El
gran problema: ¿quién pone orden?
Por
Claudio Testa
La
reorganización neoliberal del capitalismo
–iniciada en la década del 80 por el presidente Ronald
Reagan– y luego el derrumbe de la ex URSS en 1989/91 y la
restauración capitalista en los ex “países
socialistas” incluyendo China, ratificaron el carácter “yanqui-céntrico”
de las finanzas mundiales, establecido en 1944 en la
conferencia de Bretton Woods. Sin embargo, ya en los años
90 existía una contradicción: EE.UU. no tenía la absoluta
hegemonía económica de fines de la Segunda Guerra Mundial.
La
desaparición de la Unión Soviética había creado, el
relativo espejismo de la “superpotencia” incontrastable.
Pero detrás de eso había serias debilidades. El equipo
neoconservador que en el 2001, con Bush, se hace cargo del
gobierno, viene con un plan para remontar los problemas y
hacer del siglo XXI el “nuevo siglo norteamericano”. El
fracaso no pudo haber sido más rotundo.
En la
esfera de la economía y las finanzas, EE.UU. no sólo es el
epicentro de la bancarrota capitalista mundial, sino que en
las últimas décadas un sector importante de la producción
–principalmente el que produce artículos de consumo– se
mudó a otros países de mano de obra barata, como China.
Además, a
nivel geopolítico –es decir, de relaciones de fuerza
entre Estados–, EE.UU. también está mucho más débil:
el fracaso de las aventuras militares emprendidas por Bush
han terminado con la hegemonía indiscutida del imperialismo
yanqui.
El problema
es que tampoco existe otro Estado con el poder suficiente
económico y geopolítico como para imponer un nuevo
ordenamiento del capitalismo, como pretenden varios
gobiernos europeos (y la presidenta argentina, Cristina K.,
que en Washington proclamó la necesidad de “otro
capitalismo”). Ni la UE (que es una bolsa de gatos), ni
Japón, ni menos China pueden cumplir ese papel. Como en el
capitalismo nada de fondo se decide “por las buenas”
sino imponiendo relaciones de fuerza –y si es
necesario, con guerras y masacres–, las perspectivas de
que las cosas se arreglen en “conferencias
internacionales” no son muy grandes.
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