Socialismo o Barbarie, periódico Nº 126, 08/05/08
 

 

 

 

 

 

Se realizó el “referéndum autonómico” en Santa Cruz

Un triunfo de la oligarquía separatista y racista,
pero no tan categórico como pretendía

Por Claudio Testa y José Luis Rojo

El domingo 4, en el departamento de Santa Cruz de la Sierra se celebró finalmente el “referéndum autonómico”. Según cifras oficiales de sus organizadores –la Prefectura, especie de gobernación del departamento– el voto por el “Sí” alcanzó un 85% y por el “No”, un 15%. Al mismo tiempo, se producía un porcentaje de abstención relativa e inesperadamente alto: la misma “Corte Electoral” cruceña reconocía un 36% y otras fuentes elevaban la cifra al 40%.

La votación careció de fiscalización independiente, de modo que sus cifras hay que tomarlas con pinzas. Sin embargo, tanto Evo Morales como los organizadores del referéndum las tienen por buenas, pero para proclamar dos balances opuestos.

Tomándose de la cifra de abstención y sumándole los votos por el “no”, en blanco y anulados, Evo Morales, que no hizo nada efectivo contra la consulta, anunció el fracaso de la misma. Por el contrario, los separatistas, ignorando la abstención y tomándose del 85% de votos por el “Sí”, festejan el referéndum como un triunfo absoluto.

Pero la realidad es que ninguno de los dos tiene razón: no hubo ni triunfo ni fracaso absoluto, sino un importante logro político de los autonomistas, pero no tan categórico como pretendían.

Las razones de la derecha separatista son que los argumentos de Evo Morales se basan en el cuestionable supuesto de que todos los que no fueron a votar estarían en contra la “autonomía”. Es sabido que en toda elección, amén de aquellos pasivos de toda pasividad y desinteresados en las cuestiones políticas, hay un ausentismo “técnico” habitual.

Sin embargo, también es verdad que en este caso, dado lo polarizado del escenario político, es completamente plausible que un alto porcentaje de los abstencionistas eligieron esa opción como forma de repudio al reaccionario referéndum tal cual otros sectores se volcaron por el no.

Pero atención: lo que hay que subrayar, y lo que tienen que comprender los heroicos luchadores obreros, campesinos y originarios mirando la realidad cara a cara, tal cual es, para poder enfrentarla, es que si el repudio a los reaccionarios estatutos autonómicos fue mayor al esperado, en esto nada tuvo que ver la acción del gobierno del MAS, que vergonzosamente había decidido no mover un dedo frente a la elección.

Además, tomar con liviandad el hecho de que sin embargo, el resultado del referéndum no deja de ser un triunfo –así esté relativamente mediado– de la oligarquía cruceña, que alienta la preparación de próximos referéndums en Beni, Pando y Tarija, a lo único que puede servir es a que el gobierno de Morales y Linera sigan desarmando y abonando el terreno para nuevos y más graves retrocesos.

Porque el problema no es un voto de más o de menos. El triunfo reaccionario es que la pandilla de las 100 familias dueñas de Santa Cruz haya podido realizar su referéndum ilegal (mientras que el gobierno ha tenido que guardarse en un cajón el texto votado en la Asamblea Constituyente). Este hecho político, que da una cuota de legitimidad nacional e internacional al autonomismo, significa un cierto salto en calidad en el proceso de fortalecimiento de esa oligarquía capitalista.

Redoblando la apuesta

A partir del mojón que significa su victoria política del domingo, esa oligarquía puede plantear, con fuerza mayor, su ultimátum: o legaliza y aumenta las ventajosas condiciones adquiridas durante el neoliberalismo de los ’90 (ahora sumándole las regalías de los hidrocarburos) o seguirá dando pasos, de manera cada vez más abierta, hacia la división del país. Ahora, con la amenaza de poner en pie una “confederación de departamentos autonómicos”, que podría ser un paso cualitativo hacia la división del país.

En ese marco y dados los aspectos más contradictorios de la elección del domingo, es realmente una vergüenza que inmediatamente después de la votación, Evo Morales volviera a llamar a una “negociación” en vez de salir a convocar a los explotados y oprimidos del país a una movilización de masas nacional e histórica para derrotar a la oligarquía.

Porque, efectivamente, la espontánea repulsa de amplios sectores de masas al referéndum del domingo 4 muestra que hay condiciones para propinarle una derrota de magnitud a las oligarquías reaccionarias.

Sin embargo, Evo Morales a pesar de haber planteado el “fracaso absoluto” de la consulta, parece no sacar ninguna conclusión de sus propias palabras: continúa con su política capituladora de costumbre, de llamar a la “negociación” y, para colmo, sin condición alguna.

En cambio, para los oligarcas cruceños la cosa es muy diferente. Han anunciado que no van a negociar ahora, sino después que se hagan más referéndums autonómicos en otros departamentos. En efecto, el 1º de junio van a realizarse sendos referéndum en los departamentos de Pando y Beni, y el 22 de junio, en el estratégico departamento de Tarija, fronterizo con Argentina. Tarija tiene el 90% de las reservas de gas de Bolivia. Y uno de los puntos fundamentales del programa autonomista es tomar su control para negociarlas con las multinacionales petroleras.

Al mismo tiempo, los autonomistas ya están recolectando firmas para realizar referéndums similares en otros departamentos, como Cochabamba y Chuquisaca.

Como ya señalamos y manifestó a la prensa uno de los dirigentes autonomistas, si esto camina, los departamentos “autónomos” constituirían “una federación a la que incluso se le podría llamar Bolivia»”, e invitar al resto de los departamentos (La Paz, Oruro y Potosí) a integrarse... si aceptan las condiciones. Este es, entonces, el plan separatista, si es que el gobierno de Evo no acepta todas sus condiciones.

Por supuesto, esto es más fácil de decir que de hacer. Pando y Beni, donde el triunfo autonomista está asegurado, son departamentos despoblados. Las batallas decisivas se darían en Tarija y sobre todo en Cochabamba, donde la oposición a este plan secesionista tiene base de masas.

Porque el movimiento obrero, campesino y originario de Bolivia de ninguna manera está derrotado y los propios resultados contradictorios del domingo 4 así lo reflejan.

Los peligrosos avances de la derecha se basan esencialmente en los retrocesos y capitulaciones del gobierno del MAS, que teme infinitamente más que a la derecha a la movilización de las masas, que aún apoyan al gobierno, aunque sea como “mal menor” frente a monstruos como los racistas de Santa Cruz.

Evo Morales y García Linera, los pequeños organizadores de grandes derrotas

El gobierno del MAS asumió en una situación muy diferente a la actual. Después de las rebeliones de octubre de 2003 y de mayo/junio de 2005, la derecha había quedado duramente golpeada. Pero, desde entonces, las cosas se han ido deslizando como por un plano inclinado. Desde su guarida de Santa Cruz, la derecha ha ido recuperando la iniciativa y fortaleciéndose.

La causa de esto no ha sido una derrota directa del movimiento de masas (como las sufridas por ejemplo, con las dictaduras militares o los gobiernos neoliberales), sino casi exclusivamente por los vergonzosos retrocesos de Evo Morales y García Linera. Su política estuvo determinada por dos parámetros: negociar a toda costa un acuerdo global con la derecha oligárquica y contener a las masas obreras y originarias.

En este referéndum de Santa Cruz se repitió esa táctica derrotista. En vísperas del referéndum, “el gobierno de Evo Morales decidió finalmente no intervenir en la consulta y convenció a los movimientos sociales afines de no marchar a protestar a esta región rebelde”. [1]

Una capitulación injustificable, porque las importantes protestas en barrios y poblaciones de originarios en Santa Cruz, la abstención más alta de lo habitual y las movilizaciones de masas en varias partes del país como en Cochabamba demostraron que un decidido y duro boicot, y una movilización de masas más extendida a escala nacional, hubieran podido desbaratar el referéndum separatista.

Este mecanismo organizador de derrotas funcionó desde el inicio del gobierno masista. El primer desastre fue el punto vital de la Asamblea Constituyente: acordaron con la derecha que todo debía aprobarse por dos tercios; es decir, siempre negociando y acordando con la derecha. Desde entonces, todo ha ido barranca abajo. En el estratégico departamento de Cochabamba, desmontaron la rebelión popular que estaba por derribar al prefecto de derecha, Manfred Reyes Villa, y ahora éste les organiza allí otro referéndum separatista. Cien hechos similares fueron así jalonando el gobierno del MAS.

¿Pero por qué ocurre esto? La respuesta es simple: porque, como parte del reformismo limitadamente capitalista del MAS, a la única herramienta que no está dispuesto a apelar es justamente la que podría liquidar el curso reaccionario y secesionista en un abrir y cerrar de ojos: la más amplia movilización revolucionaria de las masas explotadas y oprimidas.

Evo no está dispuesto a hacer esto por dos razones. Una, porque teme que las masas lo desborden, le pasen por encima al gobierno reformista sin ningún miramiento. Y dos, porque al mismo tiempo, el propio gobierno del MAS sigue aplicando una parte importantísima de las recetas neoliberales heredadas de los ’90.

Eso está provocando, de manera creciente, la crítica de sectores de trabajadores. Se siguen pagando salarios de miseria absoluta, carcomidos más y más por la inflación creciente. Y esto sucede a pesar del enorme aumento de los ingresos por regalías del gas, que el propio gobierno masista ha venido propagandizando.

Es por esos motivos que el gobierno del MAS ha venido llamando a la “negociación” con los cívicos. Y es la razón por la cual vuelve a hacerlo inmediatamente después del domingo 4.

Para salir de esta peligrosa encrucijada, es absolutamente necesario que el movimiento obrero y de masas se movilice en forma independiente del gobierno masista, desbordándolo por izquierda y poniendo en pie instancias de organización propias para dar su merecido a las burguesías separatistas.


Nota:

1. "Hemos considerado el pedido de nuestro presidente Evo Morales de no ir a Santa Cruz para evitar cualquier confrontación con la oligarquía", ratificaba el líder de los cocaleros, Julio Salazar, al corresponsal de Clarín en Bolivia.