Venezuela
Sidor y los debates en la
izquierda
Por
Claudio Testa
Los grandes acontecimientos de la lucha de clases son también un test
para las diversas corrientes de la izquierda. En este caso,
hemos visto nuevamente dos errores simétricos: 1) el de las
corrientes capituladoras al nacionalismo burgués de Chávez,
y 2) el de quienes lo encaran como si fuese un gobierno
burgués “normal”... o algo peor aún.
El arte de excusar a Chávez sus barbaridades... y de atribuirle los méritos
de otros
Las
corrientes de izquierda pro Chávez –como Marea
Socialista, afín al MST de Argentina, y en general la
mayoría de las que se expresan en el sitio de
Aporrea.org– venían en dificultades cada vez mayores para
sostener su política de apoyo al régimen.
Especialmente
el conflicto de Sidor –donde además compañeros de Marea
Socialista participan en la conducción– las puso ante
un difícil embrollo. A lo largo de esa lucha que duró más
de un año,
el gobierno jugó enteramente del lado de la patronal.
Su argumento final y “contundente” fue enviar el mes
pasado a la Guardia Nacional a reprimir salvajemente, en
ocasión de una asamblea en la puerta de Sidor, con un saldo de
decenas de obreros presos, heridos y hospitalizados.
Se
podía esperar que este último hecho –“la letra con
sangre entra”– hubiese movido un milímetro las neuronas
de estos compañeros en sus posiciones pro Chávez. ¡Nada
de eso! Resolvieron la dificultad con el apolillado
argumento que ha servido para justificar a todos los líderes
nacional-populistas, desde Cárdenas y Perón a nuestros días:
la culpa la tiene el “entorno”; es decir, los
“malos” que rodean al “líder”, los “infiltrados”,
los “caballos de Troya”, la “derecha endógena”
que (no se sabe bien cómo) siempre mantiene los cargos
importantes del gobierno y del partido oficialista, el PSUV,
sin que Chávez tenga nada que ver en eso.
Da
pena ver a compañeros con décadas de trayectoria como
socialistas revolucionarios, repitiendo solemnemente
semejantes tonterías, que ni siquiera son originales.
¿El
gobierno estuvo desde el principio del conflicto con la
empresa y contra los obreros de Sidor? ¡El líder no tiene
la culpa, es obra maligna del ministro de Trabajo!
¿La
Guardia Nacional reprimió brutalmente? ¡Chávez no es
responsable! ¡La orden “vino del gobernador del
Estado”; o “no se sabe quién dio la orden”... pero Chávez
no fue!
Ahora
el gobierno, anuncia que va a organizar desde arriba una
central sindical burocrática y estatizada: ¡También eso
es obra del ministro de Trabajo, y no del líder!
¿En
el estado reina una corrupción fenomenal? ¡Chávez no sabe
que sus amigos “se enriquecen en negocios”!, etc.,
etc.[1]
Por
lo tanto, es un punto fundamental de la política de estos
compañeros hacer plañideros llamados a Chávez para que
se dé cuenta y rectifique, cambiando los
personajes que “están a su lado y utilizan su apoyo”.
[2]
Todo
eso sumado da una imagen surrealista del gobierno
venezolano y, a la vez, muy negativa del propio líder al
que pretenden defender. Chávez, de hecho, no gobernaría,
porque sus ministros y gobernadores hacen lo que quieren,
contrariando sus sanos propósitos. Sería una especie de
pelele o algo peor, que ni se entera de que sus ministros
apoyan a la patronal de Sidor, su Guardia Nacional reprime a
los trabajadores... y sus funcionarios roban a manos llenas.
Por
supuesto, nada de eso es así. Chávez no es un tonto ni un
monigote. Es un líder nacional-populista de primera categoría
y, como presidente de un régimen bonapartista, es quien
decide todo. Los regímenes políticos que Marx llamó
“bonapartistas” se caracterizan precisamente por eso,
sean de derecha o de izquierda: un “líder” o árbitro,
colocado por encima de la sociedad y del estado, lo
decide todo.
Pero,
para estos compañeros, la moneda de la defensa de Chávez
tiene otra cara: además de absolverlo de todos sus pecados
contra la clase obrera y el socialismo, descargándolos en
las cabezas de sus ministros, se le atribuyen los méritos y
buenas obras de otros. En este caso, de los obreros que con
su heroica lucha de un año impusieron la
nacionalización de Sidor, contra todo lo que Chávez
y su gobierno venían haciendo en apoyo a la patronal. Por
eso, da vergüenza ajena leer el titular de Aporrea que
dice, entre otras cosas:
“Renacionalización de Sidor
“Chávez vuelve a cumplir con los trabajadores
“¡Gracias presidente Chávez!
“¡Viva el compañero presidente Chávez!”
En
primer término, esto es una flagrante mentira. ¡Nada
deben agradecer los obreros a Chavez! El gobierno se vio
obligado a dar un paso atrás, porque la represión
no derrotó a los sidoristas sino que fue un boomerang,
que amenazó con extender la lucha a otros sectores,
y así desbordar a Chávez “por la izquierda”.
Eso le “torció la mano” al gobierno venezolano, que
dispuso la nacionalización para frenar un curso tan
peligroso.
Pero
lo peor es que desarma a los trabajadores en relación
con los nuevos problemas a enfrentar. En lo inmediato,
los confunde ante las maniobras de Chávez de indemnizar a
Techint, hacer una empresa mixta con la ex patronal,
conservarla en la administración de Sidor y, sobre todo, evitar
el control y/o la administración obreras.
Chávez: ¿un “gobierno totalitario”?
Pero
el arte de macanear no es exclusivo del campo de la
izquierda que capitula a Chávez. Hay también una variedad
de “antichavistas” –el caso más notorio es el
PSTU-LIT– que son el reflejo opuesto pero simétrico
de los errores que analizamos. En el fondo, ambos coinciden
en su radical incapacidad de entender la
contradictoria dialéctica de este tipo de gobiernos.
Así,
unos consideran progresivo todo lo que hace Chávez
(y, si no lo es, se lo achacan a sus ministros). El
PSTU-LIT, en cambio, considera bueno todo lo que se opone
a Chávez, aunque esos opositores están a la derecha
del gobierno, y los alienta el imperialismo yanqui y la
mayoría de la burguesía venezolana.
Con
ese esquema, el PSTU-LIT apoyó el voto por el NO en el
referéndum del 2 de diciembre –es decir, la posición
sostenida por los “escuálidos” [3]–, festejó como
positivo el triunfo del NO, y, además, encuentra muy
progresivos a los estudiantes de derecha, vanguardia de las
movilizaciones antichavistas.
Por
eso, si en el esquema de los prochavistas la represión en
Sidor no podía haber sido obra de Chávez, en el esquema
del PSTU-LIT era igualmente inconcebible que Chávez
acabara nacionalizando la empresa. La realidad ha
desmentido ambos esquemas.
Los
compañeros del PSTU-LIT saludaron, correctamente, la
nacionalización de Sidor como “una victoria arrancada por
la lucha”.[4] Pero callan (o no entienden) que esa medida
era y es incomprensible en el marco de su falsa y
esquemática caracterización del actual régimen
venezolano.
Días
antes de la nacionalización, el PSTU-LIT lo definía así:
“más allá de su «retórica socialista» y de los roces
que pueda tener con el imperialismo, se trata, en realidad,
de un gobierno burgués con un carácter cada vez más
totalitario y antiobrero”. Y, para que no haya dudas,
seguían machacando después con la “ofensiva totalitaria
del gobierno”. En Venezuela, para el PSTU-LIT, no sólo
hay un régimen “totalitario”, sino “cada
vez más totalitario”.[5]
Los
gobiernos y regímenes totalitarios fueron los de Hitler
en Alemania, Mussolini en Italia, Franco en España,
etc. ¿Qué diablos tiene que ver Chávez con eso? Pero este
absoluto disparate es una conveniente justificación
para encontrar algo progresivo en la oposición “escuálida”,
de recontraderecha.
Chávez,
por supuesto, es un gobierno 100 x 100 burgués. Pero se
trata de un gobierno burgués anormal: su “retórica
socialista” y, sobre todo, sus “roces con el
imperialismo” no son detalles menores que se pueden
poner “más allá”, como pretende el PSTU-LIT, que
evidentemente ignora los clásicos análisis que Trotsky
hizo en América Latina sobre este tipo tan contradictorio
de gobiernos.
“En
los países industrialmente atrasados —analizaba
Trotsky— el capital extranjero juega un rol decisivo. De
ahí la relativa debilidad de la burguesía nacional en
relación al proletariado nacional. Esto crea condiciones
especiales de poder estatal. El gobierno oscila entre el
capital extranjero y el nacional, entre la relativamente débil
burguesía nacional y el relativamente poderoso proletariado.
Esto le da al gobierno un carácter bonapartista sui
generis, de índole particular. Se eleva, por así
decirlo, por encima de las clases. En realidad, puede
gobernar o bien convirtiéndose en instrumento del capital
extranjero y sometiendo al proletariado con las cadenas de
una dictadura policial, o maniobrando con el
proletariado, llegando incluso a hacerle concesiones,
ganando de este modo la posibilidad de disponer de cierta
libertad en relación a los capitalistas extranjeros. La
actual política [del presidente Cárdenas, de México] se
ubica en la segunda alternativa...”[6] Y hoy, también, es
el caso de Chávez.
En
síntesis, si los bonapartismos sui generis
apelan muchas veces a la movilización controlada de los
trabajadores, al tiempo que les cercenan todo posible curso
independiente buscando la estatización de sus
organizaciones, los regímenes totalitarios se
caracterizaron por apuntar a la lisa y llana liquidación
física de las organizaciones obreras!
Por
eso es un error garrafal no sólo el despropósito de
calificar a Chávez como un “gobierno totalitario”, sino
también dejar de lado en el análisis (y peor aún, en la
política) su “retórica socialista” y sus eventuales
“roces con el imperialismo”, que son fundamentales
para caracterizarlo y actuar frente a él.
El
problema es que el analfabetismo teórico e histórico que
caracteriza a los dirigentes del PSTU-LIT está abriendo las
puertas en América Latina a una línea tan desastrosa como
la de los capituladores a Chávez. Es la política de considerar
“progresivos” a los opositores de derecha que
aparecen frente los gobiernos burgueses surgidos luego de
las rebeliones y estallidos sociales de los últimos años.
Especialmente, si las oposiciones de derecha movilizan algún
sector “popular”.
En
Argentina, esto se expresó en el apoyo del PSTU-LIT al lock
out patronal en el campo, encabezado por la oligarquía
agraria y alentado desde Washington. Su ubicación en
Venezuela refleja la misma y peligrosa confusión.
Notas:
1.
Algunos de los ejemplos que damos de esta antología del
disparate pueden leerse en el Nº 8 de Marea Socialista,
11-3-08 (www.mareasocialista.com) y en los artículos “El
Ministro del Trabajo perdió la cabeza...” (entrevista a
Stálin Pérez Borges), 14/04/08, y “El
pueblo bolivariano apoya a los obreros de SIDOR”, 9-3-08,
en www.aporrea.org
2.
“El mayor peligro... de hoy, además del imperialismo y la
oligarquía, son los sectores que dentro del propio proceso
se niegan a avanzar en medidas contra el poder capitalista,
los que a la par se enriquecen en negocios, los que el
pueblo bolivariano llama «derecha endógena». Muchos
de ellos, Presidente, están a su lado y utilizan su
apoyo...” Marea Socialista, cit.
3.
Se llama “escuálidos” a los opositores de derecha a Chávez,
muy parecidos a los “gorilas” antiperonistas del siglo
pasado en Argentina y a los actuales “cívicos” que
desde Santa Cruz impulsan las “autonomías” contra el
gobierno indigenista de Evo Morales.
4.
“Nacionalização da Sidor é uma vitória da luta dos
trabalhadores”, Opinião Socialista, 11-4-08.
5.
“Los trabajadores luchan por su salario, Chávez los
reprime”, sitio LIT, 18-3-08.
6.
León Trostky, “La industria nacionalizada y la
administración obrera”, Escritos, Tomo X, p. 482,
Editorial Pluma. Subrayados nuestros.
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