Paraná Metal: que los trabajadores NO paguen el costo de
la crisis
Por la estatización bajo control
obrero
Al cierre de esta edición la UOM Villa Constitución
estaba preparando un plebiscito para votar por SI o por NO a
la propuesta del gobierno.
Esta consiste en una baja
salarial que oscila entre el 20 y el 30%, el cambio de las condiciones de trabajo por otras más flexibilizadas y
suspensiones masivas
de aproximadamente 700 trabajadores sobre un total de
1200-1300 (entre efectivos y contratistas) pagando sólo el
70%. Los días caídos no se pagan, sí aguinaldos, vacaciones y los días efectivamente
trabajados. Se volvería a hablar de salario en marzo del
2010… y habría una comisión de seguimiento del acuerdo.
Por su parte el gobierno se compromete a seguir subsidiando
parte de los salarios ($ 600) y se haría cargo también de
las cargas sociales. Se calcula un desembolso anual de más
de 10 millones de dólares anuales.
La empresa, aparentemente, seguiría siendo de Cenoz, Leone
y todos los vaciadores,
pero se sumaría un nuevo “inversor” que tendría el
control de la misma: un viejo conocido de todos los
villenses, Arturo Acevedo, ex dueño de Acindar, actual
directivo de la misma y con un largo prontuario
explotador, flexibilizador y antiobrero.
El dulce del acuerdo es: “el gobierno nacional, mediante
el Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social ha
planteado y las partes aceptado, que la solución del
diferendo y la salida de esta crítica situación deben lograrse
en base al mantenimiento de todos los puestos de trabajo
existentes cualquiera sea su modalidad contractual directa o
indirecta y la preservación de las remuneraciones”.
Esta propuesta es
avalada por la dirección de la UOM Villa Constitución.
No compartimos la postura del
sindicato porque es una propuesta donde todo el peso de la crisis recae sobre los trabajadores. La parte más
dura sobre los hombros de los obreros de Paraná Metal. Otra
sobre el conjunto de los trabajadores que con nuestros
impuestos vamos a subsidiar a unos empresarios
multimillonarios como los Acevedo. Pero lo peor de todo es
que esta propuesta no
va a solucionar ni garantizar el mantenimiento efectivo de
los puestos de trabajo ni la continuidad de la empresa.
Para colmo, Piccinini está haciendo lo mismo que la UOM
Nacional o el SMATA: divide
entre los efectivos y los contratados por las empresas
contratistas, cuando todos saben que esos compañeros
son tan trabajadores como los demás. Pero a la hora de
consultarlos y votar en el plebiscito se
los margina y muy probablemente sean estos compañeros los
primeros afectados por este acuerdo.
Crónica de un
acuerdo anunciado
En medio de la desazón
de no tener trabajo y de más de 50 días en la calle,
muchos compañeros opinan que por lo menos de esta manera
“se conserva la fuente de trabajo” y sostienen que una
vez trabajando dentro de la planta las cosas pueden ser más
favorable para ellos, lo cual esperemos que así sea y habla
que todavía hay
suficientes reservas para las próximas luchas que más
temprano que tarde van a venir.
El camino a esta situación fue pavimentado por la
directiva encabezada por Piccinini que apostó y
permanentemente sembró expectativas en los acuerdos y
negociaciones con el gobierno nacional quien “acercaría”
un nuevo inversor. Este camino llevaba inexorablemente a un
acuerdo de las características del que se propone. Porque
objetivamente ningún empresario se va a hacer cargo de
Paraná Metal si no le garantizan un ajuste
brutal y jugosos subsidios. Todos los trabajadores saben
y sufren el grado de desinversión que hay en la planta y
por lo tanto la baja eficiencia de las máquinas; por lo
tanto, la única manera desde el punto de vista patronal de
hacer rentable la empresa es ajustar a los trabajadores.
¿Se salvan las
fuentes de trabajo?
Los trabajadores sabemos que a “las palabras se las lleva
el viento”, pero también a los papeles. El acuerdo dice
“La empresa deberá efectuar los aporte pecuniarios para
dar cumplimiento a las cláusulas que más adelante se
indican [pagar lo que se acordó pagar] pero deberá aportar
además, las inversiones materiales, técnicas y gerenciales
necesarias para su recuperación productiva e
institucional”. Prácticamente lo mismo decía el anterior
acuerdo cuando hace ya casi dos años se les subsidió los
salarios. Todos saben que la patronal se guardó la plata de
los subsidios en sus bolsillos y sólo compró una lata de
pintura y dos bombitas de luz como gran inversión.
Nada garantiza inversiones reales y en grandes proporciones
y sí el ajuste al cinturón obrero.
Pero ahora la situación y la continuidad de los puestos de
trabajo penden de un hilo porque la feroz crisis económica
mundial amenaza con partir al medio a la industria
automotriz mundial, con lo cual hay que empezar a debatir
una salida distinta.
Estatización bajo
control obrero
No es cierto que el único camino posible sea buscar
inversionistas privados. Esa propuesta, en todo caso, aparecía
como la más “lógica” y la que dictaba el sentido común,
pero casi siempre lo que aparece como lo más “lógico”
y de sentido común no
es la solución para defender los puestos de trabajo.
No solo porque de hecho, si gana el SI, va a haber una
porción importante de trabajadores que van a estar
suspendidos con todas las consecuencias negativas que tiene
para los trabajadores estar fuera de la fábrica en guita,
en organización y en capacidad de lucha.
Al mismo tiempo, si bien el sindicato plantea que las
suspensiones sean rotativas, sería
mejor plantear el reparto de las horas de trabajo necesario
por el número total de trabajadores para que trabajen menos
horas pero todos un poco con el mismo salario. Si
finalmente las suspensiones no son rotativas, muy
probablemente éstas
terminen siendo despidos a plazo fijo.
La defensa de la fuente de trabajo que queremos los
trabajadores es efectivamente
trabajando y
produciendo. Pero todos sabemos que en la condición de
suspendidos muchos compañeros van a quedar a la merced de
las presiones de la
empresa para arreglar, para jubilarse o simplemente
algunos se van a ir a changuear. Y puesto de trabajo que se
pierde no se recupera más: se cubre con el esfuerzo humano
extra del compañero que está adentro.
Además está demostrado que a los empresarios lo único
que les interesa es la ganancia que puedan tener y que
cuanto más ganancia mejor y este acuerdo le garantiza por
ahora la ganancias. Pero si las condiciones internacionales
empeoran (como van a empeorar) van hacer lo de siempre: dejar
el tendal.
Son los trabajadores los únicos interesados realmente en
conservar la fuente de trabajo y en garantizar la eficiencia
de la empresa. Por eso se debe empezar a discutir la expropiación
de la empresa sin ninguna indemnización para los dueños,
que se estatice y se la ponga a funcionar bajo el atento
control de los trabajadores.
Hay más de un ejemplo de que sólo los trabajadores son
los que garantizan efectivamente la defensa de la fuente de
trabajo. La experiencia de empresa recuperadas que se viene
haciendo en nuestro país es un claro testimonio de esto. Más
ejemplificador todavía es el caso del Hospital Francés,
que luego de años de lucha se
consiguió la estatización y la conservación de todos los
puestos de trabajo.
El gobierno K viene de estatizar Aerolíneas Argentinas
luego que la vaciaron y encima está dispuesto a pagar
millones de dólares a los vaciadores, para tener una línea
estatal. ¿Porqué no tener una fundición estatal que haga
blocks y otras autopartes? El gobierno puso y pondrá
decenas y decenas de millones de pesos en Paraná Metal para
que las ganancias se las lleve un empresario amigo. El único
camino realista para mantener las fuentes de trabajo y
ampliarlas en el futuro es la
estatización bajo control obrero.
Seguramente no dentro de mucho tiempo los trabajadores de
Paraná Metal estarán nuevamente ante esta disyuntiva.
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