Socialismo o Barbarie, periódico Nº 157, 13/08/09
 

 

 

 

 

 

UOM: Balance de una lucha

¡Que Caló viva con $1800!

“Lo peor es que el plan de lucha venía muy bien. La movilización venía creciendo, el ánimo de pelear se notaba en la fábrica. Por eso el acuerdo cayó tan mal, porque la gente sabe que estábamos para  más.”

Así resumió un trabajador de la Siat el sentimiento de “balde de agua fría” con que los metalúrgicos viven este mísero aumento de 18 % en tres cuotas: 12% en octubre, 3% en diciembre y el 3% restante… ¡para febrero de 2010! A esto se le agrega una suma no remunerativa de $ 1.350, también en cuotas: $ 500 ya cobraron en mayo; $ 350 para la primera quincena de agosto, $ 250 la primera de septiembre y otros $ 250 la segunda de ese mes.

Pero la bronca no es sólo por los números, aunque son importantes en un gremio que sabe que quedó muy atrás con respecto a los otros, cuando tradicionalmente ganaba un poco más. Los metalúrgicos saben también que son un gremio importante, con muchos trabajadores, mucho peso político y que tienen un lugar central en la industria. Además, el ánimo de lucha se veía en todas las fábricas, en las dos movilizaciones y en las críticas de muchos compañeros porque el primer paro dejó un turno afuera y porque las marchas fueron muy cortas: “Nos sacaron a pasear”, “yo creía que nos íbamos a agarrar con la policía”, se decía en los lugares de trabajo.

Ni falta hace aclarar que el tercer paro se levantó sin que los trabajadores se enteraran de cuál era el acuerdo: en las asambleas “informativas” lo único que se informó es que habían arreglado y se levantaba el plan de lucha.

Hay que desconocer el acuerdo trucho

El mismo Caló confiesa públicamente: “El acuerdo no es el mejor, pero tampoco el peor. Tuvimos que tener en cuenta la situación de crisis en las empresas del ramo”. O sea, tenemos en cuenta la crisis de la patronal. ¿Y la crisis de los obreros en un país donde la canasta familiar costaba $ 4.000 antes de los últimos aumentos, quién la tiene en cuenta? Los patrones ya tienen sus cámaras empresarias para defender sus intereses: ¿alguna vez los dirigentes de la UIA dijeron “tenemos que tener en cuenta los problemas de los obreros”?

El plan de lucha fue levantado de manera inconsulta. Los trabajadores que llevaron adelante las medidas de fuerza, repudian este acuerdo. Si de veras queremos hacer valer la fuerza del gremio, el plan de lucha que la directiva podrida vendió tiene que continuar desde abajo, votando en asamblea ese “paro por tiempo indeterminado con tomas de fábrica” con que amenazó Caló antes de aceptar la limosna del 18% trucho.

¿Unidad para bajarse los calzones?

El gremio metalúrgico fue muy golpeado por la crisis de los 90. En los años de reactivación K se recuperó mucho y actualmente abarca a unos 170.000 trabajadores.

Los obreros jóvenes que entraron a las fábricas en esa etapa acaban de vivir en carne propia, con el resultado de este plan de lucha, que no alcanza con ser muchos ni con ir todos al paro el mismo día al mismo lugar, si a la cabeza de la pelea y las negociaciones hay una burocracia corrupta y vendida, que sólo hace valer la fuerza de su gremio para transar lugares de poder para sí misma, y que cuida más los intereses de la patronal que los de los trabajadores.

Con la reactivación del gremio, también ocurrió que en muchas empresas se eligieron nuevos delegados. Muchos de ellos saben que la burocracia de la UOM es una porquería, pero no ven otra alternativa que soportarla: “Es un mal necesario”, dicen. Este sentimiento de debilidad frente al “monstruo”, lamentablemente, es agrandado por corrientes políticas con presencia en el gremio, como el PCR-CCC o la propia CTA, que posan de clasistas pero convencen a los nuevos activistas de que hay que respetar “los cuerpos orgánicos” porque si no dividimos las fuerzas del gremio, que los zurdos no entendemos que la gente es peronista, y cosas así. No acordamos. La burocracia sindical peronista ya ha probado y recontraprobado durante décadas que no es “un mal necesario”, es solamente un mal. Y esto no es resentimiento de zurdos por no ser peronistas o porque la burocracia nos haga echar de las fábricas cuando nos descubre. Si hicieran echar a cien zurdos pero consiguieran defender un nivel de vida digno para los 169.900 metalúrgicos que quedan, todavía. Pero echan a los activistas (zurdos o no) de las fábricas y del gremio y les arruinan la vida a los que quedan, esa es la realidad, y lo único que defienden es el “nivel de vida” de los patrones que los sobornan.

La bronca salarial va a provocar más luchas tarde o temprano. Trabajemos para que en ellas se vaya formando la nueva camada de delegados que defienda realmente el salario y los puestos de trabajo, para que la crisis la paguen los patrones.