UOM: Balance de una lucha
¡Que Caló viva con
$1800!
“Lo peor es que el
plan de lucha venía muy bien. La movilización venía
creciendo, el ánimo de pelear se notaba en la fábrica. Por
eso el acuerdo cayó tan mal, porque la gente sabe que estábamos
para más.”
Así resumió un trabajador de la Siat el sentimiento de
“balde de agua fría” con que los metalúrgicos viven
este mísero aumento de 18 % en tres cuotas: 12% en octubre,
3% en diciembre y el 3% restante… ¡para febrero de 2010!
A esto se le agrega una suma no remunerativa de $ 1.350,
también en cuotas: $ 500 ya cobraron en mayo; $ 350 para la
primera quincena de agosto, $ 250 la primera de septiembre y
otros $ 250 la segunda de ese mes.
Pero la bronca no es sólo por los números, aunque son
importantes en un gremio que sabe que quedó muy atrás con
respecto a los otros, cuando tradicionalmente ganaba un poco
más. Los metalúrgicos saben también que son un gremio
importante, con muchos trabajadores, mucho peso político y
que tienen un lugar central en la industria. Además, el ánimo
de lucha se veía en todas las fábricas, en las dos
movilizaciones y en las críticas de muchos compañeros
porque el primer paro dejó un turno afuera y porque las
marchas fueron muy cortas: “Nos sacaron a pasear”, “yo
creía que nos íbamos a agarrar con la policía”, se decía
en los lugares de trabajo.
Ni falta hace aclarar que el tercer paro se levantó sin
que los trabajadores se enteraran de cuál era el acuerdo:
en las asambleas “informativas” lo único que se informó
es que habían arreglado y se levantaba el plan de lucha.
Hay que desconocer el acuerdo trucho
El mismo Caló confiesa públicamente: “El acuerdo no es el mejor, pero tampoco el peor. Tuvimos que tener en
cuenta la situación de crisis en las empresas del ramo”.
O sea, tenemos en cuenta la crisis de la patronal. ¿Y la
crisis de los obreros en un país donde la canasta familiar
costaba $ 4.000 antes de los últimos aumentos, quién la
tiene en cuenta? Los patrones ya tienen sus cámaras
empresarias para defender sus intereses: ¿alguna vez los
dirigentes de la UIA dijeron “tenemos que tener en cuenta
los problemas de los obreros”?
El plan de lucha fue
levantado de manera inconsulta. Los trabajadores que llevaron adelante las medidas de
fuerza, repudian este acuerdo. Si de veras queremos hacer
valer la fuerza del gremio, el plan de lucha que la
directiva podrida vendió tiene que continuar desde abajo, votando en asamblea ese “paro por
tiempo indeterminado con tomas de fábrica” con que amenazó
Caló antes de aceptar la limosna del 18% trucho.
¿Unidad para
bajarse los calzones?
El gremio metalúrgico fue muy golpeado por la crisis de
los 90. En los años de reactivación K se recuperó mucho y
actualmente abarca a unos 170.000 trabajadores.
Los obreros jóvenes que entraron a las fábricas en esa
etapa acaban de vivir en carne propia, con el resultado de
este plan de lucha, que no alcanza con ser muchos ni con ir
todos al paro el mismo día al mismo lugar, si a la cabeza
de la pelea y las negociaciones hay una burocracia corrupta
y vendida, que sólo hace valer la fuerza de su gremio para
transar lugares de poder para sí misma, y que cuida más
los intereses de la patronal que los de los trabajadores.
Con la reactivación del gremio, también ocurrió que en
muchas empresas se eligieron nuevos delegados. Muchos de
ellos saben que la burocracia de la UOM es una porquería,
pero no ven otra alternativa que soportarla: “Es un mal
necesario”, dicen. Este sentimiento de debilidad frente al
“monstruo”, lamentablemente, es agrandado por corrientes
políticas con presencia en el gremio, como el PCR-CCC o la
propia CTA, que posan de clasistas pero convencen a los
nuevos activistas de que hay que respetar “los cuerpos orgánicos”
porque si no dividimos las fuerzas del gremio, que los
zurdos no entendemos que la gente es peronista, y cosas así.
No acordamos. La burocracia sindical peronista ya ha probado
y recontraprobado durante décadas que no es “un mal
necesario”, es solamente
un mal. Y esto no es resentimiento de zurdos por no ser
peronistas o porque la burocracia nos haga echar de las fábricas
cuando nos descubre. Si hicieran echar a cien zurdos pero
consiguieran defender un nivel de vida digno para los
169.900 metalúrgicos que quedan, todavía. Pero
echan a los activistas (zurdos o no) de las fábricas y del
gremio y les arruinan la vida a los que quedan, esa es la
realidad, y lo único que defienden es el “nivel de
vida” de los patrones que los sobornan.
La bronca salarial va a provocar más luchas tarde o
temprano. Trabajemos para que en ellas se vaya formando la
nueva camada de delegados que defienda realmente el salario
y los puestos de trabajo, para que la crisis la paguen los
patrones.
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