Reunión
del G-20
Sólo hubo acuerdo en un “principio”:
que la crisis
la paguen los
trabajadores
Por
Claudio Testa
El fin de semana pasado se desarrolló
la tan publicitada reunión del G-20. Como era de esperar,
resultaron un fiasco los anuncios rimbombantes acerca del
“nuevo Bretton Woods”, que iba a marcar un punto de
inflexión en la peor crisis capitalista desde la Gran Depresión
de los años 30. Sin embargo, conviene hacer un repaso de
esta cumbre. Es que fueron significativas tanto las divergencias
que impidieron acordar un plan conjunto de medidas
concretas, como los acuerdos generales “de
principio”, que se expresaron en la retórica del
Documento ratificado en la reunión.
Obama... y algo más
La cumbre del G-20 tenía por supuesto
una gran dificultad para resolver algo concreto. Bush,
anfitrión de la cumbre y presidente del país epicentro del
terremoto, es un cadáver político. Por su parte, Obama,
prudentemente, se negó a concurrir en carácter de
presidente electo, como se había insinuado al principio.
Por esos motivos, la decisión
fundamental del G-20 fue... volver a reunirse en marzo. Con
Obama en funciones, el “problema Bush” estaría
solucionado... Sin embargo, eso no implica que las cosas
vayan a encarrilarse fácilmente para lograr medidas
conjuntas. Es que, con Bush o con Obama, va a seguir en pie
el gran problema que dificulta una acción concertada de las
principales potencias económicas: si bien hay intereses
comunes, hasta ahora están primando las divergencias
de intereses entre las distintas burguesías y sus
estados. Por eso, a la reunión de Washington, cada uno fue
con su propio “programa” y sus propias
“soluciones”. No vemos que esto varíe cuando el G-20
vuelva a reunirse.
Sarkozy,
el gran promotor del cónclave, había anunciado la “refundación
del capitalismo" y el fin de “la dictadura del
mercado”. Pero Bush le salió al cruce en vísperas de
la reunión, sosteniendo que la crisis “no es un
fracaso del sistema de libre mercado. Y la respuesta no es
tratar de reinventar el sistema... El triunfo del
capitalismo de libre mercado se demostró a través del
tiempo, la geografía, la cultura y la fe [¡según Bush,
Dios está con Wall Street!]. Y sería un terrible error
permitir que unos pocos meses de crisis socaven 60 años de
éxitos”.
Por supuesto, Sarkozy no está
proponiendo ninguna medida “anticapitalista”. Lo que
pone en discusión es otra cosa: se trata del papel
central (y sin control alguno) que EE.UU. ha ocupado en las
finanzas mundiales en los “60 años de éxitos”, de
que se jacta Bush. Es decir, desde que antes de finalizar la
Segunda Guerra Mundial (1939-45), los “acuerdos de Bretton
Woods” coronaron a EEUU como el emperador absoluto
(que no rinde cuentas a nadie) de las finanzas y el sistema
bancario del planeta, y al dólar como la moneda mundial
de comercio y reserva.
Esta grave contradicción –que un
estado nacional haga lo que quiera con el sistema
financiero y monetario mundial– se puso al rojo
vivo con la crisis.
Los principales gobiernos europeos,
aunque con opiniones divididas, plantean distintas formas de
regulación que ponen en cuestión, en mayor o menor
medida, este manejo absoluto y arbitrario de EEUU.
Frente
a eso, Bush ya había anunciado que rechazaría “cualquier
intento de crear agencias regulatorias con autoridad sobre
todos los países”... es decir, sobre EEUU. ¿Pero Obama,
cuando se reúna el G-20 en marzo, va a opinar distinto?
El cuadro de intereses contradictorios
es aún más complicado. Incluye a países como China, al
que todos –EEUU y Europa– reclaman que revalúe su
moneda, para poder hacerle competencia en el comercio
internacional. Por supuesto, en momentos en que se inicia
una recesión que nadie sabe si no desembocará en una
depresión mundial, China se niega. Pero, al mismo tiempo,
tiene la grave contradicción de que es uno de los
principales acreedores de EE.UU. Para que pueda pagarle,
EE.UU. debe “ajustarse” severamente, aunque sin
hundirse. Pero eso implica, simultáneamente, restringir las
billonarias compras que EEUU hacía a China y aumentar sus
exportaciones... La madeja de la crisis está llena de estas
contradicciones y círculos viciosos...
Peleas de perros entre
capitalistas
Por esos motivos, por debajo de los
amables discursos diplomáticos, se desarrollan pujas
encarnizadas. En los mismos días de la amable charlatanería
del G-20, estalló la pelea de perros entre EE.UU. y la Unión
Europea por la industria automotriz.
General Motors, Ford y Chrysler están
en bancarrota. Sin ayuda del Estado, lo más probable es que
desaparezcan. Esto dejaría a las firmas europeas y asiáticas
como los únicos fabricantes mundiales de automóviles. Pero
Obama estaría considerando subsidios por 30.000 millones de
dólares para salvarlas.
Ante esa posibilidad, estalló en furia
el presidente de la Comisión Europea, Durão
Barroso: “es una ayuda estatal ilegal”, dijo en
declaraciones a la radio francesa Europe 1. Y amenazó a
EE.UU. con iniciar un juicio ante la OMC (Organización
Mundial de Comercio).
¡La
UE exige a Washington que deje hundirse a su industria
automotriz! Y, en verdad, debería hacerlo, si EEUU
cumpliese sus compromisos en la OMC, y su retórica de
“libre empresa”, y contra el “proteccionismo” y el
“intervencionismo estatal”, que impuso a todo el mundo.
Todos
unidos contra los trabajadores
En
medio de las discordancias sobre medidas concretas (que
reflejan intereses opuestos), hubo sin embargo unanimidad en
cuanto a descargar la crisis sobre los trabajadores. Esto se
expresó cabalmente en el Documento firmado, un mamarracho
neoliberal que suscribieron hasta los más “críticos”
al neoliberalismo, como Sarkozy, Cristina K. y Cía.
Este
documento es un manual de cómo descargar la crisis en la
cabeza de los trabajadores. Ni siquiera a nivel retórico
hay una referencia a la masacre de puestos de trabajo
que se está produciendo en todo el mundo. Por el contrario
es un himno a “los principios del libre mercado,
incluyendo el imperio de la ley, el respeto por la propiedad
privada, el comercio y las inversiones libres en los
mercados competitivos...”
¡O
sea, de los “principios” que se están aplicando hoy
para producir millones de despidos en todos los países
del mundo!
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