Socialismo o Barbarie, periódico Nº 149, 16/04/09
 

 

 

 

 

 

Ya hay más de 40.000 infectados por ...

El dengue “importado” por el capitalismo

Por Oscar Alba

El dengue se está convirtiendo en el nuevo flagelo que el capitalismo en nuestro país nos tiene reservado a cada instante. Lo que hasta no hace mucho era una enfermedad que se desarrollaba en países limítrofes como Bolivia o Brasil se ha instalado en 19 provincias de nuestro país. Mientras Gonzalo Basile, presidente en la Argentina de Médicos por el mundo planteó que ya hay 40.000 afectados y es epidemia nacional, el gobierno ha comenzado a reconocer su existencia aunque mintiendo cifras y ocultando información cuando ya hay víctimas fatales en el Chaco y Catamarca.

En la provincia del Chaco se concentra el núcleo más fuerte de irradiación de la enfermedad y es Charata la localidad en donde el dengue está haciendo verdaderos estragos en la población. Hasta allí llegó la ministra de Salud de la Nación, Graciela Ocaña, quien junto al gobernador chaqueño Jorge Capitanich se mostró para los medios “encabezando” la campaña en ese lugar contra la enfermedad.

El dengue, que como sabemos, se trasmite a través de una determinado tipo de mosquito, el ahora tristemente popular aedes aegypti, no irrumpió como un rayo en cielo claro. Su historia se ha desarrollado al compás de las calamidades del capitalismo.

Después de la Segunda Guerra Mundial se inició una pandemia de dengue en el sudeste asiático que se fue propagando al resto del planeta. Fue entre 1950 y 1960 que la Organización Panamericana de la Salud inició una campaña que pudo erradicar al mosquito aedes aegypti en la mayor parte de los países latinoamericanos. Pero una década después el insecto volvió a aparecer como vehículo de la enfermedad.

En nuestro país, en 1997 ya había serios indicios de la existencia del virus en el nordeste, a lo cual el gobierno nacional hizo oídos sordos. Como dijimos, es en ese lugar donde hoy reside la mayor fuente de propagación.

Sus causas: sed de ganancia y condiciones de pobreza

El dengue ha sido definido como una “enfermedad de la pobreza”. Con esta suerte de definición la mayoría de los medios y algunos sectores de la izquierda obvian otra de las causas fundamentales: los cambios climáticos en la región provocados por la desforestación y la contaminación de ríos, arroyos y lagunas. En este caso el “boom sojero” ha operado sobre regiones forestales arrasando montes y selvas para dar lugar a los sembradíos de sojas y engordar así los bolsillos de grandes y medianos productores.

En Argentina, en el ciclo 2006/2007 se obtuvo un volumen récord de cosecha de 47,5 millones de toneladas, alcanzando 16 millones de hectáreas cultivadas, lo que representa más del 50 % de la superficie agrícola. En este último año, la soja se expandió 450 mil hectáreas y en los últimos 4 años se han deforestado 1 millón de hectáreas de bosques. Se calcula que se pierde un promedio de 821 hectáreas de bosques por día y la mayor parte de estas tierras han sido plantadas con soja.” (1)

Es decir, no hay dudas que las condiciones que rodean a la pobreza son caldo de cultivo para enfermedades. Viviendas precarias, falta de agua potable, deficiente alimentación y falta de elementales medidas de higiene y salubridad en las poblaciones más humildes, potencian las condiciones para el desarrollo del dengue y golpean más fácilmente a los sectores más pobres.

Pero es la voracidad capitalista la que no mide consecuencias para depredar la naturaleza en pos de mayores ganancias. Así, no es casual que el foco central de la enfermedad sea Charata en el Chaco. Esa localidad es conocida en el Norte y Nordeste como la “capital de la soja”. “La proliferación del dengue tiene como base sustancial el incremento de la masa biológica del vector, como consecuencia de la ‘tropicalización del clima que produce la sojización’ ”. (2) Coincidimos con esta afirmación cuando asocia el fenómeno de la “sojización” con el desarrollo del aedes aegypti y la profundización de las condiciones de pobreza. “En el Chaco se ha desmontado el 40% del territorio en la última década.

El modelo socio-económico-demográfico planteado por este tipo de ‘sojización’ ha llevado a la expulsión de campesinos hacia las ciudades, dado que la renta agraria concebida de esta manera, ha concitado la concentración del capital del campo de una clase muy exclusiva y a la especulación inmobiliaria en las ciudades. Así, la población sobrante del campo, aborígenes y criollos, se agolpa en las ciudades en construcciones sin urbanizar, sin agua potable, entre zanjas y cacharros donde se reproducen los mosquitos.” (3)

Pero el dengue sigue su avance más allá de las zonas pobres hasta llegar a centros urbanos donde ya no sólo afecta a los de menores recursos. La directora del nuevo Hospital de Aguilares en Tucumán expresa: “Hemos quedado sorprendidos al ver que se contagió gente de nivel social alto”(4) y da el caso del cura párroco de nuestra Señora del Carmen en el centro de la ciudad y en la Capital Federal, en el barrio de Recoleta se habrían detectado dos casos.

El gobierno es el primer responsable

En el diario La Nación del 10 de abril pasado, el profesor de Infectología de la Facultad de Medicina de la UBA, Hugo López plantea: “El dengue es hoy un serio problema que debemos enfrentar y resolver, entre todos. En ese sentido, no sirve seguir buscando culpables, ni si se ha hecho todo lo necesario para controlar al vector.” Para después decir qué es lo que hay que hacer. Pero no hay forma de terminar con este azote epidémico si no a partir de marcar a fuego a los responsables y saber que los trabajadores no pueden confiar en los “especialistas” que el régimen kichnerista pone a charlatanear todos los días mientras las víctimas aumentan.

El dengue ha puesto al desnudo no sólo la precariedad de miles y miles de trabajadores y pobladores sino también la falta de medidas para prevenir y combatir con posibilidades de éxito a esta nueva plaga capitalista. En el Chaco, por ejemplo, radicales y peronistas se dedican a pelear por la plata de subsidios y presupuestos como valiosos botines de la miseria. Muchas salas sanitarias no funcionan o directamente se han convertido en unidades básicas con las puertas abiertas a la clientela electoral. Y la campaña del gobierno se limita a fumigaciones, repelentes y consejos.

No puede ser que exista solo un instituto nacional para detectar los casos de dengue. El Instituto “Dr. Julio Maiztegui” de la ciudad bonaerense de Pergamino ha colapsado y ya no tiene capacidad de trabajo para la cantidad de casos que llegan desde las provincias. En este sentido es necesario un plan de asistencia no sólo sanitaria para los sectores más humildes sino un plan tendiente a resolver los problemas de viviendas, alimentación, potabilización del agua y control de toda la población.

Desde otro ángulo hay que terminar con la especulación y manipulación que ya comienzan a hacer laboratorios y productores de insumos para combatir la enfermedad, para lo cual es necesario la expropiación de los mismos con control de sus trabajadores. Este plan nacional de salud debe buscar la coordinación con los países fronterizos afectados también por el dengue.

Pero no podemos esperar que este gobierno lo haga por su cuenta. Para los trabajadores es una tarea que debemos incorporar para pelear por estas medidas y todas aquéllas que frenen y terminen con el dengue.


(1) “La expansión de la soja en Latinoamérica”, Javiera Rulli

(2) “Lo oculto del dengue”, Dr. Humberto Bravo en Diario del Norte (Chaco), 9/4/09

(3) Ídem.

(4) Clarín, 10/4/09