Se realizó el “referéndum autonómico” en Santa Cruz
Un triunfo de la oligarquía separatista y racista,
pero no tan categórico como
pretendía
Por
Claudio Testa y José Luis Rojo
El
domingo 4, en el departamento de Santa Cruz de la Sierra se
celebró finalmente el “referéndum autonómico”. Según
cifras oficiales de sus organizadores –la Prefectura,
especie de gobernación del departamento– el voto por el
“Sí” alcanzó un 85% y por el “No”, un
15%. Al mismo tiempo, se producía un porcentaje de
abstención relativa e inesperadamente alto: la misma
“Corte Electoral” cruceña reconocía un 36% y
otras fuentes elevaban la cifra al 40%.
La
votación careció de fiscalización independiente, de modo
que sus cifras hay que tomarlas con pinzas. Sin embargo,
tanto Evo Morales como los organizadores del referéndum las
tienen por buenas, pero para proclamar dos balances
opuestos.
Tomándose
de la cifra de abstención y sumándole los votos por el
“no”, en blanco y anulados, Evo Morales, que no
hizo nada efectivo contra la consulta, anunció el fracaso
de la misma. Por el contrario, los separatistas, ignorando
la abstención y tomándose del 85% de votos por el “Sí”,
festejan el referéndum como un triunfo absoluto.
Pero
la realidad es que ninguno de los dos tiene razón: no hubo
ni triunfo ni fracaso absoluto, sino un importante logro político
de los autonomistas, pero no tan categórico como pretendían.
Las
razones de la derecha separatista son que los argumentos de
Evo Morales se basan en el cuestionable supuesto de
que todos los que no fueron a votar estarían en
contra la “autonomía”. Es sabido que en toda elección,
amén de aquellos pasivos de toda pasividad y desinteresados
en las cuestiones políticas, hay un ausentismo “técnico”
habitual.
Sin
embargo, también es verdad que en este caso, dado lo
polarizado del escenario político, es completamente
plausible que un alto porcentaje de los abstencionistas
eligieron esa opción como forma de repudio al reaccionario
referéndum tal cual otros sectores se volcaron por el no.
Pero
atención: lo que hay que subrayar, y lo que tienen que
comprender los heroicos luchadores obreros, campesinos y
originarios mirando la realidad cara a cara, tal cual es,
para poder enfrentarla, es que si el repudio a los
reaccionarios estatutos autonómicos fue mayor al esperado, en
esto nada tuvo que ver la acción del gobierno del MAS, que
vergonzosamente había decidido no mover un dedo frente a la
elección.
Además,
tomar con liviandad el hecho de que sin embargo, el
resultado del referéndum no deja de ser un triunfo –así
esté relativamente mediado– de la oligarquía cruceña,
que alienta la preparación de próximos referéndums en
Beni, Pando y Tarija, a lo único que puede servir es a que
el gobierno de Morales y Linera sigan desarmando y
abonando el terreno para nuevos y más graves retrocesos.
Porque
el problema no es un voto de más o de menos. El triunfo
reaccionario es que la pandilla de las 100 familias dueñas
de Santa Cruz haya podido realizar su referéndum
ilegal (mientras que el gobierno ha tenido que guardarse en
un cajón el texto votado en la Asamblea Constituyente).
Este hecho político, que da una cuota de legitimidad
nacional e internacional al autonomismo, significa un cierto
salto en calidad en el proceso de fortalecimiento de esa oligarquía
capitalista.
Redoblando la apuesta
A partir del mojón que significa su victoria política
del domingo, esa oligarquía puede plantear, con fuerza
mayor, su ultimátum: o legaliza y aumenta las
ventajosas condiciones adquiridas durante el neoliberalismo
de los ’90 (ahora sumándole las regalías de los
hidrocarburos) o seguirá dando pasos, de manera cada vez más
abierta, hacia la división del país. Ahora, con la
amenaza de poner en pie una “confederación de
departamentos autonómicos”, que podría ser un paso
cualitativo hacia la división del país.
En ese marco y dados los aspectos más
contradictorios de la elección del domingo, es
realmente una vergüenza que inmediatamente después
de la votación, Evo Morales volviera a llamar a una
“negociación” en vez de salir a convocar a los
explotados y oprimidos del país a una movilización de
masas nacional e histórica para derrotar a la oligarquía.
Porque, efectivamente, la espontánea repulsa de
amplios sectores de masas al referéndum del domingo 4
muestra que hay condiciones para propinarle una derrota
de magnitud a las oligarquías reaccionarias.
Sin embargo, Evo Morales a pesar de haber planteado
el “fracaso absoluto” de la consulta, parece no sacar ninguna
conclusión de sus propias palabras: continúa con su
política capituladora de costumbre, de llamar a la
“negociación” y, para colmo, sin condición alguna.
En cambio, para los oligarcas cruceños la cosa es muy
diferente. Han anunciado que no van a negociar ahora,
sino después que se hagan más referéndums autonómicos
en otros departamentos. En efecto, el 1º de junio van a
realizarse sendos referéndum en los departamentos de Pando
y Beni, y el 22 de junio, en el estratégico
departamento de Tarija, fronterizo con Argentina.
Tarija tiene el 90% de las reservas de gas de
Bolivia. Y uno de los puntos fundamentales del programa
autonomista es tomar su control para negociarlas con las
multinacionales petroleras.
Al mismo tiempo, los autonomistas ya están
recolectando firmas para realizar referéndums similares
en otros departamentos, como Cochabamba y Chuquisaca.
Como ya señalamos y manifestó a la prensa uno de
los dirigentes autonomistas, si esto camina, los
departamentos “autónomos” constituirían “una
federación a la que incluso se le podría llamar Bolivia»”,
e invitar al resto de los departamentos (La Paz, Oruro y
Potosí) a integrarse... si aceptan las condiciones. Este
es, entonces, el plan separatista, si es que el gobierno de
Evo no acepta todas sus condiciones.
Por supuesto, esto es más fácil de decir que de
hacer. Pando y Beni, donde el triunfo autonomista está
asegurado, son departamentos despoblados. Las batallas
decisivas se darían en Tarija y sobre todo en Cochabamba,
donde la oposición a este plan secesionista tiene base de
masas.
Porque el movimiento obrero, campesino y originario
de Bolivia de ninguna manera está derrotado y los
propios resultados contradictorios del domingo 4 así lo
reflejan.
Los peligrosos avances de la derecha se basan
esencialmente en los retrocesos y capitulaciones del
gobierno del MAS, que teme infinitamente más que a la
derecha a la movilización de las masas, que aún apoyan al
gobierno, aunque sea como “mal menor” frente a monstruos
como los racistas de Santa Cruz.
Evo Morales y García Linera,
los pequeños organizadores de grandes derrotas
El
gobierno del MAS asumió en una situación muy diferente a
la actual. Después de las rebeliones de octubre de 2003 y
de mayo/junio de 2005, la derecha había quedado duramente
golpeada. Pero, desde entonces, las cosas se han ido
deslizando como por un plano inclinado. Desde su guarida de
Santa Cruz, la derecha ha ido recuperando la iniciativa y
fortaleciéndose.
La
causa de esto no ha sido una derrota directa del movimiento
de masas (como las sufridas por ejemplo, con las dictaduras
militares o los gobiernos neoliberales), sino casi
exclusivamente por los vergonzosos retrocesos de Evo Morales
y García Linera. Su política estuvo determinada por dos
parámetros: negociar a toda costa un acuerdo global con la
derecha oligárquica y contener a las masas obreras y
originarias.
En
este referéndum de Santa Cruz se repitió esa táctica derrotista.
En
vísperas del referéndum, “el gobierno de Evo Morales decidió finalmente no
intervenir en la consulta y convenció a los movimientos
sociales afines de no marchar a protestar a esta región
rebelde”. [1]
Una
capitulación injustificable,
porque las importantes protestas en barrios y poblaciones
de originarios en Santa Cruz, la abstención más
alta de lo habitual y las movilizaciones de masas en
varias partes del país como en Cochabamba demostraron
que un decidido y duro boicot, y una movilización
de masas más extendida a escala nacional, hubieran
podido desbaratar el referéndum separatista.
Este
mecanismo organizador de derrotas funcionó desde el
inicio del gobierno masista. El primer desastre fue el punto
vital de la Asamblea Constituyente: acordaron con la derecha
que todo debía aprobarse por dos tercios; es decir,
siempre negociando y acordando con la derecha. Desde
entonces, todo ha ido barranca abajo. En el estratégico
departamento de Cochabamba, desmontaron la rebelión popular
que estaba por derribar al prefecto de derecha, Manfred
Reyes Villa, y ahora éste les organiza allí otro referéndum
separatista. Cien hechos similares fueron así jalonando el
gobierno del MAS.
¿Pero por qué ocurre esto? La respuesta es simple:
porque, como parte del reformismo limitadamente capitalista
del MAS, a la única herramienta que no está
dispuesto a apelar es justamente la que podría liquidar el
curso reaccionario y secesionista en un abrir y cerrar de
ojos: la más amplia movilización revolucionaria de las
masas explotadas y oprimidas.
Evo
no está
dispuesto a hacer esto por dos razones. Una, porque teme
que las masas lo desborden, le pasen por encima
al gobierno reformista sin ningún miramiento. Y dos, porque
al mismo tiempo, el propio gobierno del MAS sigue
aplicando una parte importantísima de las recetas
neoliberales heredadas de los ’90.
Eso está provocando, de manera creciente, la crítica
de sectores de trabajadores. Se siguen pagando salarios
de miseria absoluta, carcomidos más y más por la
inflación creciente. Y esto sucede a pesar del enorme
aumento de los ingresos por regalías del gas, que el
propio gobierno masista ha venido propagandizando.
Es
por esos motivos que el gobierno del MAS ha venido llamando
a la “negociación” con los cívicos. Y es la razón por
la cual vuelve a hacerlo inmediatamente después del
domingo 4.
Para
salir de esta peligrosa encrucijada, es absolutamente
necesario que el movimiento obrero y de masas se movilice en
forma independiente del gobierno masista, desbordándolo
por izquierda y poniendo en pie instancias de organización
propias para dar su merecido a las burguesías
separatistas.
Nota:
1.
"Hemos
considerado el pedido de nuestro presidente Evo Morales de
no ir a Santa Cruz para evitar cualquier confrontación con
la oligarquía", ratificaba el líder de los cocaleros,
Julio Salazar, al corresponsal de Clarín en Bolivia.
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