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Venezuela:
ante la nacionalización de SIDOR
Un
triunfo de la clase obrera
Declaración
de la corriente internacional Socialismo o Barbarie, 9 de
abril de 2008
En
la madrugada de hoy (miércoles 9 de abril del 2008) se
confirmó que la acería Ternium-Sidor ha sido nacionalizada.
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Aunque se
ganó una importante batalla...
La lucha por Sidor no
ha terminado
Por
Claudio Testa
En la
Declaración de Socialismo o Barbarie ante la nacionalización
de Sidor se advierte que “la lucha no termina ahí. Hay
que exigir a Chávez y luchar por imponer que la
expropiación sea sin indemnización alguna,
y que desde ahora la empresa funcione bajo control de
los trabajadores sidoristas.
Se trata de medidas elementales para poder defender esta
conquista, que desde el primer momento va a estar bajo el
fuego no sólo de la derecha y de los empresarios y
gobiernos extranjeros que van a protestar, sino también del
propio gobierno que fue obligado a tomarla”.
Este
alerta se ha visto plenamente justificado. Chávez se vio
obligado a ceder y disponer la nacionalización ante la
presión de una lucha que amenazaba con extenderse a
otros sectores de la clase obrera,
y en medio de un profundo descontento de
los trabajadores y sectores populares por la carestía
de la vida y el curso a la derecha del gobierno.
Pero,
en una maniobra tradicional de este tipo de gobiernos, Chávez
ahora actúa para limitar
y revertir en todo
lo posible esta gran conquista obrera. Se trata del clásico
mecanismo de “dar ahora para quitar después”.
En
efecto, la propuesta de Chávez a Techint –la
multinacional argentina que se había apropiado
escandalosamente de Sidor por unos centavos, cuando fue
privatizada en la década pasada– no sólo es indemnizarla.
También le plantea una sociedad mixta,
con un 40% de las acciones para Techint,
y que además sea parte de la administración
de Sidor (algo prácticamente automático para quien tenga
el 40% del paquete accionario).
El gobierno
espera que la inmensa alegría de los trabajadores por este
triunfo (que no es sólo de los sidoristas, sino de toda la
clase obrera), haga pasar desapercibidas estas arteras
maniobras. Ellas, desde el primer momento, comienzan a poner
en cuestión su victoria. Por eso, las demandas de no a
las indemnizaciones y, sobre todo, de administración
y control obreros, se mantienen más vigentes que nunca.
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Independientemente
de las condiciones en que esto sea hecho (luego nos
referiremos a ellas), es evidente que bajo la presión
de un sector importantísimo de la clase obrera venezolana (que
empezaba a enfrentar de manera directa al gobierno de Chávez),
a éste no le quedó otra alternativa que estatizar
la empresa.
No
estamos, en consecuencia, ante una de las típicas medidas
“progresivas” de un gobierno nacionalista burgués
(medidas que, como tales, los socialistas revolucionarios no
apoyamos). Se trata, por el contrario, de un hecho que es el
subproducto directo de la lucha de la clase obrera.
En
ese sentido, se parece mucho a la estatización del petróleo
dispuesta en México en 1938 por el presidente Cárdenas.
Allí también se venía de un largo conflicto del sindicato
petrolero con las multinacionales que monopolizaban los
hidrocaburos, antes de que Cárdenas se viera obligado a dar
ese paso.
Al
mismo tiempo, está claro que la política revolucionaria
hay que ordenarla alrededor del triunfo que significa la
estatización. Es que la lucha no termina ahí. Hay que exigir a Chávez, y luchar por imponer, que la expropiación
sea sin indemnización alguna,
y que desde ahora la empresa funcione bajo control de
los trabajadores de Sidor.
Se trata de medidas elementales para poder defender esta
conquista, que desde el primer momento va a estar bajo el
fuego no sólo de la derecha y de los empresarios y
gobiernos extranjeros que vana protestar, sino también del
propio gobierno que fue obligado a tomarla.
Esto
es muy importante. porque hay que recordar que, según Chávez,
en las “empresas estratégicas manda el Estado”. Es
decir, no podría haber control y/o administración
obrera. Frente a eso, hay que tener presente el desastre que
ha significado para PDVSA y para todos los trabajadores y
sectores populares el que, después de derrotar al paro
patronal de fines del 2002 e inicios del 2003, el gobierno
de Chávez haya liquidado los elementos de control y
administración obrera que habían logrado ese triunfo.
Asimismo,
está claro que una indemnización a Techint (multinacional
de origen argentino) tendría el efecto de hipotecar a
Sidor. Ésta es hoy seguramente una empresa que produce a
precios favorables (por el alza de las commodities a nivel
internacional). Pero mañana, debido a la creciente crisis
económica mundial, podría ocurrir lo contrario.
Entonces, serán sus trabajadores y los de toda Venezuela
los que terminarán pagando los platos rotos de la
crisis.
Sin
embargo, y sin menoscabo de lo anterior, lo que está en pie
es que estamos ante un importantísimo triunfo
de la clase obrera venezolana,
quizá el más importante bajo el gobierno chavista.
No
casualmente, ya se han levantado los gritos y las quejas del
gobierno de Cristina Kirchner respecto de esta medida tomada
por su amigo Chávez en contra de otro entrañable amigo
como es el empresario Rocca, dueño de Sidor. Han puesto el
grito en el cielo en defensa de un grupo empresario que es
parte de la verdadera base de sustentación del gobierno K:
los grandes grupos capitalistas de la industria.
Es
que seguramente los Kirchner no pueden entender que ha sido
la lucha de los obreros de Sidor la que no dejó otra
alternativa al gobierno venezolano. En realidad, Chávez,
luego de su derrota en el referéndum del 2 de diciembre,
venía enfilando en un curso de derecha. Por eso, su primera
respuesta al conflicto en Sidor no fue la nacionalización,
sino enviar a la Guardia Nacional, que reprimió brutalmente
a los obreros con un saldo de docenas de heridos y presos.
Esta
nacionalización es también un claro ejemplo de que, en el
actual contexto latinoamericano de polarización desde las
oposiciones burguesas de derecha (como sucede en Bolivia,
Argentina, Venezuela, etc.), seguimos sin embargo dentro del
ciclo abierto por las rebeliones populares de comienzos del
siglo XXI. Así, en términos generales, no ha habido
derrotas graves de los trabajadores. Y esto muestra la
posibilidad de desbordes por la izquierda a los límites
burgueses de estos gobiernos por parte de la clase obrera,
como así también de hacerles frente si ellos “muestran
las garras”.
Desde
nuestra corriente internacional SoB hemos caracterizado este
escenario como la apertura de una nueva coyuntura
latinoamericana, con mayores elementos de inestabilidad y
polarización que la anterior, que estuvo dominada por la
estabilización que imponían los nuevos gobiernos
“progresistas”.
Este
es el evidente caso de Venezuela. El país venía polarizado
por la derecha desde el referendo del 2 de diciembre. Pero,
al mismo tiempo, no se ha cerrado el ciclo de rebeliones
latinoamericanas –que en Venezuela se expresó en los
triunfos de abril
de 2002 y de principios de 2003–, y la clase obrera
venezolana está en la plenitud de sus fuerzas. Por eso, la
situación ahora se polariza por la izquierda, obligando al gobierno de Chávez a
tomar esta medida.
Moraleja:
el actual ciclo de rebeliones populares que estamos
transitando desde comienzos de este siglo sigue abierto.
Y esto que acaba de ocurrir es un aliciente para todos los
que trabajamos cotidianamente por transformar el actual
ciclo latinoamericano de rebeliones populares
en uno de revolución obrera y socialista.
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