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Métodos de lucha y conciencia obrera
Las
ocupaciones de fábrica en los años 70
Por
Oscar Alba
El
movimiento obrero en nuestro país ha desplegado en
distintas etapas de la lucha de clases diversas medidas para
enfrentar a la patronal, a la burocracia y, en muchas
oportunidades, a los gobiernos. Estas herramientas de lucha
son un capital obrero fundamental para los desafíos que
impone la etapa actual. En este sentido las ocupaciones de fábrica
a principio de los 70 adquirieron una
importante extensión en la geografía de los
conflictos obreros.
Las
ocupaciones fabriles adquirieron mayor fuerza en las vísperas
de la llegada al gobierno del peronismo en mayo de 1973.
“Mientras en Plaza de Mayo se saludaba la subida del Dr. Cámpora,
los trabajadores de EMA permanecían abroquelados tras las
rejas de su fábrica. Desde el jueves a la madrugada habían
iniciado una huelga y quedaron adentro todos los turnos, más
de 400 compañeros”. (1) Y con Héctor J. Cámpora ya en
la presidencia las ocupaciones continuarán. Esto motivó
que por todos los medios periodísticos nacionales, el
Movimiento Nacional Peronista llamara a levantar las
ocupaciones que estaban en curso.
Los
conflictos que concluían con las tomas de las plantas
estaban motorizados por causas no sólo reivindicativas sino
también por motivos políticos. Alba, ASTARSA, Nöel, Panam
de Tucumán, Llavetex en San Fernando, Matarazzo, Provita y
Di Paolo Hermanos, fueron algunos de los conflictos que
enfrentaron a los obreros contra loa patronal y la
burocracia. Otros, como el de la metalúrgica
Ferroductil de Florencio Varela, Gilera y Tandanor,
fueron por la estatización y el control obrero. En la
primera se logró la nacionalización y en Tandanor los
trabajadores exigieron la expulsión de los jefes que eran
marinos retirados y la investigación por parte de los
trabajadores de las maniobras hechas con la empresa.
Los
trabajadores de la Aduana, la Administración y la Capitanía
del Puerto de Buenos Aires ocuparon sus lugares de trabajo
reclamando la expulsión de los jefes jerárquicos nombrados
por la dictadura militar. El 17 de septiembre, cuando el
peronismo profundizaba su curso reaccionario, los obreros de
la construcción de la empresa Mc Kee Tecsa que trabajaban
en Petroquímica realizaron 15 minutos de paro en
solidaridad con la clase obrera chilena que sufría el golpe
militar de Pinochet. La patronal quiso descontar estos 15
minutos y estalló el conflicto, siendo ocupada la obra por
parte de los trabajadores. Finalmente triunfaron logrando
mejores condiciones de trabajo.
Tres
ejemplos:
Lozadur, Del Carlo y Grafa
A
principios de mayo de 1973, la burocracia que dirigía la
Federación Obrera Ceramista de la República Argentina (FOCRA)
suspendió gremialmente a 20 trabajadores que habían sido
despedidos de la fábrica Lozadur de la localidad de Villa
Adelina. Ante esto los obreros deciden tomar la planta. Los
activistas actuaron rápidamente cerrando portones y accesos
a la fábrica y llamando a una asamblea. La asamblea general
ratificó la medida. La patronal reaccionó reclamando el
accionar policial . Pero la policía no quiso intervenir y
los obreros tomaron como rehenes a los jefes. La comisión
interna era burocrática y los trabajadores le reclamaron
que se pusieran al frente del conflicto amenazándolos con
encerrarlos junto a los jefes. Como lo habían hecho con dos
alcahuetes de la patronal. Finalmente el conflicto fue
dirigido por una agrupación de activistas independientes de
la burocracia. “A las 13 horas bajó Salar (burócrata del
sindicato). La patronal aflojó: reincorporó a los
despedidos y pagó las horas que estuvimos parados. Salar
quiso posar de héroe, pero la gente le dijo de todo y lo
corrió como una cuadra, levantando en andas al compañero
Ocampo y proponiéndolo para secretario del sindicato”
(2). Dos meses después los ceramistas de Villa Adelina
llevaron adelante su propuesta para una nueva dirección del
sindicato. En julio los ceramistas de La Fama echaron a la
burocracia de la comisión interna. Ante esto la agrupación
del peronismo combativo llamó a tomar el sindicato y la
sede fue ocupada. Los trabajadores fueron desarmando a los
burócratas que iban llegando y dos mil ceramistas, en una
asamblea general, destituyeron a la burocracia de Salar,
eligiendo a dos nuevos delegados a la FOCRA y una comisión
provisoria de cinco trabajadores para organizar el llamado a
elecciones en el plazo de dos meses.
En
la fábrica Del Carlo a fines del 73, la burocracia montó
una provocación contra Arturo Apaza que era el referente
del activismo de oposición y militante del Partido
Socialista de los Trabajadores. Esto produce un conflicto en
donde echan a 44 compañeros que deben ser reincorporados.
Después de una huelga larga donde los trabajadores tuvieron
que enfrentar a la burocracia de la UOM, el Ministerio de
Trabajo dicta la conciliación obligatoria. Cuando finaliza la conciliación Apaza vuelve a ser
despedido y nuevamente comienza el paro. La patronal
entonces, despide a 86 trabajadores. Ante la continuación
de las provocaciones el 14 de enero los obreros comienzan la
ocupación con rehenes. Se organiza el Comité de Lucha en
el cual se incluye a los despedidos.
Las
fábricas de la zona hacen llegar su solidaridad: Editorial
Abril, Blindex, ASTARSA, EMA, CORNI, y Matarazzo, entre
otras.
Tras
cuatro días de toma se negocia con la patronal y se logra
la reincorporación
de todos los despedidos, pago de los 18 días caídos, el
compromiso de no tomar represalias y
el encuadramiento de la sección moldeado en el
convenio metalúrgico. Una asamblea de trabajadores echa a
los viejos delegados y elige a los activistas más
destacados del conflicto.
Grafa,
por su parte, era una fábrica del grupo Bunge & Born
que ocupaba a más de 4.000 obreros textiles en el barrio de
Villa Pueyrredón. Durante las jornadas de junio-julio del
75, esta fábrica impulsó la Coordinadora fabril de la
zona. Y como tal, se movilizó contra el Plan Rodrigo. En el
transcurso de estas movilizaciones las Coordinadoras
Fabriles del Gran Buenos Aires y Capital resolvieron hacer
una marcha hacia Plaza de Mayo. En esa ocasión los
trabajadores de Grafa, a la salida del turno mañana y la
entrada del turno tarde, comienzan a organizar la marcha
como lo venían haciendo cotidianamente: paraban los
colectivos que pasaban por la avenida Albarellos y se
encolumnaban. Cuando más de una veintena de colectivos habían
sido ocupados y continuaban sumándose compañeros, la policía
inicia la represión, con gases, palos y perros de la
Guardia de Infantería. Ante esto los obreros se enfrentan
con la policía y retornan a la fábrica. Allí cierran los
portones y la ocupan. Quien suscribe esta nota formaba parte
en ese momento del Cuerpo de Delegados. Rápidamente los
trabajadores hacen una asamblea y resuelven mantener la
planta hasta que la policía se retire, ya que la misma había
rodeado la planta (que ocupaba cinco manzanas) e intimado a
los ocupantes a desalojarla. En medio de la tensión el
compañero Daniel Bampini, dirigente de la comisión
interna, repudió la represión, y propuso mantener la
ocupación y seguir la lucha. La propuesta fue aceptada por
aclamación. Gerentes y otros jefes habían quedado de
rehenes. La policía entonces, propuso dejar salir a las
mujeres, las cuales plantearon que salían todos o no salía
nadie. Mientras, ya se habían colocado tambores de
combustible en los portones ante la posibilidad de que la
policía cargara sobre la fábrica. Finalmente, alrededor de
las 21 horas la policía accedió a retirarse y recién
entonces los obreros decidieron levantar la toma.
Algunas conclusiones
Las
ocupaciones de fábricas de los años 70 van a ser uno de
los puntos más altos del ascenso obrero detonado con el
Cordobazo en 1969. A mediados de los 60 nuestro país vivió
un plan de ocupaciones de fábricas que estaba centralizado
por el Comité Confederal de la CGT dirigida contra el
gobierno del radical Arturo H. Illia. A diferencia de estas
ocupaciones, el proceso de ocupaciones en los 70 surgió
desde el activismo de base de las fábricas y si bien no fue
un plan de ocupaciones centralizado, su extensión, su
combatividad y la característica de tomar rehenes de las
filas patronales y su carácter antiburócratico, en donde
las corrientes de izquierda tuvieron peso decisivo, lo
definieron como una tendencia de lucha que logró
importantes triunfos obreros. En este sentido las
ocupaciones le ponen los pelos de punta a los explotadores
no sólo porque afectan la producción en forma contundente,
si no porque en la conciencia de los trabajadores deja una
chispa de cuestionamiento de quién es y quién debe ser el
dueño de la fábrica. Y esta chispa, aunque por sí sola no
encienda la conciencia clasista, es una primera experiencia
fundamental.
La
situación actual de los trabajadores obliga a enfrentar
cada vez con más fuerza y decisión la superexplotación
patronal y la crisis económica que el gobierno busca echar
sobre las espaldas obreras. La agudización de los métodos
de lucha se pondrá a la orden del día y en esta
perspectiva debemos trabajar codo a codo, con nuestros compañeros
de trabajo para que cada paso que demos sea también una vía
hacia una perspectiva clasista y revolucionaria.
Notas:
1-
Avanzada Socialista (periódico del PST) nº 61-mayo 1973.
2-
Reportaje a un activista de Lozadur. En AS de mayo del 73.
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