Asumió Obama
Las
ilusiones de cambio y las duras realidades
Por
Claudio Testa
En un show
transmitido por la TV de todo el mundo y que habría costado
por lo bajo unos 200 millones de dólares, asumió la
presidencia Barack Obama. Fue un espectáculo hollywoodense
en el pleno sentido de la palabra, ya que el acontecimiento
fue organizado por el mismo equipo de gente del show
bussines que participa desde hace tiempo en la
“fabricación” de Obama como el ángel salvador de un
imperialismo en declive. Y, como era de esperar, en
Argentina y América Latina, los cipayos de los medios
nativos batieron todos los records de obsecuencia y
comentarios imbéciles.
Corresponde,
entonces, en medio de tanta pavada, examinar con más
seriedad las perspectivas de Obama en el trono de
Washington. El discurso de asunción es un buen punto de
partida para eso.
Obama,
presidente del imperio
Su breve
discurso no deja ninguna duda sobre un primer punto
esencial: Obama asume como presidente del imperio mundial
norteamericano.
El dominio
imperialista de EEUU sobre el resto del mundo hoy está
seriamente cuestionado. Si bien no hubo un colapso, las
cosas con Bush fueron cuesta abajo. Mucho ya no obedecen la
Voz del Amo.
Obama
reconoce el “el temor persistente de que el declive de
Estados Unidos es inevitable”. Pero no viene a sumir esta
realidad, ni menos aun a renunciar a las relaciones de
dominación imperialista deterioradas bajo Bush. Por el
contrario, en su discurso se presenta como el presidente que
va a restaurar el pleno dominio del imperio yanqui
sobre el planeta.
Por eso, es
lógico que Obama alabe a los que “por nosotros lucharon y
murieron en lugares como Concord y Gettysburg, Normandía y
Khe Sahn”. La referencia a esta última batalla –la de
Khe Sahn– es todo un símbolo. Fue, en 1967/68, una
de las más sangrientas de la guerra de Vietnam, donde
imperialismo yanqui recibió una merecida paliza. ¡Obama
reivindica esta infame guerra imperialista, repudiada en
todo el mundo y en primer lugar en el mismo EEUU, donde
enormes movilizaciones obligaron a la retirada!
Por
supuesto, no podía esperarse otra cosa. En este rubro, el
“cambio” que Obama anunció desde el principio era
meramente tratar de reparar
los desastres de Bush. Luego de ser electo, cuando
anunció su equipo de gobierno, ratificó la perspectiva de
una política exterior tan imperialista como la Bush,
aunque con tácticas y modales diferentes. Así, el
centro de torturas de Guantánamo –un escándalo
mundial– va a ser cerrado... pero eso no implica la
libertad de sus víctimas ilegalmente presas, sino su
traslado a EEUU.
El
nombramiento de Hillary Clinton como Secretaria de Estado
dejó también las cosas en claro: se trata de un personaje
que responde directamente al lobby israelí. El
silencio oprobioso de Obama y su Secretaria de Estado ante
el genocidio de Gaza es más que elocuente.
Economía:
un pálido “progresismo” que no anuncia cambios en serio
Pero los
problemas y las catástrofes del imperialismo yanqui a nivel
geopolítico, palidecen ante la magnitud de la crisis
mundial, cuyo centro sigue instalado en EEUU.
Aquí, el
discurso de Obama es algo distinto a lo acostumbrado. Pero
esas diferencias son de modestas dimensiones.
“La
pregunta que nos hacemos hoy no es si nuestro Gobierno es
demasiado grande o pequeño, sino si funciona... La
cuestión para nosotros tampoco es si el mercado es una
fuerza positiva o negativa. Su poder para generar riqueza y
expandir la libertad no tiene rival, pero esta crisis nos ha
recordado a todos que sin vigilancia, el mercado puede
descontrolarse y que una nación no puede prosperar durante
mucho tiempo si favorece solo a los ricos.”
Hoy el
discurso neoliberal puro y duro del “estado mínimo” y
la desregulación total ha pasado de moda, ante el desastre
en que ha desembocado. En todos los países, hasta los políticos
más de derecha hoy no sólo aceptan, sino que hasta exigen
la intervención de los gobiernos y estados... por supuesto
para salvar las papas a los banqueros y grandes
capitalistas.
Sin
embargo, eso no implica que el “modelo” neoliberal, como
modo de funcionamiento del capitalismo, haya sido
reemplazado. No hay ninguna vuelta al “compromiso
keynesiano” que comenzó a funcionar con Roosevelt en EEUU
y luego, en la posguerra, se generalizó mundialmente.
O sea, no
hay mayores concesiones a las masas trabajadoras. Por el
contrario, la política de todos los gobiernos es hacerles
pagar la crisis. Obama, más allá de algunas cataplasmas,
no anuncia nada distinto.
La
grave contradicción entre las esperanzas y la realidad
Esto nos
lleva a un problema crítico: la grave contradicción entre
las enormes esperanzas que las masas trabajadoras y
populares estadounidenses depositan en Obama y la triste
realidad que van a enfrentar en el próximo período.
Las masas
no sólo esperan mucho, sino que los anhelos que
manifestaron en el día de asunción de Obama, están
bastante más “a la izquierda” que el discurso y las
acciones del nuevo presidente. Aquí hay una contradicción
que puede ser explosiva.
Para
curarse en salud, Obama pintó con tonos bien negros el
panorama de la crisis. Asume “en medio de nubarrones y
furiosas tormentas... Hoy os digo que los desafíos a los
que nos enfrentamos son reales. Son serios y son muchos. No
los superaremos fácilmente o en un corto período de
tiempo.”
Obama hace
la de todos los nuevos gobiernos. Le dice a las masas:
“tengan paciencia y esperen sentadas que alguna vez
resolveremos sus problemas”. El interrogante es por cuanto
tiempo eso será posible.
Las
colosales ilusiones y esperanzas de las masas en Obama pueden
mañana ser un boomerang, si se cansan de esperar
sentadas y pasen a reclamar soluciones.
|