La
estatización del sistema previsional argentino
¡Ni
un peso de indemnización para la estafa de
las AFJPs!
¡Que
las cajas sean puestas bajo control de los trabajadores!
Por
Marcelo Yunes
La
decisión de estatizar el sistema jubilatorio y, de hecho,
acabar con el funcionamiento de las AFJPs en su actual carácter,
representa acaso la
primera medida “reformista” en el plano económico
–por fuera del de los derechos humanos– de este
gobierno. Así lo reconoció, por ejemplo, el titular de la
UCR, Gerardo Morales, que lo llamó “el único cambio
estructural” de la gestión K.
Desde
ya, los beneficiarios y defensores a sueldo de la estafa de
las AFJPs (es decir, de los grandes bancos que son sus dueños)
se las ven en figurillas para convencer a alguien de que ese
verdadero curro no merece ser liquidado. Más aún en medio
de una crisis internacional que no deja muy bien parada a la
“ortodoxia” pro mercado. En general, no les queda más
remedio que quejarse del manejo que harán los Kirchner de
la caja previsional, porque defender
bancos que por prestarle al Estado se quedaban con casi un
tercio de los aportes de los afiliados es realmente antipático.
A
la oposición burguesa (PRO y Carrió en primer lugar) no le
quedó otro triste papel más que el hablar del “saqueo”
kirchnerista de las jubilaciones en
frente común con los buitres financieros, aunque no se
conoce que hayan hecho denuncias tan vehementes del saqueo
de las AFJPs.
Por
supuesto, la decisión fue puramente empírica, una nueva
demostración de la capacidad de improvisación de los
Kirchner. Primero fue el anuncio del pago al Club de París
para “calmar a los mercados” y “dar señales a los
inversores”. Sapo. Después vino la sorpresa de la
reapertura del canje de bonos. Otro sapo: cuando los
Kirchner iban para el lado del mercado, el sacudón
financiero internacional pedía a gritos la intervención
del Estado. En el gobierno tomaron nota (tarde) de que venían
a contramano, dejaron lo del Club de París y el canje de
bonos para mejor oportunidad, y se pusieron a tono con la
actual “ola estatista” universal.
En
efecto: Bush nacionaliza parcialmente grandes entidades
financieras y compromete millonadas. A Obama lo acusan de
estatista y “socialista”. El inglés Gordon Brown y la
Unión Europea lanzan un salvataje mucho más ambicioso, que
implica una intervención aún mayor del Estado en el
sistema financiero. Lula abre la puerta para estatizar
bancos en problemas. En este marco –habrán pensado en el
gobierno– ¿quién se puede asustar de que estaticemos el
sistema jubilatorio? De hecho, la línea argumental de
Cristina cuando hizo el anuncio pasó por dos ejes: uno, que
hasta las grandes potencias capitalistas recurren ahora al
“estatismo” como única vía de escape al tembladeral
global; dos, que el sistema de jubilación privada era una
estafa monumental.
Argumentos
irrefutables, sin
duda. Claro que cuando se discutió en el Parlamento la
“movilidad” jubilatoria (una estafa menos monumental,
pero estafa al fin), el oficialismo cajoneó
bajo siete llaves la iniciativa de dos diputados (Lozano y
Raimundi) de… sí, de que el estado recuperara los fondos
en manos de las AFJPs. ¡Y eso fue hace
un mes!
Sin
duda, el nuevo “clima” económico e ideológico que vive el mundo tras el
derrumbe financiero fue un factor decisivo
en este giro “heterodoxo” del gobierno. El aspecto ideológico está muy claro: la estatización dejó de ser mala
palabra para pasar a ser casi la última tabla de salvación,
incluso para los más rabiosos neoliberales. Pero tampoco
hay que dar por las “convicciones” de los Kirchner más
de lo que valen; sobran pruebas de que son gente más pragmática
que dogmática. Lo que debe haber pesado mucho más en la
decisión es el plano económico,
y en particular los ya
inocultables problemas que se ciernen sobre la capacidad de
pago del Estado argentino, en un contexto de recesión
mundial, caída de precios y escasez de crédito.
Jubilación privada:
la estafa del siglo
Depósitos
totales por 95.000 millones de pesos (unos 30.000 millones
de dólares). Cobraron en concepto de comisiones 12.000
millones de dólares. ¡Vaya “administradores” onerosos!
¿Todo para qué? Para que los aportantes tengan, en términos
reales, mucho menos
que lo que pusieron, incluso deducidas las jugosas
comisiones.
Sobre
450.000 personas que se jubilaron por el sistema privado, el
77% necesitaba de un aporte complementario del Estado
para redondear su ingreso.
Bajo
la coerción del creador del sistema, Domingo Cavallo, las
AFJPs representaban un “mercado de capitales” forzado a
financiar al Estado con no menos del 50% de los depósitos
de los afiliados. En vísperas del derrumbe de 2001, ese
porcentaje era casi del 70%
Las
AFJPs nacieron estafadoras y dieron las hurras con una última
estafa: no bien se conoció la decisión de estatizar el
sistema, salieron a reventar
a precio de saldo acciones y bonos, generando el
desplome de la Bolsa porteña (casi un 30% en dos días) y
la disparada del riesgo país, al mejor estilo de los intentos de “golpe de mercado”. ¡Seguro
que Federico Pinedo, del PRO, y otros gusanos defensores de
la “propiedad privada”, no dijeron una palabra sobre
este remate de la
plata de los afiliados para especular políticamente
contra el gobierno!
Ganadores y
perdedores de la estatización
El
argumento del gobierno de que la estatización busca
“defender las jubilaciones amenazadas” es, naturalmente,
interesado, pero tiene un importante elemento de verdad: los
nuevos jubilados iban a cobrar chauchas y palitos.
Un
importante sector de la burguesía local e imperialista (en
primer lugar, pero no únicamente, bancos españoles, como
lo mostró la caída de la Bolsa madrileña) se ve sin duda
fuertemente perjudicado. Por ahora se quejan en los medios,
que les dan amplia prensa, pero es dudoso que estén en
condiciones de montarse sobre un movimiento de masas como el
conflicto de los ruralistas en sus mejores días. Al
cacerolazo convocado por Internet en Santa Fe y Callao (¡vaya
lugar!) no fueron ni 20 personas…
Cómo proteger de
verdad las jubilaciones
Los
buitres capitalistas
privados, queda claro, se
desentienden del destino del ahorro de toda la vida de
millones de trabajadores. Mientras ganen plata en el entretanto,
lo que ocurra con sus “clientes” después
es el último de sus problemas. Así pasó con infinidad de
fondos de pensión –en particular, pero no solamente, de
EEUU–, que quebraron dejando sin trabajo, ni ahorros, ni
jubilación, ni nada a miles de incautos “inversores”.
Incluso grandes firmas, como la famosa Enron, tenían su
propio sistema de administración de fondos previsionales.
No hace falta aclarar que mientras trabajadores y pequeños
“inversores” le cantaban a Gardel, o a Frank Sinatra,
los cráneos de “ingeniería financiera” que los dejaron
en la quiebra disfrutaban de sus jugosísimas
indemnizaciones panza arriba en las Bermudas, daiquiri en
mano.
Ahora
bien, si alguien supone que el actual
Estado capitalista argentino va a ser el garante
definitivo de jubilaciones generosas que honren al que
trabajó toda su vida con un ingreso digno y suficiente, ya
excede la categoría de optimista para ingresar a la de…
ingenuo, por decirlo suavemente.
Los
Kirchner no mienten cuando dicen que el sistema privado era
una estafa a los jubilados actuales y futuros. La oposición
tampoco miente cuando denuncia que el gobierno busca meter
mano en las cajas previsionales (aunque jamás denunciaron
el saqueo mucho mayor y más descarado de las AFJPs). La
conclusión es simple: ese “salario diferido” que representan los aportes jubilatorios jamás
estará en manos seguras mientras esas manos sean capitalistas,
privadas o estatales.
No
obstante, es cierto que el hecho de que el conjunto del
sistema jubilatorio vuelva a ser administrado por el Estado
–sin dejar de ser una estatización burguesa, sin un átomo
de “socialismo”– permite
mejores condiciones para intentar defender ese ingreso de
los trabajadores desde una óptica de clase. Por lo
pronto, los trabajadores pueden concentrar su lucha en un
solo “patrón”: el Estado, en vez de 10 ó 15 entidades
privadas. Por otra parte, como –para bien y para mal– la
del Estado es una sola caja: que
el Estado capitalista decida asignar más o menos recursos a
los jubilados es una cuestión que se decide en la lucha política,
no en inversiones “geniales” de gurúes financieros en
bancos privados.
¡Ni
un peso de indemnización para los buitres de las AFJP!
¡Control
de los trabajadores y jubilados de las cajas jubilatorias!
¡Total
transparencia e intangibilidad de los ingresos
previsionales!
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