La ola de despidos amenaza con
levantar la temperatura política antes de
fin de año
¿Felices Fiestas?
“Claudio Guliani tiene 40 años
y hace 15 que trabaja en el sector de tratamiento térmico
de VW: ‘Estamos aquí dándoles el apoyo a estos chicos
que están quedando afuera, venimos por ellos y por todos, porque
tampoco sabemos qué nos va a pasar a nosotros el año que
viene” (La Nación, 2-12-08).
En todo el país se vivió un
noviembre abrumador, él más caluroso en 50 años. No se
trata solo de la temperatura ambiente. También la coyuntura
social podría amenazar con “calentarse” incluso
antes que llegue formalmente el verano. Es que en el
centro de la situación política se está colocando –cada
vez más– la problemática de los despidos,
herramienta privilegiada a la que están recurriendo las
patronales como forma de descargar la crisis sobre los
trabajadores manteniendo las prevalecientes condiciones
de explotación. Mientras tanto, gobierno K,
gobernadores y burocracia sindical tratan de seguir con su
política de “administrar” la crisis para evitar
situaciones de desborde social antes de las Fiestas.
Las automotrices en el centro de
la escena
Es sabido que
en los últimos años tres sectores han sido los
dinamizadores de la economía nacional: la construcción, la
producción agrícola y las automotrices. Los tres están
siendo golpeados duramente por la crisis mundial. En la
construcción, la situación es obvia a partir de que la
crisis de las hipotecas basura de los EEUU se ha extendido
mundialmente tendiendo a deprimir la edificación y a bajar
los valores de las propiedades.
Respecto de la producción agro-ganadera, si la
ganadería ya venía muy golpeada, a los “productores”
acostumbrados a sus 4 por 4 y a vivir muy cómodamente,
ahora se les ha esfumado parte –aunque sólo parte– de
sus sueños de nuevos ricos con la caída del precio de la
soja.
Pero es la crisis de la industria automotriz la que
está pegando en el centro de la clase trabajadora. La caída
del patentamiento de autos en noviembre ha sido del 15%, la
más grave desde abril del 2003. Y está claro que cuando
hablamos de las automotrices, hablamos de la concentración
más importante del proletariado industrial del país.
Esta concentración obrera, en
una de las ramas más dinámicas de la economía argentina,
tiene básicamente tres lugares de radicación: el Gran
Buenos Aires (con mayor peso en la zona Norte del mismo), Córdoba
y, en menor medida, Santa Fe. De estos tres lugares, hay en
estos momentos conflictos abiertos –que eventualmente podrían
amenazar con desbordarse– en las dos provincias del
interior.
El cuadro de situación a estas
horas es así: en General Motors se había terminado la
conciliación obligatoria el pasado lunes 1/12, el SMATA
provincial se vio obligado a convocar a un paro por tiempo
“indeterminado” sólo para que inmediatamente intervenga
el Ministerio de Trabajo de la Nación decretando una
nueva conciliación como manera de seguir desgastando a la
base.
Sin embargo, la patronal yanqui sigue rechazando
dejar sin efecto el despido de 150 compañeros efectivos
(calificados, falsamente, como “suspendidos”), negándose
a rotarlos porque, en realidad, lo que busca la empresa, es dejarlos
en la calle a plazo fijo, de ahí que no quiera darles
tareas ni que entren a la planta.
Todo lo anterior lo señalamos sin referirnos al
hecho cierto que, en EEUU, cada día que pasa se comprueba más
fehacientemente que la situación de la casa matriz está al
borde del colapso: si no recibe un rescate por 4.000
millones de dólares de manera inmediata la empresa podría
quebrar antes de Navidad: “La urgencia de la solicitud
de GM despertó nuevas preocupaciones de que es posible de
que a la automotriz no le quede otro remedio que acogerse a
la protección por bancarrota. Representantes del sindicato
UAW (United Auto Workers’) dijeron durante una reunión
ayer que GM podría verse forzado a declararse en quiebra
antes de Navidad si no logra los fondos gubernamentales en
los próximos días” (WSJA, La Nación, 3-12-08).
De Santa Fe pasemos ahora a Córdoba.
Se trata de una provincia importantísima en lo que hace a
concentración obrera en general y automotriz en particular:
varias de las terminales más significativas están
radicadas en la provincia mediterránea así como grandes
autopartistas.
El cuadro es el siguiente: en
Iveco (fábrica de camiones de FIAT) se produjeron
recientemente 42 despidos y la fábrica tiene suspendido al
personal en su totalidad (a lo largo de la semana de la
salida de esta edición). El pasado lunes 1/12, unos 500
trabajadores, más o menos desbordando a la burocracia,
se concentraron en el portón de entrada. Interrumpieron el
tránsito en el Camino Interfábricas y la ruta nacional 9
exigiendo la reincorporación de sus compañeros. A
consecuencia del corte, el Ministerio de Trabajo provincial
decreta una conciliación que la patronal se habría negado
a acatar con el argumento de que “no habría producido
ningún despido, sólo se terminaron los contratos”.
Por su parte, en Volkswaguen, la
empresa ahora habría “retrocedido” con los 368 despidos
transformándolos en “suspensiones” hasta el 31 de marzo
próximo. Aunque al momento del cierre de esta edición no
se sabe a ciencia cierta los detalles del posible
“acuerdo”, la “solución” encontrada (que paradójicamente
el SMATA Córdoba aceptaría a diferencia del SMATA de Santa
Fe) seria similar a la que gobiernos y empresa están
intentando ensayar en General Motors. Y no está clara a
estas horas la situación de los 215 compañeros contratados
despedidos en la autopartista Gestamp.
Si hay despidos, que no se noten
En medio de esta situación, a nivel del gobierno
nacional, los provinciales y la burocracia sindical, lo que
se debate, es cómo hacer para que la cosa se note lo
menos posible. Pero vayamos por parte, arranquemos por
la política de las patronales.
Ya habíamos señalado en nuestra edición anterior cómo
las patronales rechazaron en masa la idea de la prohibición
de los despidos bajo el argumento de que esto afectaría
“sus derechos de contratación y propiedad privada”. Por
su parte, hasta el momento, el gobierno K tampoco ha querido
implementar esta medida, limitándose a anunciar una serie
de medidas en beneficio de las patronales (ver nota aparte).
En este marco, la política de las empresas ya está
clara: generar el hecho consumado de los despidos y,
eventualmente, negociar algo después sobre la base de una
relación de fuerzas ya creada de los cientos de compañeros
en la calle. ¿Cuál es la lógica de la misma? Es muy
simple: preservar el grado de explotación de los
trabajadores que siguen trabajando. Es decir, de ninguna
manera la patronal va a aceptar (salvo que se le imponga con
durísimas luchas) el reducir, por ejemplo, la jornada
laboral. Si esto ocurriera, si los trabajadores tomaran como
“derecho adquirido” el trabajar menos horas por igual
salario, ¿cómo luego, una vez pasada la crisis, aceptarían
volver a jornadas de superexplotación de 12 ó 14 horas?.
Está claro que difícilmente lo hicieran, razón por la
cual se terminarían tirando por la borda conquistas
inmensas de los capitalistas respecto de la clase obrera de
la década de los ’90.
En estas condiciones, los gobernadores de dos de las
más importantes provincias del país (sobre todo Schiaretti,
porque poco se ha escuchado del “socialista” Binner a
este respecto) están poniendo –a su manera– el grito en
el cielo: temen por la estabilidad social de sus
provincias: pretenden que los despidos se noten lo menos
posible.
Y el SMATA comparte punto por punto los planteos de
los gobernadores, temerosos de que una respuesta obrera ante
la intransigencia patronal termine produciendo el desborde
de sus cuerpos orgánicos.
Como venimos señalando, el que
ha puesto más alto su voz es el cordobés Schiaretti: ha
salido a señalar que con todos los beneficios que se les
concedieron a las automotrices en los últimos años, ellas
no le pueden retribuir así al gobierno provincial
despidiendo sin más ni más trabajadores: “El mandatario
les recordó los beneficios que recibieron del Estado cordobés
en los últimos años para sus radicaciones, recuperación
y/o ampliación de líneas de producción. Schiaretti recordó
que a las terminales se les habían concedido desgravaciones
impositivas a diez años, tarifas diferenciales de
electricidad y subsidios por cada puesto laboral creado:
‘No puede ser que de la noche a la mañana echen a la
gente” reclamó (La Nación, 2/12/08).
En el caso santafesino, la que se ha mostrado más
“activa” ha sido la Ministra de Trabajo provincial, la
que, en realidad, viene sosteniendo el plan empresarial
vendiendo la idea que los 150 compañeros que quedarían en
la calle lo harían en calidad de meros “suspendidos” y
no lo que es verdad: ¡despidos encubiertos de decenas y
decenas de trabajadores en blanco que nunca volverían a la
planta!
En este contexto hay que ubicar la reciente votación
de la Legislatura provincial de Santa Fe donde por ley se
decretó la aparente prohibición de los despidos por 180 días.
Se trata de una medida en la misma línea: administrar
los despidos políticamente para que se noten lo menos
posible. Porque en realidad, no hay una prohibición
taxativa, sino la estipulación de una serie de pasos para
llegar a los mismos diluyendo así sus potencialmente
“desestabilizadores” efectos.
“Prohibición” limitada que, sin embargo, desde
ser usada por los trabajadores –en todo lo posible– como
herramienta legal al servicio de trabar lo más posible el
accionar antiobrero de las patronales.
Todo lo que estamos señalando
ocurre en el contexto de que la CGT de Moyano, luego de
alardear con que presentaría un proyecto de ley contra los
despidos en el Congreso Nacional, la doble o triple
indemnización y un plus de $ 500 para fin de año, bajó
una vez más los decibeles cajoneando el anunciado
planteo.
Él “arrugue” de Moyano,
sumado a la intrascendencia de la CTA, seguramente tienen
mucho que ver con la política gubernamental. Es que los
esposos K no quieren oír ni hablar de la prohibición de
los despidos, de la doble o triple indemnización o de
aumentar y hacer universal el seguro de desempleo. Y, menos
que menos, del desencadenamiento de alguna medida de
lucha real a tal efecto por parte de alguna de las dos
centrales.
Las tareas de la próxima
coyuntura
En las condiciones que venimos señalando, la
izquierda revolucionaria tiene que prestar muchísima
atención a la evolución de la experiencia obrera en
automotrices, autopartistas, siderúrgicas y empresas del
Neumático: se trata de una tarea estratégica que ahora
adquiere una importancia urgente y central independientemente
que sea difícil pronosticar cuándo se podrían
desencadenar grandes luchas.
Porque estas ramas de la producción combinan,
eventualmente, elementos de potencialidades explosivas:
resumen la mayor y más calificada concentración obrera del
país al tiempo que un escenario que dependiendo de la
evolución de la crisis mundial, podría ser el de la
eventualidad de que comience una experiencia de lucha y
organización en el mismísimo corazón de la clase obrera
argentina.
Dos son las tareas que básicamente
están planteadas: desarrollar con la mayor escala y
profundidad posible una amplia campaña alrededor de un
programa obrero de salida a la crisis. En este sentido,
hay que ir por la vía que el gobierno y las patronales no
quieren: tender a horadar las condiciones de explotación
heredadas de los ’90 afectando las ganancias y la
propiedad de los capitalistas. Esto requeriría de
medidas que van desde la prohibición de los despidos, la
reducción de la jornada laboral sin reducción de salarios,
la apertura de los libros contables, hasta incluso la
exigencia de estatización bajo control de los trabajadores
de las empresas que suspenden y despiden masivamente.
Pero al mismo tiempo hay otro
andarivel: se trata de encarar las tareas que se desprenden
de la necesidad perentoria de desbordar los cuerpos
orgánicos de la burocracia. Hay que estudiar, por ejemplo,
si hay condiciones para aprovechando las contradicciones que
se desprenden del fallo de la CSJ acerca de la “libertad
sindical”, pueda comenzar realmente un proceso de
sindicalización y organización de los desorganizados.
En todo caso, habrá que estar muy atentos a esta
eventualidad y pensar alguna iniciativa a tal efecto.
Al mismo tiempo, de manera que no
sea “aparatista” (es decir, sin pretender pasar por
encima de la experiencia que vaya haciendo la vanguardia y
la propia base obrera), hay que dar pasos concretos en poner
en pie instancias de coordinación real entre lugares de
trabajo, privilegiando las ramas productivas ya señaladas.
En este sentido, la seccional del
SUTNA San Fernando puede cumplir un importantísimo papel en
la zona Norte del Gran Buenos Aires, proyectándose incluso
mas allá hacia la eventualidad de un Encuentro Nacional de
sectores obreros en lucha para cuando comience realmente la
resistencia. Esto a condición, repetimos, que exprese la
maduración de un sector real de la vanguardia y la base
obrera de la fábrica.
Con todo al acto del 20/12
Por último, volvamos a señalar que las burocracias
de la CGT y la CTA que habían salido a exigir la
“prohibición de los despidos” dejaron en claro que su
planteo era –al menos por ahora– puramente testimonial.
No sólo Moyano no volvió siquiera a hablar del tema, sino
que incluso la CTA, que ha convocado a una marcha para el 12
de diciembre supuestamente a tal efecto, no está claro que
se trate de una convocatoria realmente para movilizar
masivamente algo que vaya más allá de su aparato.
Por esta misma razón, y porque
es una acuciante necesidad, la izquierda independiente tiene
la oportunidad entonces de organizar la próxima jornada del
20 de diciembre alrededor de levantar un programa obrero de
salida a la crisis.
La importancia del acto es evidente. Se trata del
hecho de que si aún no ha despuntado un proceso
generalizado de resistencia, que sirva como punto de apoyo
para lanzar una política más de conjunto de organización
de las propias luchas, la tribuna del 20/12 podría ser
un punto de apoyo a tal efecto.
En estas condiciones, una iniciativa de importancia
podría ser que desde los distintos sectores de representación
de la vanguardia independiente como es el caso del SUTNA San
Fernando y otros en distintos puntos del país, se discuta
la eventualidad de convocar a la formación de columnas
de la vanguardia obrera para participar y encabezar el acto
del 20/12. Desde el nuevo MAS, nos pondremos al servicio
de esta iniciativa, al mismo tiempo que organizaremos
nuestra propia columna partidaria para participar en este
nuevo aniversario del Argentinazo.
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