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Los sujetos sociales del conflicto agrario
Bandidos Rurales
Por
Marcelo Buitrago
Cuando León Gieco hizo su disco dedicado a personajes
como Bairoleto y Mate Cocido, prófugos de la justicia que
asaltaban a empresas como La Forestal y Bünge & Born o
secuestraban estancieros, despertando la simpatía popular
en el interior del país, probablemente recogía las
tradiciones orales de su niñez en el corazón de la pampa
gringa santafesina, donde el chacarero que arrendaba su
campo, vivía en él junto a su familia, siendo ésta su
principal fuerza de trabajo, y era parte importante, como
actor económico, de la producción agropecuaria pampeana.
Sin embargo, en el largo período desde fines de los 30 a
fines de los 80, muy bien descriptos por Javier Balsa en El
desvanecimiento del mundo chacarero, profundas
transformaciones se dieron en la región pampeana. Del
predominio de los arrendatarios familiares, se pasó primero
al de los propietarios familiares. Los agricultores hicieron
ganadería, los criaderos e invernadores diversificaron sus
actividades y se produce la concentración de la agricultura
avanzando las explotaciones medianas sobre las más pequeñas,
acompañado por una creciente disminución de explotaciones,
el aumento de su superficie y en las inversiones de capital,
basadas en la fuerza de trabajo asalariada, reducida, pero
ya sin ser explotaciones familiares.
El abandono de las explotaciones como lugar de residencia
y los cambios en los modos de vida, producen el
despoblamiento del campo. Todo este proceso se potenció con
el nuevo marco de apertura y desregulación de los 90. Los
que sobrevivieron en la región pampeana, o son rentistas, o
tienen un capital y un nivel de ingresos que los califican
muy lejos de la tradicional “pequeña burguesía” que
explota su propia fuerza de trabajo.
La alternativa ha sido convertirse en compradores de
servicios: el 65% de los "productores" contrata la
cosecha, y otro tanto la siembra y fumigación. Cuando el
"pequeño productor" dice: “estoy cosechando”,
en realidad expresa que está controlando al contratista
para que éste realice correctamente su tarea (y de paso no
se lleve algún camión con grano).
Por otro lado, el desarrollo de la escala productiva no le
deja demasiadas alternativas: el precio promedio de una
cosechadora en 2007 fue de $ 512.000 y el de un tractor $
140.000, con lo que además se sobre capitaliza, ya que
excede ampliamente sus necesidades.
Si a pesar de la reactivación del mercado de maquinaria
agrícola a partir de 2002 (622 cosechadores vendidas ese año
contra 2.415 promedio en 2003/2007) con incorporación de
tecnología de punta como monitores de rendimiento con GPS,
monitores de proteína, tolvas autodescargables, nuevos
cabezales, etc., se calculan en U$S 465 millones (según
INTA Manfredi) las pérdidas por ineficiencia en la cosecha
de soja y maíz, salta a la vista la imposibilididad de
continuar operando con los viejos equipos si algún nostálgico
se resistiera al nuevo modelo. Siembra directa,
fertilizantes, soja transgénica-glifosato, cosecha
altamente profesionalizada, donde lo usual es que en los
grandes establecimientos de más de 5.000 has. quien
supervisa directamente el manejo de la cosechadora sea... un
ingeniero agrónomo.
El Censo Agropecuario 2002 es inapelable. Entre el 88-2002
desaparecieron 100.000 explotaciones agropecuarias en el país,
y la región pampeana explica el 66% de este total. Aquí
además la escala promedio se incrementó en un 35%, pasando
de 400 a 533 hectáreas, siendo las explotaciones de hasta
500 has. las más afectadas por la desaparición de
establecimientos. En este rango hubo una caída de un 34% de
cantidad de establecimientos y de un 26% de superficie, y
como contrapartida aumentaron en cantidad y superficie los
establecimientos más grandes (ver cuadro Nº 1).
Región
Pampeana |
|
Hasta
500 has. |
500/2.500
has. |
2.500/10.000
has. |
Más
de 10.000 has. |
|
1988 |
2002 |
1988 |
2002 |
1988 |
2002 |
1988 |
2002 |
EAPS |
158.584 |
104.176 |
25.279 |
25.272 |
3.981 |
4.262 |
346 |
402 |
Superficie
miles has |
20.888 |
15.385 |
25.877 |
26.545 |
17.785 |
19.059 |
6.108 |
7.380 |
Cuadro
Nº 1
Hoy, la producción agrícola ganadera pampeana está
concentrada en menos manos que nunca, y el rol que Argentina
tiene en el mercado mundial es el de exportador de aceite y
harina de soja, más que de grano, rol reservado a Brasil. A
tal efecto se han instalado a la vera del Paraná en el Up
River cercano a Rosario las más modernas plantas
procesadoras del mundo, con una capacidad de molienda
superior aun a las plantas estadounidenses, principal
productor mundial de soja (ver cuadro Nº 2).
Plantas
procesadoras |
|
Nº
Plantas |
Capacidad
Total Tn/día |
Capacidad
media Tn/día |
Planta
más grande Tn/dia |
Argentina |
47 |
154.175 |
3.280 |
18.000 |
Brasil |
116 |
143.205 |
1.235 |
6.500 |
USA |
70 |
159.000 |
2.271 |
6.804 |
Total |
223 |
456.380 |
1.959 |
|
Cuadro
Nº 2
No conforme con los actuales niveles de producción, este
actor económico se venía planteando pasar de una media de
70 millones de toneladas de producción de granos en
2001-2/2003-4 a un escenario para 2015 de 115 millones de
toneladas de producción.
Pero para poder procesar ese volumen es necesario invertir
en infraestructura: rutas, red ferroviaria e hidrovía,
puertos, almacenamiento y ampliación del parque de
camiones, lo que la misma Fundación Producir Conservando
estima en U$S 6.500/7.000 millones (ver cuadro Nº 3).
Proyección
Complejo Soja |
Departamento
Agricultura EEUU - USDA |
|
|
|
USA |
Brasil |
Argentina |
2005/06 |
Produccion |
Millones
Tn |
92 |
60 |
41 |
|
Molienda |
Millones
Tn |
47 |
33 |
31 |
|
Ex.
Granos |
Millones
Tn |
30 |
23 |
7 |
|
|
|
|
|
|
2014/15 |
Produccion |
Millones
Tn |
90,6 |
97,5 |
48,6 |
|
Molienda |
Millones
Tn |
52,5 |
43,6 |
39,5 |
|
Ex.
Granos |
Millones
Tn |
28 |
49,4 |
6,7 |
Fuente:
Fundación Producir Conservando |
Cuadro
Nº 3
Además el nuevo paquete tecnológico implica un uso
industrial de fertilizantes, que se encuentra en déficit
aun a los actuales niveles, los que sería necesario
duplicar para evitar que para entonces los rindes se
desplomen.
Al reclamo de estas obras, que el gobierno parecía no
atender, se sumó la convicción que estaban contribuyendo
en exceso de sus pares a la “recuperación económica” y
que ya era momento que la renta extraordinaria volviera en
su totalidad a sus dueños “naturales”.
Pero, ¿cómo lograrlo en el marco de una Argentina que
viene del ciclo de rebeliones populares? ¿Cómo reclamar
por sus ganancias y sus rentas cuando uno de los pilares del
milagro K ha sido la postergación salarial y la continuidad
del trabajo en negro?
Cuando Miguens clamaba por un “plan agrícola
ganadero” no se refería sólo a la baja de las
retenciones, sino también a todas las inversiones que estos
liberales le exigen al Estado, para ampliar sus ganancias.
Uno de sus pilares clásicos, los medios de comunicación
y los intelectuales y economistas a sueldo, siempre
estuvieron a su disposición. Un ejemplo de ello es el
trabajo de Llach, Harriague y O’Connor, “La generación
de empleo en las Cadenas Agroindustriales”, donde afirman
sin ponerse colorados que en 2003 este sector genera
5.500.000 puestos de trabajo, un 35,6% del total de ocupados
en el país. Con una metodología más cercana al rigor
mortis que al rigor científico, no dudan en meter por la
ventana todo trabajador que pase cerca para obtener el
resultado adecuado, que confiesan sin remordimientos: “se
espera que este trabajo contribuya a otorgarle a este sector
(el agroindustrial) la importancia crucial que tiene”.
Lo que resultó inesperado aun para los propios dirigentes
de las entidades que llevaron adelante la protesta en 2008,
fue la reacción de todos los “pequeños productores”,
rentistas algunos, compradores de servicios otros, pero
todos muy lejos de ser considerados productores en el
sentido económico del término.
Cuando los dirigentes pensaban volver a las rutas después
de Semana Santa, se encontraron con miles de ¿chacareros?
que se pusieron a cortar rutas sin ningún fervor católico,
pero sí fanatizados por la vigencia de los mercados
internacionales, o sea, que me paguen más alquiler, y que
los impuestos los paguen otros, brindando una impensada y
maravillosa “cobertura popular”.
Como factor adicional, lograron además capitalizar la
bronca en todo el interior pampeano contra los K,
polarizando duramente contra el gobierno. Así, lo que
comenzó como una protesta sectorial, se transformó en una
conmoción social. También desnudo los límites del
progresismo K. Lo que se presentó como una fórmula
irrenunciable de distribución de riquezas (las retenciones)
ocultaba que éstas habían sido usadas por gobiernos tan
progresistas como el de Onganía. Asimismo, nacionalización
del comercio exterior de granos y carnes, expropiaciones
aunque a escala minúscula, planes de colonización, el
Estatuto del Peón Rural, medidas del primer peronismo
dentro del campo del nacionalismo burgués, quedaron a años
luz siquiera de ser analizadas.
Por otro lado, el ignorar como posible punto de apoyo a
los obreros rurales, el sector peor pago de los trabajadores
argentinos, donde se registra el mayor índice de trabajo en
negro y que son sometidos junto a sus familias a un
asesinato lento y silencioso con las fumigaciones a mansalva
que requiere el modelo soja transgénica-glifosato,
demuestra el rol que el proyecto K le asigna a la clase
trabajadora: meros espectadores de cómo su sacrificio
permite la recuperación empresaria, a los que hay por las
dudas tener bajo control, de ahí su preferencia por la CGT,
que cumple la función con mucha más eficacia que sus
hermanos menores de la CTA.
La alianza Federación Agraria, Sociedad Rural, CRA,
Coninagro vino a certificar la total identificación de la
amplísima mayoría de los productores pampeanos con la cúpula
más concentrada de la producción.
Son éstos los nuevos bandidos rurales, pero que viven en
Puerto Madero, contando eso sí con una comparsa a la que le
hicieron creer que los precios internacionales de la soja
eran para siempre, los que sueñan con un país en el que
sobran millones de personas.
Y para pararles la mano el gobierno K debería avanzar más
allá del cobro de impuestos, sobre la sagrada propiedad
privada, rompiendo los límites que tiene como representante
general de la patronal.
En momentos que la crisis internacional ha hecho pasar a
segundo plano el sueño campestre, es necesario para los
trabajadores adoptar una posición de independencia de
clase. No es de la mano de ningún sector patronal, ni
tampoco de un gobierno cuyo objetivo central ha sido
recuperar la institucionalidad perdida en 2001, la manera de
que las riquezas generadas en el país beneficien a la
inmensa mayoría de quienes realmente las producen. Porque
en última instancia, estamos hablando del trabajo no pagado
que una clase le extrae a otra.
(*) En todo este escrito nos referimos a la producción
agropecuaria pampeana, que concentra el 89% de la superficie
implantada de cereales y oleaginosas del país. Otra
realidad, estructura social y económica se da en la región
extrapampeana, tomando como ejemplo Santiago del Estero,
donde de 21.000 explotaciones la mitad no tiene límites
definidos, y de las que lo tienen, el 36% tienen menos de 25
hectáreas. No por casualidad allí se dan organizaciones
campesinas como el MOCASE, prácticamente inexistentes en la
región bajo análisis.
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