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Intervención de Roberto Sáenz:
“La crisis es un martillazo sobre las condiciones de vida y la
conciencia de los trabajadores a escala mundial”
¿Hacia
una nueva Gran Depresión?
La
primer problemática tiene que ver con el grado de
profundidad de la crisis. Efectivamente, cuando uno compara
con la crisis del ‘30, cuando uno recuerda que la tasa de
desempleo en los Estados Unidos alcanzaba el 20 o 25%, hoy
lo que se puede ver es que todavía Estados Unidos tiene el
7, 8, 9%. Es decir, está lejos todavía de esa caída del
empleo. Y sin embargo hay que subrayar a países de la Unión
Europea como España donde se acerca peligrosamente la tasa
de desempleo a los datos históricos del ’30 (se estima,
extraoficialmente, una tasa del 19% para el 2009).
Otro
dato de enorme importancia es la caída del producto bruto,
en cuanto se destruye trabajo y se destruye capital; cuántas
plantas cierran; cuánta población sobrante queda. Por
ejemplo, en la década del ‘30, los índices de caída del
producto bruto estuvo en torno al 20% o 30%. El compañero
Guillermo está dando un dato interesante, habla de dos
escenarios, donde un escenario es más “benigno”, con
una caída de sólo el 2% en los países centrales en el
2009. Pero el segundo, es posiblemente un escenario a la
“japonesa”, un escenario de ahogamiento del crecimiento
capitalista a lo largo de varios años aunque ahora la cosa
no se restringiría a un solo país sino que se extendería
mundialmente...
También
hay otro dato de importancia que es un interrogante mundial
hoy y no está claro: se trata de en cuánto progresa y se
desarrollan realmente salidas competitivas, proteccionistas.
Esto también tiene que ver con la comparación con los
’30: porque el retroceso de las fuerzas productivas se
expresó en un brutal retroceso del mercado mundial, de los
intercambios mundiales, que todos estos años del último
período (décadas del ’80, ’90 y lo que va de este período),
han ido por encima del crecimiento del producto. En la
crisis del ‘29, prácticamente, el retroceso del mercado
mundial, del comercio internacional entre estados y
naciones, llegó al 50% del comercio mundial.
Efectivamente,
un escenario del 20% de desempleo en los Estados Unidos y
demás países imperialistas, un escenario de caída del
producto en todo el norte imperialista del 20%, un escenario
de caída, un escenario digamos del 50% en el comercio
mundial, configuró el escenario catastrófico de la Gran
Depresión. Una discusión de enormes consecuencias no sólo
económicas, sino sociales y políticas es cuánto más o
menos nos vamos a acercar a ese escenario en esta crisis.
Claro
que es muy difícil saberlo. No hay que tomar a la ligera la
crisis, ni hacer pronósticos que sean, en realidad, meros
tiros al blanco o tirar la perinola y luego decir “la pegué”
como hacen algunas corrientes... Porque es muy difícil
mensurar en toda su magnitud la profundidad que tendrá la
crisis. Pero lo que de ninguna manera se puede perder de
vista es que la crisis tiene una dimensión de tipo histórica,
se trata de un acontecimiento que ocurre, como decía el
propio Alan Greenspan, “una vez cada cien años”, una
verdadera crisis sistémica.
Otro
elemento distintivo respecto de los ’30, por lo menos
respecto del comienzo de la Gran Depresión bajo Hoover,
tiene que ver con la masiva intervención estatal que se está
verificando en la crisis. Porque desde los estados se ha
salido a rescatar al sistema de bancos mundiales: han puesto
una pila de billones de dólares, paquetes para
“mediatizar” los costados más catastróficos de la
crisis, evitar las quiebras en cadena de bancos y demás
“instituciones” económicas. Pero sin embargo, una vez más
se verifica que por más intervención estatal que haya no
se puede evitar la manifestación de las leyes íntimas de
la economía capitalista que se abren paso en la crisis. Por
ejemplo, en el contexto del paquete de Paulson en EEUU, la
crisis del Citibank era como una crisis no esperada: le habían
puesto 20.000 millones sólo semanas atrás, ahora le han
agregado 25.000 millones, y ¡además le cubren una cartera
de 308.000 millones de dólares de activos tóxicos de los
1.2 billones tóxicos que tiene el Citi! Y a la “cola”
viene ahora la General Motors, la Ford y la Chrysler, y
puede venir no se sabe cuál otro banco, o cuántos sectores
de la economía productiva real. Pero ante esta realidad es
como que no hay plata que alcance por más que emitan y
emitan, porque, en lo inmediato el peligro es la deflación
y no la inflación.
Uno
se podría preguntar cuánta plata hará falta porque si el
capitalismo funcionara simplemente por el mecanismo de
imprimir dinero, entonces no habría crisis posible. Capaz
que nadie trabajaría porque se imprimiría dinero, tendrían
todos una imprenta, y se evitaría trabajar y se evitarían
las crisis...
Quiero
insistir entonces que se trata de un debate importante que
no está saldado, nadie tiene la bola de cristal, hay gurúes
más “catastrofistas” que otros. Por ejemplo, uno que
está de moda, Nouriel Rubini, sistemáticamente viene
anunciando la eventualidad de una gran depresión mundial y
que el peligro es una escalada deflacionaria y a mi modo de
ver no parece estar tan errado. Entre los marxistas, hay
quienes alimentan una visión que relativiza en cierto modo
los alcances de la crisis y otros que alimentan una visión
digamos mas “catastrofista”. Sin embargo, nadie puede
saber hoy por hoy “dónde estamos parados”: pero mi
intuición política es que estamos frente a una crisis muy
profunda, de carácter global, internacional, que va a
afectar (y ya lo está haciendo) íntimamente al conjunto de
los rincones del mundo como ocurrió en oportunidad de la
crisis del ’29.
Esto,
compañeros, ¿qué importancia tiene? : bueno, es evidente:
se trata de un acicate, un espoleo, un martillazo permanente
sobre el movimiento de masas mundial. Claro, la crisis
discutida en un panel de debate puede aparecer como algo
bastante “abstracto”. Pero imagínense un poco el
escenario de “suicidio” de un trabajador norteamericano
que le dicen hoy “estás despedido”; que mañana tiene
el auto por leasing, no puede pagar el alquiler y devuelve
el auto; que va a su casa y le dicen “mira, tu casa está
hipotecada”, y no tenés más casa; y que, además, esa
persona (que ya tiene cierta edad) se ha quedado sin
jubilación... Complicado el tema, ¿no? Ahora bien, en
virtud de la inusitada profundidad de la crisis, si la
respuesta de la lucha de clases estará acorde a la misma o
no, es todavía muy difícil de prever. Pero sólo basta
imaginarse lo que significaría, mundialmente, un ascenso de
la clase obrera en los EEUU como desde hace décadas y décadas
no ocurre (en puridad, desde los mismísimos años ’30.
Lo
que sí está claro es que se trata de un martillazo
permanente que apunta a romper el equilibrio de la vida
cotidiana del movimiento de masas. Y que las determinaciones
de la lucha de clases van a depender del grado de
profundidad de la crisis de la economía que es lo que está
en el núcleo: una crisis de la economía, de la producción
y reproducción no sólo de capital sino también de
trabajo. Este es el primer interrogante, una primera discusión:
escenario 2%, escenario japonés, o un escenario aun más, más
dramático tipo los años ’30 con una guerra de todos
contra todos en condiciones de escasez y penuria mundiales.
Cuando
se rompe el equilibrio capitalista
Una
segunda cuestión que acá se ha referido poco es que la
crisis de la economía mundial ya ha abierto una nueva
situación política. Voy a ver si puedo decirlo de una
manera que sea más o menos clara: la economía está
colocada como la esfera que garantiza la reproducción del
resto de las esferas de todo el edificio social: la política,
el Estado, la ideología, el derecho. Es decir, las
relaciones políticas se “montan” y reactúan a su vez
en el terreno esencial, que es el terreno de la producción
y reproducción humana. Todo sistema económico, aunque sea
una economía como la del capitalismo cuyo objetivo es la
ganancia por la ganancia misma, sin embargo debe producir
valores de uso (productos útiles), cosas que sirvan para
garantizar la reproducción humana, si no sería una
“anarquía”: si no se come no se vive; si el sistema de
la economía no funciona, todas las demás áreas no
funcionan; las áreas de la “superestructura” no
funcionan: si no se “come” todo se viene abajo.
Esta
es la razón material por la cual la conmoción que afecta
la economía ya se está trasladado al terreno de la situación
mundial. En los últimos años hemos estado discutiendo
acerca de la situación mundial. Es todo un debate acerca de
las consecuencias de la caída del Muro, de cómo venían
las etapas de la lucha de clases y que América Latina se
colocaba como uno de los sectores más dinámicos a escala
mundial, del ciclo de las rebeliones populares
latinoamericanas, etc., etc. Cuando hacíamos esas
discusiones, y al mismo tiempo mirábamos a Europa, a
Estados Unidos, a China, lo que veíamos era un
“desierto”. Es decir, una situación de estabilización
pos-derrota, caso norteamericano con Reagan, China con la
restauración capitalista, Inglaterra un páramo, hacer
huelga requiere de tres meses de aviso, de hacer un
plebiscito, pedir autorización, etc.: cuando llegás
finalmente a la huelga, de tan anunciada, poco efecto tiene
y ya todo el mundo está cansado...
Lo
que yo quería decir, entonces, el segundo elemento que quería
señalar de la configuración mundial actual como
subproducto de la crisis, es que como hipótesis de trabajo,
uno podría pensar la eventualidad de que el equilibrio
social se rompa en países como Estados Unidos o China, y se
termine radicalmente con esta situación “desértica” en
los países centrales de la economía mundial.
Porque
la crisis tiene esa potencialidad, no se trata de una
“automaticidad”, pero sí la potencialidad de trasladar
a los países centrales del mundo y no ya a la periferia
capitalista, situaciones de convulsión social, de ascenso
en la lucha de clases muy profundas.
Veamos
por ejemplo la discusión que hay del tipo “bailando sobre
el Titanic” acerca del futuro de las tres automotrices
yanquis. Se discute si llevan a la quiebra lisa y llana a la
General Motors. Entonces se ven obligados a ajustar o, sin
ir abiertamente a la quiebra, ajustan igual. General Motors
tiene 145.000 obreros directos en Estados Unidos; 600.000
jubilados que dependen directamente de General Motors en
Estados Unidos; 110 plantas sólo en Estados Unidos y unos
300.000 obreros a escala mundial. Si General Motors va a la
quiebra para rescatar la marca, o si General Motors no va a
la quiebra pero en el rescate toma similares medidas que en
una quiebra, lo que significaría, por ejemplo, cerrar la
mitad de sus plantas en EEUU, y si algún sector obrero se
le ocurre, entonces, ocupar alguna planta, eso se reproduciría
en vivo y en directo a escala mundial y de una manera
bastante más importante que lo que ocurrió en las pequeñas
fábricas recuperadas en la Argentina! No digo que eso vaya
a ocurrir: pero son las cosas de la que está “preñada”
la situación mundial actual con esta dramática crisis en
curso.
Por
ejemplo, acabo de leer un articulo en la prensa acerca del
problema terrible de la migración en Cantón: en masa
obreros ex campesinos o hijos de campesinos descalificados
vuelven a sus regiones en el interior del país. Hay un
creciente temor entre las filas de la burocracia china de
que se rompa el frágil equilibrio de las clases sociales,
un equilibrio que en las ultimas décadas ha estado fundado
en un descomunal crecimiento anual del Producto Bruto
Interno del 10% promedio.
Hay
un segundo interrogante acerca de las potenciales
contradicciones que trae esta nueva situación mundial en
las relaciones entre Estados. Es decir, la eventualidad de
tensiones que sin llegar a una circunstancia de guerras
mundiales ínterimperialistas, sin embargo esa relación
entre los países imperialistas supuestamente tan estrecha,
tenga cortocircuitos. Por ejemplo ya hay cortocircuitos de
importancia entre Sarkozy y Merkel, esta última
aparentemente expresa una tendencia más neoliberal. Sin
embargo, al mismo tiempo se sabe que en Alemania la crisis
es muy grande porque es una economía exportadora: exporta
prácticamente el 50% de su PBI.
Entonces
hay una discusión respecto de los equilibrios mundiales no
sólo entre las clases, no sólo al interior de la clase
dominante, sino también entre estados. No podemos saber
exactamente cómo se va a desarrollar esto. Claro, no se va
a desarrollar de manera mecánica. Pero hay una tremenda
conmoción al interior de los equilibrios mundiales no sólo
de los últimos 20 o 30 años sino incluso de los más
profundos creados a partir del desenlace de la II Guerra
Mundial!
En
síntesis: quizá la dramática crisis en curso sea la vez
que en las últimas décadas más a prueba esté siendo
puesta la estabilidad de la clase dominante mundial. Porque
seguramente va a ser puesta a prueba la estabilidad de las
clases en el ámbito mundial. Esto “independientemente”
de que dé lugar a un ascenso o no. Eso se verá.
El
gran interrogante: ¿habrá ascenso o no?
Después
está el problema que decía Claudio, en ese punto disiento
bastante con él. Me parece que en la década del ‘30,
efectivamente, estaba el impacto de la Revolución Rusa. O
sea, la subjetividad en la década del ‘30 era toneladas
de veces superior. Pero también es verdad que la década
del ‘30 convivió con derrotas históricas de la clase
obrera. Porque la llegada de la Gran Depresión,
lamentablemente, convive con derrotas históricas de la
clase obrera: Alemania, China, España, y las más dramática:
la contrarrevolución burocrática en la ex URSS.
Las
situaciones revolucionarias actúan precisamente sobre la
base de mecanismos de “condensación”. Pero muchas veces
esa “condensación” no se da. La Gran Depresión llegó
en la década del ‘30, no llegó en los ‘20, no llegó
cuando la Revolución Rusa rompía el equilibrio europeo y
mundial. Recogiendo en un reciente trabajo que he escrito
para nuestra revista algunos textos de León Trotsky que son
realmente brillantes acerca de las décadas del ‘20 y el
‘30 justamente señalaba que promediando los años ’20
el equilibrio capitalista mundial había sido restablecido.
En Alemania había sido evitada la revolución, lo mismo que
en China. Y en ese escenario donde el equilibrio mundial
entre las clases (aunque no el hegemónico), había sido en
parte restablecido, es que viene la Gran Depresión.
La
Gran Depresión coincide entonces con derrotas históricas:
la derrota en China del ‘27, la derrota en la Alemania de
Hitler (sin tirar un solo tiro), la catastrófica derrota en
España, y la derrota más profunda, más dramática, más
grave, que fue la burocratización de la URSS.
El
escenario actual no contiene ni uno ni otro de los elementos
de la década del ‘30 en ese sentido: la subjetividad
arranca de mucho más atrás, pero tampoco se viene de
derrotas catastróficas, físicas, de esa magnitud.
Por
un lado, repetimos, la situación en la subjetividad del
movimiento de masas está muy por detrás, aunque este
acontecimiento que estamos viviendo del crack de Wall Street,
como bien decía Claudio en ese aspecto y lo desarrolló
Roberto, es una caída del Muro al revés. Porque es una
crisis de ellos, aunque lo tapen, aunque lo nieguen, aunque
engañen, se les cayó el Muro a ellos y esto es muy
importante de ser subrayado en lo que hace a la potencial
conciencia del movimiento de masas mundial.
Sin
embargo, efectivamente, la conciencia de la clase
trabajadora de ninguna manera es la de la década del ‘30.
Pero
por otro lado, tampoco es igual de profundo el grado de
derrota del cual viene la clase obrera mundial. Que se
entienda, la derrota que significó la imposición del
neoliberalismo “urbi et orbi” es muy grande. Sin
embargo, esa derrota ocurrió hace ya cierto tiempo; incluso
en los Estados Unidos, las derrotas se impusieron hace ya
dos décadas. No es el momento hoy de tan dramáticas
derrotas. Pero entonces, ese elemento es distinto en ese
preciso sentido. Para mí, en realidad, no ha habido una
gran derrota inmediata. Por el contrario, la crisis del
capitalismo neoliberal abre enormes potencialidades.
Después
está lo que ya decía Roberto. Es muy interesante también
a este respecto repasar los trabajos y estudios sobre la
Gran Depresión. Un trabajo de Gerard Dumenil es muy
ilustrativo; recuerda que la Gran Depresión duró once años,
subraya que fue un proceso y no un mero acontecimiento. Pero
precisamente por eso, y como ya subrayara Trotsky en tiempo
real, el ascenso obrero en Estados Unidos recién comenzó
en 1934. Es decir, comenzó cuatro años después. Mas
“menudamente” recordemos que en la Argentina, el
enfrentamiento más profundo al desempleo, que fue el gran
motivo del Argentinazo, comenzó bastantes años después de
haberse producido la catástrofe laboral. Lo que pasa es que
esto requiere todo un “metabolismo social” que va a
llevar tiempo para asimilar la nueva realidad. No hay que
impresionarse con que no haya todavía grandes luchas. Es un
metabolismo, lo decía Roberto muy bien, es una cuestión
como de inicial “parálisis”: se te cae todo, la reacción
no es, no puede ser inmediata cuando se te cae el piso bajo
tus pies. Es bastante complejo el “laboratorio social”
de la reacción frente al desempleo de masas.
El
primer problema político de la clase obrera mundial
A
nosotros nos da la impresión que, en total, la crisis del
capitalismo mundial de hoy abre una nueva situación
mundial. Una nueva situación que tiene una serie de
componentes de ruptura del equilibrio mundial entre las
clases dominantes, los estados y respecto de explotadores y
explotados. Algo que ya es histórico, que habrá que
procesar, que habrá que matizar, un escenario histórico
donde la salida sólo la puede determinar la lucha de
clases.
Lo
decía también de alguna manera Eduardo; más allá de
adscribir a esa elaboración de Mandel, la salida de los
ciclos no es mecánicamente un nuevo ciclo capitalista, sino
que es la lucha de clases la que define la evolución
ulterior de los acontecimientos. Es decir, la salida de una
Gran Depresión puede ser el restablecimiento del ciclo
capitalista o... puede ser la revoluciona social. Insisto:
esto depende de la lucha de clases.
Se
abre entonces un escenario donde me parece que hay dos
cuestiones. Por un lado, nos abre como hace muchísimo
tiempo no se abría, el debate sobre el sistema. Porque
socialismo era una mala palabra, y el capitalismo
representaba en único horizonte posible: un verdadero
“fin de la historia”...
Pero
ahora veamos lo que pasa: si el socialismo sigue siendo mala
palabra; pero tampoco el capitalismo está tan bien visto
que digamos ante su caída generalizada en el descrédito,
entonces suicidémonos colectivamente porque no habría ningún
tipo de salida...Pero ahí hay un lío tremendo, el
capitalismo está en un lío: porque ahora ya no es tan creíble
hablar del capitalismo como único horizonte de la
humanidad, como hasta sólo hace cuatro o cinco meses atrás.
Después
hay un último problema que es que el problema del programa.
En esto también hay un matiz. A mí me parece que hay que
arrancar no tanto de los problemas de las relaciones entre
estados. A nosotros nos sale una cosa distinta, quizá
porque tenemos otra ubicación u otras tareas: el programa a
colocar es el que da respuesta al problema del trabajo
mundial. Roberto escribió un artículo en el último periódico
de nuestro partido que se llama “La masacre mundial del
empleo”. Pero ojo compañeros: recuerden que cuando el
Argentinazo, el problema de la masacre del empleo fue el
primer problema político en la Argentina. Y lo “paradójico”
es que el problema del empleo a nivel mundial está
transformándose a pasos agigantados en el primer problema
político de la clase obrera mundial. Y la primera tarea
revolucionaria hoy es precisamente responder a este primer
problema político de la clase obrera que es el desempleo.
Esto coloca un montón de cuestiones, coloca muchos aspectos
del programa clásico: reducción de la jornada laboral,
apertura de los libros contables, etc. Pero se está dando
el debate central sobre el trabajo porque hay un desempleo
que golpea y golpea, eso coloca un problema tremendo.
El
otro tema es el de las tareas. Es otro debate interrogante
que se abren a partir de esta situación de crisis a escala
mundial pero que ya no puedo responder porque se me acabó
el tiempo. Muchas gracias.
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