Las
primeras respuestas obreras a la crisis
Los
patronos franceses tienen miedo
de ser secuestrados
Por
Ramate Keita desde Francia
Para
Socialismo o Barbarie, 26/03/09
París.-
En dos semanas, movilizaciones de trabajadores secuestraron
a dos patronos, responsables de echarlos a la calle, el de
Sony Francia y el de 3M, en una de sus fábricas afectada
por un “plan social” (nombre endulzado que se da aquí a
los despidos y suspensiones en masa). En ambos casos, esto
evitó una derrota total de los trabajadores, que si bien no
lograron conservar el empleo, consiguieron que se revisara
el plan de despido para aumentar las indemnizaciones. Y
ahora, al enviar este artículo, los trabajadores de una
planta de Capertillar en Grenoble están reteniendo a cuatro
gerentes para protestar por la supresión de 733 empleos en
la fábrica y reclamar nuevas negociaciones.
Además,
la movilización en las universidades continúa. Hace pocos
días los investigadores tomaron la sede del Centro Nacional
de Investigación Científica (CNRS) y fueron sacados por la
policía.
Asimismo,
impactó al país la lucha de los obreros de Continental, fábrica
de neumáticos de Clairoix,
al norte de Francia,
que quieren cerrar. En París, el 25 de marzo, hicieron una
movilización donde quemaron una montaña de neumáticos y
una foto del patrón. Hasta en la lejana Niza, una ciudad
bastante “chic”, hubo una manifestación para apoyar a
Continental, que fue censurada por la prensa.
Secuestros
de patrones: algo que puede generalizarse
Hay
periodistas que tratan de tranquilizar y consolar a los
pobrecitos patrones explicando que no es la primera vez que
se secuestra a un gerente o propietario. Así, Le Monde
dice que no es un fenómeno nuevo y da la lista de los
principales secuestros desde principios del siglo XXI:
2000:
Los obreros de Cellatex, en las Ardenas, ocupan su empresa y
amenazan con verter en la Meuse los productos químicos
almacenados en la fábrica.
Marzo
de 2003:
Los obreros de Daewoo en Longwy (Meurthe–et–Moselle)
secuestran sus jefes y gerentes, amenazando con verter
productos químicos, y terminaron por quemar su fábrica.
Mayo
de 2003:
En“El Mossley” de Hellemmes (Norte) los obreros ocupan
la fábrica y toman posesión de su “tesoro de guerra
": unas 700 toneladas de hilo de un valor de 3 millones
de euros.
Febrero
de 2008:
Los obreros de PRS a Devecey (Doubs) secuestran a su dueño,
que había intentado “deslocalizar” su fábrica, mudando
todas sus máquinas a Eslovaquia sin avisar a los
asalariados.
Marzo
de 2008:
Los obreros de la fábrica Kléber de Toul (Meurthe–et–Moselle)
retienen dos cuadros de su empresa para obtener mejores
condiciones de despido.
Marzo
de 2009:
Secuestro del presidente de Sony Francia en Pontonx–sur–l'
Adour (Landas). Dos semanas después es el turno del
director industrial de la fábrica 3M de Pithiviers (Loiret).
Si
la prensa dice que no es nada nuevo, ¡entonces tranquilícense
patrones! Sin embargo, como veremos, los señores gerentes y
patrones tienen razón en atemorizarse.
Según
una socióloga, las movilizaciones colectivas radicales, en
forma de secuestros o destrucción de las herramientas de
trabajo, comienzan en los años setenta, con el aumento del
desempleo. Es decir, hay una relación estrecha entre
la pérdida del trabajo y la radicalidad de los métodos.
Ahora, la generalización de los licenciamientos, puede
llevar también a una generalización de acciones, que no
sean ya los casos aislados del pasado.
Así,
con la multiplicación del número de los despidos estos últimos
meses en Francia, Jean–Marie Pernot, investigador del
Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales (IRAS),
no excluye ver nuevas acciones de este tipo. Por otra parte,
destaca, los secuestros se hacen a menudo por contagio,
siguiendo ejemplos del momento.
La
agudización y radicalidad de los conflictos tiene, por
supuesto, que ver con la crisis económica. Los trabajadores
saben que les será muy difícil encontrar un nuevo
trabajo. Entonces, no tienen nada que perder. Y
lo que provoca aún más rabia es que los gerentes y
patronos cobran millones de euros de primas o bonus, que
aparecen en la prensa todos los días. Hoy es el caso de
Natixis, un banco, que va a echar 1.250 empleados, mientras
los traders –es decir, los delincuentes que
manejaban las operaciones especulativas que han desembocado
en este desastre global– van a recibir 90 millones de
euros de “premio”. Por su parte el estado va a darle
a Natixis una “ayuda” de 5.000 millones de euros!
Una
“Carta abierta a mis amigos de la clase dirigente”
Frente
a estos hechos que provocan la rabia generalizada –y no sólo
de los trabajadores en trance de despido– un vocero lúcido
de la derecha escribió una carta de alerta al diario Le
Figaro. Este diario, uno de los más importantes de
Francia, es el órgano tradicional de la derecha y la gran
patronal. La carta dice así:
“Carta
abierta a mis amigos de la clase dirigente:
“¿No
ven que el país tiene los nervios a flor de piel, que los
ciudadanos tienen el sentimiento de sufrir una crisis, donde
nosotros aparecemos como los responsables?
“¿No
saben que este país es experto en la búsqueda de chivos
expiatorios y que la Revolución de 1789 comenzó en
1788...?
“Alain
Minc critica el comportamiento de los patronos franceses en
este período de crisis, acusándoles de «autismo» y de «inconsciencia»...
“Los
sindicatos intentan canalizar mal que bien el descontento y
en consecuencia preservar el orden social. Las autoridades públicas
se esfuerzan por costear los gastos necesarios para ayudar a
los más infelices y de seguir las normas de buena gestión.
“¡Y
ustedes siguen siendo protegidos por el escudo fiscal que
les permite reducir el impuesto a la fortuna que antes
pagaban!
“¡Y
siguen cobrando millones por primas en empresas que echan
trabajadores y además reciben miles de millones del Estado!
¿No
sienten los ladridos populistas, el rencor de los afectados,
el sentimiento de iniquidad que recorre, como una amenaza,
todo el país?”
“Recuerden
las palabras de la condesa de Boigne, acostumbrada a las
revoluciones: «El pueblo tiene el instinto de su
proximidad; hay un malestar general. Pero las personas que
están arriba, sólo perciben el peligro cuando se vuelve
irresistible».”
Sarkozy
se ha dado cuenta de la cólera de los trabajadores y ha
pedido a los patronos “no abusar” de tales primas.
Anuncia un decreto para “regular” las primas. Todo esto
no es más que un engaño, pero muestra que tiene miedo: el
miedo de toda la clase burguesa frente al peligro de que la
rabia en aumento se transforme en rebelión de los
trabajadores y sectores populares.
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