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El ABC de la gripe A que no nos cuentan
Las víctimas de siempre y los
negocios sucios
Por Marcelo Yunes
Pasaron las elecciones y la gripe A sigue su curso. Todos
los días crecen las malas noticias, en número de
infectados, número de muertos y, sobre todo, en
complicaciones para el conjunto de la población. La última
medida fue extender las vacaciones escolares de invierno a
todo el mes de julio, anunciada poco después del reemplazo
de la ministra de Salud de la Nación, Graciela Ocaña.
Las autoridades políticas y sanitarias insisten en que
todo está bajo control. Pero hay demasiadas cosas que no se
saben, no se dicen y no cierran.
Primero los pobres
Ya pasaron los días en que los infectados eran todos de
clase media alta o alta que viajaban a Estados Unidos. Hace
rato que los sectores más afectados son los más humildes,
especialmente en el Gran Buenos Aires. Y es aquí donde se
hacen más visibles las tremendas carencias de
infraestructura de salud, que naturalmente golpean más a
los más desprotegidos.
La realidad es que, sencillamente, el sistema público de
salud no está en condiciones de sostener ninguna emergencia
sanitaria por mucho tiempo. Las guardias de los hospitales públicos
(e incluso de las clínicas de las obras sociales) están al
borde del colapso. Las colas son eternas. Todos conocemos
casos de compañeros que han asistido para atenderse ellos o
sus hijos y ni siquiera fueron recibidos después de largas
horas de espera. Por supuesto, en esas colas no existen las
más mínimas condiciones de higiene: si
uno va sano, vuelve enfermo. Ni hablar de las
internaciones: no hay camas disponibles. Adultos son
derivados a hospitales de niños y viceversa. Todo esto
ocurre en distritos donde los dineros públicos se gastan
alegremente en asfalto y vereda electoral. Y mientras tanto,
la desconfianza general hacia el gobierno agrava las cosas,
porque todos temen que las cifras de infectados y muertos
sean del estilo de las del INDEK.
Ésa es la verdadera realidad de la gripe A, más allá de
los anuncios y las campañas... para lavarse las manos. Por
supuesto, los ricachos y quienes se pagan medicina privada
tienen menos problemas. Ellos también sufren menos las
“picardías” criminales de los especuladores. Súbitamente,
los precios de los barbijos, del gel con alcohol, del
paracetamol, se dispararon un 200 o un 300 por ciento. El
capitalismo tiene estas cosas. Pero tiene otras mucho
peores, proporcionales al tamaño de los especuladores.
“Pandemia del lucro”
Así definen la actual situación con la gripe A dos médicos
argentinos, José Raúl Oubiña, del Departamento de
Microbiología de la Facultad de Medicina de la UBA y
Francisco Salvioli, del Hospital Interzonal de Agudos y Crónicos
San Juan de Dios de La Plata.
En un mail en cadena de amplia circulación reciente, se
preguntan:
“¿Qué
intereses económicos se mueven detrás de la gripe porcina?
En el mundo, cada año mueren dos millones de personas víctimas
de la malaria, que se podría prevenir con un mosquitero. Y
los noticieros no dicen nada de esto. En el mundo, cada año
mueren dos millones de niños y niñas de diarrea, que se
podría curar con un suero oral de 25 centavos. Y los
noticieros no dicen nada de esto. Sarampión, neumonía,
enfermedades curables con vacunas baratas, provocan la
muerte de diez millones de personas en el mundo cada año. Y
los noticieros no informan nada... Pero hace unos años,
cuando apareció la famosa gripe aviar, los informativos
mundiales se inundaron de noticias. ¡Una epidemia, la más
peligrosa de todas! ¡Una pandemia! Sólo se hablaba de la
terrorífica enfermedad de los pollos. Y sin embargo, la
gripe aviar sólo provocó la muerte de 250 personas en todo
el mundo. 250 muertos durante 10 años, lo que da un
promedio de 25 víctimas por año. La gripe común mata
medio millón de personas cada año en el mundo. (...)
Entonces, ¿por qué se armó tanto escándalo con la gripe
de los pollos? Porque detrás de esos pollos estaba (...) la
farmacéutica transnacional Roche. Con su famoso Tamiflú,
vendió millones de dosis a los países asiáticos”.
Vaya
casualidad: la misma monodroga que ahora se va a importar en
masa contra la gripe A. Agregan estos médicos que “el
Tamiflú es de dudosa eficacia”, y ya se informaron casos
de gripe A contra los cuales el Tamiflu no sirvió de nada.
A todo esto, la caja de Tamiflu se vende a 50 dólares. Una
de dos: o van a estafar a todos los gobiernos que compren el
medicamento, o sólo va a llegar a los que puedan pagarlo.
En verdad, lo más probable es que pasen las dos cosas.
Pero
hay más. Según Oubiña y Salvioli, “la empresa
norteamericana Gilead Sciences tiene patentado el Tamiflú.
El principal accionista de esta empresa es nada menos que un
personaje siniestro, Donald
Rumsfeld, secretario de defensa de George Bush, artífice de la guerra contra
Iraq... Los accionistas de las farmacéuticas Roche y
Relenza están frotándose las manos, felices por sus ventas
nuevamente millonarias con el dudoso Tamiflú. La
verdadera pandemia es el lucro, las enormes ganancias de
estos mercenarios de la salud.
No negamos las necesarias medidas de precaución que están
tomando los países. Pero si la gripe porcina es una
pandemia tan terrible como anuncian los medios de comunicación,
si a la Organización Mundial de la Salud le preocupa tanto
esta enfermedad, ¿por
qué no la declara como un problema de salud pública
mundial y autoriza la fabricación de medicamentos genéricos
para combatirla?
Prescindir de las patentes de Roche y Relenza y distribuir
medicamentos genéricos gratuitos a todos los países,
especialmente los pobres. Ésa sería la mejor solución”.
Pero es justamente esta solución, que apuntaría a crear
las condiciones más favorables para detener ésta y todas
las próximas amenazas a la salud de la población mundial,
la que difícilmente implemente ninguno de los gobiernos
capitalistas. ¡No lo hicieron ni con la epidemia de sida
en África, que mata a las personas como moscas! Tampoco con
las “enfermedades de la pobreza”, como las que citan
Oubiña y Salvioli y otras, que causan millones de muertes
perfectamente evitable gastando poco... pero tocando grandes
intereses.
Así que si uno quiere intentar prevenir la gripe A,
parece que lo único que queda es lavarse las manos muy
seguido. Pero si se trata de evitar que el negocio de los
monopolios imperialistas de la salud siga matando gente, hay
que hacer lo contrario: no “lavarse las manos”, sino
involucrarse activamente en la lucha contra el capitalismo.
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