Socialismo o Barbarie, periódico Nº 122, 20/03/08
 

 

 

 

 

 

Dura derrota en el Casino

Cristina es responsable

Por Chino Heberling

El primer paso para realizar un balance (serio) es tratar de ser lo más objetivo posible en analizar el resultado de la extraordinaria lucha que llevaron a cabo los jóvenes trabajadores del Casino a lo largo de todos los meses del verano.

Tomando en cuenta este recaudo, lo que se ve a simple vista (y lo que sienten hasta en los huesos los compañeros) es que la lucha del Casino terminó duramente derrotada. Quedaron fuera del trabajo alrededor de 400 compañeros. Conteniendo esto, compañeros que estuvieron todos en la huelga: entre ellos los despedidos, otros activistas y también algunos delegados que llegaron a un arreglo económico con la patronal cuando vieron que el conflicto no daba más. Al mismo tiempo, un grupo reducido de compañeros sigue con la intención de recuperar el puesto de trabajo por la vía judicial.

Esta primera (y dolorosa) conclusión de que prácticamente ha sido liquidada la organización que los compañeros se habían dado desde comienzos del 2006, no se puede ocultar y menos diluir con la consideración, también verdadera, de que la heroica lucha de prácticamente 4 meses ha sido realmente excepcional por su combatividad. Pero esto no puede servir para perder las proporciones de las cosas con afirmaciones del estilo de un supuesto avance general de la “conciencia de clase” en abstracto, inaplicable en concreto en el Casino (o donde sea) simplemente por la dispersión que provocó la derrota.

O, peor aún, tirándole el fardo a otro, tratando de ocultar responsabilidades, al mismo tiempo que se cae en la autoproclamación más barata diciendo todo lo bueno que hizo uno mismo.

¿Por qué, lucha política y conflicto testigo?

El conflicto del Casino estalla por el ataque coordinado del gobierno, la patronal y la burocracia contra la organización, el cuerpo de delegados, el convenio y las asambleas de base del Casino: es decir, una “Santa Alianza” para poner en caja y liquidar las nuevas experiencias combativas del movimiento obrero (Subte, Casino, Dana, Fate, Mafisa, 60) combinando provocaciones, despidos, desafueros, la represión “legal” de la policía y la justicia con la “ilegal” de las patotas sindicales.

El gobierno K aprovecha una coyuntura política que arranca con la reelección que le da el aire suficiente -entre las grandes masas- para ajustar cuentas con la vanguardia abriéndose una coyuntura de luchas defensivas pero muy duras porque la vanguardia se la banca y resiste los ataques.

Los K salieron a actuar así con el objetivo más general de continuar con la política de “normalización”del país. Por ejemplo, eliminaron la doble indemnización para que vuelva a ser “normal” que el patrón pueda despedir a diestra y siniestra trabajadores cuando le plazca.

Pero además, a esto se le suma el objetivo más inmediato de evitar desbordes en las paritarias, ante la posibilidad de que comience el malestar por los aumentos de precios y tarifas que tienen que ver también con el reflejo nacional que ya comienza a hacerse sentir de la crisis económica internacional.

Por todas estas consideraciones, desde el comienzo de la lucha (desde el nuevo MAS) alertamos que se estaba frente a un conflicto de características políticas. Que así había que encararlo y así había que armar a toda la base trabajadora en lucha.

A las evidencias antedichas, se agrega la decisión -desde el riñón kirchnerista- de hacer de Cristóbal López el zar del juego en el país. Esto ya no es un mero negocio económico sino que, además, hace parte de un proyecto político de apadrinar empresarios afines.

Estamos entonces ante una doble necesidad política del gobierno K de reventar la experiencia del Casino. Una, como parte de la cuestión más general de reventar a la vanguardia (necesidad compartida, claro está, con sus perros falderos de la burocracia sindical). Y dos, como necesidad de liquidar la piedra en el zapato que significaba esa vanguardia luchadora y su convenio metidos dentro del Casino, mal ejemplo para todos los trabajadores del juego del futuro “Imperio Cristóbal K”.

Es por eso que desde el primer momento la Santa Alianza tenía la decisión política de ir por todo, sin medias tintas. El gobierno lo tomó como conflicto testigo. Pero si esto fue así, inevitablemente la orientación de la lucha debería haber “rebalsado”, y por mucho, el estrecho marco sindical del enfrentamiento patronal-trabajador: era necesario elevar la pelea al terreno político haciendo eje en la responsabilidad no sòlo de Cristóbal López sino pricipalmente del gobierno K.

Una orientación equivocada

Teniendo en cuenta todos estos elementos y la disposición de lucha de los compañeros del Casino, desde el primer día el nuevo MAS apoyó incondicionalmente la lucha y propuso hacer eje en una política de exigencias y denuncias al gobierno K como responsable directo de todo lo que pasaba. Esto con el objetivo de tratar de que el costo político que tuviera que pagar el gobierno en mantener el conflicto fuera lo suficientemente alto para obligarlo a negociar una salida.

Después de la represión del 4/12 para desalojar los piquetes de las puertas del Casino, la conciliación trucha, la negativa a dejar entrar a “los violentos” y el remate de una nueva “clausura”, se hizo evidente la necesidad de una respuesta política a los ataques del gobierno.

Por eso desde el nuevo MAS y sin levantar el piquete en Puerto Madero, propusimos llevar a cabo un acampe político en Plaza de Mayo para hacer eje en esta política de embrete y denuncia al gobierno de Cristina K por la patota, por la represión de la Prefectura, por los despidos, por la Justicia, por apañar a Cristobal López, para obligar a que se abra una negociación política con las más altas autoridades políticas del país, que le dé una salida al conflicto. Es decir, desarrollar una muy fuerte lucha y campaña política dirigida hacia los trabajadores y la población en general para obtener el apoyo necesario rompiendo el aislamiento para obligar al gobierno a una negociación, aclarando que esta orientación no garantizaba el resultado de la pelea pero que hacia más posible su desenlace favorable.

Esta idea se concretó parcialmente con el encadenamiento de varios compañeros después del acto del 20/12 y fue el momento donde comenzó una proyección más política al disputar con el gobierno. Por ejemplo, con “las mujeres y las madres del Casino” pidiendo audiencia a la Presidenta; los ayunantes de la Catedral; la entrevista con Bergoglio; la realización del Primer Encuentro que organiza una Marcha a la Plaza de Mayo con otras luchas, etc. Se trataba de profundizar en este camino político al tiempo que se mantenía el piquete frente al Casino. Pero lamentablemente, nuestro planteo se entendió y se tomó sólo a medias, sin comprender el fondo de la cuestión: que el conflicto era político y sólo una lucha que se elevara al plano político poniendo en el centro al gobierno podía abrir una brecha.

Reiteramos: éste fue el problema central del conflicto: no se hizo eje en el gobierno sino unilateralmente en Cristobal López y ese fue el tono que tiño todas las actividades, especialmente después de la reapertura en enero.

La responsabilidad de las corrientes

Es así que todo giró alrededor “del piquete al casino” transformando una medida de organización, importantísima, pero que no podía resolver por sí misma toda la política del conflicto, en toda una “estrategia”. Incluso, se estuvo detrás de un objetivo a todas luces ridículo, imposible de lograr (dado el sustento del gobierno K a este empresario): “con el piquete vamos a quebrar económicamente a la patronal”... “Estrategia” que al no obtener resultados, fue llevando a la desmoralización y al desgaste de energías que ha esa altura comenzaban a mermar. Tozudamente se insistió, una y otra vez, en limitar la política a Cristobal López y el Casino. En ocasión del 2º Plenario y contando ya con la represión del 11 y el 14/01 la resolución fue “megapiquete en Puerto Madero y todos los Casinos”. Y todavía más, luego de la represión con detenidos del 30/01, cuando era un momento propicio para pegar directamente sobre el gobierno de Cristina por la brutal represión que había descargado, la respuesta fue “megapiquete en Puerto Madero”, una medida en la que a estas alturas, por las fuerzas reales que tenía la lucha, ya nadie creía, siquiera sus fervorosos impulsores de ocasión. Al mismo tiempo, por ejemplo, el “inofensivo” cartel “Cristina lo hizo”, estuvo “guardado” bajo siete llaves... durante casi 50 días, o se le sacaba el apoyo a los ayunantes de la Catedral, hasta que abandonaron la medida.

Así a pesar de la gran abnegación y predisposición a la lucha demostrada por los compañeros, es evidente que nunca se llegó a ver del todo la necesidad de atacar al gobierno. Inclusive los mejores activistas y el cuerpo de delegados que entendían mejor el problema, no daban batalla a fondo al atraso político de la base. Pero esto no fue responsabilidad de los compañeros del cuerpo de delegados: fue responsabilidad de las corrientes que tenían mayor influencia en los delegados y activistas. En primer lugar, del PO, que siempre impuso su criterio sin escuchar a otros; ni dejar nunca que se formara un verdadero comité de apoyo a la lucha porque “la coordinación se resumía al PO”. Pero también del PTS, que defendió a capa y espada la sindicalista y rebajada orientación de “hacer eje en Cristobal López y el piquete al Casino”, postura que siguen manteniendo en sus balances (ver PO Nº1027-1029 y LVO Nº268).

La importancia del balance

A comienzos de febrero y después de soportar una seguidilla de duras represiones la situación de la lucha entró en un punto crítico. Muchos compañeros que habían bancado la huelga optaron por entrar a trabajar o aceptar el arreglo que ofrecía la empresa. Estaba claro que el gobierno y la patronal querían destruir por completo la experiencia del casino, negando cualquier negociación. Ante esa circunstancia el nuevo MAS propuso (aún sabiendo las escasas fuerzas que había) ensayar una última carta: largar una huelga de hambre en Plaza de Mayo con un discurso que le haga pagar algún costo al gobierno, en contraposición a las propuestas de levantar sin más o la confianza en una mentirosa negociación que nunca se concretó (que vino de la mano del MST y de los “contactos” que tiene en el gobierno).

La definición de qué hacer se dilató innecesariamente, aumentando la confusión y llegando a un final con las fuerzas muy deshilachadas, situación que aprovecharon la patronal y la burocracia para dejar afuera al núcleo de activistas y delegados que aguantaron hasta el final.

Aunque es evidente que la derrota es muy dura, sin embargo no deja de ser un hecho cierto que se deben sacar lecciones y enseñanzas aun en la derrota. Porque a pesar del cansancio y el desgaste, es importantísima la discusión y el intercambio de ideas alrededor del balance de la lucha de manera tal de tratar de no desmoralizarse sino de comprender y sacar lecciones para la acción futura. La lucha de clases continua, no terminó.

Al mismo tiempo, no hay que abandonar al resto de los trabajadores que hoy están trabajando en el Casino Buenos Aires o que están entrando por los avisos de la empresa. Ahora mismo recomienza una muy dura tarea de recomposición y reagrupamiento de fuerzas, asumiendo que cualquier tipo de iniciativa dentro del Casino tendrá que ser por un largo tiempo clandestina.

Y también se agrega una importante tarea hacia afuera, hacia el resto de los trabajadores, activistas y luchadores que vivieron al ritmo de la lucha del Casino, para contarles lo que les pasó, para advertirles que el gobierno de Cristina es antiobrero, por eso saludamos la iniciativa que tomaron un grupo de compañeros del Casino de concurrir a la Marcha del 24 de Marzo para gritar con toda la fuerza “El gobierno de Cristina K es responsable de la represión y las patotas”.


P.D.: A los chicos del Casino, espero que les sirvan estas reflexiones. Un abrazo para todas/os.