Un debate de importancia trascendental
La rebelión de la patronal agraria y
la izquierda
argentina
El año pasado ocurrió un hecho llamado a producir una marca duradera
en la política argentina. Apelando a métodos de movilización
masiva, las patronales del campo (en particular de la zona núcleo
pampeana) se pusieron de pie contra el gobierno K con la
exigencia de la apropiación completa por parte de ellas de
las ganancias y las rentas generadas a costa de la explotación
de los trabajadores rurales.
Este conflicto, confundió mayormente a la población, la que al
solidarizarse con la rebelión de las huestes comandadas por
la Sociedad Rural, perdió de vista que ninguno de los dos
bandos en pugna expresaba los intereses populares. Para
agregarle dramatismo a la situación, una parte importante
de la izquierda, vergonzosamente se alineo con uno u otro
bando patronal. Casos como el PC disciplinados por el
gobierno K; casos como el PCR y el MST de Vilma Ripoll, de
la mano de la Mesa de Enlace comandada por la rural.
Pasado ya un largo año del conflicto, el mismo sigue marcando parte
principal de las coordenadas políticas del país como se ve
en estas elecciones. A esto se suman las consecuencias que
está generando la crisis de la economía capitalista
mundial.
Desde nuestra editorial Antídoto-Gallo Rojo estamos presentando un
pormenorizado trabajo acerca de la verdadera naturaleza de
la rebelión de la patronal agraria y el rol que le
correspondió a la izquierda en él realizado por nuestro compañero Roberto Sáenz
presentamos la introducción del mismo.
Como rayo en cielo
estrellado estalló en marzo de 2008 la más grave crisis
político–social en la Argentina desde 2001. La fallida
resolución 125, que pretendía instaurar un impuesto móvil
a las exportaciones de cereales, desató una durísima pugna
entre fracciones burguesas. Una verdadera rebelión
de todas las fracciones capitalistas vinculadas a la
producción de soja, en especial, se puso de pie alrededor
del reparto y apropiación de la renta agraria
extraordinaria que generó la disparada de los
commodities en el mercado mundial. Esta pelea se salda con
una durísima derrota del gobierno de los esposos K.
El agudo desarrollo de la crisis abrió un debate
nacional. Una discusión global, nada habitual, acerca del
reparto del trabajo no pagado de la clase obrera rural y
urbana entre fracciones capitalistas: “La teoría económica
pura rara vez es noticia. Sin embargo, para comprender el
actual conflicto que enfrenta a las asociaciones rurales y
el gobierno es imperiosamente necesario desempolvar viejas
controversias conceptuales. En efecto, a primera vista, la
pelea entre el campo y el gobierno parece ser una simple
cinchada para apropiarse de una bolsa de recursos, tironeo
que, fuera de los desórdenes verbales de los protagonistas,
no parece encerrar ningún misterio. Porque, siempre en el
terreno de las apariencias, nada hay más natural que el
planteo del campo: dicen que tanto sus productos como la
totalidad de su precio les pertenece por completo, y
cualquier intento del Estado de apropiarse una parte es una
intromisión inadmisible o, como gustan decir, una
‘confiscación’. Sin embargo, doscientos años de teoría
económica desmienten esta apariencia”. [1]
Como subproducto de esta pugna, la izquierda
argentina se dividió de manera dramática. A un
movimiento social conservador, como el que se vertebró
alrededor de la flor y nata de la burguesía agraria,
sectores autotitulados “socialistas revolucionarios”
llegaron a calificarlo de “rebelión popular” [2]
La pérdida de la brújula de clase no pudo
ser mayor, comparable a la de otras fracturas históricas de
la izquierda ocurridas en el siglo pasado. Sectores
enteros capitularon al gobierno K o a la fracción agraria
de la burguesía. Sólo una minoría –en ella, de
manera destacada, el nuevo MAS– logró mantenerse en
una posición independiente.
El debate nacional que
se abrió alrededor de los impuestos a las exportaciones
agrarias tuvo un momento de importancia alrededor del
montaje de carpas de uno y otro bando en la Plaza Congreso.
En ese marco, y desde las posiciones de la clase
trabajadora, el nuevo MAS montó la Carpa Roja,
iniciativa que llegó a alcanzar cierto impacto nacional.
Se instaló así una durísima polémica acerca de un
tópico que desde hacía varias décadas no estaba en auge.
Se trata de la cuestión agraria: es decir, de las
relaciones de propiedad, las clases sociales y las tareas
estratégicas planteadas para el campo argentino desde la óptica
de la transformación socialista del país. Para las actuales generaciones militantes, un debate
enteramente nuevo.
La emergencia de esta crisis ha puesto de manifiesto
la estructura económico–social y el comportamiento
y acción de las clases sociales en la palestra nacional.
Una vez más, se ha demostrado que los conflictos sociales y
políticos son una situación excepcionalmente reveladora
de las “entrañas” de la sociedad.
Sin ser especialistas en el tema, nos parece de
enorme valor educativo aprovechar la oportunidad para
pasar revista a algunas de las problemáticas clásicas del
marxismo revolucionario respecto de esta cuestión,
recontextualizándolas en las condiciones de comienzos del
siglo XXI. [3] Más
aun cuando esta crisis y esta problemática –una verdadera
nueva cuestión agraria en nuestro país- han llegado para
quedarse, y cobra inusitada importancia a la hora de
comprender las tareas que tiene por delante la revolución
socialista en la Argentina.
Notas:
[1] Alex Kicillof, “La teoría económica contra los
argumentos del campo”, Página 12, 21–05–08.
[2] Por fuera de la “izquierda campestre” (PCR maoísta
y el MST e IS, de origen trotskista), el PO de la Argentina
tuvo una posición centrista a lo largo de toda la crisis.
Aunque criticó a ambos bandos burgueses, llegó en más de
una oportunidad a calificar al movimiento agrario de
“rebelión popular”, con el pueril argumento de que un
reclamo reaccionario no podría atraer “multitudes”...
En tanto, un caso singular lo configuró el pequeño grupo
de la LIT–CI (PSTU de Brasil) en el país, que fue desde
una posición pro–campo al comienzo del conflicto para
pasarse luego –autocrítica mediante– a un apoyo crítico
al gobierno K. Lo que jamás hizo fue sostener una posición
independiente.
[3] Trabajos clásicos acerca del tema, además de la
elaboración de Karl Marx, se pueden encontrar tanto en
Lenin como en Kautsky. En nuestro país –hasta donde
sabemos– existen dos obras de igual título (“La cuestión
agraria”) pero de sentido opuesto, como son las de Juan B.
Justo (de comienzos del siglo XX) y de José Boglich
(redactada promediando la década del 30 y dentro de la
tradición del socialismo revolucionario). De esta
literatura, la única que hemos podido abordar con cierta
profundidad es la de Marx.
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