Socialismo o Barbarie, periódico Nº 124, 17/04/08
 

 

 

 

 

 

Venezuela: ante la nacionalización de SIDOR

Un triunfo de la clase obrera

Declaración de la corriente internacional Socialismo o Barbarie, 9 de abril de 2008

En la madrugada de hoy (miércoles 9 de abril del 2008) se confirmó que la acería Ternium-Sidor ha sido nacionalizada.

Aunque se ganó una importante batalla...

La lucha por Sidor no ha terminado

Por Claudio Testa

En la Declaración de Socialismo o Barbarie ante la nacionalización de Sidor se advierte que “la lucha no termina ahí. Hay que exigir a Chávez y luchar por imponer que la expropiación sea sin indemnización alguna, y que desde ahora la empresa funcione bajo control de los trabajadores sidoristas. Se trata de medidas elementales para poder defender esta conquista, que desde el primer momento va a estar bajo el fuego no sólo de la derecha y de los empresarios y gobiernos extranjeros que van a protestar, sino también del propio gobierno que fue obligado a tomarla”.

Este alerta se ha visto plenamente justificado. Chávez se vio obligado a ceder y disponer la nacionalización ante la presión de una lucha que amenazaba con extenderse a otros sectores de la clase obrera, y en medio de un profundo descontento de los trabajadores y sectores populares por la carestía de la vida y el curso a la derecha del gobierno.

Pero, en una maniobra tradicional de este tipo de gobiernos, Chávez ahora actúa para limitar y revertir en todo lo posible esta gran conquista obrera. Se trata del clásico mecanismo de “dar ahora para quitar después”.

En efecto, la propuesta de Chávez a Techint –la multinacional argentina que se había apropiado escandalosamente de Sidor por unos centavos, cuando fue privatizada en la década pasada– no sólo es indemnizarla. También le plantea una sociedad mixta, con un 40% de las acciones para Techint, y que además sea parte de la administración de Sidor (algo prácticamente automático para quien tenga el 40% del paquete accionario).

El gobierno espera que la inmensa alegría de los trabajadores por este triunfo (que no es sólo de los sidoristas, sino de toda la clase obrera), haga pasar desapercibidas estas arteras maniobras. Ellas, desde el primer momento, comienzan a poner en cuestión su victoria. Por eso, las demandas de no a las indemnizaciones y, sobre todo, de administración y control obreros, se mantienen más vigentes que nunca.

Independientemente de las condiciones en que esto sea hecho (luego nos referiremos a ellas), es evidente que bajo la presión de un sector importantísimo de la clase obrera venezolana (que empezaba a enfrentar de manera directa al gobierno de Chávez), a éste no le quedó otra alternativa que estatizar la empresa.

No estamos, en consecuencia, ante una de las típicas medidas “progresivas” de un gobierno nacionalista burgués (medidas que, como tales, los socialistas revolucionarios no apoyamos). Se trata, por el contrario, de un hecho que es el subproducto directo de la lucha de la clase obrera.

En ese sentido, se parece mucho a la estatización del petróleo dispuesta en México en 1938 por el presidente Cárdenas. Allí también se venía de un largo conflicto del sindicato petrolero con las multinacionales que monopolizaban los hidrocaburos, antes de que Cárdenas se viera obligado a dar ese paso.

Al mismo tiempo, está claro que la política revolucionaria hay que ordenarla alrededor del triunfo que significa la estatización. Es que la lucha no termina ahí. Hay que exigir a Chávez, y luchar por imponer, que la expropiación sea sin indemnización alguna, y que desde ahora la empresa funcione bajo control de los trabajadores de Sidor. Se trata de medidas elementales para poder defender esta conquista, que desde el primer momento va a estar bajo el fuego no sólo de la derecha y de los empresarios y gobiernos extranjeros que vana protestar, sino también del propio gobierno que fue obligado a tomarla.

Esto es muy importante. porque hay que recordar que, según Chávez, en las “empresas estratégicas manda el Estado”. Es decir, no podría haber control y/o administración obrera. Frente a eso, hay que tener presente el desastre que ha significado para PDVSA y para todos los trabajadores y sectores populares el que, después de derrotar al paro patronal de fines del 2002 e inicios del 2003, el gobierno de Chávez haya liquidado los elementos de control y administración obrera que habían logrado ese triunfo.

Asimismo, está claro que una indemnización a Techint (multinacional de origen argentino) tendría el efecto de hipotecar a Sidor. Ésta es hoy seguramente una empresa que produce a precios favorables (por el alza de las commodities a nivel internacional). Pero mañana, debido a la creciente crisis económica mundial, podría ocurrir lo contrario. Entonces, serán sus trabajadores y los de toda Venezuela los que terminarán pagando los platos rotos de la crisis.

Sin embargo, y sin menoscabo de lo anterior, lo que está en pie es que estamos ante un importantísimo triunfo de la clase obrera venezolana, quizá el más importante bajo el gobierno chavista.

No casualmente, ya se han levantado los gritos y las quejas del gobierno de Cristina Kirchner respecto de esta medida tomada por su amigo Chávez en contra de otro entrañable amigo como es el empresario Rocca, dueño de Sidor. Han puesto el grito en el cielo en defensa de un grupo empresario que es parte de la verdadera base de sustentación del gobierno K: los grandes grupos capitalistas de la industria.

Es que seguramente los Kirchner no pueden entender que ha sido la lucha de los obreros de Sidor la que no dejó otra alternativa al gobierno venezolano. En realidad, Chávez, luego de su derrota en el referéndum del 2 de diciembre, venía enfilando en un curso de derecha. Por eso, su primera respuesta al conflicto en Sidor no fue la nacionalización, sino enviar a la Guardia Nacional, que reprimió brutalmente a los obreros con un saldo de docenas de heridos y presos.

Esta nacionalización es también un claro ejemplo de que, en el actual contexto latinoamericano de polarización desde las oposiciones burguesas de derecha (como sucede en Bolivia, Argentina, Venezuela, etc.), seguimos sin embargo dentro del ciclo abierto por las rebeliones populares de comienzos del siglo XXI. Así, en términos generales, no ha habido derrotas graves de los trabajadores. Y esto muestra la posibilidad de desbordes por la izquierda a los límites burgueses de estos gobiernos por parte de la clase obrera, como así también de hacerles frente si ellos “muestran las garras”.

Desde nuestra corriente internacional SoB hemos caracterizado este escenario como la apertura de una nueva coyuntura latinoamericana, con mayores elementos de inestabilidad y polarización que la anterior, que estuvo dominada por la estabilización que imponían los nuevos gobiernos “progresistas”.

Este es el evidente caso de Venezuela. El país venía polarizado por la derecha desde el referendo del 2 de diciembre. Pero, al mismo tiempo, no se ha cerrado el ciclo de rebeliones latinoamericanas –que en Venezuela se expresó en los triunfos de abril de 2002 y de principios de 2003–, y la clase obrera venezolana está en la plenitud de sus fuerzas. Por eso, la situación ahora se polariza por la izquierda, obligando al gobierno de Chávez a tomar esta medida.

Moraleja: el actual ciclo de rebeliones populares que estamos transitando desde comienzos de este siglo sigue abierto. Y esto que acaba de ocurrir es un aliciente para todos los que trabajamos cotidianamente por transformar el actual ciclo latinoamericano de rebeliones populares en uno de revolución obrera y socialista.