de la lucha de manera tal de
tratar de no desmoralizarse sino de comprender y
sacar lecciones para la acción futura. La lucha de clases
continua, no terminó.
Al
mismo tiempo, no hay que abandonar al resto de los
trabajadores que hoy están trabajando en el Casino Buenos
Aires o que están entrando por los avisos de la empresa.
Ahora mismo recomienza una muy dura tarea de recomposición
y reagrupamiento de fuerzas, asumiendo que cualquier
tipo de iniciativa dentro del Casino tendrá que ser por un
largo tiempo clandestina.
Y
también se agrega una importante tarea hacia afuera, hacia
el resto de los trabajadores, activistas y luchadores que
vivieron al ritmo de la lucha del Casino, para contarles lo
que les pasó, para advertirles que el gobierno de Cristina
es antiobrero, por eso saludamos la iniciativa que tomaron
un grupo de compañeros del Casino de concurrir a la Marcha
del 24 de Marzo para gritar con toda la fuerza “El
gobierno de Cristina K es responsable de la represión y las
patotas”.
P.D.: A los chicos del Casino,
espero que les sirvan estas reflexiones. Un abrazo para
todas/os.
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