Socialismo o Barbarie, periódico Nº 140, 21/11/08
 

 

 

 

 

 

La crisis del ‘30

La lucha de los trabajadores en Estados Unidos

Por Oscar Alba

En marzo de 1933 inicia el mandato presidencial en los Estados Unidos, Franklin D. Roosevelt. El nuevo presidente demócrata asume en medio de la gran crisis económica que había estallado en octubre de 1929. El crack financiero de la bolsa de New York va a irradiarse en el ámbito mundial provocando la mayor crisis capitalista hasta hoy conocida. La quiebra y cierre de bancos y empresas echaron una vez más y en forma brutal sus consecuencias sobre las masas trabajadoras y los sectores oprimidos en el corazón del imperialismo yanqui. Los despidos masivos estuvieron a la orden del día y el hambre y la pobreza se instalaron entre los obreros desocupados.

Roosevelt llegó al gobierno de la mano de lo que se conoció como el “New Deal” (Nuevo Acuerdo). Este significó una serie de medidas tendientes a superar la profunda crisis económica yanqui.

A poco de asumir, el Congreso norteamericano va a otorgar poderes al presidente para un mayor control de los bancos y se promulgó la ley Glas-Steagall que controlaba la política crediticia bancaria y una nueva ley de Reserva, el oro pasó a ser controlado por el Estado. También se dictó la ley de Ajuste Agrícola que buscaba controlar y normalizar la producción en ese sector.

El gobierno buscó reducir la desocupación a partir de una serie de medidas “a pedido de Roosevelt, el Congreso promulgó la Ley federal de Ayuda de Emergencia (F.E.R.A.) para estimular a los Estados a tomar medidas contra la desocupación; además se crea el Cuerpo Civil de Conservación que se proponía emplear a 250.000 desocupados. Poco tiempo después se promulga la Ley de Seguro Social que establecía seguros contra el desempleo, pensiones a la vejez y a la invalidez.” (1) No obstante, una de las medidas más importantes con relación a la desocupación y los trabajadores fue la Ley Nacional de Recuperación Industrial por la cual el gobierno invertía más de 3.000 millones de dólares en obras públicas. Por esta ley se creaba, entre otras cosas, la Administración de Recuperación Industrial que estableció pautas para unas quinientas empresas que buscaban regular su funcionamiento.

El “New Deal” no cerrará la crisis y en 1937, a pesar de ganar nuevamente las elecciones Roosevelt, siete millones de trabajadores sin empleo y una nueva crisis en la Bolsa de Valores van a llevar a los capitalistas a buscar por la vía de la guerra una salida efectiva a la crisis.

La respuesta de los trabajadores

Cuando la crisis estalla en 1929 el movimiento obrero no cuenta con organizaciones sólidas que le permitan reaccionar rápidamente frente a los efectos del crack financiero y pagarán las consecuencias. Será a partir de 1933 que se quiebra el letargo de la clase obrera y comienza una etapa de grandes huelgas y luchas. Este reanimamiento coincide, en parte con la sanción de la Ley Nacional de Recuperación. La misma contenía una cláusula que reconocía a los trabajadores el derecho a la sindicalización y a negociar colectivamente los convenios laborales. La patronal yanqui, desde luego se opuso desde un primer momento a reconocer estos derechos y por otro lado, la central más importante, la American Federation of Labour (AFL) y su burocrático sindicalismo de oficio. Esta última cuestión llevará al surgimiento de una organización sindical por industria. Fue en la industria automotriz en donde los obreros comenzaron a luchar, tanto contra la patronal como contra la dirección de la AFL encabezada por William Green, que se oponía a que los trabajadores se agruparan en un sindicato único. Desde el punto de vista patronal, la General Motors y la Ford eran las empresas que más se oponían al sindicalismo industrial.

“La ola de huelgas se desató en la Electric Auto-Lite Company (1934) y continuó en la Chevrolet (1935). El movimiento terminó ante la actitud claudicante de la AFL que propiciaba levantar la huelga: los obreros del automóvil abandonaron a Green y en mayo de 1935 crearon la U.A.C. (United Automobile Work)”. (2)

Los obreros del Caucho no se quedaron atrás y salieron al conflicto reclamando la formación de un sindicato de industria. Nuevamente la AFL negoció sin tener en cuenta el reclamo y los intereses de los trabajadores. Los trabajadores al igual que sus pares de la industria automotriz, abandonaron las filas de los sindicatos tradicionales.

Los textiles a su vez, llevaron adelante una lucha de magnitud. Contaban con un sindicato único, la Unión de Trabajadores Textiles (United Textil Workers). La patronal negrera mantenía niveles de explotación brutales. Sobre todo en los estados del sur, donde los conflictos laborales se entrecruzaban con los raciales. En agosto de 1934 estalla la huelga general que tuvo su epicentro en las industrias textiles sureñas alcanzando un grado de enfrentamiento obrero-patronal agudo. La burocracia de la AFL, ante la magnitud del conflicto y temiendo que se le fuera definitivamente de las manos, aceptó la propuesta del gobierno de organizar una comisión investigadora. Esta nueva entregada trajo como consecuencia el abandono, por parte de los obreros, del sindicato. El mismo, que contaba en 1934 con 300 mil afiliados, pasó a tener 80.000 afiliados a fines de 1935.

El ascenso obrero llegó también a las acerías. Los obreros del Acero contaban con un sindicato único, la Amalgamated Associations of Iron, Steel and Tin Workers, que encabezaba Michael Tighe. La patronal del acero informó que sólo reconocería a la Company Union, un sindicato amarillo pro-patronal. La Amalgated era mayoritaria y ya no sólo agrupaba a los trabajadores altamente calificados sino que también había organizado a los no calificados. Este sector, muy combativo, fue el que desbordó a la dirección del sindicato. Al interior de la Amalgated se había organizado el Movimiento de Base que agrupó a los elementos más combativos que presionaban para salir a la huelga. Tighe va a negociar con el gobierno aceptando la propuesta del mismo y poco después va a expulsar del sindicato a los componentes del Movimiento de Base.

Los portuarios, en 1934. van a reclamar por la cláusula que estipulaba el derecho a la sindicalización y la negociación colectiva. Este movimiento tuvo el apoyo del sindicato de camioneros. La policía reprimió duramente a portuarios y choferes y la Unión de Sindicatos de San Francisco declaró la huelga. Green y la AFL desautorizaron la medida. Y a pesar de la represión policial y las presiones de la burocracia, el reclamo se consolidó. De esta manera se constituyó la Federación Marítima del Pacífico, independiente de la AFL, que agrupó a portuarios y marinos.

Hacia una nueva reorganización sindical

La persistente política de entrega y claudicación a la patronal y al gobierno de Roosevelt que mantuvo la AFL provocó, ante el ascenso de las luchas, una nueva reorganización en las filas obreras. En los primeros días de octubre de 1935 los sindicatos de industria organizaron el Comité for Industrial Organizations. Este sector, en sus inicios se planteó mantenerse dentro de la AFL, pero ante la decisión de Green de expulsar a varios sindicatos llevó a la fractura definitiva. Así en 1936 nació el CIO (Congress for Industrial Organizations) acaudillado por John Lewellyn Lewis.

Lewis era el dirigente de los mineros y fue uno de los que más impulsó la necesidad de sindicalizar a todos los obreros e incluso lo expuso ante el Senado estadounidense. Dando, de este modo, la base para el artículo 7 de la Ley Nacional de Recuperación Industrial. El Partido Comunista yanqui tenía un peso importante en el nuevo CIO y aunque Lewis estaba enfrentado a los comunistas, luego irá limando diferencias e incluso llevará a Harry Bridges, dirigente portuario y comunista a formar parte de la dirección de la CIO. Existió también, en este proceso de reorganización obrera, el grupo de Abraham Muster, que había creado el American Labour Party que en 1935 se integra con los trotskistas.

“A su vez los trotskistas habían roto con el Partido Comunista en 1928 y diez años más tarde habían organizado el Socialist Worker Party. Su dirigente e historiador del trotskismo norteamericano, James P. Cannon, se había iniciado en IWW, y había participado en la huelga de los obreros del Caucho de Akron (1913). Desde entonces se había enfrentado a la conducción de la AFL y a Wiliams Green, que desde el Senado había hecho el ‘boicot’ a la huelga.” (3)

Nuevas medidas de luchas y nuevas enseñanzas

Las luchas obreras continuaron durante los años ‘36 y ‘37. Estas muchas veces tuvieron un carácter revolucionario con relación al movimiento obrero. Introdujeron una nueva arma para la pelea: la ocupación de fábricas. Esta medida se llevó a cabo, por primera vez en Ohio, durante la huelga de la Firestone y después se extendió a Goodyear y Goodrich. Las ocupaciones continuaron en la General Motors y entre fines de 1936 y enero de 1937 fueron ocupadas por los obreros las fábricas Fisher Body 1 y 2. Las ocupaciones mostraron un alto grado de organización. Un ejemplo del grado de organización fue que en la huelga de las fábricas de Chevrolet, ante la represión policial los obreros de la Chevrolet nº 9 pararon para llamar la atención de la policía y así poder ocupar la Chevrolet nº 4 que tenía mayor capacidad y valor estratégico en el conflicto. En febrero de 1937, la patronal de General Motors accedió a las demandas obreras. Las limitaciones del CIO y de su máximo dirigente Lewis, cuyo sindicato minero apoyó la campaña electoral de Roosevelt, quedaron reflejadas cuando los trabajadores de Chrysler salieron al conflicto entre mayo y abril del ‘37 y aquellos se opusieron públicamente a la ocupación de la fábrica. Finalmente Lewis va a acordar con la patronal de Chrysler y de Pontiac, que también había salido a la huelga, a espaldas de los obreros.

En 1936 se produce la gran huelga de camioneros de Minneapolis (Minnesotta) para el reconocimiento del sindicato que estaba dirigido por los trotskistas. La huelga duró más de un mes y concluyó con un categórico triunfo obrero. “Después de casi cinco semanas de enconado conflicto, e inmediatamente después de la reñida huelga de mayo, los trabajadores habíamos logrado una victoria arrolladora. La creciente conciencia de lo que se había logrado se vio reflejada en el ambiente que reinó en la sede de la huelga tras concluida la asamblea general. Un buen ejemplo fue el orgullo con que el hermano Sloan hizo su anuncio por los altoparlantes. Sloan, a quien le pusimos de apodo “Hermano”, declaró al cerrar las transmisiones: “Esta es la Estación 574 transmitiendo, con 7.500 piqueteros, 450 patrullas, 16 motocicletas y 2 avionetas, por autoridad del Comité de Huelga de 100”. (4)

La lucha de la clase obrera norteamericana durante la crisis económica de los ‘30 significó la reorganización del movimiento sindical. A pesar de que en los primeros años del estallido financiero los trabajadores se encontraban debilitados, posteriormente van a iniciar un proceso de ascenso y experiencia con las direcciones de la tradicional AFL y luego con la de John L Lewis. En su desarrollo, a su vez, fueron radicalizando los métodos de lucha, con piquetes de activistas para enfrentar a la policía y a los alcahuetes y rompehuelgas de la patronal, comités de organización de huelga y las primeras ocupaciones de fábricas. Por otro lado, a pesar del poderoso movimiento huelguístico de esos años los trabajadores no pudieron construir un partido revolucionario que los ubicara estratégicamente contra el capitalismo yanqui. La segunda Guerra Mundial va a imponer nuevas relaciones de fuerzas y nuevas condiciones para la organización obrera. La complicidad de Lewis y el Partido Comunista con el gobierno durante la misma harán retroceder conquista obreras como, por ejemplo, el derecho a huelga y el pago del doble jornal los días domingos y feriados. De todas maneras, los obreros norteamericanos de aquellos años dejaron una valiosa y heroica enseñanza para enfrentar a los capitalistas cuando éstos nos quieren hacer pagar el precio de su crisis.


Notas:

1- F. D. Roosevelt. La política del buen vecino. Susana Bianchi (Historia de América en el siglo XX. CEAL)

2- Idem.

3- Idem

4- La rebelión de los camioneros. Farrel Dobss. Ed. Pathfinder. Dobss fue dirigente de la huelga y años después será dirigente del Partido Socialista de los Trabajadores de Estados Unidos (SWP).