Conciliación obligatoria en Sealed Air
¡Apoyemos
la lucha por la reincorporación!
Corresponsal
- MAS
Zona Sur
Esta
multinacional se mueve con la siguiente política: cada vez
que las paritarias fijan un aumento de salarios, la patronal
simula una crisis y amenaza a los trabajadores con despidos,
a menos que renuncien a una parte del aumento, y de paso a
algún otro beneficio. La burocracia sindical de los petroquímicos,
a través de la comisión interna, apura a los compañeros
para que acepten estos “acuerdos”, con el argumento de
que si no firmás quiere decir que te importa más la plata
que el puesto de trabajo de tus compañeros.
“Cada
vez que había paritarias rogábamos que no saliera nada,
porque sabíamos que venían despidos y aprietes; a ese
punto llegamos”, cuentan los compañeros.
El
“acuerdo” de este año implica
la rebaja del 23% del salario, renuncia al premio por
producción y aceptación de suspensiones, y la excusa es el
alza del precio del petróleo, que la empresa utiliza como
materia prima. Pero esta vez, superando la vergonzosa
“tradición” de la fábrica y a pesar de los aprietes de
la interna, 60 trabajadores de la planta de Quilmes se
negaron a firmar. Saben que los argumentos de la empresa son
mentirosos: “La patronal nos dice que la crisis la obligó
a desmantelar un lugar donde trabajan 36 compañeros, y que
para no despedirlos nos tenemos que bajar el salario. Pero
los técnicos saben que a ese lugar lo están refaccionando
con nueva tecnología, o sea para producir más. Los puestos
de trabajo no peligran por la crisis sino por la avaricia de
la patronal”. Y es de creer, porque esta empresa tiene el
monopolio de la fabricación de films para envasado al vacío,
para toda clase de packaging, incluyendo la carne de
exportación.
Ante
la negativa de los compañeros a firmar, la patronal
respondió con veinte
insólitos telegramas de despido con causa, donde se acusa a
los trabajadores de delitos tales como “repartir
panfletos”. Los compañeros no perdieron el tiempo:
fueron al sindicato y encontraron al secretario general
“justo cuando bajaba del auto” y lo hicieron ir a la fábrica.
Aunque por supuesto el tipo fue a frenar, los compañeros se
pusieron firmes y lograron que se hiciera una asamblea en la
puerta de la empresa para que pudieran participar los
despedidos, y allí se votó parar
hasta la audiencia en el Ministerio, donde se dictó la
conciliación.
La
primera pelea va a ser que la conciliación sea con todos
adentro. Si logran entrar va a ser un fuerte tira y afloje
entre los despedidos y los trabajadores que los apoyan,
contra los aprietes de la patronal, la interna y el
sindicato. Tenemos que ayudar a los compañeros a torcerles
el brazo, por ejemplo organizando un
acto frente a la intendencia de Quilmes y si no los
dejan entrar durante la conciliación los despedidos podrían
montarle una carpa a Gutiérrez en la puerta, para que el
gobierno se expida sobre el conflicto, y que delegaciones de
trabajadores en lucha de la zona se lleguen a la salida de
la fábrica a expresarles su apoyo.
El
sindicato se negó a impugnar en el Ministerio el acuerdo de
rebaja salarial, que es la verdadera “causa” de los
despidos, argumentando que “fue una decisión individual
de cada trabajador”. ¡Mentira! Como bien dicen los compañeros,
es una renuncia a derechos adquiridos impuesta bajo
amenazas. En la próxima audiencia, los despedidos tienen
que entrar con los delegados. No es cierto que “no se
puede”, como dice el sindicato: en muchos conflictos se
han elegido veedores para presenciar las audiencias. ¡Movilicemonos
con los compañeros a la próxima audiencia, para que puedan
entrar a defender sus derechos!
Las
luchas que últimamente vienen ganando los trabajadores,
como la de Pilkington y la de Massuh, demuestran que esta
historia de que los que luchan quedan afuera se puede
cambiar con un final feliz. ¡No a los despedidos! ¡Basta
de acuerdos truchos bajo amenazas! ¡Que el gobierno se haga
cargo y anule los despidos!
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