Socialismo o Barbarie, periódico Nº 150, 30/04/09
 

 

 

 

 

 

A cien días de conflicto se entra en otro momento

“Massuh de los trabajadores y al que no le gusta se jode, se jode”

Los cien días de lucha de los trabajadores de Massuh en defensa de su fuente de trabajo, fueron también días de un intenso y muy rico debate entre los propios trabajadores para encontrar soluciones a una situación que, por momentos, parecía un callejón sin salida. La intervención directa del gobierno en el conflicto, que es la novedad de estos últimos días, parece mostrar una luz al final del túnel, pero hay algo que no cambió: los trabajadores tienen que imponer su propia estrategia, sus propios intereses en esta nueva situación, distintos y opuestos a los intereses y estrategias de los demás actores de este conflicto: la patronal, el sindicato y el gobierno.

La patronal, en estos últimos días, se reunió con el gobierno pidiéndole un préstamo para reabrir la fábrica. El gobierno, en principio, se lo negó, lo que no es de extrañar sabiendo que todos los préstamos que ha obtenido Massuh para ponerse al día desaparecieron misteriosamente sin que las deudas fueran pagadas ni la producción normalizada. Los diarios informaron que el gobierno está pensando en estatizar la empresa, aunque de todas las versiones la que parece más probable es que pidan la quiebra, pongan un síndico a administrarla y le den a él el dinero para ponerla a producir. Si esto sucede, puede haber dos derivaciones: una es la estatización, como sucedió en el Hospital Francés, donde también dieron este paso previo antes de quedarse con el hospital. Otra es que pongan un administrador privado ligado al gobierno.

Nuestro partido y un sector importante de los trabajadores venimos levantando la posición de estatización bajo control obrero. Esta posición de hacer responsable al gobierno de la preservación de la fuente de trabajo se hizo más fuerte con el resultado de las reuniones del gobierno con la patronal, que terminaron con las ilusiones de que Massuh o alguno de sus acreedores privados retomara la producción, ilusiones sembradas por el sindicato, de las que la comisión interna se hizo eco. La movilización de los trabajadores al acto de Kristina en Bernal, con una gran bandera que decía “exigimos estatización bajo control obrero” (ver foto) es una muestra del fortalecimiento de esta posición entre los trabajadores, y también de que los compañeros que la defienden van dando pasos adelante en el sentido de dirigir la lucha.

Los tiburones empiezan a rondar

Al correr la noticia de que el gobierno podría soltar dinero, sindicato y federación se acordaron de que la fábrica existe. Sospechamos que se enteraron antes que los trabajadores –que supieron de esto por los diarios–, porque un par de semanas atrás los delegados dijeron en la asamblea que ahora el sindicato sí los iba a apoyar y que en el congreso del gremio se iba a votar un paro nacional en apoyo a Massuh. El congreso (al que, por otra parte, no dejaron ingresar a los delegados de Massuh) terminó “votando” un aval a la directiva para que decida los pasos a seguir. Ni fecha de paro, ni tratamiento especial del tema Massuh, que es una de las papeleras más grandes del país.

Sin embargo, la amenaza de paro o de que el gremio va a hacer “algo” (¿¿??) son un intento de colarse en la mesa donde se negocie la administración de la fábrica con el gobierno. Frente al problema del sindicato, entre los trabajadores hay dos posiciones enfrentadas: una es la de la interna, que quiere meter al sindicato y a la federación a toda costa a pesar de que no movieron un dedo por los trabajadores en estos 100 días, y a pesar también de que la interna misma fue elegida en oposición a la lista del sindicato. Los compañeros que enfrentaron desde el primer día la política de la interna de esperar en el molde a que apareciera un salvador, que intentaron promover todo el tiempo medidas de lucha más fuertes y que empezaron a ver primero la salida de la estatización, quieren elegir una comisión de veinte trabajadores que controle los pasos que se dan de ahora en más. Este sector de compañeros empieza a ganarse el respeto del conjunto, al ver que la estatización es posible y que la política de la interna fracasó.

Otro de los que quieren morder es el “Barba” Gutiérrez, intendente de Quilmes, que desde el principio intentó ilusionar con hacer una cooperativa. Gutiérrez mejor que nadie sabe que la cantidad de capital que se necesita para hacer funcionar esa fábrica tal como es, o sea, con toda su capacidad operativa y con los 400 trabajadores adentro, excede en mucho las posibilidades de una cooperativa. Quizás se pueda lograr una gestión mixta entre el Estado y los trabajadores, pero como sea, en el caso del intendente decimos lo mismo que en cuanto al sindicato: ninguna confianza, que los trabajadores en asamblea controlen cualquier proceso de puesta en marcha de la producción, y lleven adelante la discusión con el gobierno con sus propios representantes electos en asamblea.

Un comité de lucha tiene que tomar la dirección del conflicto

Esta comisión de veinte que pensaron los compañeros es muy oportuna, y habría que formarla ya. Porque no se trata sólo de “controlar” el posible proceso de quiebra con continuidad de que habla el gobierno, sino de seguir luchando por la estatización. La quiebra puede ser un salto al vacío si los trabajadores no están decididos a pelear la estatización con todas las letras. Y en estos días se hizo evidente que la interna está en contra de la estatización. Los delegados dicen que si la empresa no la abre Massuh no hay que entrar, porque es Massuh el que les debe los sueldos atrasados, y si Massuh se va no se los van a poder reclamar. Increíble pero real: con este argumento absurdo quieren frenar cualquier intento de reabrir la fábrica si el sindicato queda afuera de la mordida. No hay garantía de llegar a buen puerto si los compañeros decididos a pelear por esta salida no agarran con todo la dirección de la lucha.

Algunas conclusiones políticas

Cuando la interna decidió ponerse de nuevo bajo el ala del sindicato, comenzaron los ataques a la izquierda. Un volante nuestro, que decía que la estatización era la única salida al conflicto, apareció “crucificado” en un árbol. Los delegados llegaron a hacer votar que no podíamos presenciar las asambleas (nunca hablamos, sólo escuchábamos). Luego de la vuelta de tuerca del conflicto que relatamos aquí, un compañero propuso en asamblea rever esa votación, y que los militantes podamos hablar en las asambleas, porque dábamos buenas ideas. La moción se aprobó, eso sí, con la aclaración de que no podemos votar. Más allá del regocijo que estas cosas nos provocan, hay una conclusión que sacar: el rechazo hacia la izquierda está tan organizado como la izquierda. Ese supuesto “instinto espontáneo” de los trabajadores contra los partidos es un invento de los autonomistas, y está organizado por la burocracia sindical. Cuando llevamos nuestras posiciones en forma respetuosa y firme, entre los trabajadores y los partidos revolucionarios ocurre un intercambio provechoso.

Pero, a nuestro ver, lo más importante que ocurrió en este conflicto es la formación de una nueva vanguardia, que empujó todo el tiempo para que la lucha desbordara los chalecos de fuerza que le metían, primero el sindicato, después la interna, y la legalidad burguesa siempre (que son la mordaza y la atadura que tenemos siempre los trabajadores cuando salimos a luchar). Fue toda una experiencia pasar estos cien días viendo cómo estos luchadores maduraban, y cómo cambió también su relación con el conjunto de los trabajadores, en la medida en todos fueron haciendo su experiencia con las vueltas de esta lucha: empezaron siendo “los que juntan plata”, que no se animaban a hablar en las asambleas; después terminaban peleándose a los gritos con los demás y no sabían decir otra cosa que no fuera “tomemos la fábrica” y “lo que pasa es que acá son todos cagones”. Hoy pelean posiciones claras y son un polo de referencia para sus compañeros, que los miran con respeto, incluso los técnicos y supervisores.

Gracias a la fuerza de la base y el rol jugado por estos compañeros el conflicto se mantuvo hasta hoy, y de aquí en más tienen un papel decisivo que jugar: dar el paso de “oficializarse” como comité de lucha para cambiar definitivamente el rumbo de este conflicto, y probar a todos los trabajadores que se puede derrotar a la burocracia sindical y a los patrones, incluso en la peor de las situaciones como es tener la fábrica cerrada.