Acerca de la muerte de Robert McNamara
Un
buen representante de la historia de rapiña y genocidio del
imperialismo yanqui
Por Oscar
Alba
El
martes 7 de julio murió Robert McNamara, ex secretario de Defensa de los presidentes demócratas
John F. Kennedy y Lyndon Johnson entre 1961 y 1968 y quien
fuera una de las figuras más emblemáticas y
representativas del imperialismo yanqui. Su trayectoria política
es la personalización clara de la política de opresión y
sojuzgamiento de los trabajadores y los pueblos en el mundo
por parte del imperialismo y la de sus actos asesinos. Los
medios de prensa le dieron un espacio importante a su muerte
e incluso lo hicieron mostrando cierto arrepentimiento por
hechos ocurridos bajo su responsabilidad.
De
la Ford a Bahía de los Cochinos
Nacido
en 1916 en Oakland, San Francisco; Robert McNamara se graduó
en Economía en la Universidad de Berkeley y luego prosiguió
su doctorado en Harvard. Siendo docente universitario dejó
los claustros y se incorporó a la Aeronáutica
norteamericana. Allí, su manejo de las cifras numéricas lo
llevó al Centro de Estadísticas donde se estudiaba
la eficacia de los bombardeos durante la Segunda Guerra
Mundial. Fue parte del mecanismo que organizó el
bombardeo sobre la ciudad de Tokio en la que fueron muertas
100.000 personas. Como dato significativo de la manera en
que veía su trabajo, hay que saber que al momento de
analizar las estadísticas de los bombardeos, las víctimas
civiles no contaban en sus balances.
McNamara,
un tiempo después se hizo ejecutivo de la Ford, llegando a
ocupar el sillón de la presidencia de la empresa. Pero en
el año 1961se va a hacer cargo del Ministerio de Defensa y
desde allí dirigió el Pentágono, centro militar de los
Estados Unidos. Junto
al presidente Kennedy planificó la invasión a Cuba
para derrocar al gobierno de Fidel Castro que se había
encaminado a la expropiación de la burguesía cubana. El
desembarco de los “marines” en Bahía de los Cochinos
apoyados por los “gusanos” exilados en Estados Unidos,
va a sufrir un duro revés. El heroísmo de las milicias y
el pueblo cubano va a rechazar la invasión y será una de
las estadísticas de McNamara en que los números le
cerraron mal.
El
hombre del napalm
El
22 de noviembre es asesinado el presidente John F. Kennedy y
lo va a suceder en el cargo quien era el vice, Lyndon
Johnson. Y McNamara va a alcanzar renombre con el estallido
de la Guerra de Vietnam en el marco internacional de la
llamada “Guerra Fría” entre Estados Unidos y la ex Unión
Soviética. El pueblo vietnamita había luchado duramente
contra el coloniaje francés hasta lograr su derrota militar
en Dien Bien Phu en 1954. En aquel entonces, en la ciudad de
Ginebra se firmó un acuerdo por el cual Vietnam quedaba
partido temporalmente en Vietnam del Norte (dirigido por el
Partido Comunista vietnamita) y Vietnam del Sur (con un
gobierno anticomunista). El acuerdo contemplaba elecciones a
dos años para reunificar el país. Pero el gobierno de Saigón
(1) apoyado por los yanquis se negó a realizar las
elecciones lo que derivó en un nuevo enfrentamiento armado.
En 1964, McNamara fue el artífice en el montaje de una
provocación en el Golfo de Tonkín, presentando al Congreso
norteamericano supuestas “pruebas” del ataque de lanchas
norvietnamitas a buques estadounidenses. Ante esto el
Congreso resolvió dar amplios poderes al presidente para
obviar limitaciones legales a la hora de la preparación de
la guerra. En 1965 el presidente Johnson va a ordenar una
escalada militar que tenía como táctica, el bombardeo
indiscriminado sobre Vietnam del Norte. Los bombardeos descargaron
10 millones de toneladas de bombas y 55.000 toneladas de
desfoliante, conocido como “el agente naranja”. De
esta manera las bombas de napalm tuvieron como objetivo el
delta selvático del Río Mekong. Pero no pudieron evitar
que se convirtiera en el pantano sudasiático donde se
fueron hundiendo, en aquel momento, las apetencias
imperialistas y las siniestras estadísticas de McNamara.
Otras estadísticas mostraron los verdaderos cálculos de
McNamara y los asesinos imperialistas: 900 mil muertos del
Vietcong y norvietnamitas y entre 250.000 y 430.000 civiles
(2). El 20% de los bosques fue destruido y los cultivos y el
agua quedaron contaminados dejando serias secuelas en la
población, sobretodo en el nacimiento de los niños.
McNamara
va a dejar su cargo al frente del Pentágono antes de que
los yanquis huyeran de Vietnam colgados de las patas de los
helicópteros. En octubre de 1967 fracasa una incursión aérea
que tenía como objetivo 57 blancos en Hanoi y va a ser el
punto de crisis en la gestión de McNamara como responsable
militar del gobierno yanqui. La guerra va a ir tomando un
cariz no esperado para la población de Estados Unidos y
cuando comenzaron a llegar miles de bolsas con los cadáveres
de soldados estadounidenses, la movilización contra la
guerra va a ocupar las calles en Norteamérica.
De
la guerra al Banco Mundial
Pero
en 1968, el ex Ministro de Defensa y masacrador del pueblo
vietnamita, va a ocupar un nuevo puesto en defensa de los
intereses imperialistas: presidente
del Banco Mundial. Asume el cargo en momentos en que el
imperialismo debía valerse de una nueva estrategia política
y económica para seguir expoliando a los países y los
pueblos, para recuperar y acentuar sus ganancias. El
endeudamiento económico de los países periféricos y el
sostenimiento de gobiernos autoritarios o dictatoriales serán
uno de los puntos de apoyo de esta política. El Banco
Mundial junto al FMI ejecutarán a fondo este proceso.
Algunos medios buscan ocultar la verdadera faz de McNamara
durante esta etapa. En la nota necrológica del martes 7 de
julio, correspondiente al deceso del genocida de Vietnam, el
diario Clarín dice: “Ya salido del gobierno, fue
presidente del Banco Mundial durante 13 años, buscando
fomentar el desarrollo en esos mismos países que antes sólo
habían sido objeto de la banalidad del mal de sus diseños
bélicos”. Lo que McNamara y el imperialismo buscaron
fueron nuevos negocios para que los usureros internacionales
aumentaran sus ganancias, “abrir los mercados” de los países
al exterior, privatizando servicios públicos y expoliando
las fuentes de materias primas, entre otras medidas, en
beneficio de las corporaciones multinacionales. Bajo la
presidencia de Robert McNamara, el Banco Mundial aumentará
el volumen de sus préstamos de 1 a 13 mil millones de dólares.
"Presionados por el Banco, varios países no tuvieron más
remedio que pasar por las arcas caudinas de McNamara. Éste
ya no destruía poblados para salvarlos sino economías
enteras. El Tercer Mundo se encuentra hoy con grandes
embalses encenagados, carreteras en ruinas que no conducen a
ninguna parte, edificios de oficinas vacíos, bosques y
campos asolados. Deudas monstruosas que el pueblo nunca podrá
devolver. Estos son los frutos venenosos de la política
llevada a cabo por el Banco Mundial desde McNamara... Por
muy grande que haya sido la destrucción que sembró este
hombre en Vietnam se superó a sí mismo durante su mandato
en el Banco"(3). McNamara, desde su puesto, va a
presionar permanentemente para que los
países pobres acepten las condiciones leoninas de sus
préstamos desquiciando las economías tradicionales para
bien de los capitalistas imperialistas y sus socios.
Un
peculiar “arrepentido”
Unos
años después McNamara, escribe su libro “En
retrospectiva: La tragedia y lecciones de Vietnam (Times
Books,1995) donde, aparentemente, reconoce que fue un error
embarcarse en la guerra de Vietnam. Pero este balance lo
hace partiendo de que fue
un error porque no se podía ganar, no porque fuera una
guerra injusta.
En
sus últimos años trastocó su imagen de guerrero a filósofo
y “maestro de la vida”. Colaboró con Errol Morris en el
documental “La niebla de la guerra” que tiene como subtítulo
“Once lecciones de vida de Robert McNamara”. En estas
“lecciones” tal cual un anciano venerable, McNamara
mezcla generalidades con cínicos juicios para justificar
sus atrocidades en la guerra, como el que señala que
“para alcanzar el bien muchas veces hay que pasar por el
mal”(4). Pero no hay un McNamara guerrero y presidente del
Banco Mundial y otro McNamara, filósofo y abuelito bueno. Fue
un mismo representante de la historia de rapiña y genocidio
del imperialismo yanqui. Que
actuó de acuerdo a las necesidades imperialistas en cada
etapa que le tocó vivir. Los gusanos irán por sus
restos en el lógico proceso de la naturaleza. Esa misma
naturaleza que él bombardeó con napalm, asesinando y
envenenando a generaciones de vietnamitas o contaminado ríos
y sumiendo en la miseria a pueblos enteros desde sus
dictados en el Banco Mundial. Lo que hace más que nunca
necesario redoblar la tarea estratégica de los trabajadores y los revolucionarios
para terminar con toda la mugre imperialista y construir la
verdadera historia de los pueblos.
Notas:
1.
Saigón era la capital de Vietnam del Sur y la ciudad de
Hanoi era la capital de Vietnam del Norte.
2.
Datos del Comité senatorial de Edward Kennedy sobre los
refugiados.
3.
Jerry Mander. “Le proces de la mondialisation” Fayard,
2001, citado por Jean Ziegler "Los nuevos amos del
mundo” (Destino 2003).
4.
Citado en Clarín 7/7/09.
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