Socialismo o Barbarie, periódico Nº 122, 20/03/08
 

 

 

 

 

 

La tragedia de Dolores

La responsabilidad del gobierno, la patronal y
la burocracia

Por Oscar Alba

El accidente ocurrido en la madrugada del sábado 8 en Dolores fue una de las mayores tragedias ocurrida en los últimos tiempos. A pocas horas del hecho, el banquillo de los acusados ya estaba ocupado, los choferes condenados y presentados como asesinos seriales.

Un micro de la empresa Rápido Argentino fue embestido por un tren provocando la muerte de 17 personas y más de sesenta heridos. La magnitud del desastre concitó la atención y sobre todo la preocupación de la mayor parte de la población.

Los accidentes en calles y rutas de nuestro país se han convertido en una postal cotidiana de la cual nadie está exento. Pero no podemos quedarnos con la información, las acusaciones y los hipócritas consejos que destilan los medios y el gobierno.

A pocas horas de ocurrido el hecho el banquillo de los acusados ya estaba ocupado por Javier Rodríguez, que conducía el micro, y su acompañante Luis Garófalo. Rodríguez fue detenido y procesado por homicidio con dolo eventual, cargos que contemplan pena de 8 a 25 años de prisión. Pero no fue sólo la fiscalía correspondiente la que lo apuntó como responsable. Desde los medios, el gobierno y la patronal salieron a lavarse las manos e indicar la culpabilidad absoluta del chofer. Daniel Millaci, titular de la Cámara Empresaria del Transporte Automotor, negó que Rodríguez y su acompañante se hubieran excedido en su jornada laboral: “La ley dice que el límite de trabajo de los dos choferes es de 16 horas en total: ocho horas de uno más ocho horas del otro. A ambos les faltaba para entrar en su período de descanso. No es algo que estemos inventando ahora. Esta es la manera en que trabaja todo el sector” (Clarín, 10-3-08). En algo Millaci tiene razón: la cantidad de horas que trabajan los choferes, sobre todo en temporada de vacaciones, no es un invento de ahora. Desde hace años los trabajadores del transporte son obligados a manejar sin el descanso necesario. Este ritmo de superexplotación ha seguido aumentando durante los gobiernos K.

Mayor explotación

Cuando se privatizaron los ferrocarriles, en los años 90, el transporte automotor de pasajeros cobró un gran impulso. Así se formaron fuertes grupos (como el Grupo Plaza, dueño de El Rápido Argentino). En un principio los choferes sólo debían manejar, ya que la tarea de servir la comida y ocuparse durante el viaje de la atención del pasajero recaía en otro trabajador o trabajadora. Posteriormente se sacó a este personal y, desde entonces, son los choferes los que además de manejar, tienen que servir la comida, juntar los desperdicios y atender al pasaje. Lo cual significó un recargo de tareas.

La superexplotación que sufren los choferes es posible también por que la burocracia de la UTA actúa en connivencia con la patronal. Se limitan a sacar comunicados, pero son incapaces de tomar una medida efectiva para que mejoren las condiciones laborales de los compañeros, a la vez que matonean y agreden a quienes luchan, como en el caso de los delegados de la línea 60, que fueron golpeados por oponerse a la burocracia de Fernández/Palacios.

“Todos los niveles de la modernidad”

Dejamos para el final de los “acusadores” al gobierno. Cristina  K, refiriéndose al accidente, el lunes 10 del corriente mes, dijo en un acto en la localidad entrerriana de Larroque que “ayer vimos que se perdían vidas humanas por un acto de irresponsabilidad”. Y para que quedara claro a quién le endilgaba la “irresponsabilidad”, aclaró “era un colectivo nuevo, impecable, de reconocida marca, modelo 2007. El paso a nivel tenía todos los niveles de la modernidad: barrera automática, señalamiento sonoro y lumínico” (DyN)

La “modernidad” a la que se refiere la presidenta K para los choferes significa jornadas laborales extenuantes, mayor recarga de tareas, salarios que no alcanzan y una legislación que resguarda los intereses patronales. Esta es la verdadera “modernidad” capitalista de la que se ufana Cristina K.

Las medidas que se han anunciado para paliar estos accidentes, como control policial en las rutas, control de alcoholemia a los choferes y el llamamiento a los pasajeros de los micros a que “vigilen” las actitudes de los choferes no son más que para continuar garantizando a la patronal la superexplotación de los trabajadores.

Es necesario poner en pie una lucha para que los trabajadores del transporte automotor cambien sus condiciones laborales. Por la reducción de la jornada laboral sin rebaja salarial, abriendo nuevos puestos de trabajo, y aumento de salarios que cubran el aumento de los precios de la canasta familiar. Esta lucha debe contemplar la organización democrática de los trabajadores, echando a los burócratas, matones y corruptos al servicio de la patronal y del gobierno, verdaderos responsables de la tragedia de Dolores y de otras tantas que seguirán sufriendo los trabajadores y los sectores populares si no se lucha. Por eso esta pelea es, fundamentalmente, antipatronal y contra la política de Cristina K de hacer de la superexplotación de los trabajadores la fuente de ganancias de los empresarios.