Socialismo o Barbarie, periódico Nº 153, 18/06/09
 

 

 

 

 

 

Un debate de importancia trascendental

La rebelión de la patronal agraria y
la izquierda argentina

El año pasado ocurrió un hecho llamado a producir una marca duradera en la política argentina. Apelando a métodos de movilización masiva, las patronales del campo (en particular de la zona núcleo pampeana) se pusieron de pie contra el gobierno K con la exigencia de la apropiación completa por parte de ellas de las ganancias y las rentas generadas a costa de la explotación de los trabajadores rurales.

Este conflicto, confundió mayormente a la población, la que al solidarizarse con la rebelión de las huestes comandadas por la Sociedad Rural, perdió de vista que ninguno de los dos bandos en pugna expresaba los intereses populares. Para agregarle dramatismo a la situación, una parte importante de la izquierda, vergonzosamente se alineo con uno u otro bando patronal. Casos como el PC disciplinados por el gobierno K; casos como el PCR y el MST de Vilma Ripoll, de la mano de la Mesa de Enlace comandada por la rural.

Pasado ya un largo año del conflicto, el mismo sigue marcando parte principal de las coordenadas políticas del país como se ve en estas elecciones. A esto se suman las consecuencias que está generando la crisis de la economía capitalista mundial.

Desde nuestra editorial Antídoto-Gallo Rojo estamos presentando un pormenorizado trabajo acerca de la verdadera naturaleza de la rebelión de la patronal agraria y el rol que le correspondió a la izquierda en él realizado por nuestro compañero Roberto Sáenz presentamos la introducción del mismo.

Como rayo en cielo estrellado estalló en marzo de 2008 la más grave crisis político–social en la Argentina desde 2001. La fallida resolución 125, que pretendía instaurar un impuesto móvil a las exportaciones de cereales, desató una durísima pugna entre fracciones burguesas. Una verdadera rebelión de todas las fracciones capitalistas vinculadas a la producción de soja, en especial, se puso de pie alrededor del reparto y apropiación de la renta agraria extraordinaria que generó la disparada de los commodities en el mercado mundial. Esta pelea se salda con una durísima derrota del gobierno de los esposos K.

El agudo desarrollo de la crisis abrió un debate nacional. Una discusión global, nada habitual, acerca del reparto del trabajo no pagado de la clase obrera rural y urbana entre fracciones capitalistas: “La teoría económica pura rara vez es noticia. Sin embargo, para comprender el actual conflicto que enfrenta a las asociaciones rurales y el gobierno es imperiosamente necesario desempolvar viejas controversias conceptuales. En efecto, a primera vista, la pelea entre el campo y el gobierno parece ser una simple cinchada para apropiarse de una bolsa de recursos, tironeo que, fuera de los desórdenes verbales de los protagonistas, no parece encerrar ningún misterio. Porque, siempre en el terreno de las apariencias, nada hay más natural que el planteo del campo: dicen que tanto sus productos como la totalidad de su precio les pertenece por completo, y cualquier intento del Estado de apropiarse una parte es una intromisión inadmisible o, como gustan decir, una ‘confiscación’. Sin embargo, doscientos años de teoría económica desmienten esta apariencia”. [1]

Como subproducto de esta pugna, la izquierda argentina se dividió de manera dramática. A un movimiento social conservador, como el que se vertebró alrededor de la flor y nata de la burguesía agraria, sectores autotitulados “socialistas revolucionarios” llegaron a calificarlo de “rebelión popular” [2]

La pérdida de la brújula de clase no pudo ser mayor, comparable a la de otras fracturas históricas de la izquierda ocurridas en el siglo pasado. Sectores enteros capitularon al gobierno K o a la fracción agraria de la burguesía. Sólo una minoría –en ella, de manera destacada, el nuevo MAS– logró mantenerse en una posición independiente.

El debate nacional que se abrió alrededor de los impuestos a las exportaciones agrarias tuvo un momento de importancia alrededor del montaje de carpas de uno y otro bando en la Plaza Congreso. En ese marco, y desde las posiciones de la clase trabajadora, el nuevo MAS montó la Carpa Roja, iniciativa que llegó a alcanzar cierto impacto nacional.

Se instaló así una durísima polémica acerca de un tópico que desde hacía varias décadas no estaba en auge. Se trata de la cuestión agraria: es decir, de las relaciones de propiedad, las clases sociales y las tareas estratégicas planteadas para el campo argentino desde la óptica de la transformación socialista del país. Para las actuales generaciones militantes, un debate enteramente nuevo.

La emergencia de esta crisis ha puesto de manifiesto la estructura económico–social y el comportamiento y acción de las clases sociales en la palestra nacional. Una vez más, se ha demostrado que los conflictos sociales y políticos son una situación excepcionalmente reveladora de las “entrañas” de la sociedad.

Sin ser especialistas en el tema, nos parece de enorme valor educativo aprovechar la oportunidad para pasar revista a algunas de las problemáticas clásicas del marxismo revolucionario respecto de esta cuestión, recontextualizándolas en las condiciones de comienzos del siglo XXI. [3] Más aun cuando esta crisis y esta problemática –una verdadera nueva cuestión agraria en nuestro país- han llegado para quedarse, y cobra inusitada importancia a la hora de comprender las tareas que tiene por delante la revolución socialista en la Argentina.


Notas:

[1] Alex Kicillof, “La teoría económica contra los argumentos del campo”, Página 12, 21–05–08.

[2] Por fuera de la “izquierda campestre” (PCR maoísta y el MST e IS, de origen trotskista), el PO de la Argentina tuvo una posición centrista a lo largo de toda la crisis. Aunque criticó a ambos bandos burgueses, llegó en más de una oportunidad a calificar al movimiento agrario de “rebelión popular”, con el pueril argumento de que un reclamo reaccionario no podría atraer “multitudes”... En tanto, un caso singular lo configuró el pequeño grupo de la LIT–CI (PSTU de Brasil) en el país, que fue desde una posición pro–campo al comienzo del conflicto para pasarse luego –autocrítica mediante– a un apoyo crítico al gobierno K. Lo que jamás hizo fue sostener una posición independiente.

[3] Trabajos clásicos acerca del tema, además de la elaboración de Karl Marx, se pueden encontrar tanto en Lenin como en Kautsky. En nuestro país –hasta donde sabemos– existen dos obras de igual título (“La cuestión agraria”) pero de sentido opuesto, como son las de Juan B. Justo (de comienzos del siglo XX) y de José Boglich (redactada promediando la década del 30 y dentro de la tradición del socialismo revolucionario). De esta literatura, la única que hemos podido abordar con cierta profundidad es la de Marx.